Capítulo 6
"Te voy a responder la pregunta que tanto te mortificaba:
"mi amor, no eres solo
una cosa en mi vida"
porque mi vida ya no me pertenece.
Ahora tu siempre eres yo."
—Jean Paul Sartre
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—¿Como que Sven? —pregunto, mirándola. Leer a mi madre es mucho más fácil que a Sven.
La miro como si le hubieran salido dos cabezas. ¿Pero cómo narices conoce a Sven?
—¿Os conocéis? —digo, señalándolos a los dos.
—¡Pues claro! —responde mi madre, como si fuera lo más normal del mundo.
Mi cabeza es un caos, intentando entender algo, porque para mí Sven es un completo desconocido. Tal vez lo conoció aquí en la tienda, ya que trabaja cara al público.
—Me alegro de que hayas seguido mi consejo —dice mi madre a Sven, con algo en la mirada que no acabo de pillar. Tiene un brillo en los ojos, ¿orgullosa, quizá?
—Sí —responde él con su típico desinterés—. ¿Y vosotros de dónde os conocéis?
—Es mi madre —respondo rápido, preparándome para hacerle la misma pregunta—. ¿Y vosotros de dónde os conocéis? —añado, sin disimular ni un poco mi curiosidad.
—Nos conocimos en... —intenta responder mi madre.
—Aquí, ¿dónde más? —interrumpe Sven, cortándola sin miramientos.
La cara rara que pone mi madre con su respuesta no pasa desapercibida. Se miran el uno al otro, y aunque no tengo ni idea de qué va todo esto, seguro que lo averiguo en cuanto salgamos de aquí.
—Es... Sí, sí, eso —responde mi madre, tartamudeando un poco.
Está mintiendo, lo sé. Debemos tener alguna maldición familiar, porque somos pésimos para mentir, lo que solo aumenta mi curiosidad. ¿Qué demonios están escondiendo estos dos? mis pensamientos se ven interrumpidos por Matt, que aparece corriendo.
—Perdón por la tardanza —dice Matt, y al levantar la vista ve a mi madre—. ¡Hola, Ellen! Cuánto tiempo —añade mientras se acerca para abrazarla.
Por el rabillo del ojo veo cómo Sven pone los ojos en blanco. Sonrío ante su actitud infantil; lo hace con tanta naturalidad que seguro ni se da cuenta cuando lo hace.
—¡Madre mía, Matt! —exclama mi madre emocionada—. Cómo has crecido. Pensé que vosotros dos estabais peleados o algo —suelta de repente, y no creo que haya nada más vergonzoso que eso.
—Sí, estábamos un poco... eh, distantes, pero creo que, si ella quiere, podríamos volver a lo que éramos antes —dice Matt, y siento su mirada sobre mí, quizá esperando una respuesta.
—Eso es tan bonito —responde mi madre de repente—. Bueno, necesito confesar algo —añade, haciendo una pausa dramática que me pone en alerta—. Pensé que vosotros dos ibais a ser novios cuando erais más jóvenes.
Retiro lo que dije antes... Esto es mucho más vergonzoso. Odio a mi madre por esto.
—De hecho, Matt, esperaba un poquito más de ti —dice, señalándolo con el dedo índice, y veo cómo Matt se pone pálido de la vergüenza.
—¡Mamá! —grito, roja de vergüenza—. Lo siento, Matt. Mi madre, lamentablemente, no tiene filtro, habla más de la cuenta. Ya la conoces —digo, tratando de sonar casual, aunque por dentro estoy hecha un manojo de nervios.
—Siento interrumpir esta fantástica reunión familiar, pero estamos en un local público y tengo más clientes que atender —dice Sven con su cortesía habitual, y por primera vez le agradezco que sea así.
—Siempre tan educado, ¿verdad? —responde mi madre con sarcasmo.
—Siempre —admite Sven—. Son siete dólares —añade, y nos miramos sin entender—. Las bebidas, ¿en qué mundo estáis?
—¡Ahh! —exclamamos todos juntos en unísono.
Matt se apresura a pagar, pero intento detenerlo. No hay manera; incluso trato de dividir el monto, pero lo rechaza rotundamente. Cogemos nuestras bebidas y empezamos a caminar hacia otro lado. Siento una extraña sensación que me deja un poco desconcertada, como si alguien me estuviera observando. Instintivamente miro hacia atrás y veo al chico de pelo oscuro. Esta vez, no es una mirada de fastidio ni incómoda, como suele ser cuando estamos juntos.
Es diferente; puedo sentirlo. Levanto mi mano vacía y me despido sutilmente. No sé si estoy loca, pero veo cómo se dibuja una pequeña sonrisa maliciosa en su rostro. Debería ser un crimen que lo haga, porque es hermoso, aunque jamás lo admitiría. Por primera vez, veo una pequeña emoción en su rostro, y siento que mi corazón da un vuelco. Me doy cuenta de cómo brotan pequeñas mariposas en la parte baja de mi vientre. Rápidamente me doy la vuelta, tratando de olvidar esta extraña sensación. Empiezo a caminar, escuchando a mi mamá y a Matt hablando, pero sus voces parecen distantes. No puedo dejar de pensar en lo que acaba de pasar con Sven. Vuelvo a la realidad con Matt escupiendo su bebida y lo miro como si estuviera loco.
—¡Qué asco! —digo mirándolo.
—Esto está horrible —dice Matt, disgustado—. Ellie, coge la factura de mi bolsillo; voy a cambiar esta porquería.
Me acerco a él, ya que tiene ambas manos ocupadas, y con cuidado meto la mía en su bolsillo delantero. Me siento un poco incómoda estando tan cerca de él; se siente íntimo y a la vez incorrecto, y no entiendo por qué me siento así. Miro la factura y me doy cuenta de que mi bebida no ha sido cobrada. Miro el papelito, algo aturdida, preguntándome si tal vez se olvidaron de cobrarme.
—¿Tu bebida está bien? —me pregunta Matt—. Esto es inaceptable —añade, indignado—. Voy a poner una denuncia por el mal servicio y la mala calidad del producto.
—Lo mío está bien —responde mi madre, tomando un sorbo de su bebida caliente.
—Sí, el mío también —digo, mientras pienso en la posibilidad de que Sven haya hecho esto a propósito.
«Claro que lo hizo» responde una voz molesta en mi cabeza.
—Ellie —escucho a mi mamá llamarme, interrumpiendo mi línea de pensamiento.
—Sí —contesto—. Chicos, adelante, vuelvo en un minuto —digo mientras recojo la bebida de Matt.
—Voy contigo —dice Matt—. El tipo es un idiota.
—Mira la boca —le dice mi madre a Matt.
—Lo siento, pero me está poniendo de los nervios —responde él.
—Nadie necesita ir conmigo, sé cómo tratar con Sven —digo, sabiendo que es la por mentira.—. Caminen despacio, los veo luego.
Tan distraída estaba que no me di cuenta de que ya habíamos salido del centro comercial. Subo por la cinta y camino hacia el piso de alimentación. Me doy cuenta de lo lejos que hemos caminado. Cargo dos vasos de bebida y finalmente llego al piso de alimentación, dirigiéndome a la tienda donde trabaja Sven. Pero, para mi sorpresa, el que está en la tienda es otro empleado.
—Hola —digo, tratando de sonar cortés mientras me acerco al chico que está limpiando.
—Hola —responde él, con una sonrisa amistosa—. ¿En qué puedo ayudarte? —pregunta, mirando los dos vasos que tengo en las manos.
—Quiero hablar con Sven —digo, un poco nerviosa.
—Ah... pues ahora no va a poder ser. Está en su pausa —dice con simpatía.
—¿Y puedo ir a buscarlo? —pregunto, sintiéndome algo torpe.
—Sí, claro —responde, divertido por mi nerviosismo—. De hecho, creo que debería estar esperándote. Me dijo que, si venía una chica con tu descripción, te mandara allí —añade, haciendo una pausa—. Solo sigue por el pasillo hasta el final. Verás una puerta a la izquierda que pone "Acceso restringido solo para trabajadores". Encontrarás otra puerta que da a la calle. Él debe estar ahí, fumando.
—¿Cómo que me esperaba? —pregunto, algo confundida.
—Lo siento —responde—. ¿Quieres que tire esto a la basura? —dice señalando la bebida de Matt. En ese momento, siento cómo me hierve la sangre de la rabia.
—¿Qué? ¿Sabías? —exclamo, molesta—. Debería haber dejado que Matt viniera a quejarse de todo esto —digo, sintiendo que mi frustración va en aumento.
Echo la culpa al pobre chico que está hablando sin parar, pero ni siquiera le hago caso porque estoy tan cabreada que ni le escucho. Me dirijo hacia la puerta que me indicó, la abro con más fuerza de la cuenta y llego al final del pasillo. Abro la última puerta que me separa de Sven.
Una brisa ligera me recibe al salir, moviendo mi pelo. Me quedo un momento mirando el cielo, que se divide en púrpura y naranja con el sol en medio, creando una imagen casi mágica.
Pero ni siquiera el panorama increíble puede calmar mi rabia. Allí, apoyado en una pared, está Sven, perdido en sus pensamientos que ni se da cuenta de lo que pasa. El sol se refleja en su cara, y al mirarlo así parece un ángel. Su rostro luce sereno y tranquilo, pero todo eso es una fachada. Porque en realidad, es un demonio travieso.
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Hola :)
¿Como están?
Perdón por el capítulo chiquito 🙁
Pero, di positivo por covid, y lo escribí con 39,5 de fiebre.
"Se me quiso 🤧"
Gracias por sus votitos 🙏🏻
Envíame energías positivas
Para que pueda mejorar pronto 🥺💙
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