Una amenaza en el bosque prohibido

Las vacaciones habían terminado y el castillo se volvió a llenar de alumnos que, con más o menos entusiasmo, volvían a la rutina de Hogwarts, Harry, Hermione y Draco estaban sentados a la sombre de un frondoso árbol a orillas del lago negro.

Hermione le contaba a Draco sobre su extraño regalo, cortesía de Derek.

- ¿Puedo verlo desde más cerca? – Pregunto el rubio a lo que Hermione asintió y se descolgó a Llama Eterna para posarla con cuidado en las manos de Draco.

- Ten cuidado, por favor – Le pidió, y es que a pesar de que no fuera tan frágil como parecía, era un objeto muy valioso y poderoso.

- He oído hablar de ella...de Thalía digo, ay algo que me inquieta, que ahora tu tengas esta espada y lo que pueda significar... - El semblante de Draco se volvió sombrío y eso preocupo a los dos Gryffindor's.

- ¿Porque? – Inquirió Harry.

- Mi padre dice que El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado intento conseguir el poder de los descendientes de Thalía y Merlín para sus fines, no sé quiénes eran porque al pasar tanto tiempo el apellido ha ido cambiando, pero el gen mágico seguía pasando entre sus generaciones y al parecer se iba haciendo más y más fuerte – Dijo él, devolviéndole a Llama Eterna a Hermione que se la volvió a colocar en el cuello y la agarro con una mano, jugueteando con el cristal nerviosamente.

- Y...¿Lo consiguió? ¿Consiguió ese poder? – Pregunto la castaña, un poco turbada por la historia, y el tono serio de Draco no ayudaba a que sus músculos se relajaran.

- No, se ve que se negaron en rotundo a ayudarle y El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado acabo con los únicos supervivientes de ese clan.

- ¿Pe...pero no se suponía que eran de los magos más poderosos que existían? ¿Cómo es posible que no hayan vencido a Voldemort? – Pregunto Harry, ignorando el leve escalofrió que recorrió la espalda de Draco.

- Y lo eran, pero una horda de casi 200 Mortífagos además de mercenarios especializados en la captura y matanza de dragones contra aproximadamente 5 personas no es una batalla justa, bueno eso es lo que me ha contado mi padre, no estoy seguro si pasó así en realidad...

- ¿Os apetece una rana de chocolate? – Dijo Hermione, con un suave temblor en su voz, sus dos amigos se dieron cuenta de que la joven no quería seguir hablando del tema y aceptaron el dulce.

Hermione agradeció esto, por alguna razón esta conversación hizo que sus sentidos se pusieran en alerta, por un segundo hasta le pareció ver con más claridad que antes, pero lo atribuyó a una ilusión óptica y a su paranoia.

Pasaron un rato más hablando de que en el próximo partido de Quidditch Snape iba a ser el árbitro y no estaban seguros si eso iba a afectar al juego, aunque Draco aseguro que no tenían de que preocuparse porque su padrino no iba a intentar nada raro.

Hermione ojeaba un libro sacado medio a escondidas de la biblioteca y de golpe soltó un chillido que hizo que sus amigos se asustasen.

- ¿Que? ¿Qué pasa? – Exclamo Harry.

- ¡Ya se quien en Nicolas Flamel! – Dijo Hermione en tono teatral – Es el único descubridor de la piedra filosofal.

- ¿La qué? – Dijeron Harry y Draco.

- ¿¡Es que vosotros no leéis nunca?! Escuchad:

El antiguo estudio de la alquimia esta relacionado con el descubrimiento de la piedra filosofal, una sustancia legendaria que tiene poderes asombrosos. La piedra puede transformar cualquier metal en oro puro. También produce el elixir de la vida, que hace inmortal al que lo bebe.

Se ha hablado mucho de la piedra filosofal a lo largo de los siglos, pero la única piedra que existe actualmente pertenece al Señor Nicolas Flamel, el notable alquimista y amante de la ópera. El Señor Flamel que cumplió seiscientos sesenta y cinco años el año pasado, lleva una vida tranquila en Devon con su esposa Perenela (de seiscientos cincuenta y ocho años)

- ¿Veis? – Dijo Hermione – Fluffy debe estar custodiando la piedra filosofal de Flamel, Seguro que le pidió a Dumbledore que se la guardase, porque son amigos y porque debe saber que alguien la busca ¡Por eso quiso que sacaran la piedra de Gringotts!

- ¡Una piedra que hace oro y que evita que uno muera! No es extraño que la busquen, cualquiera la querría – Dijo Harry, evitando mencionar que sospechaba de Snape por respeto a su amigo.

Hermione iba a contestar, pero en ese momento vio a Derek caminando alegremente en dirección al bosque prohibido.

- ¡Lo siento chicos! ¡Tengo que hablar con Derek! – Exclamo mientras se levantaba de un salto.

- Esta bien, no te preocupes nosotros te cubrimos – Dijo Draco guiñándole un ojo.

Hermione le sonrió con un leve sonrojo y echo a correr para alcanzar al joven guardabosques.

- ¡Derek! ¡Derek, espérame! – Grito Hermione, consiguiendo que el joven se girara para verla.

- ¡Hey! ¡Buenos días! ¿Qué tal la mañana?

- Muy bien, Derek, pero quería hablar contigo...de algo importante – Hermione se sujetó el colgante y Derek fijo su vista en el objeto y suspiro asintiendo.

- Esta bien, me alegro que la lleves...supongo que quieres una explicación, ven, ya has desayunado imagino, ¿Aun así te apetece un trozo de biscocho con esencia de vainilla? Me gusta presumir de ser un gran chef – Le dijo con una sonrisa, aun así, Hermione pudo ver cómo le temblaban un poco las manos, estaba nervioso.

- Por supuesto, tengo mucha curiosidad por ver dónde vives ¿Vives en Hogsmeade? – Dijo la castaña.

- Nop, vivo en una hermosa casita en el bosque...

- ¡¿En el bosque?! No sé yo...no creo que a los centauros les haga mucha ilusión que entremos al bosque...he leído que no les gustan demasiado los magos

- No te preocupes Petit Soeur, te prometo que no pasara nada, los centauros han aceptado que viva en el bosque siempre y cuando no moleste a las demás criaturas del bosque, si te quedas cerca de mí no pasara nada, el bosque no es tan escalofriante como parece – Dijo Derek, ofreciéndole la mano con una sonrisa fraternal.

- ¿Petit Soeur? ¿Qué significa? – Inquirió Hermione.

- No tiene que significar nada, solo quería ponerte un apodo, entre mis amigos siempre nos llamamos por apodos, por ejemplo, a mí me llaman, y no te rías, Feu Vert – Hermione lo intento, Merlín y Thalía (valga la redundancia) lo sabían, pero al final estallo en carcajadas - ¡Oye, no seas mala!

- Lo siento...pero es que suena muy raro – Rio la pequeña.

Eso consiguió que Hermione se relajara y le agarro la mano para comenzar a adentrarse en el bosque.

Caminaron en silencio durante unos minutos hasta que Hermione no pudo aguantar más.

- Derek... - Comenzó ella, no sabía porque, pero de repente se sentía muy cohibida.

- Oye...puedes decirme lo que quieras, te prometo que no muerdo ni te bajare puntos, de hecho, creo que no puedo hacer eso – Dijo Derek a modo de broma para que Hermione se sintiera cómoda, y al parecer funciono porque soltó una risita.

- Vale, quería saber ¿Cómo obtuviste la espada? Y lo que es más importante ¿Por qué me la das a mí? – Hermione dijo todo esto muy rápido y ansiosa por una respuesta.

- Veras, la espada la salve de un ataque masivo, no recuerdo mucho de ese día, lo único que recuerdo con nitidez es el intenso miedo que recorría mi cuerpo y ¿Por qué tú? Pues no lo sé, nos conocemos desde hace poco ya te lo había dicho, pero me recuerdas a alguien, una pequeña niñita que era muy curiosa y una listilla, supongo que quería saber que estabas a salvo, y que tenías algo con lo que defenderte – Dijo Derek.

- Ya entiendo... - Mustio Hermione – Muchas gracias Derek, yo también te quiero mucho – Derek le sonrió y la abrazo y Hermione se dejó cobijar por los protectores brazos de su amigo.

- Buenos días joven Derek, ¿Quién es tu pequeña acompañante? – Dijo una profunda y serena voz a sus espaldas.

Detrás de ellos se alzaba un centauro, tenía el cabello rubio muy claro, cuerpo pardo y cola blanca.

- ¡Buenos días Firenze! Te presento a Hermione Granger, Petit Soeur te presento a Firenze, es un centauro de la manada de este bosque – Presento Derek.

Firenze pareció sorprendido por un momento, pero recupero la compostura en un segundo.

- Hola Hermione...entiendo que Derek confíe en ti, lamento mi desconfianza, los centauros no nos llevamos del todo bien con los magos – Saludo el centauro, manteniéndose un poco alejado de Hermione.

Derek iba a hablar en favor de Hermione, pero ella se le adelanto.

- Si, los del Ministerio de Magia no saben lo que hacen, no me parece justo que os recorten vuestro territorio, vosotros sois más sabios y habéis vivido desde mucho antes en este mundo, los magos deberíamos rogar por aprender de vosotros, desgraciadamente todos los "peces gordos" del Ministerio son unos creídos, su mentalidad está muy cerrada, sé que mantienen catalogados a todos, desde magos a "bestias", eso no me parece bien, es de las criaturas, ya sean en parte humanas o totalmente animales, de las que se aprende más – Tanto Derek como Firenze estaban asombrados por el discurso de la joven, Hermione era, desde luego, más madura y sabia de lo que habían pensado al principio.

- Tus palabras son sabias, y puedo ver total sinceridad en tus palabras – Dijo Firenze, finalmente se acercó a Hermione y le sonrió permitiendo que la pequeña le acariciara el lomo – Derek es guardián del bosque, y tal vez tú puedas ayudarle, últimamente las cosas están un poco tensas.

- ¿Ha pasado algo Firenze? ¿Ha vuelto a atacar? – Pregunto Derek, repentinamente serio y se acercó a Hermione para la sujetarla de los hombros.

Un relincho que sonaba más bien a un lamento se dejó oír y de entre los arboles de acerco un unicornio, Hermione se quedó sin aliento al verlo, cuerpo de caballo frisón, pero de un blanco purísimo y la crin y cola tenían un brillo plateado cuando la luz les daba, además del gran cuerno que surgía de la frente del animal le relucía con cierta luz dorada.

- No estoy seguro, pero me temo que esta unicornio hembra se ha separado de su potrillo y si esa bestia vuelve a atacar la pobre e indefensa criatura no tendrá ni una oportunidad de defenderse – Se lamentó Firenze.

- Esperad, ¿Hay algo atacando? – Dijo Hermione, que no había podido evitar acercarse a la unicornio y abrazarla.

Ahora Firenze y Derek estaban en un siguiente nivel del asombro, ambos sabían que los unicornios no se acercaban a los humanos, eran criaturas pacíficas y asustadizas, sin embargo, la unicornio aceptaba las caricias de consuelo de la joven con gusto y gratitud.

- ¿Quién podría hacerles daño a estas puras y hermosas criaturas? – Susurro Hermione.

- No lo sé, pero debemos encontrar a la pobre criatura antes que esa cosa – Dijo Firenze que fue el primero de recuperarse de su asombro y su respuesta pareció sacar a Derek de su trance porque fue el siguiente en hablar.

- Por supuesto, separémonos, tú y la unicornio y yo con Hermione, así abarcaremos más terreno – Dijo Derek a lo que Firenze y sorprendentemente la unicornio también asintió y se acercó de nuevo a Firenze después de mordisquearle el pelo a Hermione.

Hermione ahora más seria no dudo en su siguiente movimiento, agarro su colgante y lo desengancho de la cuerda.

- ¡Llama Eterna! – La espada se materializo a través del cristal y Hermione la agarro con firmeza.

- Me gusta tu actitud – Sonrió Firenze – Ten Derek, tenía la intención de buscarte y he pasado por tu cabaña para coger una de tus espadas – Firenze saco de su carcaj lleno de flechas una espada fina y larga.

- Muchas Gracias Firenze – Dijo agarrándola – Venga ¡En marcha!

Derek y Hermione caminaron durante unos 15 minutos en completo silencio, intentando no hacer ruido en su andar y escuchando atentamente a su alrededor, hasta que un agudo relincho se oyó en la espesura del bosque.

- ¿Has escuchado eso? – Susurro Hermione.

- Si, nos acercaremos despacio, si la cosa se pone fea prométeme que te mantendrás detrás de mí y que si te digo que corras de vuelta al castillo a por ayuda lo aras – Dijo Derek.

- Pero Derek, no podría dejarte aquí solo a merced de algún peligro.

- Prométemelo Petit Soeur – Dijo con tono algo duro.

- Esta bien...te lo prometo – Derek asintió complacido con la respuesta.

Llegaron a un claro donde ambos ahogaron un gritito, podían ver al pequeño unicornio a merced de lo que parecía una persona por su forma humanoide, pero iba encorvado y vestido con una capa negra, soltaba sonidos que parecían siseos de serpiente.

Derek decidió utilizar el ataque sorpresa y se abalanzó sobre extraña criatura mientras Hermione corría a ver que el pequeño unicornio estaba bien, por suerte estaba a salvo, asustado y temblando como una hoja, pero estaba sano y salvo.

Se giró para ver a Derek y lo vio en apuros.

Estaba asustada, lo admitía, pero de repente sintió como su cuerpo se calentaba, era como si su sangre se hubiera transformado en lava y sus ojos volvieron a cambiar dejando salir el azul intenso y salto contra la criatura que mantenía a Derek contra las cuerdas al cual sus ojos también habían cambiado a un verde intenso.

La criatura la esquivo, pero Hermione fue rápida y el encapuchado no pudo librarse de un profundo corte en el brazo.

La criatura soltó un escalofriante rugido que le puso los pelos de punta y se giró para enfrentarla a ella, Hermione se paralizo y solo atino a colocar a Llama Eterna en posición defensiva, se oyeron cascos a galope y Firenze apareció con su arco en la mano, coloco una flecha en este y le disparo al monstruo que amenazaba a la pequeña.

La criatura pareció comprender que no tenía oportunidad porque desapareció por los arboles esquivando las flechas que Firenze le disparaba y los ojos de Hermione finalmente volvían al marrón que acostumbraban al igual que Derek.

- Me has sorprendido joven Hermione, serias una digna protectora de este bosque y a pesar de tu joven edad y parecer ser la primera vez que empuñas tu poderosa espada en batalla – Dijo Firenze ayudando a Hermione a ponerse en pie.

- ¡Hermione! ¡Gracias a Merlín! ¿¡Estas bien, no estas herida!? – Dijo Derek corriendo a Hermione y comenzando a revisarla.

- No te preocupes, estoy bien, el corazón me va a mil y aun tiemblo un poco, pero estoy bien – Dijo Hermione, se giró y vio la conmovedora escena de una madre y su hijo reunidos – Lo que importa es que ambos están bien y ahora creo que he de volver al castillo, tengo clase doble de encantamientos.

- Si, si tienes razón, yo he de asegurarme que los unicornios vuelven a casa a salvo...vuelve al castillo, todo lo rápido que puedas, no te entretengas – Pidió Derek, algo contrariado en dejarla irse sola después de lo pasado.

Hermione asintió he hizo una reverencia hacia Firenze y los unicornios que le devolvieron la reverencia.

La castaña les sonrió para hacerles saber que, a pesar de la palidez que parecía no querer abandonar su rostro, estaba bien.

Hermione comenzó a caminar a una buena velocidad que se fue reduciendo a medida que se acercaba a Hogwarts, pero de golpe oyó dos voces.

¡Un momento! ¿¡Esas no eran las voces de Snape y Quirrell!?

Hermione lo sabía, sabía que no debía quedarse a escuchar, pero no pudo evitarlo y se acercó bajo la protección de la arboleda que la mantenía oculta.

-...n...no se p...por qué querrías ver...verme j...justo a...aquí, de entre t...todos los l...lugares, Severus – Tartamudeo el pobre profesor.

- Oh, he pensado que podríamos mantener esto en privado, después de todo los alumnos no saben nada sobre la piedra filosofal, además que has llegado una media hora tarde ¿Se puede saber dónde estabas? – La voz de Snape era gélida, tanto que Hermione se sintió enormemente agradecida de que no estuviera dirigida a ella.

- Y...yo n...no...

- Ya has averiguado como burlar a la bestia de Hagrid ¿Verdad? No querrás que yo sea tu enemigo Quirrell, sea lo que sea que estés tramando mantente lejos de los alumnos – Esta última frase dicha por su profesor de pociones la dejo sorprendida.

- Pe...pero Se...Severus yo n...no – Comenzó el tartamudo profesor.

- Tu y yo tendremos otra charla muy pronto Quirrell, ya te lo he dicho, no sé qué estés tramando, pero como un solo alumno, solo uno salga herido por tu culpa te encontrare y acabare contigo – Snape gruño y salió hacia el castillo dejando a Quirrell como petrificado.

Hermione sonrió, si, definitivamente Draco tenía razón, puede que Snape fuese frio y que la tratase bastante mal, pero había podido ver algo más aparte de esa mascara fría, ¿Quién diría que en realidad se preocupaba por sus estudiantes? La joven sabía que ya no podría ver a su Profesor de pociones como antes.

Corrió de vuelta al castillo y llego justo a tiempo para la clase de encantamientos que compartia con los Ravenclaw.

- Herms, ¿Estas bien? Te veo pálida, tal vez debas pasarte por la enfermería – Le dijo Harry al entrar al aula.

- No te preocupes, estoy bien, no es nada – La castaña sonrió y se sentó en su mesa dispuesta a pasar el día todo lo tranquila que pudiera.

Por la tarde se reunió con Harry y Draco y les conto lo que había descubierto por la mañana, les conto lo que le dijo Derek sobre Llama eterna y lo de Snape y Quirrell, lo único que les oculto es que, aparentemente, ahora se había convertido en guardiana del bosque y por algún motivo eso la llenaba de entusiasmo, además de la extraña criatura a la que había enfrentado.

Le parecía algo demasiado intimo como para compartirlo con alguien más aparte de Derek y Firenze.

El día paso sin más tropiezos y por fin llegó la hora de dormir donde Hermione se dejó caer en la cama casi sin fuerzas y repaso su aventura de la mañana paso a paso, además de tachar el nombre de "Severus Snape" de su lista mental de sospechosos antes de quedarse profundamente dormida.

A la mañana siguiente Hermione estaba mucho más tranquila y desayunaba alegremente mientras charlaba con Harry.

Al final llego la hora del correo y cientos de lechuzas comenzaron a sobrevolar el gran comedor, una lechuza blanca y de brillantes ojos dorados se paró justo delante de Harry y Hermione ladeando la cabeza graciosamente.

- ¡Buenos días Hedwig! ¿Qué tal tu mañana? ¿Traes un mensaje? – Le pregunto Hermione dulcemente mientras le acariciaba la cabeza.

Hermione y Harry rieron al ver a la lechuza gorgoteando felizmente mientras cerraba los ojos y arqueaba la cabeza en señal de gusto.

La lechuza soltó lo que parecía una risa y levanto su pata donde llevaba enrollada una carta.

Harry la agarro y desenrollo mostrando la caligrafía algo brusca de Hagrid.

- Es de Hagrid – Le dijo Harry a Hermione que le daba algo de su desayuno a la lechuza junto a un poco de zumo de calabaza.

- ¿Qué dice? – Le respondió la castaña.

- Veamos...

Buenos días Harry,

Tengo algo muy importante que mostraros a ti, Hermione y Draco, os espero en mi cabaña después del desayuno aprovechando que es domingo.

Hagrid

- Me pregunto que será... - Dijo Hermione curiosa.

Harry se encogió de hombros y ambos apuraron su comida haciéndole una disimulada señal a Draco para que hiciera lo mismo que ellos.

Draco, aunque algo confundido hizo lo que sus amigos le pidieron y al acabar de comer se encontraron en la entrada principal del castillo.

- ¿Qué pasa? ¿A qué viene tanta prisa? – Dijo el rubio mientras comenzaba a caminar a la par que sus amigos.

- Hagrid dice que tiene algo que quiere enseñarnos – Dijo Hermione.

- Me pregunto que será – Dijo Draco.

Harry y Hermione se encogieron de hombros y siguieron por el sendero que llevaba a casa de Hagrid, y a medio camino se encontraron con Derek.

- ¡Buenos días chicos! ¿Ha vosotros también os ha mandado una carta Hagrid diciendo que tiene no-se-que que enseñarnos? – Saludo el joven con una sonrisa.

- ¡Buenos días, Derek! – Saludaron los tres pequeños correspondiéndole la sonrisa.

- Pues sí, a saber que es – Dijo Harry.

- ¿Pues a que esperamos? ¡Vamos, que la curiosidad me mata! – Todos rieron ante el comentario del castaño y emprendieron de nuevo la marcha hacia la casa de Hagrid.

Hermione y Derek se quedaron un poco atrás para poder hablar sin que Harry o Draco se dieran cuanta de su conversación.

- Hey, ¿Todo bien? ¿Pasó algo en tu vuelta al castillo? – Le susurro Derek, su voz era pura preocupación.

- Si, no te preocupes, solo fue un susto y la verdad me gustaría poder ayudarte, me gustaría ser una guardiana como tú – Dijo Hermione, mirándolo de forma seria pero amistosa.

- No lo sé Hermione, ya viste ayer que es algo peligroso, no quero que salgas herida por mi culpa.

- Lo sé, pero al enfrentarme a esa cosa ayer ya estoy metida en el embrollo, no puedo dejar que una cosa así ande suelta por el bosque, sería muy peligroso para las diferentes criaturas del bosque, déjame ayudarte ¡Por favor! Te prometo que seré cuidadosa y entrenare con Llama Eterna para hacerme una buena espadachína y que esa cosa no pueda hacerme daño – Dijo Hermione, buscando y utilizando astutamente sus argumentos.

- Bueno, vale, supongo que tienes parte de razón – Dijo Derek, rendido.

No tardaron en llegar a la cabaña y Derek toco a la puerta, nada más tocar, Fang, el enorme perro negro de Hagrid comenzó a ladrar advirtiendo a su dueño de que habían llegado y Hagrid abrió la puerta con energía.

- ¡Pasad, pasad! ¡No os vais a creer lo que os he de enseñar! – Dijo entusiasmado y guiando a los chicos hacia la mesa y ofreciéndoles asiento que los chicos no dudaron en aceptar.

- ¡Vamos Hagrid! ¡Dínoslo que nos morimos de curiosidad! – Derek sonrió y animo a Hagrid para que se diera prisa en enséñales lo que sea que lo mantenía tan emocionado.

- Si, por supuesto, por supuesto – Hagrid sonrió y se dirigió a su chimenea la cual mantenía encendida y con unas enormes manoplas de cocina cogió con sumo cuidado lo que parecía un huevo gigante y lo coloco con suavidad sobre la mesa.

- Hagrid...¿Eso es lo que creo que es? – Dijo Derek, totalmente alucinado.

- Si mi querido Derek, es justo lo que crees – Hagrid en verdad parecía un niño en la víspera de navidad.

- ¿De donde has sacado un huevo de un ridgeback noruego, que parece...? ¡Estar a punto de nacer!

Todos miraron alucinados como la pequeña criatura le daba golpes al cascaron de su huevo para romperlo y poder salir a su nuevo mundo, finalmente el pequeño dragoncito consiguió salir del cascaron y se estiro por completo para acto seguido mirar a los demás con la curiosidad típica de los bebes.

- Hagrid...es precioso – Susurro Hermione estirando una mano y dejando que el animalito la oliera para que después le restregara la cabeza contra su mano buscando más caricias y ronroneando como si fuera un gato.

- ¿Verdad que sí? Se lo compré a un encapuchado que me encontré en cabeza de puerco.

- Ten cuidado con quien te encuentras en cabeza de puerco, no es por darle mala fama al local de Aberforth, pero la gente de ahí no es precisamente de fiar – Advirtió Derek, pero luego soltó una carcajada al ver a Hermione abrazando a la pobre criatura como si fuera un peluche – Oye, que es un dragón no un peluche.

- ¡Ya lo sé! Pero es que mira que eres malo – Se quejó infantilmente – Oye Hagrid, ¿Cómo lo llamaras?

- Pues he pensado en llamarlo Norberto – Dijo Hagrid.

- ¿Norberto? Hagrid...no sé cómo decirte esto, pero...me temo que Norberto...es Norberta – Dijo Derek rascándose la nunca.

- ¿Cómo dices? – Dijo Hagrid, sorprendido mientras Harry, Draco y Hermione soltaban a reír a pierna suelta y la recién nombrada Norberta soltó un rugido entrecortado imitando la risa de los tres pequeños, lo que causo que rieran con más fuerza.

- Lo siento grandullón, pero este dragoncito es hembra, puedes saberlo por la forma y color de los ojos – Informo Derek.

- ¿Y cómo son los colores y formas de los ojos de los dragones? – Pregunto Draco curioso.

- Pues veras, normalmente, que no siempre, los ojos de las hembras son más grandes y de un color más claro y brillante que los machos, además fijaos en el color de las escamas de su cuerpo, son de un verde muy clarito, con el color del cuerpo pasa igual que con el de los ojos, suele ser más clarito que los machos, eso es debido a que la hembra utiliza sus colores tan vivos para atraer a los machos, aunque los machos han de andarse con ojo – Explico Derek.

- ¿Y eso por qué? – Esta vez fue Harry el que pregunto.

- Porque las parejas de dragones suelen tener unas tres crías, pero de diferentes edades ya que, al contrario de lo que muchos creen, solo suelen poner un huevo a la vez y el padre o hermano de la hembra, si es que tiene, no les suele gustar cualquier macho se acerque a su pequeña, la hembra suele escoger a un macho con el cual está a gusto y se siente protegida por lo cual a los demás de su manada les parece bien que se junten, por suerte en las reservas de dragones eso no suele pasar, las peleas por las hembras harían demasiados destrozos, pero en las reservas todos los dragones suelen llevarse muy bien por lo que no hay problema.

- Parece que sabes mucho, ¿Habías trabajado con dragones? – Pregunto Hermione, dejando a Norberta en la mesa.

- Oh, Derek es voluntario en la reserva de dragones en la que trabaja Charlie Weasley, el hermano mayor de Ron – Explico Hagrid.

- Hagrid, sabes que no te lo puedes quedar ¿Verdad? En unas semanas Norberta será del tamaño de la casa, además que no sería feliz aquí, necesita un espacio lo suficientemente grande para correr y volar, además ten en cuenta que los dragones son criaturas sociables, necesita de una manada, no podrás mantenerla en secreto por mucho que quieras – Dijo Derek, triste de ver la mirada desolada de Hagrid.

- Lo sé, pero es que quería tanto tener un dragón... - Murmuro este.

- Te prometo Hagrid que este verano te llevare a la reserva, estoy seguro de que nunca has volado en dragón, te aseguro que es mil veces mejor que en una escoba ¿Qué te parece? – Le dijo Derek.

- Si...tienes razón...

Derek escribió al hermano de Ron y esperaron a que llegara la respuesta, por suerte la respuesta apenas tardo unas tres horas en llegar.

- Veamos que dice el chico dragón – Dijo Derek

Querido Derek,

¿Cómo estás? He oído que ahora trabajas en Hogwarts, échale un ojo a mis hermanos por mí por favor, ambos sabemos que se meten en muchos líos (Y lo digo por los gemelos).

Estaré encantado de acoger a vuestra pequeña amiguita ¿Podéis llevarla a la torre más alta del castillo por la noche? Nos encontraremos allí.

Espero verte ponto por aquí.

Charlie. W

- Nosotros la llevaremos Derek, nos aprovecharemos de la capa de invisibilidad de mi padre – Ofreció Harry a lo que Hermione y Draco asintieron.

- Bueno, está bien, pero tened mucho cuidado – Advirtió el moreno.

La noche llego rápido al castillo y antes de lo que esperaban Harry, Draco y Hermione se dirigían a la torre de astronomía, ocultos por la capa y Norberta revoloteando torpemente sobre sus cabezas.

- Ya hemos llegado – Suspiro Harry.

- Hola, soy Charlie – Se presentó un joven apuesto de ojos azules y pelo rojo, con varias cicatrices y quemaduras por el cuerpo, fruto de su trabajo junto a los dragones.

Después de unos minutos en los que Hermione sollozaba por dejar que se llevaran a su nueva amiga a pesar de saber que era lo correcto y que Charlie le prometiera que era bienvenida a verla siempre que quisiera, Charlie y sus compañeros se fueron junto a la pequeña Norberta.

- Vamos Hermione, ya verás como la volvemos a ver – Consoló Draco abrazando a la castaña por los hombros y comenzando a caminar junto a Harry hacia sus respectivas habitaciones.

- ¡Hey! ¡¿Qué hacéis fuera de la cama a estas horas?! – Dijo la voz de Filch a sus espaldas.

- Eh...

Fue en ese momento donde los tres se dieron cuenta de su tremendo error.

¡Se habían olvidado la capa en la torre de astronomía!

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