T: 02
Después de aquel día, todo parecía ir igual. Todo parecía ser lo mismo y los días daban la impresión de estar nublados todo el tiempo, independientemente de si hacía calor o frío. Es más, ni siquiera podía decir con exactitud cuantos días habían pasado desde que aquellas hirientes palabras ingresaron por sus oídos y se clavaron en su corazón.
Estando en una de las jaulas, viendo a la nada, se sobresaltó por culpa de un alboroto y como era de esperarse, lo había creado Wonho otra vez.
Desde que fueron raptados por esas malditas personas, habían estado todo el tiempo en su forma animal y en jaulas, separados, comiendo apenas lo justo, obligados a hacer trucos tontos con unos supuestos domadores que, en cuanto se rehusaban a hacer algo, los golpeaban con un látigo hasta el cansancio o directamente los sedaban y los devolvían a las jaulas.
Probablemente Wonho estaba destinado a ser su atracción principal debido a que era un león joven, hermoso y robusto, pero él no compartía el mismo pensamiento que ellos y se negaba a todo, sin importar lo que le hicieran. Ya habían intentado ponerlo junto al viejo león domado que a pesar de estar en un estado precario, realmente seguía sus órdenes, quizá por miedo o resignación, pero aún así, Wonho seguía rehusandose.
Los latigazos llovían de muchos sitios y aunque Shownu y él se agitaran queriendo hacer algo por Wonho, poco podían hacer más que gruñir dentro de sus jaulas y ganarse un par de latigazos también.
A veces, mientras miraba a los mayores en esa situación, pensaba que todo había sido su culpa, que si nunca hubiera simpatizado con Minhyuk, tal vez nada de eso estaría ocurriendo y ellos serían felices.
Y libres.
Pero, ¿Como podría sentirse arrepentido de amar a ese rayito de sol? ¿Cómo podría siquiera fingir en repudiar el sentimiento más bonito que tuvo en la vida?
Tal vez era demasiado egoísta, pero se negaba a soltar esos recuerdos de aquel tiempo en el que la calidez de Minhyuk todavía lo abrazaba y no hacía tanto frío...
— ¡Tu turno! —gritó una voz muy cerca de su jaula, entonces tiraban de las cadenas y lo obligaban a caminar, le asustaban con fuego o le mostraban palos y látigos en señal de que estaban preparados para castigarlo tan pronto como se negare a obedecerles.
Los mayores estaban agobiados, agitados y adoloridos para cuando llegó su turno, pues ellos ya habían pasado por el sufrimiento antes que él y aunque también quisieran impedirlo, ya no tenían fuerzas, y solo les quedaba la impotencia de desear regresar el tiempo o de llorar amargamente.
Cuando Jooheon fue arrastrado a otro sitio, habían cosas extrañas que él no conocía del todo a pesar de haber vivido un tiempo entre humanos. Era algo parecido a un taburete donde le estaban obligando a subir y delante de ello había un enorme aro extraño.
La gente comenzó a gritarle que lo hiciera, que saltara y diera su mejor espectáculo, seguían asustandole con fuego y al no ver ninguna reacción, le pegaban con palos.
En aquel momento deseaba tanto convertirse en su forma humana y gritarles que pararan de hacerles daño, que también eran como ellos, que sentían, que lloraban, que tenían el corazón destrozado por uno de los suyos.
No querían ser un espectáculo, querían ser libres.
Desafortunadamente no podía hacer eso, pues aunque la intención en su cabeza fuera buena, tenía más que comprobado que el peor ser sobre la tierra era el humano, y que, si cambiaba de forma, seguramente lo encerrarían profundamente, lo golpearían más fuerte o simplemente lo matarían en el acto para deshacerse de aquella extrañeza que no combinaba con el mundo humano, porque no tolerarían que existiera una especie superior, nunca.
— ¡Salta! —otro golpe que le derribó la estabilidad.
Pensándolo bien, ¿no sería mejor la muerte antes que vivir así? Pero, ¿qué pasaría con Shownu y Wonho si él moría?
— ¡¿Acaso no me escuchas?! —otro golpe y las cadenas obligando a su cuerpo a levantarse— ¡Te digo que saltes!
Ni siquiera tenía tiempo de pensar claramente en lo que esas personas extrañas le estaban pidiendo. Querían que saltara, pero ¿a donde? ¿Por qué?
¿Por qué estaban tan molestos por un salto?
¿Por qué lo obligaban a invertir tanta energía en una cosa así cuando ni siquiera se había alimentado bien en muchos días?
Tenía miedo.
Quería volver con Minhyuk.
Deseaba abrir los ojos y encontrarselo, entonces contarle que había tenido una pesadilla donde unas personas lo torturaban casi hasta la muerte por una tontería. Pero no podía.
Confundido, asustado y adolorido no supo qué más hacer y cedió finalmente a lo que pedían; un salto. Pero su energía era insuficiente y la torpeza de no saber que demonios estaba haciendo realmente, tampoco ayudó. Cayó al suelo dolorosamente, pero obligado a ponerse de pie casi tan rápido como había caído.
Fue entonces cuando comprendió lo que esa gente quería, al verlos llevandolo nuevamente hacia el taburete extraño, usando las cadenas pero esta vez con menos presión que las anteriores.
Saltar a través de un aro, eso era todo.
¿Era necesario tanto castigo para hacer un acto tan ridículo?
Con una mezcla de sentimientos entre dolor, rabia, desesperación, tristeza y miedo, volvió a subir al taburete y esta vez trató de dar lo mejor de sí mismo para poder concretar el salto que hizo un par de minutos después.
Esta vez fue un éxito, y el gozo en aquellas expresiones retorcidas casi le daba náuseas. Estaban usando a un ser vivo como su juguete, como si les perteneciera.
En aquel día fue obligado una y otra vez a repetir aquel acto, pero obedeció en la medida de lo que pudo y así al final del día logró ahorrarse muchos golpes y latigazos. Y cuando fue devuelto a una jaula se dio cuenta que no era la misma que antes porque no miraba a Shownu o a Wonho a su alrededor.
¿Qué ocurría?
— ¿Estás seguro que está domado? —preguntó un hombre de voz vieja y ronca.
Una risita se escuchó provenir de uno de los hombres que sostenía el latigo. Pero de repente le hizo una señal como si fuera a golpearlo, entonces Jooheon instintivamente se asustó y se agachó como si quisiera esquivarlo.
— ¿Lo ve? Estos gatitos siempre ceden. —se burló soltando una risa áspera.
El primer hombre vio la escena con satisfacción y asintió.
— Bien. —miró al hombre del látigo— entonces mañana saldrá al escenario. Más te vale dar un buen espectáculo.
Cuando terminó de hablar, le lanzó una mirada fría a Jooheon y finalmente se dio la vuelta por donde había venido y le dejó ahí con uno de los hombres con látigo que lo vigilaba casi a todas horas, por lo que le era casi imposible convertirse, pues cada vez que eso ocurría, con cada transformación su cuerpo emitía una luz brillante, que en una noche tan oscura podrían ver desde millas de distancia.
Pero en ese momento no le importaban las transformaciones, el hombre del látigo o sus heridas que ardían. Al siguiente día saldría de ahí. Eso significaba que... ¿Podría ser libre muy pronto?
Necesitaba un plan de escape
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