Capítulo 2.

Yevvaios.

Poco a poco, comienzo a abrir los ojos. Mi garganta esta seca y rasposa; estoy totalmente entumecida en una camilla de lo que creo que es de hospital.

Miro a mi alrededor y luces blancas me dejan ciega por unos segundos. La habitación en la que me encuentro es totalmente blanca, casi sin decoración y algo fría; a excepción de algunas máquinas -las cuales no reconozco- y unas cortinas color azul rey, las cuales cubrían una ventana fija y polarizada.

Me sobresalto un poco cuando escucho la puerta abrirse. Entra una doctora de cabellos negros y unos amables ojos grandes de un color marrón-rojizo (N/A: Asi son los míos :3. Ok. Ya no los molesto). No se que hubiera hecho si hubiese sido un hombre, la verdad.

-Hola, ¿cómo te sientes?- Me preguntó con voz suave mientras se sentaba en una silla cerca de la camilla.

-Hola. Me duele un poco la garganta y el cuerpo.-Le repondí en voz baja y con la cabeza gacha, mientras jugaba con mis un poco entumecidos dedos.

-Bien, es normal, te daré algo para el dolor y te haré algunas pruebas, ¿bien? Prometo que no te pincharé ni te dolerá- Me dijo al ver que comenzaba a asustarme un poco; a lo que me relajé.

Se paró y me pidió que me sentara en la orilla. Me puso una cosa con un cable en el pecho y me dijo que era para escuchar mi corazón; luego de que ella lo hiciera me dijo que tenía un corazón muy sano y si quería escucharlo, a lo que tímidamente asentí.

Me puso lo que parecían una especie de auriculares en mis oídos. Comencé a escuchar un "Pum..." "Pum.." "Pum...". Era extrañó, pero no desagradable. Una pequeña sonrisa comenzó a asomarse de los labios de la doctora.

..........

Luego de todas las pruebas, la dulce doctora Khephara se retiró con la promesa de que luego volvería y dejaría a alguien a mi cuidado.

Me recoste en la camilla y comencé a juguetear con mis manos y observar la habitación, en un vano intento de no aburrirme.

Luego comenzó a preguntarme, ¿qué sería de mi? ¿Mi mami al fin vendría a por mi? ¿Qué pasará con mi papi? ¿Lo volveré a ver? ¿Vendrá a por mi? ¿Me golpeará y castigará por esto?

No me di cuenta de que esta empezando a hiperventilar. No era tonta, sabía que probablemente mi padre estaría en la cárcel; pero eso no me impedía seguir con miedo, ¿volvería a por mi? Si no, ¿qué sería de mi?

Intente tranquilizar mi respiración, en vano. Justo en ese momento la Dra. Khephara entro suavemente en la habitación en compañía de un oficial. Mi respiración se aceleró aún más, empecé a sudar a pesar del frío de la habitación. La doctora se acercó, preocupada.

Más nada pudo calmarme.


E vuelto mis torcuatas!

Lamento dejarlos con la duda, pero no quiero que seden tanto a la pobre Yevvaios.

Les mando besos babosos, ba-bye.

Laura.


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