Se fugó junto a mis ganas de vivir.

-Estoy... bien.-digo al fin.-Tu tienes que estar tranquilo, dentro de un mes lo tendrás aquí.

Se encoge de hombros y se sienta en su cama, haciendo un gesto para sentarme con el.

-Se que volverá.-admite.-Lo que no se es si será el mismo de antes, Lena, y tengo miedo, el es un niño demasiado bueno y allí están chicos que han matado a gente.-traga saliva.-¿Tu crees que estará bien?

-Sí.-susurro.-Por muy bueno que sea también es muy fuerte.

-¿Echas de menos a tu padre?-pregunta de repente, y yo pongo una mueca de horror.

-No, no, para nada.-sonrío un poco.-Me alegro muchísimo de que por fin lo hayan encerrado, ¿sabes?.-suspiro.-Lo odio y lo he odiado toda mi vida.

....

Jesus.

Ando detrás de Trix hasta el comedor, todo el mundo la mira con miedo, pero ella sigue caminando con la cabeza bien alta, importándole bien poco lo que puedan pensar de ella.

-La comida esta malísima.-dice de repente.-Pero tranquilo, la camarera es amiga mía.-sonríe con malicia.-Hola Karen.-saluda a la mujer mayor que esta sirviendo la comida.-Este es mi amigo Jesus, tiene que comer bien eh, sácanos lo mejor que tengas.

La mujer agacha la cabeza y asiente, se ve que le tiene miedo, pero ¿porque?, a mi me cae bien.

A los pocos minutos viene con dos platos rebosados de macarrones a la carbonara y joder, me recuerdan tanto a los que me cocinó Lena una vez que no se si podré comérmelos.

-Come.-dice seria mi nueva amiga.-Esto si esta bueno.

-No tengo hambre.-muevo los macarrones desganado.

-Jesus, come.-me amenaza con la mirada.-No me digas que esto también te recuerda a ella.

Me encojo de hombros y pincho un macarrón, lo pruebo y me entran ganas de comer mas, siento que están cerca de mi.

Cuando me acabo el plato, Trix sonríe y apoya los codos en la mesa.

-¿Porque todos te tienen miedo?-pregunto casi sin pensar.-Quiero decir...

-Tranquilo.-ríe.-Es porque soy la hija de el director del centro, y una capulla, no sabes de la de cosas que le he echo a los tíos que me caen mal.-río.-Y papa me deja, ya que es una forma de que aprendan que la violencia no es lo correcto.

-Ah.-susurro y bebo un poco de agua.-¿Y que se hace en este sitio?

-En verano nada.-se encoge de hombros.-Pero cuando empieza el curso ellos estudian y no los dejan en paz hasta que aprenden, y también tienen clases de comportamiento y psicología.

-Valla.-río.-¿Y no dejan ni movil ni tele?

-Una vez cada dos meses.-arruga la nariz.-Pero tu solo te quedas un mes, ¿no?

-Si.-me encojo de hombros.-Supongo que no podré ni llamar.

-Ven.-se levanta y la sigo hasta un cuarto que parece ser de la limpieza.Veo como saca su movil y me sonríe.-Anda, llama.

.....

*Lena.*

Me lo estoy pasando bastante bien con Dani, es muy divertido.
Ha conseguido que me olvide de todo por un rato y que vuelva a ser yo.

-¿Otra partida?-ríe y me siento en la cama agotada.

El Jud Dance puede cansar mucho.

-Ni lo sueñes.-logro decir con la voz entrecortada.

Oigo como le suena el movil y se lo paso desganada.

-Es un numero que no tengo guardado, si es una fan habla tu.

Descuelga y pone el altavoz.

-Ya han descolgado.-dice una voz femenina al otro lado y yo miro a Dani, que dice que conteste por movimiento de sus labios.

-¿Si?-digo nerviosa.

-¿Lena?-susurra una voz que conocería en cualquier parte.-¿Eres tu?

-¿¡Jesus!?-alza la voz Dani.-¿De verdad eres tu?

-S-si...-susurra.-¿Como... como estáis?

-Mal.-contesta Dani por los dos.-¿Como has llamado?

-Por mi.-dice la voz femenina.-Soy Trix, la chica que va a cuidar de tu hermano.

Me levando de la cama y me despido con la mano, no podré soportarlo más.

-¡Lena espera!-grita saliendo detrás de mi.-¿Estas bien?

-Si, tengo que irme ya.-contestó rápidamente.-Luego nos vemos.

....

Los tímidos rayos de Sol asoman temprano entre mis cortinas. Poco a poco, la claridad de la mañana se apodera de cada rincón de mi cuarto.
Lo normal, era que al despertarme por la luz, saltara de la cama e inmediatamente, corriese a asomarme por la ventana para disfrutar del olor a croissants recién hechos que llega desde la panadería que se situaba debajo de mi ventana.
Pero después de una noche de confesiones a la Luna y tormentas sobre la almohada, las ganas de despertarme otro día y buscar mil cosas nuevas que hacer se han esfumado como el humo de aquel cigarro que encendió Blanca anoche y se consumió sobre un viejo cenicero que había comprado como recuerdo de un viaje a Sevilla junto a mi madre.
Así pues, bajo las persianas hasta dejar la habitación en completa oscuridad, igual que hacia Jesus cada domingo que iba a despertarlo.
Como aquel 5 de Diciembre. "Hoy no amanece para nosotros, dormilona, no te dejaré salir de la cama en todo el día", dijo mientras poco a poco abría los párpados. Y yo, extrañada, le dije que estaba loco. "Si, tú eres la culpable de eso, pequeña", me susurró mientras a escasos centímetros de mis labios me acariciaba las mejillas. Y de repente, se separó de mi con una sonrisa pícara, y dejó al descubierto un desayuno que él mismo me había preparado mientras yo soñaba a saber con qué. "Es increíble, Jesus" dije y me lancé sobre él mientras no dejaba un solo centímetros de su rostro sin besar. Y así era como le dio sentido a mi vida, con pequeñas tonterías que me hacían feliz, pero ya no están. Se fugaron junto a mis ganas de vivir, de sonreír.
No recordaba lo frío que era el mundo fuera de sus brazos.
Me siento sola, indefensa...Culpable.
Por alguna razón me siento culpable, por mi padre.
Me he ido de su vida, con la pequeña esperanza de que él me necesite y sentir que si, que me quería. Pero no va a ser así. Él no va a volver a mi.
Seguramente ya haya encontrado una sonrisa que vaya al compás de la suya, una mano que agarrar mientras pasea, un corazón que enamorar.
Una nueva historia que empezar.
Si, hablo de la tal Trix.
Pero no me saco cada momento de la cabeza, no puedo olvidarle ni un sólo segundo.
Ya no es fácil levantarme cada mañana, pero los domingos tienen un dolor especial.
Más intenso. Por eso, cada vez que este día de la semana llega, me escondo entre las sábanas olvidando al resto del mundo... menos a él.
Ha perdido la cuenta de las semanas que llevo así.
Ya no vivo.
Cuando me miro al espejo mi mirada no brilla, siempre hay una pequeña capa cristalina que los cubre.

-¿Hoy tampoco vas a salir?-sube la persiana Dani.

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