¿¡Soy una bruja!?
Una pequeña niña de unos 11 años, cabello castaño despeinado y rebelde, incisivos ligeramente más grandes de lo normal y de brillantes ojos miel caminaba rápidamente por los desiertos pasillos de su escuela, implorando a que no se encontrara con Marck.
Marck...ese muchacho era un cobarde que se creía mucho, desgraciadamente en su escuela cursaban primaria y secundaria juntos y Marck era de último curso de secundaria (O sea que tiene unos 16 años), grande y malo, ojos azules y cabello rubio ceniza, en realidad ella no tenía nada contra el chico, pero él parecía tener un extraño placer al meterse con ella.
Hermione comenzó a caminar más rápido cuando recordó que Marck debería estar buscándola por lo que pasó el día anterior...
Marck la acorralo en un aula bacía y comenzó a burlarse de ella como normalmente hacía, pero ese día se estaba pasando de la raya al haber intentado golpearla, por suerte no lo consiguió debido a que en ese mismo momento en el que ella se cubrió para amortiguar el golpe inminente los cristales de la ventana sobre ella reventaron, causando que los cristales cayeran sobre ellos, milagrosamente ella salió ilesa, pero Marck se llevó un buen par de cortes con pinta de ser profundos y dolorosos.
Los profesores dijeron que fue una fuga de gas, lo que provocó que con el frio de afuera y el calor del edificio causaran tal presión que los vidrios no lo lograron aguantar, pero Hermione Granger no era tonta, ella sabía que había sido cosa suya, había sido un accidente claro, ella no quería hacerle daño, solo quería que la dejara en paz.
Ese recuerdo le llevo a otros donde cosas muy raras pasaban a su alrededor cuando se enfadaba, se sentía triste o tenía miedo...la mayoría accidentes con fuego lo que lo hacia todo bastante peligroso...
- Vaya vaya Granger, parece que esta vez no podrás escapar – Hermione maldijo su suerte, conocía esa voz, y no pudo evitar tener cierto miedo al levantar la cabeza y ver al matón de la escuela junto a su pandilla, todos fumando a pesar de ser demasiado jóvenes.
- Déjame Marck, no entiendo que piensas que puedes ganar persiguiéndome, no soy nadie importante como para que me sigas – Hermione replico dando un solo paso atrás, pasando su mirada por todos los chicos que seguían a su "Líder" – Eres un cobarde, mira que traer a tu pandilla para enfrentarte a una niña 5 años más pequeña que tú.
- ¡Maldita fenómeno! ¡Sé que fuiste tú quien hizo explotar la ventana! ¡Maldita mocosa! – Marck la empujo con fuerza causando que Hermione cayera fuertemente al suelo y se desparramaran una hoja y un libro que llevaba en los brazos.
- Mira Marck, la fenómeno piensa que los dragones son reales – Se burló uno de la pandilla cual nombre Hermione no recordaba ni le importaba.
- ¿Que no sabes diferenciar lo real y lo fantástico niñata? – Replico otro que se mantenía en el fondo, él no solía entrometerse, pero tampoco hacia nada por detener a sus amigotes.
- ¿Qué pruebas tienes de que no son reales? – Hermione se levantó con cuidado del suelo, se había hecho daño en el tobillo, pero no pensaba dejárselo ver.
- ¡Estúpida, la magia y estas criaturas son cuentos de hadas! ¡Nada de esto es real! ¡A ver cuando te entra en la cabeza! ¡No existe! – Marck le dio una fuerte patada en el tobillo herido tirándola de nuevo.
Marck sonrió maliciosamente y miro la hoja donde se podía ver a un dragón muy bien dibujado, saltaba a la vista que Hermione le dedico mucho tiempo a hacerlo por lo que sonrío más al ver la expresión de ella cuando cogió su cigarrillo y utilizó la pequeña llama de este para quemar el dibujo y sus compinches arrancaban, rompían y quemaban con sus propios cigarrillos o mecheros el preciado libro sobre dragones que Hermione tanto atesoraba.
- ¿¡Por qué has hecho eso!? ¿¡Se puede saber que te he hecho yo para merecerme esto!? – Hermione estaba al borde de las lágrimas y aunque trato de reprimirlas todo lo que fue capaz no pudo evitar que comenzaran a deslizarse por sus meguillas ahora sonrojadas por el enojo y el llanto.
- Porque me divierte celebrito ¿Algún problema? – Dijo Marck sacando y acercando su mechero a Hermione, amenazándola con la llama que salía de este, esperando que la pequeña se horrorizara por tener fuego tan cerca de su cuerpo como cualquier ser humano normal hubiera hecho – Te duele el tobillo ¿Verdad? – Furioso al ver que Hermione no se alteraba por la cercanía de la llama si no que más bien se tranquilizaba un poco volvió a darle otra patada, esta vez con todas sus fuerzas.
Se escuchó un claro "Crack" que advertía del severo daño que acababa de hacerle a Hermione quien se había visto obligada a volverse a dejar caer y no levantarse por la sencilla razón de que no podía apoyar el pie y que el tobillo le dolía mucho...
De repente los ojos miel de Hermione dejaron de ser de color miel y se tiñeron de un azul eléctrico, casi sobrenatural, la llama todavía danzando en el mechero de Marck quien reía divertido creció desmesuradamente haciendo que el muchacho lo soltara.
El fuego no debería poder propagarse por el suelo del pasillo, pero por alguna razón que desconocían el fuego creo una línea alrededor de una Hermione sollozando en el suelo por el terrible dolor y la pérdida de su libro tan preciado, las llamas volvieron a crecer rodeándola protectoramente, creando una especie escudo.
Marck y su pandilla se asustaron y corrieron a la salida dejando a Hermione ahí, pensando que si moría quemada sería un problema menos en el mundo.
Hermione continúo sollozando durante unos minutos en los cuales las llamas fueron menguando hasta desaparecer dejando solo un hilo de débiles llamas a su alrededor y sus ojos volvieron a su habitual color miel, de pronto escucho pasos acelerados, como de alguien corriendo hacia donde estaba ella y se abrazó a si misma rezando por que no fueran Marck y su pandilla de nuevo, preparándose para un nuevo golpe.
Pero ese golpe nunca llego, en cambio sintió unos brazos a su alrededor que la apretaban con cariño, aún un poco temerosa Hermione alzo la vista encontrándose a un anciano arrodillado a su lado, vestido con una túnica violeta con estrellas doradas, una larga barba, afable sonrisa y unos alegres ojos azul cielo que la miraban con ternura y preocupación detrás de unas gafas de media luna.
- ¿Estas bien Hermione? – Pregunto el extraño hombre acariciándole el pelo.
- Me...me duele el tobillo, pero...pero estoy bien – Dijo con valentía a la cual el anciano asintió con una sonrisa, saco su varita y la paso sobre su tobillo que inmediatamente dejo de dolerle, apunto también a la hoja quemada y al pobre y destrozado libro, murmuro un "Reparo" y volvieron a su estado original.
- ¿Cómo has hecho eso? ¿Es magia? – Pregunto Hermione con ilusión evidente.
- Así es pequeña, pero dime... ¿Quién te ha hecho algo tan horrible? – Pregunto con suavidad mientras ayudaba a la castaña a levantarse y le entregaba el libro y la hoja con el dibujo que ella guardo con cuidado entre las hojas del libro.
- Nadie...solo me he caído... - Estaba mintiendo, y tanto ella como el anciano lo sabían.
- No lo creo, me llamo Albus Dumbledore – Dijo mirándola precavidamente.
- Yo me llamo Hermione Granger, pero supongo que eso ya lo sabias – Le sonrió – Gracias por ayudarme...tienes razón, unos matones me hicieron esto, pero ya estoy acostumbrada y en cierta manera tienen razón, soy un "Fenómeno" – Agacho la cabeza para evitar que Dumbledore viera sus lágrimas, tampoco sabía porque le había contado esto cuando ni siquiera se lo había contado a sus padres, pero por alguna razón sabía que podía confiar en él.
- ¿Fenómeno? ¿Por qué se te ocurriría llamarte así? – Dumbledore se sorprendió, pero debía admitir que Hermione era muy valiente al soportar todo aquello, pero orgullosa al no contárselo a nadie.
- Si, cosas raras pasan a mi alrededor de vez en cuando... - Aparto la vista y la enfoco en la portada de su libro, temiendo la reacción del amable anciano.
- ¿Y que me dirías si te digo que eres como yo? – Dumbledore sonrió y le paso la mano por el pelo cariñosamente ante su expresión de incredulidad y emoción – Si, eres una bruja, en el buen sentido de la palabra claro, vamos, te llevo a casa, tengo que hablar con tus padres – Hermione asintió y acepto la mano le que Dumbledore le ofrecía.
Ambos caminaron con tranquilidad y hablaban alegremente hasta que llegaron a la casa de los Granger quienes no pudieron menos que alterarse al ver a su pequeña hija de la mano de un extraño.
- ¡Hija! ¡¿Qué te dijimos de acercarte a extraños?! – Pregunto Jane Granger corriendo hacia su hija para tratar de separarla del extraño hombre, pero ella se resistió y se aferró más a la mano de Dumbledore.
- ¡Pero él no es un extraño, mamá! ¡Es como yo! – Defendió, a lo que sus padres la miraron con curiosidad.
- Buenos días señora, soy Albus Dumbledore, director del colegio Hogwarts de magia y hechicería – Se presentó tranquilamente ya esperándose aquella reacción por parte de los padres de la niña.
- ¿Porque no nos sentamos y hablamos? – Dijo Jhon Granger serenamente tratando de calmar las cosas.
Una vez todos sentados en el sofá comenzaron a hablar, los padres estaban sentados en uno de los sofás de dos plazas enfrente del anciano y su hija quienes estaban en el otro.
Albus les entregó una carta afirmando que aquello aclararía sus dudas.
- ¿¡Como!? ¿¡Una bruja!? ¿¡Magia!? – Decir que Jane estaba alucinando era poco.
- Exactamente señora Granger, dígame ¿No han pasado ciertas cosas alrededor de su hija cuando se sale de control? – Pregunto, ya sabiendo la respuesta de antemano.
- Pues sí, pero... - Jhon suspiro antes de continuar – No lo sé...
- ¡¿Hablas en serio?! – Jane no podía creer las palabras de su marido.
- Amor, creo que la que debe decidir es Hermione, esto la afecta sobre todo a ella – Padre e hija se miraron y sonrieron, Jhon siempre había sido un hombre calmado y racional, lo que más le importaba era la felicidad de su hija.
- Yo quiero ir a ese colegio mamá...yo...en el colegio de aquí...no soy feliz, soy diferente y ahora sé que hay más personas como yo...os lo suplico...dejadme ir a Hogwarts – Hermione imploro mirándoles con ojitos brillantes, esperando una respuesta.
- Hija... -Jane suspiro derrotada y solo asintió con la cabeza.
- Esta bien, pero...plumas, pergaminos, túnica, caldero, varita... ¿Dónde compraremos esto? – Dijo Jhon mirando la lista de materiales con los ojos muy abiertos.
- No se preocupen, si quieren ahora mismo puedo acompañarles y mostrarles todo – Dijo Dumbledore con una risita sacando de un bolsillo de su túnica una bolsita con galeones.
- Pero señor, no podemos permitir que usted nos lo pague – Dijo Hermione sorprendida al ver como Albus le entregaba la bolsita en la palma de su mano.
- Por supuesto que puedes, y en su momento entenderás que en el fondo este dinero es tuyo – Dumbledore dejo la misteriosa frase en el aire confundiendo a los tres Granger's – Venga, vamos a comprar todo lo necesario – Dijo guiñándole un ojo a Hermione quien se rio alegremente y se agarró a la mano de su padre para arrastrarlo fuera de la casa.
Dumbledore los llevo hasta el caldero chorreante donde saco su varita y en la pared de ladrillos golpeo el patrón necesario lentamente, sabiendo que Hermione miraba atentamente sus movimientos para recordar el patrón.
- Bienvenidos al Callejón Diagon – Dijo Dumbledore alegremente al ver las miradas de asombro de los Granger's – Muy bien, no tenemos mucho tiempo, pero si nos damos prisa podemos comprarlo todo.
- Hija, ¿Por qué no vas con Dumbledore a por la varita mientras nosotros vamos a por tus libros? – Dijo Jhon y arrastro a su mujer antes de que replicara – ¿No te das cuenta de que él puede ayudarla más que nosotros en este asunto? Es un buen hombre, y además...me suena de haberlo visto antes...seguro son solo imaginaciones mías o me lo he cruzado por la calle, pero te aseguro que nuestra hija estará a salvo con ese hombre cuidándola – Dijo con sinceridad.
- Esta bien, confió en tu intuición, no te a fallado nunca y no creo que lo haga ahora – Suspiro la mujer abrazándose al brazo de su marido.
Mientras, Albus y Hermione entraron en una tienda donde los recibió un anciano con una mirada perspicaz y astuta.
- Bienvenida a Ollivanders, la mejor tienda de varitas de todo el mundo mágico. Ollivanders, amigo mío – Dumbledore se acercó a su amigo y le abrazo brevemente.
- ¿Pero a quien me traes, Albus? – Pregunto mirando a la joven bruja quien sonrió y le saludo con la mano tímidamente.
- Te presento a la señorita Granger, me preguntaba si podrías traerle una varita – Albus le guiño un ojo con una sonrisa a forma de señal a la que Ollivanders se mostró sorprendido por unos segundos, pero finalmente asintió y se adentró en su almacén.
Después de apenas cinco minutos volvió con una pequeña urna dorada con un dragón tallado en ella, la abrió mostrando una hermosa varita y con un ademan la animo a cogerla.
En el mismo momento en la que Hermione toco la varita sintió un agradable calor recorrerle el cuerpo y la varita dejo salir chispas doradas.
- Impresionante – Dijo Ollivanders sonriéndole a Albus – La varita que te a elegido es única por muchas razones señorita – Dijo alegremente.
- ¿Por qué? – Hermione estaba como pez en el agua y quería aprender todo lo que pudiera de ese magnífico mundo.
- Porque esta varita a diferencia de otras que están hechas con pelo de unicornio, pluma de fénix o bien fibra de corazón de dragón, está, en cambio está hecha con una escama de dragón y fue forjada por el fuego de este mismo dragón, todo a voluntad de este mismo, es la primera y única varita hecha de esta manera. Madrea de sauce, inflexible, 36 cm, escama de dragón y forjada en fuego de dragón – Explico Ollivanders con gran pasión, se notaba que disfrutaba mucho de su trabajo.
- Parece una varita muy poderos y especial... ¿Seguro que yo soy la indicada para una varita así? – Pregunto Hermione insegura, mirando a Dumbledore.
-Por supuesto que sí, además, la propia varita te a elegido, eso es porque ella piensa que eres digna de portarla – Dijo Dumbledore, se volvió hacia Ollivanders y se despidió de él con un apretón de manos amistoso.
Una vez fuera esperaron a ver a los padres de la castaña quien al verlos corrió hacia ellos con la varita en la mano.
- ¡Mamá! ¡Papá! ¡Mirad que bonita es! – Dijo Hermione emocionada, mostradores a sus padres la varita con gran orgullo, explicándoles como era única y que la había elegido a ella.
- Es preciosa cariño, mira, nosotros ya te hemos comprado los libros que necesitaras y dos más, uno de la historia de Hogwarts y otro de dragones que hemos visto en la tienda y ya que sabemos que te encantan los dragones seguro que te gustara, además que también hemos cogido pergamino, pluma y tinta – Dijo su madre sonriéndole pícaramente, conocía a su hija demasiado bien y estaba segura de que esos dos libros le encantarían.
- ¿En serio? ¡Gracias mamá, sois los mejores! Ahora solo falta la túnica y el caldero – Hermione repaso la lista y sonrió.
- Bueno, ves a por la túnica con tus padres y yo iré a por tu caldero – Dijo Dumbledore a lo que Hermione asintió y le dio las gracias.
La compra de a túnica fue rápida además que la compro un par de tallas más grande para que le sirviera durante más tiempo, una vez fuera se rencontraron con Dumbledore quien le entrego el caldero de la castaña a su padre.
- Gracias por todo – Dijeron madre e hija a la vez.
- No tenéis porque agradecerme, en la carta explica cuando y como llegar al andén 9 ¾, pero si tienes alguna duda solo tienes que agitar la varita para hacer aparecer chispas rojas e iré a ayudarte en cuanto me sea posible – Declaro Dumbledore mientras se despedía de la familia Granger y volvía a aparecerse en los terrenos de Hogwarts.
Esa misma noche Hermione se durmió mirando la varita que descansaba cuidadosamente en su mesita de noche con el único pensamiento de querer ir a Hogwarts lo antes posible.
Pues aquí está el primer capítulo, espero que os haya gustado y si es así comentad y votad para saber que queréis mas capítulos.
¡Saludos y hasta pronto!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top