Mis padres me decepcionaron, y mucho.

Nunca pensé que esas personas que cuando eras pequeña adorabas podrían caerse de ese precioso pedestal en el que estaban en tu vida.

La verdad no me interesa mucho, he perdido a mucha gente a lo largo de mi corta vida, porque también pierda a unos padres que no me apoyan de ninguna manera no me voy a morir.

Duele. Pero el dolor pasa, aunque luego quede cicatriz.

El problema es que hemos peleado por Skype, quiero tener clases particulares de Mates, voy mal y las necesito.

Ellos me han dicho que no pueden gastar su valioso dinero en eso y, encima me han reprochado por estudiar "demasiado"

¿Demasiado?

¡Estudio para aprobar!

He cogido algo de ropa y una botella de agua junto a una bolsa de patatas fritas para meterlo todo en una mochila y salir de casa después de coger mis llaves.

Dios no me puedo creer que esté en la puerta de la casa de Inuyasha.

Ayame tiene demasiados hermanos como para tener espacio en su casa para mi.

Él es el único que queda...

Dios... acabo de tocar el timbre.

Oigo pasos.

- ¿Kagome?

- ¿Puedo dormir hoy aquí?

Ellos vienen hoy y no tengo ganas de verlos... necesito alejarme.

- Claro - dice y acaricia mi cabeza- ya era hora de que conocieras a tu suegra

-¡Idiota!- digo cuando entro en su casa

- ¿Qué es ese jaleo? Oh, una señorita, - el hombre sonrió- soy el padre de este tonto de aqui, ¿es tu amigo?

Niego con la cabeza

- somos conocidos

El hombre rió y llamó a su mujer

- Hola Kag-chan, estoy muy feliz de que estés aquí. ¿Te quedarás a dormir?

- Si. - dijo Inuyasha

Él agarró mi mano y me llevó a la que sería mi cama

- ¿Quieres contarle algo a tu conocido favorito?