La Suma Inquisidora rosa de Hogwarts
Nuestro Trío estaba cómodamente sentado en uno de los compartimentos del tren que, en estos instantes, los estaba llevando a Hogwarts.
La Señora del carrito ya había pasado y los tres no habían perdido la oportunidad de conseguir algunas cuches para el camino.
- Es una pena que al final no te hayan dado el puesto de Perfecto – Dijo Draco, mirando a su novia – Has trabajado tan duro para ello...
- Ya... - Hermione suspiró casi lastimeramente antes de sacudir la cabeza y encogerse de hombros con una sonrisa – Pero entiendo bien porque no me lo han dado. Solo parecería una especie de favoritismo por parte del Profesor Dumbledore o de la Profesora McGonagall, sobretodo ahora que...bueno, ahora que todo es oficial.
- ¿Y parece menos favoritismo en mi caso? - Bromeó Harry, acariciando la placa en su pecho con aprensión.
- ¿O en mi caso con Severus? - Continuó Draco, señalando la misma placa.
- Bueno...vale, puede que tengáis cierta razón – Admitió – Pero vosotros sois muy buenos magos, estoy segura de que haréis un trabajo maravilloso como Perfectos. Estoy muy orgullosa de vosotros.
Harry y Draco abrazaron a Hermione con cariño. Sabían que, en el fondo, estaba decepcionada por no haber podido ser Perfecta de Gryffindor como quería.
McGonagall le había confesado que ella era una de las que seguro iba a ser Perfecta, pero que después de la coronación nada había acabado, tanto ella como Derek iban a seguir ocupados con diferentes problemas de la realeza, y el Ministerio no estaba contento con haber perdido autoridad hacia la comunidad mágica, por lo que era probable que causaran un par de problemas con sus berrinches. Debido a esto decidieron que Hermione ya tenia demasiado en su plato y que, añadirle más responsabilidades y trabajo, solo provocaría un mayor grado de estrés y ansiedad. Querían que Hermione tuviera suficiente tiempo para seguir pasando el rato con sus amigos y en definitiva, ser una adolescente normal todo el tiempo que pudiera.
A pesar de su decepción, Hermione entendía perfectamente porque lo habían hecho, e incluso lo agradecía. Para ser completamente honesta, Hermione creía que ya había cumplido la cuota de estrés y ansiedad para los próximos veinte años.
En su lugar, habían elegido a Harry como perfecto de Gryffindor y, para sorpresa (O no tanta) del resto, también a Neville.
Por otra parte, Draco y Theo habían sido elegidos para ser los Perfectos de Slytherin y Hermione, como ya les había dicho un millón de veces, estaba muy orgullosa de todos ellos.
La sinceridad de su tono y el orgullo en sus ojos hizo que el resto se conmoviera un poco. A pesar de no haber conseguido el puesto que quería, estaba contenta por sus amigos y eso era parte del porqué sería una gran Reina.
- Perder con elegancia, chicos, perder con elegancia – Había comentado cuando le habían dicho lo mucho que sentían que no hubiera ganado el puesto. Su sonrisa había sido un poco resignada, pero en poco tiempo había olvidado su propio mal estar para enfocarse en la alegría de y por sus amigos y pareja.
Lamentablemente no todos saben perder con elegancia, y Ronald Weasley era uno de ellos.
El joven pelirrojo había tenido la esperanza de ser Perfecto al igual que sus hermanos mayores, ignorando deliberadamente a Fred y George cuando le recordaron que ellos dos no fueron perfectos y que, de todos modos, no les interesaba.
Aunque más que tener la esperanza, curiosamente parecía muy seguro de que iba a ser Perfecto.
- Todos mis hermanos han sido Perfectos, ¿Por qué iba a ser yo diferente? - Bufó con cierta arrogancia.
- Nosotros no – Volvieron a decir Fred y George, a pesar de que volvieron a ser deliberadamente ignorados.
- No se como piensas que funciona esto, pero te aseguro que no es algo que pasa entre hermanos – Había murmurado Hermione, sin levantar la mirada del libro que capturaba casi toda su atención – Los Profesores escogen a alumnos con buenas notas, buen comportamiento, buena actitud y en definitiva, alumnos que puedan ser un buen ejemplo a seguir para los nuevos que empiezan este año.
Su explicación fue suave y concisa, no quería parecer acusadora o burlona para no entrar en una pelea en ese momento. Acababa de habar con McGonagall no hacía mucho y estaba un poco disgustada por no poder ser Perfecta, por lo que decidió que se relajaría un poco leyendo hasta que se le pasara el mal humor y pudiera pensar las cosas con un poco más de madurez y mente fría.
Y lo estaba logrando, hasta que Ron entro alardeando de como iba a ser el próximo Perfecto de Gryffindor.
Había estado unos minutos alardeando de este hecho y como era el candidato perfecto para el puesto, haciendo ver que no había notado a Hermione, como si intentara hacerle ver que él era mejor material de novio que Draco.
Cosa que, por supuesto, no era ni remotamente cierto, y Hermione solo pudo burlarse internamente de la idea.
De hecho, como un especie de consuelo, McGonagall le había confesado en secreto quienes eran los Perfectos de ese año con la condición de mantenerlo en secreto hasta que fuese rebelado.
Por lo que sí, Hermione ya sabia que Harry y Draco eran Perfectos antes que ellos, y también sabía que Ron, obviamente, no lo era.
Al principio pareció ser incapaz de entender que no lo habían elegido como Perfecto, no era capaz de entender por qué no le habían dado el puesto. Pero la confusión no tardo en convertirse en ira cuando se enteró de que Draco era uno de los Perfectos de Slytherin.
- ¡¿Cómo es posible que él sea Perfecto?! ¡¿Soy mejor candidato que él?! - Se quejó.
- No se trata de quien es mejor o quien es peor – Objetó Hermione, harta del griterío.
- ¿Y de todos modos que más te da? No podrías ser Perfecto de Slytherin, eres un Gryffindor – Dijo Harry, levantando una ceja hacia el niño pelirrojo.
- ¡Pero él...!
- Draco es un mago poderoso, sus éxitos en clase lo rebelan, todos lo conocen y, a pesar de la rivalidad entre casas, lo respetan de igual manera, ¡Maldita sea, prácticamente es el Príncipe de Slytherin! - Exclamó Hermione.
- Yo no habría dicho tanto...pero gracias, Princesa – Sonrió Draco
- Se merece el puesto tanto como Theo, Harry y Neville – Siguió Hermione, dándole una suave mirada a Draco
- ¡¿Neville es el otro Perfecto?! ¡Pero si es un torpe que apenas pu...!
- Cuidado con lo que dices – Interrumpió Draco – Puede que Neville no sea el mago más ágil de Hogwarts, pero ha mejorado mucho y a ido ganando confianza con el tiempo. Él será un gran ejemplo para los nuevos magos y brujas que están por venir.
El pelirrojo siguió despotricando y quejándose, por lo que el Trió se fue a otro lado en busca de paz. La próxima vez que vieron al pelirrojo todavía estaba enfurruñado, pero al menos estaba haciendo pucheros en silencio, y si obviábamos a Molly arrullando a su hijo en un intento de consolarlo, todo estaba en bastante calma.
Hermione sacudió la cabeza, saliendo de sus pensamientos y se inclinó hacia Draco, cerrando los ojos con satisfacción cuando él la abrazó y le dio un beso en la cabeza.
- Sea como sea estoy contenta por como han resultado las cosas – Murmuró – No es eso lo que me molesta...
- ¿Es por el cambió de apellido? - Preguntó Draco, a lo que Hermione asintió.
- Al principio me llamaban Granger porque no sabían que era la Princesa, luego lo mantuvieron por petición mía,...pero ahora...ahora que es oficial, el Profesor Dumbledore dice que tendrán que llamarme por el nombre Firebreather – Explicó Hermione – Parece una tontería, pero, ¿Que pasará con "Granger"? ¿Simplemente se olvidará que también soy una Granger como si nunca hubiera pasado? De no ser por ellos, yo no estaría aquí y no sería quien soy ahora. Se siente...mal dejar que todo se olvide.
- No se va a olvidar nada – Dijo Harry con confianza – Conocí a Hermione Granger, una niña estudiosa y valiente, y con el tiempo se convirtió, no solo en mi mejor amiga, sino que en una hermana para mi. Eso es lo que importa, importa quien eres, no como te llamen.
- Tiene razón – Draco estuvo de acuerdo, apretando su abrazo en Hermione con cariño – Tú eres tú, y eso es lo que apreciamos. Hermione Granger o Hermione Firebreather, Princesa o no, dragón o humana, todo eso da igual, te amamos tal y como eres y todas las facetas que tienes. Si los demás no pueden ver eso...bueno, eso significa que no te conocen en absoluto y son muy cortos de vista.
Hermione les sonrió a los chicos, y a estos les pareció que los ojos de Hermione estaban un poco empañados por las lagrimas, pero no pudieron estar seguros porque escondió la cabeza en el cuello de Draco.
- Gracias, chicos – Murmuró con la voz un poco temblorosa – Muchas gracias.
Se mantuvieron en silencio unos minutos antes de que Hermione recordara algo.
- Hey, ¿Vosotros no teníais una reunión con los otros Perfectos? - Preguntó.
- Ehh...¿Si? – Dijo Harry.
- ¡¿Y que hacéis que no estáis allí?! - Exclamó.
- No queríamos dejarte sola – Respondió Draco, encogiéndose de hombros.
- ¡Que tontería! ¡Forma parte de vuestras responsabilidades como Perfectos y me prometisteis que os esforzaríais por hacerlo bien!
Harry y Draco se miraron brevemente antes de asentir.
- ¿Estarás bien aquí sola? ¿No te aburrirás? - Dijo Draco, mientras dejaba que Hermione se reposicionára en el asiento para poder levantarse al igual que Harry.
- Por supuesto que si, puedo cuidarme sola – Agarró su bolso y sacó una de las novelas que se había comprado recientemente – Y tengo como entretenerme.
- Vale – Se rió Draco – Solo asegurate de estar atenta cuando lleguemos a Hogwarts.
- ¿Por quien me tomas? - Bufó Hermione, falsamente ofendida.
- Por alguien que, una vez metida en la historia, no podrían sacarla ni con una bomba explotando literalmente al lado – El rubio se rió del gesto de resignado acuerdo de su novia – Hasta luego, Princesa – Se despidió.
- Nos vemos – Siguió Harry.
- Hasta luego, chicos – Dijo Hermione, abriendo la novela por la primera página.
Pero no llegó a pasar del tercer capitulo antes de que sus pensamientos volaran a otra parte, más concretamente, su hermano.
Derek no había querido quedarse en el palacio reconstruido. Todos los recuerdos, todos los juegos y momentos compartidos con sus padres y su hermano mayor...
Le destrozaba saber que daba igual cuantas veces recorriera los pasillos, nunca los encontraría. Su padre no estaría en la oficina observando con concentración y cierto aburrimiento el papeleo necesario para mantener a flote el Mundo Mágico y a la vez evitar que el Ministerio de Magia hiciera estupideces, era un trabajo arduo y complicado. Su madre no estaría en los jardines, plantando hermosas flores, leyendo acostada en la hierba o pintando cuadros que parecían transportarte a otras realidades. Su hermano mayor no estaría practicando con su espada, esperando ser el mejor espadachín del mundo.
Y él no podría correr a la oficina de su padre y sentarse en su regazo mientras él trabajaba, o ayudar a su madre con las flores y pintar en su cuaderno a su lado, ni jugar con su hermano con espadas de madera donde su hermano se dejaría ganar para hacerlo sentir como un ganador.
No podía soportar la soledad que eso le daría, solo se estaría torturando a si mismo. Pero a la vez quería ir, quería poder recordar todos esos momentos con una sonrisa y crear otros para que el castillo volviera a ser un lugar lleno de alegría en lugar de un hogar abandonado.
Hermione no podía evitar lamentar no poder entender del todo por lo que su hermano estaba pasando. A diferencia de él, ella casi no recordaba a sus padres y hermano mayor. ¿Se sentía mal por su muerte? ¿Los echaba de menos y quería haberos conocido? ¡Por supuesto que si!
Pero su dolor y el de su hermano no tenían punto de comparación. A pesar de eso, Derek nunca infravaloró el dolor de Hermione, con mayor o menor intensidad sabía que ella también sufría, por lo que nunca presiono.
Alek le había propuesto de ir con él al castillo. Lo apoyaría en todo momento, le ayudaría a superar ese dolor, o en su defecto, a hacerlo más llevadero y prometió que crearían nuevos recuerdos que pudiera atesorar de igual manera y si, en cualquier momento, decidía que no podía hacerlo y quería irse del castillo para tomar un respiro, entonces lo harían.
Por lo que ambos se habían mudado a modo de prueba al castillo y, si todo iba bien, los esperaban a todos para las vacaciones de navidad.
- ¿Hermione? Hey, Hermione.
Hermione se giró para ver quien la había vuelto a sacar de sus pensamiento y vio a Luna, que se había asomado para hablar con ella.
- Ah, Luna – Hermione le sonrió - ¿Que pasa?
- Ya hemos llegado – Avisó.
- ¿Los chicos te pidieron que vinieras a buscarme porque tenían miedo de que no me diera cuanta de que hemos llegado? - Preguntó con diversión.
- Es posible que hayan mencionado algo parecido – Admitió Luna, con una sonrisa serena - ¿Se han equivocado?
- Aparentemente no – Se rió Hermione.
Ambas chicas no tardaron en encontrarse atravesando las puertas del gran comedor, hablando alegremente y riendo de bromas y chistes sin sentido que se ahogaron cuando todas las miradas cayeron sobre ella.
- Vaya... - Hermione carraspeó, con las mejillas encendidas debido a la vergüenza.
- Bueno, la coronación fue hace dos semanas, dales tiempo. En unos días todo volverá a ser como antes – Dijo Luna, con tono amable y mirada reconfortante.
Hermione le asintió y miró como todos parecían estar a punto de levantarse y hacer una reverencia. No hay palabras para describir lo agradecida que estaba de que no lo hicieran y se conformaran con mirarla con curiosidad y reverencia.
Se despidió de Luna y se apresuró a encontrar a Harry en la mesa de Gryffindor, una vez a su lado, se sentó y soltó el aire que no se dio cuenta que había estado conteniendo.
- ¿Todo bien? - Preguntó Harry, mientras el Sombrero Seleccionador colocaba a los nuevos estudiantes en sus respectivas casas después de cantarles una canción más seria y preocupante que los años anteriores.
- Si, claro. Ya sabes cuanto me gusta ser el centro de atención – Murmuró sarcásticamente antes de sonreírle a cambio - ¿Cómo os a ido a ti y a Draco en la reunión?
-Bien, pero admito que ha sido más aburrido de lo que pensaba – Dijo Harry.
Hermione tarareó y dejó que su mirada se paseara por la mesa de los profesores, notando tristemente la ausencia de Derek y Alek. Curiosamente, Hagrid también estaba ausente. Por otro lado, su vista no pudo evitar clavarse instantáneamente en ese foco rosa que destacaba entre los demás docentes.
La mujer era un poco bajita y regordeta, completamente vestida de rosa, y eso podría haberle dado una apariencia maternal o adorable...de no ser por su mirada. Personalmente, a Hermione le inquietaba que la mujer vistiera completamente de rosa, no es que no le gustara el color o tuviera nada en contra de los conjuntos de un color en completo, era solo que, por alguna razón, esa mujer le daba malas vibras. Su mirada era ambiciosa, y eso no sería algo del todo malo, ella misma tenia la suficiente ambición para querer ser una buena bruja y saber más, pero la ambición en los ojos de esa mujer le decía que haría literalmente cualquier cosa para conseguir lo que quería, sin importar a quien tenia que tirar al barro para conseguirlo.
- No parece alguien muy amable a pesar de su ropa, ¿No crees? - Oyó a Harry comentar a su lado.
- Me suena haberla visto antes – Le dijo Hermione – Pero no recuerdo dónde.
Después de la selección, Dumbledore se dispuso a dar el discurso de cada año. Habló de como Hagrid estaría ausente durante unas pocas semanas más y la profesora Wilhelmina Grubbly-Plank daría sus clases durante su ausencia. También presentó a la nueva profesora de DCAO, Dolores Umbridge.
Dicha mujer no lo dejó terminar y se levantó para dirigirse al estrado frente los alumnos donde se encontraba Dumbledore y lo interrumpió descaradamente.
Hermione la escuchó con cierta aprensión, y esa aprensión se convirtió en pesadez y rabia cuando mencionó como el Ministerio quería asegurarse de que obtenían "la mejor educación posible para convertirse en magos decentes"
- Ahora me acuerdo de ella – Dijo Hermione.
- No me digas que conoces a la mujer escalofriantemente rosa con cara de sapo – Dijo Fred, causando la risa de su hermano. Hermione sonrió y tuvo que contenerse para no reírse también.
- No en persona – Dijo – Pero le he visto varias veces en el Ministerio de Magia. Es alguien con un cargo bastante alto si no recuerdo mal, es más, tiene una extraña obsesión y devoción hacia el Ministro, tanta que hay rumores de que tienen una aventura. Y cabe resaltar que no parece que Derek y yo le caigamos muy bien...
- ¿Y eso? - Preguntó Ginny, después de darle una mala mirada a Ronald por sus malos modales en la mesa.
- El Ministerio esta nervioso porque hasta hace un tiempo, ellos tenían el control de casi todo, pero ahora...
- Tú y Derek sois los que teneis el control real y dais la ultima palabra – Terminó Harry.
- Exacto – Dijo Hermione – Quieren ver si pueden controlarnos lo suficiente para seguir controlando todo lo que quieren, y supongo que comenzarán con Hogwarts para tenerme a mi bajo control, luego irán a por Derek que es más difícil de manipular.
El resto gruñó en entendimiento y Hermione logró hacer contacto visual con Draco que, a juzgar por su expresión, pensaba igual que ella.
- Supongo que era demasiado pedir que Moddy se quedara – Dijo Harry.
- ¿Puedes culparlo? - Hermione le sonrió de medio lado.
- La verdad es que no – Harry suspiró con pesadez.
- ¿Sabéis que? - Dijo pensativa – Estoy deseando tener nuestra primera clase con ella.
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Por suerte o por desgracia, no tuvo que esperar mucho.
Tuvieron una clase con la profesora Wilhelmina Grubbly-Plank, trató de enseñarles sobre los Unicornios y, aunque era algo menos peligroso que las lecciones de Hagrid, Hermione tuvo que decir que le parecía mal que excluyera a los chicos porque "los Unicornios preferían el toque femenino". Técnicamente era cierto en términos que preferían a las doncellas vírgenes, por todo el tema de la pureza y todo eso.
- Claro, porque todas ellas son vírgenes, ¿Verdad? - Hermione se rió mentalmente.
Después de estar durmiendo durante años en el mismo cuarto que Lavander y Parvati había tenido que tragarse todos sus chismes sobre sus novios, aunque dudaba sobre lo que era verdad y lo que era solo una exageración para quedar bien ante sus amigos.
De todos modos, los Unicornios no valoraban la pureza del cuerpo o de la sangre, ni siquiera de si eran hombres o mujeres. Ellos valoraban la pureza del corazón y, por lo que estaba viendo, no todos cumplían esos requisitos.
- ¿No quieres acercarte a acariciarlos? - Preguntó Harry, tratando de mantener la decepción por haberse quedado al margen fuera de su voz.
- Nah, si quiero ir a jugar con los Unicornios siempre puedo ir a buscarlos al bosque – Le sonrió alentadoramente – Y de todos modos no creo que tarden mucho más en escapar de vuelta al...
No pudo terminar, los Unicornios decidieron que habían tenido suficiente y salieron corriendo, saltando la valla y se internaron en el bosque con brincos elegantes y salvajes.
- Al bosque bosque prohibido – Terminó Hermione, con una sonrisita.
Harry se rió alegremente y negó con la cabeza.
- La próxima vez podría llevaros a ti, a Draco y a Luna a ver a los Unicornios, estoy segura de que les gustareis.
- Sería divertido – Dijo Harry, mientras se dirigían a su clase con la Profesora Umbridge.
Clase que por cierto, fue un fracaso total.
Hermione ya iba un poco aprensiva. Había llamado a Derek para una charla a través de la Red Flu y le explicó sobre Umbridge. Derek no estaba contento, sabía que tarde o temprano el Ministerio trataría de recuperar todo el control que habían perdido en cuanto ellos llegaron a reclamar la corona.
- Ten cuidado, es una mujer horrible y arcaica – Le había advertido – Pero tampoco dejes que te intimides, puede que intente hacerte creer que tiene poder sobre ti, pero no es cierto, tú tienes mucho más control sobre ella que ella sobre ti. Pero si llegara a hacer algo raro llamame, nos encargaremos juntos si no puedes hacerlo sola ¿De acuerdo?
Hermione le había asentido a su hermano y le había asegurado que no se dejaría pisotear.
Se sentaron y esperaron, la incertidumbre de la clase era palpable. Finalmente llegó, abriéndose paso por el aula como si fuera la Directora de todo el colegio.
- Buenos días, niños – Saludo, con tono enfermizamente dulce y expresión maternal forzada, expresión que se convirtió en un ceño fruncido cuando escucho los suaves saludos de los demás – Buenos días, Profesora Umbridge – Corrigió.
- Buenos días, Profesora Umbridge – Corearon al unisono.
- Así esta mejor – Dijo Umbridge, pareciendo complacida. Se paseó un momento delante de ellos y sacudió la varita para repartir un puñado de libros – En esta clase no hará falta que utilicéis la varita. Aprenderemos magia de manera efectiva y segura – Explicó, levantando uno de los libros.
- ¿Sin magia? - Preguntó Ron, parpadeando con incredulidad, y, esta vez, Hermione tuvo que asentir a las palabras del pelirrojo.
- En mi clase levantamos la mano para hablar – Regañó la profesora – Pero efectivamente, aprenderemos la teoría, eso es todo lo que necesitáis para pasar de curso.
Harry levantó la mano, esperando hasta que se le dio la palabra.
- ¿Y cómo se supone que aprenderemos los hechizos de defensa adecuadamente si no podemos realizarlos? - Preguntó, como si la idea fuera estúpida...bueno, es que lo era - ¿Cómo nos defenderemos ahí fuera si no sabemos realizar los hechizos correctamente?
- ¿Defenderos? - Umbridge se rió como si esta fuera la idea estúpida, pero Hermione fue capaz de detectar el creciente nerviosismo - ¿Porque deberíais defenderos? Nada puede pasaros en un aula y de todos modos, ¿Quien atacaría a unos niños?
- La verdad, no creo que a Voldemort le importe que seamos adultos, ancianos, niños o bebés cuando decida atacar – Dijo Hermione, sin molestarse en levantar la mano.
Todas las miradas se centraron en ella, pero el resto de estudiantes estuvieron de acuerdo con asentimientos y murmullos de acuerdo.
- Señorita Firebreather, no creo que alimentar la idea de un ataque de alguien que obviamente no...
- No se atreva a decir que no es real, todos lo vimos, de ser en otras circunstancias, podrían haber hecho como si no fuera verdad, pero lamentablemente lo es. Ahora más que nunca, debemos aprender a defendernos – Gruñó Hermione.
- El Ministerio proporciona toda la seguridad necesaria para seguir viviendo nuestras vidas normalmente – Gruñó Umbridge. Esa niña iba a causarle problemas.
- Y a la vez el Ministerio prefiere que seamos inútiles para defendernos en caso de necesitar pelear para defender nuestra vida o la vida de nuestros compañeros. Que considerado de su parte – Dijo Hermione, el sarcasmo goteando de su boca – Y no nos olvidemos de los OWLS y NEWT, exámenes que debemos aprobar para graduarnos, y que tendremos que saber realizar los hechizos para aprobar ¿El Ministerio quiere interferir en nuestra educación y deteriorarla?
Umbridge abrió y cerró la boca varias veces, tratando de encontrar la mejor forma de replicar. Seguro que también se le pasó por la cabeza la idea de castigarla, un par de noches escribiendo con su pluma especial y seguro que a la Princesita se le pasaban las ganas de fanfarronear.
Pero Dolores Umbridge no era tonta, sabia que si le hacia daño y la niña le iba llorando a su hermano estaría en serios problemas, e incluso su ligera impunidad por su puesto en el Ministerio no sería suficiente para hacer nada en contra de la ira del Rey, mucho menos su...amistad, con Cornelius. Ese hombre se cagaba de miedo ante la simple vista del Rey o la Princesita, ni siquiera hacia falta que se transformaran o hicieran brillar sus ojos, su mirada era suficiente para que el hombre se callara y se sentara, agachando la cabeza como un perro apaleado.
Debido a esto, Umbridge decidió ignorar a Hermione y seguir con su clase como si nada hubiera pasado, ignorando deliberadamente también las miradas de disgusto del resto de niños.
Tenía que buscar otra manera de lograr ganar poder dentro de Hogwarts, si no, habría estado rodeada de tantos niños para nada...odiaba a los niños.
Mientras tanto, Hermione miraba a la mujer rosa, visiblemente nerviosa y enfadada con algo parecido a la satisfacción.
- ¿El Ministerio quiere venir y meterse donde no le llaman? ¡Adelante! ¡Veamos cuanto tiempo consigues quedarte aquí antes de que logre echarte! Con suerte, lo lograré antes de que hagas algún daño – Pensó.
Cuando la clase acabó, todos se apresuraron a recoger y salir, no queriendo estar más tiempo con aquella mujer. El sentimiento era mutuo, créeme.
Hermione sintió la mirada de la mujer quemando su espalda al salir, pero fingió que no se daba cuenta y sonrió descaradamente hacia adelante. A su lado, Harry se echó a reír.
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