Capítulo uno.
|Jesús y Daniel Oviedo en multimedia|
Jesús
El coche se para justo delante de una casa muy familiar bajo mi punto de vista. Está lloviendo pero se puede apreciar que sigue igual que siempre. Sigue blanca con el techo color marrón tirando a beige. Tiene el porche sujeto por varias columnas y si no recuerdo mal hay unos bancos en los laterales donde solía jugar con ella.
— La casa es de los Gómez — musita mi madre cuando mi padre se lleva la llave del coche al bolsillo - ¿Os acordáis de ellos?
Todos asentimos incluido mi padre. Mis padres eran muy amigos de esta pareja y mi hermano y yo de su hija Valeria si no me equivoco. Pero después de algún contratiempo con el tamaño del cuerpo de nuestra pequeña amiga, todo se torció.
— Creo que los comentarios sobre su físico, esta vez, te los puedes ahorrar ¿No? — cuestiona mi hermano alzando una ceja cuando ya hemos salido del coche.
Entreabro la boca para contestarle algo pero acabo riéndome.
Valeria fue nuestra amiga hasta que un buen día, me junte con una niña rubia que me prohibió ser su amigo. Valeria era gorda y la rubia era guapa, así que ni me lo pensé y empecé a olvidarme de ella.
Después me satisfacía meterme con ella y es lo que hice. Durante una serie de años mi pasatiempo favorito era meterme con ella.
Sinceramente me arrepiento, pero en ese momento me divertía y sabiendo como soy, volveré a hacer algún comentario sobre su sobrepeso.
— No creo que pueda controlar mi boca — respondo con una media sonrisa antes de llegar a paso rápido, por la lluvia, al porche.
Subimos los cuatro escalones hasta llegar a la puerta principal y picamos al timbre. Mientras esperamos a que nos abran mi madre y mi padre entablan una conversación o más bien, discusión sobre haber traído vino y no un postre.
El sonido de tacones proveniente desde el interior de la casa hace que mis padres dejen de discutir y se disponen a sonreír. Miro a mi hermano y esta rueda los ojos.
— ¡Eva! — un pequeño chillido proviene de la mujer que nos ha abierto la puerta — ¡Carlos!
— Isabel — mi madre se acerca para darle dos besos y ella se los devuelve sonriente.
Hace lo mismo con mi padre para después dejarles pasar para dentro.
— ¡Que mayores estáis! — anuncia antes de darnos dos besos — Y que guapos.
Después de agradecerle que nos haya invitado y todo lo que se hace y se dice cuando ves a alguien que hacía siglos que no veías entramos en la amplia y luminosa casa.
Después de haber saludado a Mauro, el marido de Isabel, y a Oscar, el hermano pequeño de Valeria nos acomodamos en la sala de estar cada uno en un lado del largo sofá. Yo en cambio al ver que esta todo ocupado me siento en uno de los sillones individuales que hay al lado.
— ¿Y Valeria? — cuestiona mi madre dejando el bolso encima de la mesa color beige que hay delante del sofá —Me hacía ilusión verla.
Miro a Daniel que por lo visto está deseando que llegue para ver mi reacción y el comentario que voy a soltar en cuanto la vea redonda.
— Vamos a la cocina y te explico la situación — propone Isabel levantándose y cogiendo el vino que han traído mis padres — Espero que este a punto de llegar.
Mi madre la sigue hasta la cocina y yo saco mi móvil ya que mi padre y Mauro hablan de deportes (creo). Oscar, en cambio está jugando con la play en la otra habitación así que decido jugar algún juego del móvil.
Cuando desbloqueo el móvil veo un mensaje de Daniel y lo abro.
Daniel:
Me aburro tío.
Yo:
Yo más.
Daniel:
Me apetece reírme y la niña no llega.
Yo:
Te aseguro que te reirás.
— Mauro ha hecho lasaña — grita Isabel desde la cocina — Espero que os guste.
Miro a mi hermano con una sonrisa, ya que amo la lasaña muchísimo.
— Isabel — llamo a la amiga de mi madre — Nos encanta la lasaña así que espero que hayáis hecho mucha.
Oigo risas en la cocina que provienen de mi madre y de Isabel. Me encanta la madre de Valeria. Es tan abierta... Siempre nos trató como sus hijos cuando éramos pequeños. No creo que Valeria le haya contado nunca el hecho de que yo me metiera con ella.
Oímos la puerta y alzo la mirada para ver la cara de mi hermano.
— ¡Valeria! — el grito de Isabel con un tono molesto me provoca un poco de risa — ¿Son estas horas para llegar a casa?
— Tenemos invitados — le dice su padre mientras oigo como deja sus cosas en el suelo.
Me levanto como como hacen todos y nos quedamos en la parte lateral de la sala de estar. Oigo como su madre la riñe por ir mojada y como se ríe. Saluda a mi madre y se dirige hacia nosotros.
— Hola — saluda entrado por la puerta.
Me giro y al verla abro los ojos como platos. ¿Quién coño es esa?
— Valeria saluda a los invitados y luego sube a cambiarte — le ordena su padre y ella le da un beso en la mejilla.
Madre del amor hermoso.
— Jesús la boca — mi hermano se burla de mí mientras Valeria saluda a mi padre.
Está distinta. Muy distinta. Está muchísimo más delgada, va vestida guapísima aun estando mojada, está más alta, está realmente preciosa.
— Hey Dani — le saluda dándole dos besos y mi hermano la abraza directamente.
Una carcajada sale de la boca de la morena y creo que estoy empezando a babear. Se separa de mi hermano negando con la cabeza y se acerca a mí. Ladea la cabeza hacia un lado y da un paso para acercarse más. Lleva puesto un pantalón blanco completamente mojado y una camiseta de tirantes roja que le favorece mucho.
Cuando pienso que va a darme dos besos, coge el Ipad que hay detrás de mí, en la pequeña estantería para después, subir para arriba.
En cuanto desaparece por las escaleras todos nos volvemos a sentar donde estábamos sentados antes y al parecer, solo Daniel se ha percatado de la sudada de cara por parte de Valeria.
— Creo que le caes mal — me susurra Daniel seguido de una leve carcajada.
Yo sigo en estado de shock.
¿Esa es Valeria? ¿Mi Valeria?
Hace cuatro minutos estabas esperando para reírte de ella y ahora ¿Es tu Valeria?
Bueno...
Te definiría penoso.
— Acabamos de sacar la lasaña del horno, vamos a dejar que se enfríe unos tres minutos — nos informa Isabel entrando en el comedor seguida por mi madre antes de volver a desaparecer.
Los pasos de Valeria se oye mientras baja las escaleras. Va con un pantalón de deporte gris corto y una camiseta bastante arrapada de color gris oscuro (casi negro).
— Ya estoy aquí — anuncia acercándose a los sillones — ¿Cuándo cenamos?
Se mueve alrededor de la mesa hasta llegar hasta su padre.
— Dos minutos — le contesta este y vuelve a hablar con mi padre.
Saluda a mi hermano chocando los cinco y se queda delante mío mirándome a los ojos. Todavía no me ha dirigido la palabra... Puede que esté pensando en saludarme ya que por lo visto, se le ha olvidado.
Más quisieras.
Maldito subconsciente.
— Eh — chasque los dedos levantando la visita hasta encontrarme su mirada molesta — ¿Puedes dejar de mirarme el pecho y dejarme sentar en mi sitio?
No me había dado cuenta de que le estaba mirando las tetas. Dios. Cada vez quedo peor.
— Eh — vuelve a chasquear los dedos pero la llamada por parte de nuestras madres hace que se gire y se dirija hacia la mesa.
Mi hermano me mira negando con la cabeza y me paso una mano por el tupe. Creo que esta noche se va a hacer larga y pesada.
Entramos en el comedor donde mi madre, Oscar y Valeria ya están sentados en la mesa e Isabel está sirviendo los platos.
Daniel se sienta al lado de Valeria y yo al lado de él.
Empezamos a comer mientras mis padres y los de Valeria hablan entre ellos. Daniel y Valeria hablan de vez en cuando, pero Dani se centra más en Oscar que en Valeria.
— ¿Qué Val? — anuncia mi madre con una sonrisa — Estas tan guapa... Supongo que ya tendrás novio ¿No?
— Supones bien - contesta sonriente —Se llama Adam.
— ¿Tú tienes novio? — cuestiono en tono de burla.
Gira la cabeza entreabriendo la boca y parece molesta hacia mi burla pero hace como si nada.
— Supongo que tú no tienes novia —contraataca mirándome directamente a mí.
Vista la tensión, el padre de Valeria hace un comentario que nos hacer reír a todos.
— Adam no me gusta para ti Val —confiesa y la morena rueda los ojos —Ya lo sabes.
— Mejor cambiemos de tema que Mauro se pone celoso — anuncia divertida Isabel.
No creo que sea el único celoso aquí...
Cenamos entre risas e historias que vivimos en Estados Unidos, para después recoger la mesa. Cuando terminamos nos sentamos en la sala de estar y yo me siento en otro asiento que no sea el de Valeria.
Después de estar hablando de temas variados Valeria desaparece y no vuelve ha aparecer en quince minutos.
— Voy a por un vaso de agua — me levanto y me dirijo a la cocina.
Y allí esta, de espaldas. Con un mono rojo floreado, unos tacones y un bolso negro.
— Te definiría acosador — musita girándose mientras se arregla el pelo — Pero prefiero no perder tiempo en eso.
Ruedo los ojos mientras se pone el pintalabios.
— ¿A dónde vas? — cuestiono aunque sinceramente creo que habría quedado mejor que no hubiese dicho nada.
— No te incumbe — responde mientras se pasa el dedo por los labios — Di que me encuentro mal y que me he ido a dormir.
Niego con la cabeza cuando realizo lo que me acaba de pedir.
— No pienso hacerlo — anuncio seguro de mí mismo y ella se gira achinando los ojos.
—Si no lo haces y me pillan te arrancare la cabeza — me informa guardando su móvil en el bolso.
Abre la ventana y se sienta en el borde.
— Te lo advierto Oviedo — pronuncia mirándome para después volverse a girar de cara a la ventana — Como no me cubras te dejaré estéril.
Después de eso salta por la ventana y yo bufo. Salgo de la cocina para dirigirme al salón donde están todos.
— ¿Dónde está Valeria? — cuestiona Isabel al verme entrar.
Suspiro antes de contestar y al final lo hago.
—Se encontraba mal — miento lo mejor que puedo — Está durmiendo.
¡Muy bien Oviedo!
Creo que la única que se ha reído esta noche ha sido Valeria y ha sido de mí.
***
¡Hey Ladddiess!
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