Capítulo 16

Diana

Despierto con la voz de alguien llamándome. Abro los ojos desorientada y ante mí está Carlos vestido con vaqueros y una camiseta. Miro la hora en el reloj de la mesilla. Las once y media.

- Buenos días. –Digo con voz adormilada.

- Buenos días. He ido al juzgado para ver lo de casarnos cuanto antes. Con eso de que soy un personaje conocido y he dicho que quería privacidad, he conseguido que nos case una jueza hoy a las seis.

- Carlos, no hacía falta tanta prisa.

- Jace puede volver en cualquier momento, sí que tenemos prisa.

- Pero igualmente hoy no podemos, estamos de niñeros de Lucas. A propósito, ¿sabes cómo está Andrea?

- He llamado a Álvaro y me ha dicho que tanto han tenido que hacer cesárea pero que de momento ella y Claudia están bien. También me ha dicho que llevemos a Lucas con Mercedes, la madre de Álvaro. Ya lo he hecho.

- ¿Pero a qué hora te has levantado hoy?

- A las ocho, no podía dormir. He estado limpiando y luego ha llamado también a Blas y Miguel. Para que sean nuestros testigos en la boda. Ambos han prometido no decir nada y guardar el secreto.

- ¿Algo que no hayas hecho?

- Mirar un vestido para ti. Si se supone que estamos tan enamorados como para casarnos, deberíamos ir acorde con la situación. Asique vístete y nos vamos de compras.

Salgo de la cama con mucha menos energía de la que tiene él y abro el armario de Carlos, aunque yo me haya apoderado de la mitad. Elijo un vestido corto azul claro si magas.

Me lavo la cara y los dientes, me peino y me visto. En media hora estamos los dos saliendo de casa dirección a un centro comercial.

No sé cuántos vestidos me llevo probados sin que alguno me guste. Estoy por casarme en ropa interior y quitarme de problemas. Pero no, Carlos sigue insistiendo en la idea del vestido.

- Carlos. Me rindo. Voy con unos vaqueros y punto.

- No, todavía nos quedan tiendas. Vamos a una última más.

- Son las dos de la tarde, llevamos horas. No es tan importante.

- Para mí sí. –Carlos retira un poco la cortina y se cuela en el probador sin importarle que esté sin ropa.– Siento que es la única manera que tengo de demostrarte que lo nuestro no está tan muerto.
¿Conoces la leyenda del hilo rojo? Cuenta que dos personas que están destinadas a ser amantes están conectadas por un hilo o cordón rojo invisible que puede estirarse o contraerse pero que nunca se rompe. Yo estoy seguro de que el extremo de mi hilo rojo está atado a tu dedo meñique, no preguntes como, pero lo sé.

- Carlos, por favor, –Cierro los ojos para evitar llorar.– no estamos destinados a nada. Sólo a hacernos daño.

- Me hace más daño separados. Piénsalo.

Por los altavoces de la tienda suena Blanco y negro, esa canción nos define tanto...

Carlos

Una lágrima rebelde baja por la mejilla de Diana. No le gusta llorar delante de nadie. Pero sé que no lo ha pasado bien estas dos semanas, no puede dormir estando sola y, cuando dormimos juntos, se despierta con pesadillas. Yo me hago el dormido y me limito a abrazarla más fuerte cuando esto ocurre. La conozco y sé que nunca dirá que necesita consuelo o que está aterrada con la idea de que Jace vuelva.

Anoche llamó a su padre y empezó a decirle que no iban demasiado bien las cosas con Jace y que no estaba muy segura de querer casarse tan pronto. Aunque parezca algo insignificante, para ella ha supuesto algo enorme confesar que no todo es tan perfecto como parece.

Acaricio su mejilla limpiando las lágrimas que se escapan.

- Mereces no llorar más, lunita. Déjame intentar acabar con tu llanto. Aunque sea una única oportunidad.

- ¿Y si todo sale mal?

- ¿Y si sale bien? ¿De verdad quieres estar toda tu vida queriendo saber que habría ocurrido si me hubieras dado una oportunidad?

Diana esboza una tímida sonrisa y levanta su mirada chocando sus ojos azules con los míos verdes.

- Anda, vamos a buscar ese vestido especial para hoy.

Después de como otra hora más, hemos encontrado el vestido perfecto. Es blanco, palabra de honor, con pedrería en la cintura y llega por la mitad del muslo. Diana sale para que la vea y madre mía. Está preciosa.

- ¿Qué tal estoy? –Pregunta girando sobre sí misma.

- Guau.

- ¿Eso es que estoy bien?

Esta veinte veces mejor que bien. Asiento, no me salen ni las palabras.

- Voy a por mi ropa y ahora vuelvo.

Diana vuelve al probador y unos minutos después me da el vestido para que lo cuelgue en la percha mientras ella se viste.

Aprovecho que no está pendiente para ir a pagar el vestido. Es mi cabezonería que se lo comprara, lo pago yo. Le entrego mi tarjeta a la dependiente y noto alguien subiéndose a mi espalda.

- Oye, ¿qué haces? –Me dice Diana en la oreja.

- Pagar el vestido, fue idea mía.

Diana se baja de mi espalda no muy contenta con la idea. La dependienta me entrega la bolsa con el vestido y salimos de la tienda.

Una fan me para y me pide hacernos una foto. Yo encantado poso en un selfie junto a ella. Cuando la fan se va, me doy cuenta de que Diana no está. Bueno, así no tendré que escabullirme de ella luego. Mando un mensaje al grupo que tengo con Blas y Miguel: Operación bodorrio (nombre puesto por Miguel).

_______

* Chicos, he perdido a Diana saliendo de la tienda de vestidos (13:59)

Blas, ¿nos vemos ya en la joyería? (13:59)

Miguel (de Blas) Pueden continuar con el paso tres de la operación (13:59)

Blas Cantó ¿Paso tres? (14:00)

Miguel (de Blas) Vamos a ver (14:00)

Operación bodorrio
· Búsqueda y captura del vestido más bonito del universo
· Secuestro del sujeto D
· Allanamiento de joyería con intención de obtener alianzas
· CASARSE Y DISFRUTAR LA NOCHE DE BODAS (14:02)

¿Pilláis ya el plan? (14:02)

Blas Cantó Entendido, comandante 😀 (14:02)

* Menos tonterías, que no tenemos tiempo (14:02)

Miguel, llama a Diana (14:02)

Blas, espérame que tardo medio minuto en llegar (14:02)

________

Corro con todas mis fuerzas hasta la otra punta del centro comercial donde está la joyería en la cual tanto Blas como Dani compraron sus anillos de pedida para Miguel y Sara respectivamente.

Una vez allí veo decenas de alianzas para mí y para Diana pero quiero que no parezca un anillo de compromiso, simplemente un accesorio que ella pueda llevar sin que el Hobbit, si se vuelven a ver cuándo Diana regrese a Londres, piense que es por mí.

Miguel

Cierro la conversación de WhatsApp y llamo a Diana.

- Hola, hola. –Le digo nada más descolgar.– ¿Te apetece irnos juntos a tomar algo? Hace tiempo que no tenemos una charla de las nuestras. Yo invito.

- No, cada uno se paga lo suyo. Estoy ya cansada de que todo el mundo me pague todo como si tuviera cinco años.

- ¿Eso es qué quedamos?

- Sí. Estoy en el centro comercial al lado de la facultad, ¿dónde quedamos?

- Estaba arreglando unos papeles para el curso que viene, ¿te parece bien los 100 Montaditos?

Doy una pequeña vuelta y a los diez minutos estoy entrando por la puerta de la cervecería. Subo a la primera planta, como me indica el mensaje de Diana y la veo sentada ella sola.

- Hola. –La saludo sentándome junto a ella con mi Fanta de limón en la mano.– Pensé que estarías con Carlos y Lucas.

- Quieto ahí, –Me corta Diana.– ya me estás diciendo que tramas con Carlos.

- ¿Qué voy a trama algo con Carlos? Ni que no tuviera cosas mejor que hacer, como estar contigo.

- Te conozco y sé cuándo mientes. –Absorbe de la pajita de su Coca-Cola.– ¿Qué planeáis Carlos y tú?

- No planeamos nada, Diana.

- Si me vas a mentir en mi cara, mejor me voy. –Se levanta de su asiento pero yo la paro cogiéndole de un brazo.

- Carlos te está preparando algo para esta tarde y me ha pedido que te entretenga. –Acabo confesando.

- ¿Y qué es?

- Eso sí que no puedo decírtelo, Carlos me mata si se entera que te he dicho algo.

- Está bien. –Se vuelve a sentar.

- Oye, si Carlos te hace un regalo, tú podrías hacérselo también a él. –Le digo levantando las cejas.

- No, me niego.

- No sabes que estaba pensando, lo mismo es una buena idea y tú no quieres escucharla.

- Sé por dónde van y no voy a hacer nada con Carlos.

- Vamos, Didi, entre vosotros hay tensión sexual.

- No me llames Didi, además no hay nada.

- Sí lo hay. Vamos, Diana, lo necesitáis los dos.

- No necesitamos nada.

- Diana, deja de mentirte.

- No me miento.

- Aún os queréis, –Abre la boca para protestar.– y no me lo niegues porque te pego, y os merecéis demostrároslo físicamente. He visto de camino aquí una tienda de lencería, Si quieres, vamos y si te gusta algo, te lo regalo yo como regalo de boda.

- Miguel, que no.

- No pierdes nada. Así echamos el rato mientras Carlos vuelve.

- Vale. –Termina accediendo.

Nos terminamos nuestros refrescos y entramos en la tienda que le he dicho a Diana. Damos una vuelta viendo todo.

- ¿Qué te parece este? –Le enseño un conjunto rojo y negro con ligeros negros.

- Ni loca.

- Que sosa eres, hija.

- ¿Y este? –Me enseña uno blanco sin muchos adornos.

- ¿Hay opción de que te convenza de ponerte algo más atrevido? –Niega.– Pues entonces, supongo que está bien.

Vamos a la caja y mientras esperamos a que nos toque, miro mi móvil. Me llego un mensaje de Carlos.

________

Rubia de bote Ya tengo los anillo, ¿nos vemos en el Foster Hollywood? (14:31)

* Está bien, hasta ahora (14:31)

_______

- Tu príncipe azul nos espera, princesa Didí.

- Vuélveme a llamar princesa o Didí y te pego.

- Que violenta, oye.

________
¡Que se casan! Aunque siempre puede aparecer alguien para impedir la boda (ejemJaceejem).

A parte, he empezado una nueva novela Pink girl, black boy que espero que os guste y leáis. Está en mi perfil y mañana subiré el segundo capítulo.

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