Fueron muchos años, ¿no?

Mis estudios pasaron volando, tuve lo que quería, o eso creía. Entonces, ¿por qué me sentía tan vacía? ¿Por qué me sentía una tonta mientras guardaba ya mis cosas?

¿Por qué no podía dejar de pensar en tí a pesar de los años?

Eran preguntas que aparecían en mi mente y me llevaban a pensar en mi adolescencia; Si me hubiera adelantado, ¿hubieras dicho que sí?
Era totalmente improbable, pero en ese momento era un lindo sueño con el cuál me gustaba encontrarme cada noche después de un largo día en la academia.

Mis mejillas siempre estaban rojas y se me hacía difícil ocultarlas. Tu sonrisa siempre hacia que diera un salto, tu mirada confusa hacia que una sonrisa se dibujara en mi rostro. El día que te ví diciéndole tus sentimientos a esa persona fue como un cubo de agua helada en mi corazón, lo sentí roto, ¿como podía ser posible sentir que un corazón se rompe?

Pero, eso ya no importaba ahora. No te he visto hace tiempo; Mi teléfono sonaba mientras ordenaba mis cosas, volvería de nuevo a la ciudad que me había visto crecer. Unos saludos y corté la llamada, un suspiro y ya había salido del departamento.

Llegué al avión, de él podía mirar las blancas nubes. Que sueño, pensé y cerré mis ojos la mayoría del viaje.
Por alguna razón me sentía feliz por volver después de todo.

Bajar del avión me dió un aire de libertad. Las calles tenían un suave aroma a café el cuál salía de los restaurantes recién abiertos, las calles estaban llenas de gente. Me sentí como en mi adolescencia, caminé rápidamente hasta llegar a un lugar donde llenar mi estómago, tomé varias tazas de un delicioso té para calentar mi fría garganta. Derrepente, sentí como alguien tocaba mi hombro suavemente.

—Disculpa, se te cayó esto.

Una suave voz de la otro mesa hizo que me quemara la garganta, miré de donde venía y mi expresión cambió totalmente; ¿Todoroki?