⌁Capítulo nueve: Ventana de la felicidad
Estoy coloreando con mis gises color pastel en la libreta que Baxter me regaló hace un par de días mientras tarareo una de mis canciones favoritas. En lugar de eso debería de estar terminando la tarea que el viejo amargado me dio para exponer su clase e intentar mejorar mi promedio.
Escucho como la habitación de los deberes se abre, medio giro mi rostro para poder observar a mi mejor amiga en pijama, mira por un segundo mi cuaderno y alza sus cejas de manera acusadora pero a su vez coqueta.
—Entonces...—carraspea con una voz ronca, en señal que acaba de despertarse—. ¿Estás disfrutando del regalo de Baxter, verdad?
Asiento con la cabeza, dándole la razón. No quiero ser tan explicita en la conversación, no a menos que ella me de lujo de detalle su relación con Noah y sino es relación, pues que me explique que es lo que se traen entre manos.
—Ven —invita con un puchero en su rostro, extiende su mano en mi dirección para obligarme a levantar mi trasero de la silla de madera una vez que sujeto sus dedos.
La sigo a través del diminuto pasillo del departamento que conduce a la sala. Yo me he encargado de decorar con unos dibujos enmarcados con pedazos de madera vieja que recolecté de algunos contenedores de basura.
Tomamos asiento, la morocha se inclina en el acolchado respaldo del sillón y yo cruzo mis piernas en frente para quedar frente a frente. Abro mis ojos de par en par, desafiando a Bella.
—Escupe —refunfuña con una de sus delgadas cejas—, por favor. —Junta sus manos para suplicar.
—¿Qué cosa?. —Finjo que no sé de que esta hablando.
—Cuando llegaste de tu salida con Baxter estabas tranquila, cosa extraña en ti cuando se trata de ese hombre. Y ese cuaderno es nuevo, no lo había visto antes —analiza con la barbilla en alto para imponerme de tal manera en que yo suelte la lengua.
—Primero tú debes de explicarme lo que sea que tienes con Noah —advierto orgullosa.
Bella se atraganta con su saliva y suelta un largo suspiro lleno de frustración.
—No te había dicho nada por una razón; ya ves que yo cada semana me estoy enamorado de cualquier tipo. Cuando Baxter fue a la cafetería con su amigo pues me enamoré de él, sentí que el odioso de cupido se empeñó en flecharme. Cuando te fuiste eufórica me pidió mi número para saber que fue de ti.
Peina su alborotado cabello con los dedos de su manos y empieza a cepillarse con delicadeza. Yo solo creo que esta dando largas para no terminar de explicar la situación con Noah.
—¿Qué más sucedió? —animo entusiasmada.
—Pues me invitó a comer, luego al cine, a caminar. En serio me gusta este chico pero pues no quería decirte nada hasta que estuviera segura, además supuse que te ibas a enojar porque es mejor amigo de tu nefasto némesis. —Toma una postura recta para continuar hablando—. Pero ahora que estás enamorada de Baxter podemos hasta tener una cita doble. —Aplaude entusiasmada.
Siento un nudo en mi garganta que me evita hablar, chasqueo la lengua para tratar que se deshaga con un poco lo que me evita decir palabras.
—Tú estas loca, es que prefiero cortarme una teta antes que enamorarme ¡de él!. —Niego repetidamente con la cabeza de un lado a otro—. No porque ya no lo aborrezco tanto no significa que estoy enamorada. Sin embargo aun no lo considero mi amigo, pero pues conocí más su vehemencia sobre su carrera y otras circunstancias de su vida. Eso sin contar que me dijo que deba de hacer lo que me haga feliz porque nadie puede decirme que esta mal.
—¿Te refieres a tu pasión por el arte? —ríe burlona—. Y nunca te niegues al amor porque cuando menos te lo esperes, la flecha de cupido ya estará en tu lindo trasero. Ya te veré en un tiempo.
Asiento con la cabeza para que ella me de su punto de vista, ignorando el otro tema.
—¿Entonces me dices que hasta cierto punto se ha ganado un poco tu amistad?
—Puede ser, pero dejaré que todo fluya con tranquilidad.
—Bien, entonces termina nuestra conversación de chicos y vamos a hacer el desayuno porque te juro que me estoy muriendo de hambre ¿Qué planes tenemos para hoy?
—Estar acostada todo el día en la sala para ver películas —siseo encogiendo mis hombros, a menos que deba de terminar la aburrida tarea porque dentro de lo que cabe el departamento no esta tan desordenado y la nevera esta llena.
—Yo tendré una cita con mi chico enamorado, lastima que Winter se tuvo que regresar a México para estar con su prometida.
—Ya sé, amo su comida.
La esposa italiana me dice que ella y mi hermano van a empezar una vida en Italia, su país natal por lo que si le hacía le ayudo porque Hudson tenía unas cosas que culminar en el hospital donde trabaja. Su vuelo ya se aproxima también.
Por supuesto que voy a ir con Francesca, es una excelente mujer por lo que me encuentro extasiada que Hudson pudo encontrar un amor verdadero y puro. Sin embargo primero tengo que terminar la tarea.
Ayudo a Bella a terminar de ponerse coqueta para la cita con su chico, la maquillo sutilmente para que no se vea que se preparó excesivamente pero que tampoco se vea que no le importó. Le doy mi bendición a mi amiga antes que cruce por aquella puerta y le doy un beso en su mejilla.
Ahora me empeño por acabar con mi martirio llamado tarea, así que pongo algo de música clásica para poder concentrarme, no distraerme y terminar en cuanto antes para ayudar a mi cuñada con las maletas.
Cuando estoy lista para la guerra bajo del edificio para montar mi espectacular escarabajo, pongo la música en lo máximo y canto como una loca despiadada con dirección a la casa de mi hermano mayor favorito.
Es mi favorito porque solo lo tengo a él, quiero que eso quede bien claro que no tengo otra opción.
Llamo su puerta cuando estoy parada en frente de ella, espero unos instantes cuando esta se abre. Mostrando a mi ya no tan delgada cuñada con una pancita abultada. Creo que lleva puesto la ropa de mi hermano y su cabello tan brillante color negro estaba atado en un moño.
—¡Llegaste! —exclama con su acento italiano—, eres la mejor, grazie mille.
Me invita a pasar ansiosa, coloca su mano sobre mi muñeca y me jala hasta llegar a la cocina donde encuentro muchas cajas de cartón armadas, listas para colocar cosas.
—¿Podrías poner las latas en una caja y los utensilios en otra?. Voy a regalar la comida a centros de ayuda junto con los utensilios, quiero remodelar todo cuando Hudson y yo lleguemos a mi bello país, algún día deberías de ir para que termines de conocer a toda mi familia.
Suspiro para arremangar las mangas de mi franela de mezclilla, ato mi cabello en una cola en alto para ponerme manos a la obra. Debido a mi no muy alta estatura tomo una silla para alcanzar los estantes. De reojo puedo observar que Francesca sentarse para quitarse los zapatos y masajear sus talones.
—Tengo los pies hinchados, lo voy a pensar mil veces si quiero embarazarme nuevamente.
—Desventajas de estar embarazada —río mientras me bajo de la silla con algunas latas en mano para acomodarlas en la caja—. A todo eso, ¿por qué decidieron que Hudson y tú se fueran a vivir a tu país?
—Pues para serte sincera yo no pude terminar de acostumbrarme a la vida de acá, extraño mi país, costumbres y las tradiciones. Lo hablé con tu hermano y pues a él le gustaría explorar otras zonas —habla entusiasmada, como si fuera lo mejor que pudo pasar—. Quiero que el bebé nazca allá también.
—¿Pero no es muy precipitado?, digo; mi hermano tiene un muy buen puesto en el hospital. Ir a Italia es empezar desde cero —indago curiosa, la espinilla anhela respuesta.
Mi hermano ama ese hospital, ayudar esa gente. Pero también sé que ama incondicionalmente a su mujer, además yo no soy quien para cuestionar a mi hermano y su pareja en sus decisiones. Eso sí, mi mamá va a estar devastada cuando se entere de eso porque ella estaba ansiosa por ver a Francesca con su panza, ayudar a decorar el cuarto del bebé y todo lo que tenga relacionado con el nuevo miembro de la familia.
—Pues sí, tiene dificultad pero todo es posible mientras haya amor entre nosotros.
Dejo el tema de lado para empezar a hablar del futuro bebé, si quiere una niña o un niño, cuales serían sus nombres. Que nos avisara una semana de antelación para ir a Roma y así estar en el nacimiento de mi sobrino.
—Por supuesto —afirma mi cuñada con una sonrisa de oreja a oreja.
Francesca es una mujer muy dulce y delicada como una flor. Veo tantas cualidades que no cabrían en una lista. Muy pocas veces he tenido la dicha de compartir a solas con ella. Cuando terminamos en la cocina, Cesca barre un poco mientras yo sello la caja.
—¿Quieres agua de fresa?
—Per favore —intento imitar su acento, pero fracaso rotundamente.
Francesca ríe mientras sujeta su estomago con ambas manos. Palmea mi hombro en consuelo por no lograr su acento, dice que debo de ensayar más y seguro me confunden con una italiana. Sirve agua en dos vasos desechables, a uno le pone mermelada de piña.
—Antojos —dice al ver mi rostro asqueado—, ahorita sabe a paraíso. Seguro cuando ya no este embarazada sabrá mal. —Camina para atravesar la puerta marrón y sentarse en la sala.
Imito su acción y sorbo un trago del agua. Cesca se inclina por el control remoto de la televisión para encenderla. Me pregunta que gusto ver, y no quiero incomodarla por lo que digo que lo que sea esta bien. Para mi fortuna puso una de acción, uno de mis géneros favoritos.
—Oye, eres joven, ¿algún muchacho en tu vida? —pregunta en algún comercial de la película—. ¿No tienes algún enamorado?
—No. Tengo prioridades que necesito terminar como saber si la educación es lo mío.
—¿Cómo te va en la universidad entonces?
—Sobreviviendo, pero pues...
Soy interrumpida cuando la puerta principal es abierta, dejando ver a un hombre bastante alto con su bata de doctor y su maletín. Sus ojos se ven bastante cansados pero los abre de par en par cuando me ve, mostrando su sorpresa.
—Raven, ¿qué haces aquí? —cuestiona acercándose a nosotras.
Hudson se inclina a su mujer para depositar un corto beso en sus labios.
—Pues estoy empacando cariño, necesito ayuda y llamé a tu hermana. Ya sabe que nos vamos para Italia, sabe que todavía es un secreto.
—Muchas gracias por ayudar a mi mujer hermanita.
—Para eso esta la familia —respondo con sutileza—, pero ahora como ha llegado el gran macho pecho peludo es hora que yo vaya a casa porque creo que es algo tarde. Como pasa el tiempo cuando te estas divirtiendo con tu cuñada —bromeo divertida mientras le saco la lengua.
Aunque yo a él le tengo envidia y odie que mis padres siempre me estén comparando con Hudson. Sin embargo sé que mi hermano no tiene la culpa, también detesto que a veces me de sus discursos motivaciones para inspirarme y ser mejor persona. Viejo loco, pero tenía que ser un Hemmings.
—Estoy muerto —confiesa mientras literalmente se deja caer sobre la cama.
—Voy a preparar algo para comer, un sándwich con mango ¡que rico!—vocifera con emoción mientras aplaude para demostrarlo.
—Súper rico amor —farfulla mi hermano con una cara asqueada.
Mi cuñada se levanta del sillón y corre a su manera con las manos apoyadas sobre su espalda.
—¿Por qué no me habías dicho que te ibas a ir a otro país?
—Quería que fuera una sorpresa —responde cabizbajo mientras juega con los dedos de sus manos un tanto nervioso.
—Ah ¿sabes que puedo saber cuando mientes? —desafío con una ceja alzada pero a su vez modulando el tono de voz para que mi cuñada no me escuche.
—Pues es que ella no se ha podido adaptarse en Canadá, por lo que hablamos y es más probable que yo me adapte por Italia —habla, siendo cortante y frívolo para que ya no me metiera en sus asuntos.
Dejo el tema por muerto, pero yo sé que esta mintiendo y hasta podría sentirse infeliz por cambiar su vida tan radical. En mi interior siento que Hudson esta cerrando su propia ventana de la felicidad para ser un ser humano moribundo y muerto en vida. El amor puede superar muchas barreras, que tiene sus anti bajos pero deben de superarse. Solo espero que mi hermano pueda volver a tener esa felicidad que aquí vive
Nota metal: no casarse con algún extranjero.
—Traigo la cena —chilla emocionada con una bandeja en sus manos.
—Gracias cuñadita, pero tengo que marcharme. —Tomo un emparedado con una servilleta para marcharme—. Los veo luego.
Mientras manejo escuchando la música de la radio analizando la situación con mi hermano me doy cuenta que quiero ser más como él, adentrarme a una nueva aventura sin miedo a no obtener lo que esperaba aunque tenga un nudo en mis entrañas y no este totalmente convencida; que la sublime felicidad hay que abrirle a la ventana porque a veces el timbre de la puerta esta descompuesto.
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