Navidad.

Los copos de nieve caían poco a poco, cosa que Tikki, la pequeña Kwami de Ladybug adoraba. Sí, adoraba el invierno y sobre todo la Navidad.

La Navidad, esa fecha llena de felicidad, regalos y... Amor.

Mucho mucho amor.

La pequeña Kwami voló hacia su amiga Marinette que estaba absorta en sus pensamientos. En qué pensaba no era la pregunta adecuada, más bien en quién era lo más acertado para preguntar.

Quién si no que Adrien Agreste, ese chico de cabellos rubios y ojos verdes cuales esmeraldas era quien llenada su cabeza.

Tikki sabía lo que pasaba por la mente de la parisina.

— Entonces... ¿vas a quedar con él? — pregunto rompiendo el silencio.

No era un silencio incómodo, todo lo contrario, Marinette solo estaba en las nubes.

Tardó en contestar, pero solo asintió con la cabeza mientras sus ojos azules miraban la pantalla de su ordenador con el fondo de pantalla de un collage hecho por ella del joven modelo.

Al fin se levantó agarró su mochila después de abrigarse y bajó las escaleras despidiéndose de su madre y saliendo a la calle.

Ese era el último día de clases, y solo tenían media jornada. Esa sana sería Navidad.

La superheroína no perdió tiempo y se acercó a aquél muchacho por el que suspiraba sin cesar...

— Adrien... — dijo mirándole a la cara.

El nombrado dio un brinco, no de susto, si no de sorpresa. En contadas ocasiones Marinette le había hablado como uno más de la clase y, el ser aceptado por ella, significaba mucho para él.

— ¿Podemos hablar... por favor?

¿Cuántas veces había memorizado lo que debía de decirle? Demasiadas. Tantas que sería capaz de decirlo todo al revés sin equivocarse en ninguna palabra.

— Claro — contestó después de unos minutos Adrien con una sonrisa.

Marinette suspiró aliviada de que le saliera bien el diálogo memorizado como su de una obra se tratase.

— Adrien, tu me gus-

Ambos abrieron los ojos de par en par en cuanto escucharon los gritos de varios alumnos...

El joven Agreste corrió lejos e allí mientras la azabache hacía lo mismo en la dirección contraria.

— ¡Plagg, transfórmame! — gritó para pasar a ser Chat Noir.

— Debe de ser un Akuma... — dedujo Tikki.

La chica asintió.

— ¡Tikki, transfórmame! — exclamó convirtiéndose en Ladybug.

— ¡Soy Le Enfant! ¡Y merezco más regalos que nadie! — gritó el akumatizado, un niño de primaria.

— ¿A sí? — preguntó Chat Noir entrando en escena — Me da a mí en la nariz que Santa no te va a traer nada.

— Si consigo tu Miraculous eso cambiará. —dijo usando su arma, un revólver de papel de regalo, para envolver tanto a personas como a objetos.— ¡Mío, mío, mío, todo mío!

— ¡Chat Noir! — exclamó la superheroína al ver que le apuntaba con su revólver.

Lanzó su yo-yó mágico que se enroscó en el tobillo de Chat y tiró de él.

— M'Lady, ambos sabemos que es cosa de Le Papillon, ¿sabes dónde está el Akuma?

— Sí, en su arma.

— Bueno, espero que esto sea como quitarle un caramelo a un niño, ¿no? — comentó alzando una ceja.

Ladybug suspiró.

— Ese papel de regalo es irrompible, he intentado quitárselo a los alumnos y no he podido...

— Que no nos toque, será fácil para un gatito como-

— ¡Chat! — exclamó al ver que el niño que flotaba le dio un patada.

— Estoy bien, bichito, no hace falta que sufras por mí.

Intercambiaron miradas y asintieron.

El superhéroe usó su bastón para llegar al niño mientras Ladybug usaba su yo-yó para atrapar al akumatizado.

Le Enfant disparó con su revólver sin suerte alguna.

Ladybug activó el Lucky Charm, un dardo, y se impulsó con su yo-yó para llegar a él, pero esta vez, cuando apuntó consiguió darles a ambos.

— Ja, ja, ja... Ladybug y Chat Noir derrotados por un niño...— resonó la voz de Le Papillon.

— No puedo moverme, ¿tienes alguna idea?

— Puedes usar tu Cataclysm...

El chico sonrió.

— ¡Cataclysm! — Gritó mientras rompía el papel. — Genial.

Pero Le Enfant volvió a disparar tres veces antes de que el papel de regalo estuviera completamente destruido.

— Ahora coge sus Miraculous. — susurraba la voz de Le Papillon.

El niño agarró a Ladybug y Chat Noir por la cinta del envoltorio y los tiró lejos.

— Al menos tenemos buenas vistas. — comentó el minino al ver que estaban junto al Museo del Louvre.

— Vamos a destransformarnos...

Chat sonrió.

— Te prometo no decir quién eres si tú tampoco.

Dos minutos después Tikki y Plagg aparecieron agotados mientras los superhéroes se miraban sin dar crédito a lo que veían...

— Adrien Agreste...

— ¿M-marinette? ¿Eres tú de verdad? — preguntó el rubio con incredulidad.

— Todo este tiempo eras tú...

— Marinette estoy enamorado de t-

Plagg carraspeó.

— Ñoños...

— Creo que podemos ayudaros a salir. — habló Tikki.

Marinette asintió y Tikki traspasó el papel de regalo.

De pronto el envoltorio se había desecho.

— Es irrompible, pero todo envoltorio tiene un sitio por donde se abre. — explicó.

— ¿Es tu Kwami? — Ella asintió.— Este es Plagg.

— A su servicio, M'Lady.

— ¡Plagg!

Marinette río.

— Ya sé de dónde sacas el atrevimiento de Chat

— Esto es muy bonito y ambos se quieren mucho, pero hay una ciudad que salvar. — dijo el Kwami de Chat Noir.

— Vamos a mi casa, tengo galletas.

— ¿Galletas?

— Tikki necesita galletas...

— Plagg come queso.

— No como "queso" como Camembert, una delicia.

— No es tan delicioso. — susurra Adrien.

Los superhéroes corrieron a casa de la azabache y entraron.

— Toma Plagg. — dijo ofreciéndole queso.

La cara de Plagg no podía expresar más felicidad.

Tikki sonrió comiendo su galleta.

— ¡Listos para la acción! — gritaron los Kwamis.

Ambos jóvenes se transformaron y corrieron a por Le Enfant .

Chat consiguió llegar hacia él y agarrarlo, aunque este seguía volando de forma irregular para que el superhéroe se cayera, Ladybug lazó el dardo dando a las zapatillas del niño, que se desinflaran haciendo que ya no pudiera volar.

Consiguió enredar su yo-yó en la pierna del niño, haciendo que se cayera junto a Chat Noir.

— Toma, bichito, para que luego no digas que no te regalo nada por Navidad... — dijo lanzando el revólver.

— Gracias Chat.

Ladybug rompió el revólver y lanzó su yo-yó mágico al Akuma.

— Adiós, pequeña mariposa... ¡Miraculous Ladybug!

Y así una vez más todo volvió a la normalidad.

— ¡Buen trabajo!

Ambos sonrieron.

— Marinette, me gustas...

— Estoy enamorada de ti, Adrien...

— ¿Y... Ahora qué hacemos?

— Nada.

— ¿Nada? ¿Cómo que nada? ¡No puedes jugar con los sentimientos de un pobre gato así! — Exclamó mientras Ladybug se reía.

— Nos vemos en clase, gatito.— dijo antes de irse.

— ¡Ah! Te alcanzaré, te enamoraré, Marinette

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