Capítulo 1

  Gritos, gritos desesperados llenos de odio, furia, ira... Eso eran las canciones de Frank.
  El se sentía destruido pero se mantenía firme en su decisión de no volver a la casa que compartía con Gerard, porque realmente le dolió que su pareja se haya arrepentido de elegirlo a él, porque ahora se sentía más inseguro que nunca.

  Por otra parte, Gerard se encontraba en aquella casa. Su rutina se basaba en, básicamente, despertar tarde, desayunar, tratar de tocar un poco la guitarra, tratar de escribir, almorzar, llorar, tratar de tocar un poco la guitarra, tratar de escribir, tratar de componer, dormir, merendar, dormir, tratar de leer, llorar y volver a dormir. Sí, sus días se volvían pesados y claramente no la estaba pasando bien. Sus pensamientos siempre rodeaban a Frank, él era en todo lo que pensaba, que si no hubiera hablado con Lindsey Frank seguiría a su lado, que si no hubiera sido un idiota Frank seguiría en casa, que si no hubiera querido pasar tiempo de calidad con él, ahora no estaría llorando por él.
  Mikey, su hermano, lo llamaba cada día para saber cómo se sentía y todos los días parecía ir peor, su estado de ánimo no mejoraba y cada día se sentía más desesperado.

  — Me odia.

  — No creo que te odie, Gerard —Respondía Mikey y Gerard suspiraba, tratando de creerle.

  — Dice que lo apuñalé por la espalda, me odia.

  — Sólo está molesto porque hablaste con Lindsey, pero ya volverá cuando el enojo se le vaya. Debes mantenerte fuerte, Gerard.

  — Lo intento, Mikey, pero... Es difícil, yo... Yo lo quiero a mí lado, dejé todo por él ¿Por qué no me cree cuando le digo que lo amo? —Decía queriendo volver a llorar—.

  — Creo que ustedes deberían hablar, simplemente no pueden seguir así ¡Ustedes se aman! Deberían estar juntos y ser felices por siempre. Ambos se equivocaron y sólo tienen que pedirse perdón y ya —

  — No es tan fácil, Mikey. Frank no quiere hablarme. Cuando vino a buscar sus cosas me ignoró olímpicamente —

  — Entonces haz algo, búscalo, haz todo lo que puedas y si aún así no quiere volver contigo, pues... Al menos estarás tranquilo contigo mismo —Gerard suspiró al escucharlo. Mikey simplemente tenía razón, debía ser fuerte e ir por aquel hombre que amaba.

  Por lo tanto, al cortar la llamada, corrió a su habitación, se arregló y salió, en busca de su amado. Pero cuando lo encontró, se quedó paralizado. Allí estaba, había subido de peso y se había dejado creer un poco la barba, tenía la mirada triste y a Gerard simplemente se le rompió el corazón.

  — Frank... —Susurró, queriendo largarse a llorar y corriendo a su encuentro, parándose frente a él, mirándolo a los ojos. Frank lo miró a los ojos también, sus ojos brillaron pero luego desvió la mirada, mostrándose molesto—. Frank, yo... ¿Cómo estás? —Intentó sonreír Gerard y Frank chasqueó la lengua.

  — ¿Te importa? —Respondió, cruzándose de brazos. Gerard seguía intentando mirarlo directo a los ojos con amor, pero Frank sólo lo miraba con rabia.

  — Claro que me importa, eres mí esposo —Dijo Gerard con firmeza y Frank soltó una pequeña e irónica risa.

  — ¿Esposo dices? Yo no soy tu esposo, no estamos casados —

  — Dijiste que aunque no exista un papel que lo diga, nosotros somos esposos —

  — Pero ya no, ya no somos "esposos", el juego terminó —Habló Frank con rabia en la voz, pero aún con los ojos tristes.

  — ¿«juego»? ¿Todo esto para ti fue un juego, Frank? —

  — Parece que para ti sí. Ya, vete con tu esposa y déjame en paz —Frank quiso irse, pero Gerard lo acorraló con rapidez, frenándole el paso—. ¿Qué haces?

  — Frank, yo te amo. Sabes que te amo —

  — No, no lo sé —Dijo Frank, queriendo irse.

  — Sí, lo sabes. Te amo, Frank, eres mi todo, eres mí esposo y te necesito a mí lado —Ahora Gerard lo tomó del rostro y lo miró con los ojos brillantes por las lágrimas que amenazaban con salir—. Te necesito conmigo, amándote y tú amándome. Te amo demasiado Frank —Y entonces sucedió, no aguantó más y lo besó, lo beso con todo el amor que sentía y se sorprendió gratamente cuando Frank correspondió, derritiéndose en sus manos, tal y como en cada beso—. Te amo, te amo... —Dijo separándose apenas, volviendo a besarlo, haciendo que se pegue a la pared, usando su lengua en aquel beso después, disfrutándolo al máximo. Disfrutándolo aún más que cualquier otro beso.

  Luego de tomar un café juntos, durante el cuál ambos se pidieron perdón y aceptaron el del otro, se fueron juntos a su casa, entraron de la mano y, una vez adentro, volvieron a besarse, sellando su amor una vez más.
  Pero no todo terminó ahí, porque Frank aprovechó cada mínima oportunidad para hacer sentir culpable a Gerard, porque simplemente aún no podía perdonarlo del todo. Cada que veía una oportunidad, lanzaba filosos comentarios al respecto, incluso para librarse de las tareas del hogar, hasta que un día, Gerard simplemente no aguantó más y explotó.

  — ¡Ya basta! —Exclamó, dejando uno de los platos que estaba lavando en la mesada—. Tienes obligaciones al igual que yo, Frank y no puedes huir de ellas diciendo que "Como buen esposo" debería hacerlo todo yo.

  — Jamia no me hablaría así, ella no me reclamaba nada —Contestó Frank con algo de malicia.

  — ¡Me importa una mierda como era Jamia contigo! —Dijo colocando ambas manos en la mesada y luego se giró, encarándolo—. Te estoy pidiendo que te encargues de la basura y actúas como un idiota.

  — ¿Ahora yo soy el idiota? ¿Debo recordarte quién habló con su ex a escondidas? —Lo encaró Frank.

  — ¿Y yo debo recordarte quién me abandonó porque quise pasar tiempo a su lado o quién escribió mil mierdas horribles sobre mí y las cantó en público? —Frank frunció el seño—.

  — ¿Mierdas sobre ti? Sólo canté lo que me salió del alma —Ahora Gerard rió.

  — ¿Así que decir que soy un traicionero hijo de puta y una mierda es lo que te salió del alma? Frank, ya no soporto esto, cada pedido amable que te hago termina en que tú me echas en cara lo que hice. Ya te pedí perdón, acepté mi error y se supone que me perdonaste, no deberías torturarme a cada oportunidad —Decía Gerard desesperado y a punto de llorar por la frustración—. Deja de torturarme, sólo hablé con ella, nada más...

  — Gerard, deja de hacerte la víctima. No eres la víctima de esto —

  — ¿No soy la víctima de tus juegos, Frank? ¿No lo soy? Ya, ya estoy harto de todo esto —Gerard se quitó el delantal y salió de la cocina, directo a la habitación. Frank se quedó allí, sintiendo algo extraño en el pecho.

  El menor terminó durmiendo en el sillón aquella noche y sí, sacó la basura, pero no se animó a perturbar más a Gerard que se quedó dormido luego de llorar un buen rato por la frustración. Se sentía una basura, un idiota y una mierda inservible.
  Al amanecer, Frank no lo soportó más y subió a la habitación dónde Gerard estaba durmiendo, intentó abrir la puerta pero falló pues la misma estaba cerrada con llave. Dió unos cuantos golpes, llamando la atención del hombre de ojos verdes y entonces dijo.

  — ¿Me vas a dejar pasar? ¿O piensas seguir con esto mucho más? El sofá es incómodo... —Al escucharlo, Gerard frunció el seño y le respondió simplemente pidiéndole que se marchara.

  — Vete, Frank. Es... Joder, son las seis de la mañana —

  — Te digo que no puedo dormir en ese sofá. Tengo derecho a dormir en la cama también —Exclamó sonando molesto más que arrepentido.

  — No, no lo tienes. Perdiste el derecho a dormir conmigo en el momento en que me trataste como basura. Ahora déjame dormir —El mayor se acomodó en la cama, dispuesto a seguir durmiendo, Frank hizo silencio un momento y luego comenzó a dar constantes golpes a la puerta, molestando a su pareja.

  — Déjame entrar, déjame entrar, déjame entrar, déjame entrar, déjame entrar, déjame entrar... —Decía de forma repetitiva. Gerard intentó ignorarlo de mil formas, hasta se escondió bajo la almohada intentando dormir, pero falló, simplemente su ruidosa pareja lo estaba molestando por demás. Pero, aún así, fingió estar dormido media hora hasta que Frank se cansó y se marchó. O eso pensó Gerard que al fin pudo dormir tranquilo.

  A las ocho y media de ese día, sonó el despertador en la habitación y Gerard lo apagó aún estando adormilado, se estiró un poco en la cama y se giró para encarar a su pareja y darle su besito de buenos días. Claro que, al girar en la cama, vió que Frank no se encontraba ahí y recordó lo que había pasado, poniéndose triste automáticamente.
  Se levantó de la cama, se vistió y abrió la puerta, sorprendiendose al ver cómo el torso de Frank cayó dentro de la habitación, despertándose por el golpe en la cabeza que se dió contra el suelo.

  — Ay, mierda —Exclamó, sobándose el golpe y sentándose de nuevo , Gerard quiso sobarle el golpe y darle besitos para que no piense en el dolor, pero se contuvo con un rostro serio y pasó a su lado como si nada. Frank lo vió caminar hacia la planta baja y se levantó con rapidez, siguiéndolo hasta la cocina. Allí se sentó al desayunador y le sonrió.

  — ¿Qué vamos a desayunar, Gee? —Preguntó descaradamente, pero el mayor lo ignoró—. ¿Gee? ¿Sigues haciéndote el enojado? —Tampoco recibió respuesta a eso, así que insistió—. Vamos, Gerard. No hagas estas escenitas dramáticas, por favor—. Pero Gerard, quién estaba viendo hacia la cocina, preparándose un café con tostadas, lo siguió ignorando —¿Así que me aplicas la ley del hielo? Bien, si así lo quieres... —Frank se cruzó de brazos y fingió ignorarlo, mirándolo por sobre su hombro de a ratos. Entonces Gerard tomó el plato con las tostadas ya untadas con manteca y mermelada de frutillas, su taza de café y se giró, sorprendiendose al ver a Frank así. Con tranquilidad dejó su desayuno sobre el desayunador y se quitó uno de los auriculares, estaba por preguntarle qué estaba haciendo, pero se arrepintió y se volvió a colocar el auricular en la oreja, tomando su desayuno y llevándolo en dirección a la habitación. Frank se quedó sintiéndose como estúpido unos segundos y luego se levantó de su asiento, siguiendo a Gerard. Sorpresivamente, Gerard ya no estaba en la habitación.

  — ¿Qué? ¿Dónde se fue? —Se preguntó sorprendido, volvió a bajar las escaleras y miró por el gran ventanal hacia el patio, viéndolo en una mesita de jardín, desayunando y viendo las flores.
  Frank se quedó varios segundos admirando aquella escena, Gerard se veía tan pacífico, tan hermoso...

  Frank corrió a su encuentro sin pensarlo y se paró frente a él sin saber bien qué decir. Gerard terminó de tomar un trago de su café y miró a Frank a los ojos, bajando la taza a la mesita con lentitud, estaba esperando que le hable, que diga algo y que ese algo no sea un estúpido reclamo.

  — Yo... Realmente yo... —Y ahí viene, Gerard estaba esperando con algo de emoción, pero mostrándose neutral en todo momento—. Verás... Yo... Realmente no pude dormir bien anoche y creo que... —Entonces Frank suspiró, Gerard creía adivinar lo que estaba por decir y estaba más que emocionado—. Debemos comprar otro jodido sofá, ese parece de piedra y además de ser incómodo es feo. Un sofá cama de roble estaría bien —Puso en su rostro una sonrisa de idiota, cómo el idiota que era por decir semejante idiotez. Gerard tomó sus cosas con calma y se levantó, dispuesto a encerrarse de nuevo en la habitación.

  — Cuándo lo elegí, dijiste que admirabas mi buen gusto —Fue lo único que dijo antes de entrar a la casa y subir directo a la habitación, dejando a Frank sintiéndose realmente estúpido.

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Buenas, buenas....

Sí, ya sé, ya sé... Los abandoné :( pero tengo mis razones (? Igual, aquí estoy y voy a dar todo para volver definitivamente. Mil gracias a todes les que me siguen apoyando en estas historias y que siguen leyendolas. Les amo 😭❤️
Bueno eso, Thony fuera.

Xoxo.

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