"Que raro... Creo que tanta accion me hizo tener sed"

  Con algo de nerviosismo se aclaro la voz y se dirigió en busca de alguna maquina de bebidas o algo dispenser de agua.

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  La albina ignoró por completo el mensaje, no estaba de humor para ser sincera: tenia un mar de sentimientos acumulados en ella.

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  Había logrado llegar a un dispenser, alado de este vio un reloj que marcaba las 13:49. Con un suspiro se inclino para agarrar un vaso de plástico y empezar a llenarlo con agua fría. Sentía como los pasillos se iban llenando de alumnos, no sospecho de nada ya dentro de unos minutos empezarian las clases.

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—Ahí esta... —logró escuchar un susurro entre la multitud, al finalizar de llenar su vaso se incorporó con rapidez para ver quien.

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—Mierda... —susurró ella al ver que trataba de Chica que aparentaba llorar, que parecía darle instrucciones a un mexicano de pelo platinado y otro de pelo castaño y ojos azules acompañados con ojeras.

  No evitó retroceder ya que padecía saber lo que pasaría. Con tanto tiempo conviviendo con ella, ya parecía conocer sus jugadas.

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  Escuchaba como su teléfono vibraba por cada mensaje, pero no tenia el tiempo para preocuparse por eso.

—Tranquila, muñequita, que nosotros vamos a darle su merecido —entonó el mexicano algo vengativo.

—Si, como sea... Solo lo hago por la recompensa —dijo con seriedad el moreno.

  Estos dos se iban acercando a la ubicación de la albina.

—Mierda, Mierda, Mierda —susurro con nervios para luego echarse a correr.

  Esto parecía ser un mal sueño, pero no lo era. Los dos matones estaban cerca de alcanzarla: ella tenían piernas mas largas desafortunadamente.

  No vio mas remedio que entrar al baño y tener las esperanzas que ellos no entraran.

—¡Maldita sea!... —se quejo el moreno al ver que ella entro.

—Ay no me vengas con tus pendejas y evita parecer un marica —con molestia el mexicano entró pateando la puerta.

"Estoy jodida..."

  Pensaba la albina que se recostaba contra la pared con un sentimiento de inferioridad.

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