Bruce se mantiene en silencio después de escuchar el relato.

El lugar donde se reúnen es su guarida secreta, un cuarto de hotel, el lugar huele a Omega en celo ligeramente, Dick ha tomado sus supresores pero estos tardaran en hacer efecto, la única razón por la cual no está afectando a Bruce es porque ha sido reclamado por su hijo.

-Fue un error por mi parte mandarlos a patrullar juntos- concluye, llevándose la mano a la cabeza, aquello es un error terrible.

-Lo lamento Bruce-le dice Dick con los ojos anegados en lágrimas, se siente avergonzado y aterrorizado al mismo tiempo. –Yo soy el adulto y tu confiaste en mí, debí llevar mis supresores, comprometí la misión, lo siento tanto – dice sin poder dejar de llorar.

-No puedes impedir tener celos Dick, no es tu culpa ser Omega- le dice Bruce, su voz es calmada, como si le hablara a un niño y no a un veinteañero.

Dick llora quitándose las lágrimas de los ojos y limpiándose la nariz, es un desastre, un manojo de nervios y emociones, a su lado Damián esta serio y callado, comparte una mirada con su padre y luego baja los ojos al suelo.

-Ustedes dos han vivido demasiadas cosas en poco tiempo, regresemos a Gótica- les dice el mayor, Damián lo mira retirarse parece como si después de la noticia su padre hubiera envejecido veinte años.

Cuando les deja solos Dick aún tiene las pestañas húmedas pero ha dejado de llorar.

-No has dicho nada, ¿Tu qué piensas?- le pregunta Dick con la voz afectada.

Damián no responde al momento se pone de pie y cierra las maletas para llevárselas a donde su padre los espera.

-No hay mucho que pensar, ahora eres mi Omega y yo tu Alfa, no estoy disconforme, pero lamento que tu estés atascado conmigo- le dice Damián con tristeza en su voz, sus ojos no miran al otro, van a las pastillas en el buró, Dick ya ha tomado las pastillas de emergencia.