~ Dayna ~
[LEER FINAL PARA ACLARACIONES]
Todos rodeaban al líder en lo alto del pequeño islote en el que se encontraban, juzgándolo de distintas formas pero todas negativas. Excepto su hija, Mérida, la cual se encontraba tras toda esa multitud, tratando de llegar a su padre.
El cielo se comenzaba a oscurecer, las nubes se encontraban listas para dejar caer todo liquido que poseían.
Mérida, preocupada, hace un esfuerzo mayor y empuja a algunos hombres para poder acercarse a su padre. Él, al verla, se alegra y acerca a ella también. Pero la alegría de estos dos fue cortada por un rayo que apareció, haciendo que el líder cayera al salvaje mar.
Todos los presentes se asustaron y, algunos, comenzaban a prepararse para lanzarse en su búsqueda. Pero el segundo al mando los logró calmar, diciendo que comenzarían la búsqueda cuando todo se calme y haciendo que volvieran al pueblo.
Sus planes se vieron interrumpidos por la tormenta que, a una velocidad vertiginosa, aumentaba su potencia. El mar se descontroló, llevándose gente con él.
Unos pocos lograron llegar...
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Tratando de llegar a la superficie, desesperadamente, es llevado otra vez al fondo del mar. Pero no se daba por vencido, logrando en un punto poder vencer las olas y tener una mejor vista del caos. Entre la neblina logró ver una pequeña isla, así que intentó usar las últimas fuerzas que le quedaban para llegar a lo que podía ser su salvación.
Arrastrándose por la arena, pudo refugiarse bajo unas rocas. Recuperando aire, escuchó a otra persona, tosiendo y respirando desesperadamente. Lo reconoció inmediatamente.
Comenzó a buscarlo, gritando desde la arena, hasta que lo encontró en la orilla echado. Lo arrastró hasta el pequeño refugio natural en el que se encontraba, acostándolo sobre unas hojas que volaban por la tormenta.
Se encontraba preocupado por el muchacho. Después de todo, es el hijo de su mejor amigo y segundo al mando.
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Me acerqué a la cabaña, mojada por la lluvia que había cesado hace unos momentos. Golpee la puerta y esperé a que esta fuese abierta. Cuando así fue, pregunté por Mérida. Esta me miró desde donde estaba y me preguntó - ¿Quién eres?
Por mi aspecto, era obvio que no confiarían en mi. Estaba escondiendo mi rostro tras una capucha - Soy quien sabe dónde está tu padre - Al decir estas palabras, su expresión cambió totalmente y corrió hacía mí. Pero esta fue detenida por su segundo al mando.
- ¿Confiarás en esta desconocida, así sin más? - la cuestionó.
- También soy quien los puede proteger y ayudar a recuperar a su madre - Ahora tenía la atención de todos los sobrevivientes - Soy una maga del fuego, no vengo con malas intenciones. Ellistor es un viejo amigo de familia.
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Ambos se encontraban en la orilla, conversando mientras miraban el cielo nublado.
Todo estaba tranquilo, hasta que una joven pasó por la mente del mayor. Inmediatamente, se convirtió en el tema de conversación.
Hablaban de su personalidad traviesa y rebelde, de sus cabellos cobre como los de su padre y los ojos aqua de la madre. De su habilidad con la espada y el arco.
El aprecio que le tenía se notaba en cada palabra que decía, y el brillo en sus ojos cada vez que decía su nombre se notaba desde kilómetros a pesar de la neblina.
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- Sacate la capucha - me ordenó el grandote malhumorado. Sus ojos miel sobre mi me daban ganas de darle una golpiza, pero decidí ir por mi ruta favorita.
Obedeciéndole, me saqué mi capucha e hice una reverencia - Mi nombre es Dayna, oh gran segundón. Perdoneme, dama, por darle tal susto. Pero el frío de la tormenta me venció y tuve que cubrirme con estos trapos - dije con mi voz dramática, sacando una risa de la joven y un gruñido del gigante.
Apenas levanté mi cabeza, alzó su espada contra mi cuello - Dejate de juegos, bruja. Hoy no estoy de humor.
- Eso lo noté... ¡Bueno, grandote! - moví su espada y entré, al fin, a la cálida cabaña - ¡Fue lindo jugar contigo, pero tengo asuntos pendientes con la damisela acá presente! Así que... Si nos disculpas... - le hice señas con mis manos para que se fuera al segundo piso. Este miró a Mérida, quien levantó sus hombros con una sonrisa entre de lastima y risa, logrando hacer que se fuera al piso de arriba, gruñiendo.
- Bueno... ¿Entonces sabes dónde está mi padre? - preguntó la chica volteando hacia mi.
- Si. No debes preocuparte, está bien. Ahora mismo se encuentra en un islote con el hijo del gigante - su expresión cambió, esa noticia la sorprendió bastante. Bueno, era de esperarse. Después de todo, hablamos de su amigo de la infancia.
- Ya veo... - comenzó a mirar detenidamente mis ropas, examinando cada detalle de ellas - ¿De verdad eres una bruja?
- Maga, señorita. Hay una gran diferencia - le corregí.
- Oh, claro. Lo siento.
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Ya unos días habían pasado desde que llegué a acá. Me recibieron bien, aunque sigo teniendo uno que otro problema con el gigante.
Han aparecido más sobrevivientes en estos días, cosa que nos ha alegrado a todos. Pero Mérida sigue esperando a su padre, preguntándome por noticias de él. Yo le respondo lo mismo: "Está en camino".
Ahora me encontraba buscando una forma de detener la tormenta que se aproxima, cosa que será difícil ya que sólo soy una maga de fuego. Bastante útil. Apenas podía hacer mucho si nos encontrábamos rodeados de agua y en el aire hay tanta humedad, pero debo hacer en intento para que no hayan más pérdidas.
A mi lado se encuentra mi familiar, un espíritu de aspecto de zorro que me ayuda con mi magia. Todos me dejaron invocarlo gustosos, menos el grandote, para variar.
Unos gritos se hicieron presentes, interrumpiendo nuestra calma y asustando a mi amigo. Corrí hacia afuera, que era de dónde provenían los gritos, y vi a casi todos viendo al mar.
Cuando volteé al mar, me quedé boquiabierta. Una gran ola se dirigía hacía nosotros, no muy lejos de dónde estábamos. No estaba lista, no sabía cómo pararla. Para mejorar la situación, Mérida y Jurian, el gigante, se acercaron a mi.
- Muy bien, bruja. Haz magia - ordenó él. Pero al ver mi cara preocupada, su expresión cambió.
- ¿Dayna? ¿Sabes cómo parar eso? - preguntó Mérida, asustada.
- Yo... Soy una maga de fuego. Contra eso no puedo. He estado trabajando en detenerlo pero... No estoy lista - los nervios aumentaban cada vez que veía a esa cosa acercarse.
- Genial... - susurró Jurian - ¡Refugiense, todos!
Corrimos todos a refugiarnos en las cabañas. Yo me paré en el medio de esta y grité - ¡Fenx, intentemoslo! - llamé a mi amigo zorro, quien no demoro nada en llegar a mi lado.
Cerré mis ojos y junté mis manos. Fenx se puso en mi hombro y empezó a transmitir energía por todo el edificio. Las llamas comenzaban a nacer en mis manos, mientras me preparaba para hacer una barrera de fuego, que pudiese frenar aunque sea un poco de agua para empequeñecer la ola que nos amenazaba. Cuando fue el momento, lancé el hechizo, deseando que funcionase.
Abrí mis ojos y vi a todo mundo dirigiéndose a las ventanas. Yo no fui menos y corrí a ver. Pero hubiese sido mejor no haber mirado, pues la ola seguía viniendo igual de grande pero a menor distancia que antes.
- No... - susurré mientras retrocedía y todos me miraban - No, no, no, no... - Fenx se acercó a mi y me trató de animar con caricias por mis piernas.
- Hiciste tu mejor esfuerzo - dijo Mérida, acercándose por detrás mío. Al voltear a verla, pude ver al fondo al grandote apoyado en una pared, viéndome con frustración.
La ola ya estaba a poca distancia de nuestra ubicación, mientras todos esperábamos nuestro final. Ordené a Fenx que se fuera a su mundo y el, triste, me obedeció. Después de eso, simplemente me senté en suelo a esperar a que todo ocurriera.
Pero lo que ocurrió no fue lo que esperábamos. La ola nunca llegó.
Todo el mundo salió de sus "refugios", a ver qué había pasado. Y pues lo que había pasado, fue que una gran barrera de barro salió de la nada, bloqueando su paso.
- ¿Cómo...? - Jurian, que se encontraba a mi lado, tenía una expresión de fotografía. De ser otra la situación, ya me estaría riendo.
- Magia, gigante - respondí - Se llama magia.
- ¿Tú lo hiciste? - preguntó, sin percatarse de cómo se veía.
- No. Yo sólo controlo el elemento del fuego. Debió ser un mago de la tierra.
- Exactamente - dijo una voz desde nuestras espaldas. Rápidamente dirigimos nuestras miradas a la recién llegada. Esta traía una capa que, a diferencia de la mía que sólo era una simple capa de color escarlata y negro, era café con unos bordados de colores.
- ¿Quién eres? - preguntó el gigante, recuperándose de su asombro.
- Soy Garsea, una maga de la tierra como dijo acá la maga de fuego - respondió formalmente la chica.
- ¿Por qué nos ayudaste? - preguntó Mérida.
- Soy una vieja amiga de tu padre, Mérida. Te conozco desde que eras una bebé - esto provocó un leve sonrojo en la nombrada, sacando una pequeña risa burlona de mi.
- Entonces, ¿sabes dónde está? - interrumpí yo.
- Si, le ayudé algo. Él no quiso aceptar al principio mi ayuda, quería hacerlo todo solo - pude reconocer un suspiro de la hija del nombrado.
- ¿Llegará pronto? - pregunta Jurian.
- Puede que en un par de días - una gran sonrisa apareció en el rostro de Mérida, y el grandote se veía bastante aliviado - Pero también me gustaría pedirles un favor... Mejor dicho, a la maga.
Eso nos tomó a todos por sorpresa. Recordando la cara del gigante, cambié mi expresión (para no verme como él) y hablé - ¿Qué quieres de mi?
- Un pueblo amigo ha sido atacado y secuestraron a la esposa del líder. La obligarán a casarse con el hijo del líder del otro pueblo - Vaya enredo de pueblos...
- ¿Pero no puedes tu sola?
- No, es imposible. Tienen a un mago demasiado poderoso de agua de su lado.
Un mago de agua. Esas palabras provocaron una sensación cálida en mi pecho que desapareció rápidamente, siendo reemplazada por frío. Traté de que no se notara y decidí asegurarme de que lo que pensaba no era cierto - ¿Sabes el nombre de ese mago? Puede que lo conozca.
- Creo que es Dmitrei - el corazón se me detuvo al escuchar ese nombre. Era él - ¿Lo conoces?
- Si... Hace años que no lo veo... - el sólo hecho de escuchar su nombre me hacía más débil. ¿Tendría que pelear con él? ¿Me recordará? No sé si quiero que alguna de esas dos pase...
- Entonces, ¿me ayudarás?
No sabía qué hacer, qué responder. Lo quería ver, pero no de esa manera. Mérida dio un paso al frente y habló - Puede que no sea de mucha ayuda, pero puedes contar con nuestro pueblo - la cara de Jurian me está sorprendiendo bastante hoy. Esas expresiones que nunca pensé que vería en su aburrida cara.
- Yo... Te ayudaré - dije por fin - Puede que encuentre una forma más pacifica de arreglar esto o, si no les molesta, una más... "Sucia".
- ¿Hacer trampa? - Pregunta Mérida, confundida.
- Mi estilo son los engaños, cariño - Dije orgullosa.
- ¿Está bien si vamos en tres días?
- Lo encuentro perfecto, pero debo consultarle a alguien antes - Junté mis manos frente a mi pecho, haciendo un círculo de fuego a mi alrededor. Sobre mí, se abrió un pequeño portal del cual salió mi pequeño Fenx. Este saltó a abrazarme, feliz de que siguiera respirando.
- Lindo familiar - dijo Garsea.
- Oye, Fenx. ¿Qué te parece la idea de ayudar a quién me salvó, rescatando a una amiga de ella en tres días? - él aulló contento, sacando una pequeña risa de las dos chicas presentes. Luego, le susurré - Y puede que veamos a Dmitrei... - Al decir esto, él comenzó a saltar emocionado.
- Pues está decidido. En tres días iremos.
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Al divisar la cabaña, corrieron hacia ella. Por fin, después de un largo tiempo, volverían a casa.
Al llegar a la puerta, la abrieron lentamente. Todos los que se encontraban dentro vieron a los recién llegados, con un asombro indescriptible. Garsea y yo, en cambio, teníamos una sonrisa.
La joven de cabellos cobrizos que se encontraba en la sala, corrió a abrazarlos, llorando de alegría.
- Tranquila, hija. No llores - la calmó su padre.
El chico a su lado, buscó con la mirada al gigante. Pero al no encontrarlo, decidí hablar - Jurian no se encuentra ahora mismo. Fue a dar una vuelta o algo así - Vaya, que tranquilizadora soy - Pero volverá pronto, te lo aseguro.
El momento emotivo fue interrumpido por la llegada de nuestros familiares. Fenx venía tras Uhro, el familiar de Garsea, el cual es un búho - ¡Ya es hora! - Y puede hablar.
- Lo sentimos, pero nosotras debemos irnos ya - dije y corrimos hacia la puerta.
- Yo voy con ustedes - dijo Mérida, deteniéndonos.
- Mérida, es muy peligroso. Dmitrei no es cualquier mago.
- Me da igual, iré con ustedes - acto seguido, salió de la cabaña en dirección al pueblo enemigo.
- No se preocupe, Ellistor. La cuidaremos - le dijo Garsea para luego salir corriendo tras ella.
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Llegar al pueblo ha sido bastante complejo. Nos estamos demorando más de lo calculado debido a que Mérida no tiene magia para movilizarse más rápido, aunque presiento que ella será de bastante utilidad.
Ya estaba atardeciendo cuando pudimos divisar el pueblo. Nos posicionamos en un monte que había al lado para observarlo todo sin ser vistas. Aunque llevábamos todas puestas nuestras capas.
Desde arriba se podían ver unas tiendas en lugar de casas o cabañas. En medio del pueblo se encontraba una tienda más grande que las demás. A un costado de todo, se podían ver arreglos de boda.
- Será pronto... - Dijo Garsea.
- Se encuentra bajo la tienda grande - dijo Uhro - Allí dejan a los prisioneros.
- Yo creí que los dejaban arriba y no había un "abajo" - Yo no entendía nada de lo que decían. Nunca me había encontrado en un lugar así.
- Eso hacen, pero a los de "mayor importancia" los dejan abajo.
- Será un reto llegar a allá - hablé, al fin - Está todo plagado de guardias.
- Es por eso que ni siquiera pondrán un pie en el pueblo, excepto para prisión - un guardia nos sorprendió por la espalda y nos atacó con su lanza. La esquivamos sin problemas y tratamos de huir, pero nos habían rodeado.
- ¿Hm? ¿Un montón de guardias contra tres chicas? No es justo - comentó Mérida.
- Si, para ellos - dije para luego lanzar proyectiles de fuego a los guardias que se encontraban frente a mi. Puede que no sepa detener una ola, pero mi fuerte es la ofensiva.
Garsea comenzó a levantar las rocas para atacar a nuestros oponentes, y Mérida disparaba flechas a una velocidad increíble. Nuestros familiares nos otorgaban energía, fortaleciendo nuestra magia.
De pronto, uno de los guaridas sacó un cuerno con incrustaciones de zafiro y lo sopló, ocasionando un fuerte ruido.
- Mierda... - Garsea sabía lo que pasaba, y yo creo que también.
Los guardias comenzaron a retroceder para cuando llegó él, propulsándose por el aire con su magia de agua. Mi corazón se comenzó a acelerar al verlo llegar, igual a como lo recordaba. No me podía ver el rostro por la capa.
- Mérida, Garsea, corran. Yo lo distraigo - les dije - Encontraré una forma de salir de esta, no se preocupen - Ellas obedecieron y corrieron junto a los familiares.
Él pareció reconocer a Fenx, pero no dijo nada al respecto - ¡Vayan tras ellas! - exclamó a los guaridas, los cuales obedecieron al instante. Ahora éramos solo él y yo - No sé quiénes son ni qué quieren, pero esto se acaba ahora.
Ese tono, esa forma de hablar. No, no es él. Le debieron lavar el cerebro o algo similar. Ese no es el Dmitrei que conozco.
Comencé a preparar mi magia para atacar, pero mis manos temblaban. No era capaz de lanzar ningún hechizo en su contra. Él, en cambio, no dudó en comenzar a disparar en mi contra. Decidí huir con mi magia, propulsándome con mi fuego. Dmitrei fue tras de mi, disparándome sin parar.
Fui volando al rededor de las montañas, esquivando sus ataques a penas. Hasta que me dio de costado, haciendo que chocara contra una roca y quedara inconsciente.
~•~•~•~•~•~
Desperté amarrada a un palo, en lo que pude suponer que era la tienda del centro del pueblo. Por la luz del sol que entraba por la puerta, pude suponer que era medio día.
Mi cabeza no dolía tanto como esperaba. Lo único que dolía era el hecho de saber que la persona que amo no es la misma y me atacó sin piedad.
Comencé a escuchar unos pasos fuera. Miré a todos lados, hasta que se me ocurrió una idea. Escalé el palo hasta llegar al techo y me escondí tras un tronco que había arriba.
A la tienda entraron tres personas. Dmitrei, un guardia y una mujer tapada con unas telas bastante finas.
Ella fue la primera en hablar - ¿Dónde está la intrusa?
- Yo... Er... - el guardia se veía completamente nervioso, examinando la habitación. Dmitrei hacia lo mismo, pero con una expresión diferente. Estaba preocupado.
- Me están diciendo que no sólo dejaron escapar a dos jóvenes, sino que también a la que capturaron - La voz de la señora era intimidante. El guardia no podía hablar - Busquenla por los alrededores, no puede andar lejos - dijo abandonando la tienda, seguido del guardia. Dmitrei, en cambio, se quedó inspeccionando.
Mis brazos no podían más, así que decidí moverme para buscar una forma más cómoda. Pero en lugar de eso, logre hacer que las amarras se apretaran más, haciendo que dejara escapar un quejido. Él miró a mi dirección, mostrando un alivio gigante en su rostro.
- ¿Quiere que le ayude, m'lady? - Ése es el Dmitrei que conozco.
- Eres tú... Volviste... A ser tú - No sabía qué más decir. Estaba demasiado sorprendida cómo para seguir su juego.
- Si, gracias a ti - Esas palabras me dejaron más confundida y sorprendida de lo que estaba - Después te lo explico. Ahora, deja que te ayude a salir de acá.
Subió hasta dónde estaba y deshizo las cuerdas mágicas que me mantenían prisionera (y, seguramente, él hizo). Para evitar que me cayera, me tomó en sus brazos y me bajó.
- Pude hacerlo yo sola, ¿sabes?
- Sólo me quería asegurar - dijo, guiñándome un ojo. Cómo le extrañaba.
- Ahora ¿cómo salimos sin ser vistos?
- Te llevaré atada, como si te estuviera cambiando de prisión.
- ¿Seguro que servirá? - a ese plan no le veía mucho futuro, la verdad.
- Acá me tienen bastante confianza.
- Se nota... - El recuerdo de él ordenando a los guardias venía a mi mente.
- Tranquila - de sus manos nacía un aura azul, dónde se comenzaba a formar una soga mágica. No me daba mucha confianza, después de todo, al ser un mago de agua, esa soga drena mis poderes. Comenzó a atar mis manos y susurró en mi oído - Todo irá bien.
- Podrías dejar de aprovecharte del momento y simplemente sacarme de acá - bromeé.
- ¡Rayos! Fui descubierto... - dijo en broma.
Comenzamos a caminar por el pueblo, con Dmitrei "empujándome" por la espalda. Todos lo saludaban alegres, ignorando mi presencia.
Cuando ya íbamos saliendo del pueblo, un guardia nos detuvo - ¿A dónde la llevas?
- Aryadna me ordenó mantener un ojo en ella. Sólo me la llevaré a mi caminata diaria - Como se la crea, esto de recuperar a la amiga de Garsea no será tan difícil como creíamos.
- ¿Es buena idea?
- ¿Dudas de mis habilidades? - preguntó con el tono que utilizó ayer.
- No, Dmitrei - dijo, permitiéndonos continuar.
Ya lejos del pueblo, fui libre, otra vez, de las amarras y nos detuvimos a hablar.
- Muy bien, ahora me lo explicas TODO - le exigí.
- Muy bien, muy bien - él suspiró y comenzó - Después de que nos separaran, la jefa de este pueblo, Aryadna, me pidió que me uniera a ellos. Obviamente, me rehúse.
- ¿Por lo que te lavó el cerebro? - interrumpí.
- Al parecer, si - respondió en un suspiro - Pero el volver a verte me trajo un montón de recuerdos, haciéndome volver a la realidad - me dio una tierna sonrisa, la cual correspondí. Luego, prosiguió - ¿Y qué me dices tú? ¿Qué hacías intentando entrar a allá?
- Íbamos, junto a una maga de tierra y una guerrera, a salvar a la mujer que tienen cautiva y obligarán a casar con el hijo de Aryadna.
- ¿Una maga de tierra? Wow. Aunque de seguro no es tan sorprendente como nosotros.
- Ella pudo detener una ola... Y yo no - dije bajando la mirada, frustrada.
Él tomó mi mentón y me obligó a mirarlo - Oye, no te preocupes. Tu eres una gran maga ofensiva, no defensiva. Es por eso que éramos equipo ¿no?
- ¿Éramos? - pregunté, haciendo un puchero.
- A no ser que la niña quiera lo contrario - sacudió mi pelo riendo y, luego, me abrazó - No sabes cuánto me alegra verte, Day.
Le correspondí el abrazo sin dudarlo - Ojalá pudiera decir lo mismo - Si no hago esto, no soy yo.
Se separó un poco de mi y se quejó - Me mataste la escena y mis sentimientos.
- Si sabes que te extrañé, tonto - dije, volviéndolo a abrazar.
Luego de el momento cursi, nos dirigimos al pueblo, hablando y riendo como solíamos hacer.
Al llegar, nos encontramos con la sorpresa de que no había nadie fuera. No había ni un ruido.
- Este... Lindo pueblo - dijo Dmitrei, rompiendo el silencio.
- ¿Qué pasó...? - ¿Y si habían ido en mi búsqueda? ¿Y si fueron invadidos? ¿Y si...? Una idea pasó por mi mente, haciendo que me sobresaltara y asustara al chico a mi lado - ¿Puedes invocar a tu familiar?
- ¡Oh, claro! - Juntó sus manos e invocó el portal, levantando un poco el agua del mar. Del portal, salió Garyall, un pequeño lobo marino - Gar, ¿puedes rastrear a Fenx? - El pequeño me miró y brincó de alegría. Luego, comenzó a olfatear para buscar su olor.
~•~•~•~•~•~
Por lo visto, se encontraban en una gran cabaña sobre una colina de la cual nadie me contó. Genial, ¿no?
Al entrar a allí, vimos a todos prestándole atención a Ellistor y Mérida, los cuales estaban en el centro de todos. Apenas dimos un paso, todos voltearon a vernos.
Todos reaccionaron alegres al vernos, excepto Mérida y Garsea, quienes reconocieron a Dmitrei. Ellas se dirigieron hacia nosotros, dispuestas a atacar.
- ¡Nos traicionaste! ¡Lo guiaste al pueblo! - me acusó Garsea. Eso no me lo esperaba, menos de ella.
- ¿Qué? ¡No! Él no es malo - exclamé, colocándome frente a él - Aryadna lo controló, pero su hechizo desapareció.
- Mejor dicho, Day me salvó - habló Dmitrei, interrumpiéndome.
De entre la multitud, apareció Fenx, el cual corrió a abrazarnos a ambos.
- Está bien - Mérida guardó sus armas e hizo una seña a Garsea para que se calmara, cosa que hizo a regañadientes - Yo te creo.
- Disculpen, pero debemos seguir pensando en el plan para rescatar a la esposa de Jan - dijo Ellistor - Ahora que tenemos a los tres magos, estamos en ventaja.
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Luego de planear todo, me dirigí con Dmitrei a caminar por las montañas.
Queríamos un momento tranquilo para poder estar juntos. Después de todo, ya eran casi tres años desde que no nos veíamos.
- Vaya que es simpática la maga de tierra - comentó sarcástico.
- Es sólo que se puso nerviosa.
- Si, suelo tener ese efecto en la gente. Aunque hay que admitir que es bastante guapa - bromeó con una sonrisa pícara, ganándose un zape de mi parte - ¡Auch! ¡Que era chiste, celosa!
- ¿Celosa? Mira quien habla. El que no era capaz de dejarme practicar magia con mi primo por celos.
- ¡¿Cómo iba a saber yo que era tu primo?!
- Hm, no sé. ¿Preguntando, tal vez? - él simplemente calló, haciendo que se me escapase una pequeña risa - Está bien. Pasado pisado.
- ¡Oye, mira! - exclamó apuntando a una cascada. Él corrió hacia a ella como si fuese un niño pequeño yendo por su dulce.
Se sentó en la orilla del agua y se la quedó viendo. Yo, para no quedar atrás, me senté a su lado.
- No me puedes negar que es hermoso - dijo sin quitar la vista de "su dulce".
- De poder, si puedo. Pero no digo nada - me miró arqueando una ceja, a lo que yo sólo suspiré y me recosté en su hombro - Si, es hermoso.
Él, abrazándome, volvió a dirigir su mirada a la cristalina agua - ¿Fue buena idea que viniera?
- ¿De qué hablas? - Esa pregunta me tomó por sorpresa.
- Acá no parecen aceptarme. No confían en mí - Su tono divertido había cambiado a uno serio.
- Lo harán - tomé su mano libre y la acaricié - Sólo dales tiempo.
Dmitrei entrelazó nuestros dedos y acurrucó su cabeza junto a la mía. Luego, con su otra mano, levantó mi cara y me dio un tierno y corto beso en los labios - Te amo.
Comencé a reír suavemente - Ven aquí, tonto - dije, acercándolo a mi y juntando nuestros labios, otra vez, pero en un beso más largo y apasionado.
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Pues... Si, estos son mis sueños, o, por lo menos, los que más disfruto y quiero compartir con ustedes. Suelo tener sueños bastante largos, como ven 😅 Pero eso los hace más entretenidos.
Si quieren, podría intentar hacer la continuación de algunos, pero sólo si la mayoría quiere ^^
Y pues... Para los chilenos...
Que pasen unas lindas Fiestas Patrias 🎉
Nos vemos 😉
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