Capítulo seis.

Jesús

Observo detenidamente como la morena cepilla su larga cabellera con delicadeza. Está sentada en frente de mí bastante concentrada en deshacerse de los enredos.

Como yo supuse, no nos dejan ir al lago pero Valeria a insistido en que irá de todas maneras así que he decido acompañarla.

— ¿Han apagado ya las luces? — cuestiona Val haciéndome una señal para que abra la tienda de acampar.

Así es, llevamos más de una hora esperando a que nuestros padres se vayan a dormir y todavía no ha habido una discusión muy extensa.
Piques, como siempre.

Abro con cautela y sigilosamente la entrada de la tienda y saco la cabeza.

— Siguen ahí — musito molesto viendo el panorama de nuestros padres recogiendo la vajilla.

Cierro la cremallera volviendo a quedar en frente de ella y esta bosteza.

— Ahora vendrán a darnos las buenas noches así que hagámonos los dormidos — dice dejando el cepillo en una esquina de la tienda.

Me mira haciendo una mueca para que me mueva y me estiro en un lado de la tienda de acampar. Ella hace lo mismo y me posiciono con mi cabeza en la dirección de ella. Esta última, en cambio, se pone mirando hacia el otro lado quedando así de espaldas a mí.

Cierra la linterna de su móvil y nos quedamos a oscuras. Ninguno de los dos habla así que decido ponerme a mirar el móvil.

— De la frase hagámonos los dormidos — musita molesta ella girándose quedando cara a cara conmigo — ¿Qué es lo que no pillas?

Se queda mirándome seria y con la luz de mi movil puedo ver su expresión.

De un momento a otro oimos la cremallera de fuera abrirse y Valeria cierra los ojos quedándose quieta. Yo hago lo mismo que ella y esperamos a que nos den las buenas noche aunque nosotros hagamos ver que estamos dormidos.

— ¿Qué hace aquí Valeria? — cuestiona mi madre y yo hago cara de dormido diciéndole con la mirada que se calle porque Val está, supuestamente, durmiendo.

Mi madre rueda los ojos y nos cierra la tienda y Val se levanta rápida para coger su chaqueta tejana. Va con el bañador rojo y ya que hace un poco de frío se va a llevar la cazadora tejana.

Yo en cambio, voy con mi bañador azul y una camiseta blanca encima. Cojo las toallas y Val su móvil y salgo de la tienda mientras ella se queda atrás cerrando la cremallera.

Cuando llego al árbol mas cercano me giro al oír un ruido y no veo a la morena hasta que la identifico en el suelo.

No pensaba que ver a Valeria tirada en el suelo después de haber salido de la tienda "sigilosamente" sería tan gracioso.

— Jesús — me riñe de un susurro mientras yo intento contenerme la risa.

Sigue en el suelo y yo decido esconderme detrás del árbol ya que nuestros padres siguen por ahí recogiendo la cena.

Oigo como la morena se arrastra por el suelo y yo vuelvo a contenerme la risa.

— Deja de reírte ya — me ordena y so provoca que suelte una carcajada bastante sonora y Valeria abra los ojos enfadada — Cállate ya dioses.

¿Dioses?
¿Y eso?

— ¿Dioses? — le pregunto mientras sigue arrastrándose hacia donde estoy yo — ¿Qué clase de léxico utilizas guapa?

Consigue levantarse, por fin y se rasca la pequeña herida que tiene en la rodilla derecha.

— Como te dije el día del desayuno — susurro y ella arruga la nariz cruzándose de brazos — El sigilo no es uno de tus fuertes, ya sabes por el tamaño.

Ella sonríe falsamente hacia mi broma y luego frunce el ceño.

— ¿Por qué era gorda? — cuestiona con un tono en el que se le nota ofendida — Supongo que a ti te hace gracia seguir con la broma esta, pero yo ya estoy hasta las narices.

Dicho esto se gira dejándome apoyado en el árbol y camina hacia el lago bastante rápido.
No pensaba que se lo iba a tomar así, suponía que me haría alguno de sus vaciles o yo qué sé. No enfadarse.
No es la primera vez que le haces esta broma Jesús.
Pero no era mi intención dañarla ni nada.

— Valeria — la llamo en un tono relativamente bajo por qué nuestros padres están cerca.

Camino a paso rápido y ella no para en ningún momento. Corro un poco hasta alcanzarla y la cojo del brazo para que se gire y quede delante de mí.

— Mírame — le pido posando mi mano en su barbilla para que la suba y sus ojos encuentren los míos.

— Deja de tocarme — anuncia apartándome la mano y volviéndose a girar.

Sigue caminando por lo que me llevo las manos a la cabeza.

— Lo siento — es lo único que sale de mi boca cual do la vuelvo a alcanzar y me pongo delante de ella.

— Me da igual que te disculpes porque el daño ya esta hecho desde hace años — se excusa apartándome de su camino y sigue caminando hasta llegar al camino que encontramos a la vuelta donde no hay barro.

— Te refieres a... — pronuncio atando cables aunque como es de esperar me corta como siempre.

— Sí Oviedo, me refiero a cuando teníamos ocho años — me informa saltando hacia el último tramo de camino para llegar al lago.

— Oh vamos ¿No puedes olvidarlo?

— No si estas tu cada dos por tres diciéndome que estoy gorda — sentencia ella sin apenas mirarme.

— Que no estas gorda Valeria — mascullo obvio señalándola de arriba abajo — Pero ¿Tú te has visto?

Ahora mismo no me mira pero de repente gira la cabeza lentamente haciendo que nuestras miradas se encuentren y me mira seria.

— Claro que me he visto — susurra obvia con un tono desagradable — El problema es que tú te crees muy gracioso haciendo bromas sobre mi tamaño cuando tenía ocho años y ya te vale.

Ruedo los ojos ya que ella se gira y camina a su ritmo en silencio. En menos de cinco minutos llegamos al lago y Val se deshace de la cazadora tejana y se queda en bañador.
¿He dicho ya, que le queda espectacular?
Sí.

Yo me quito la camiseta y me acerco a ella quedando en la misma linea en frente de la orilla.

Decido hacer algo que puede salir bien o mal. Todo depende de como se lo tome ella.
Mal.

La cojo de la cintura con el brazo derecho y la cojo en brazos mientras ella chilla que la suelte. Acaba agarrándose cual koala pero escala por mi pecho hasta llegar a mi hombro quedando así, como un saco de patatas. Me meto en el agua y ella sigue chillando como una energúmena hasta que acabamos los en el agua.

En cuanto salimos ella sigue cogida a mi por el cuello y yo la tengo agarrada de la cintura.

— ¿Sabes lo que mas pena me da de todo esto? — cuestiona ella mirándome con una mueca de asco — Qué todo esto lo haces porque ahora estoy buena.

Después de esto suspira y se separa de mí para nadar hacia el otro lado del lago.

___

Valeria

Después de haber nadado un rato salgo del lago y me siento mi toalla para después buscar con la mirada a Jesús que sigue metido en el lago.

Os preguntaréis por que he dicho lo que he dicho hace un rato y os lo voy a explicar. Desde pequeños Jesús y yo fuimos uña y carne. Estábamos todo el día juntos y yo estaba completamente enamorada de él. Sinceramente no sé si es posible enamorarse tan pronto pero os aseguro que sentía algo indescriptible. Durante toda mi infancia pensé que aunque yo no le gustase podríamos seguir teniendo nuestra hermosa relación de amistad. Pero como es de esperar, cuando los niños tienen una edad en la que empiezan a pensar en ser los más populares de su curso, con tan solo teniendo siete años Jesús se empezó a llevar muy bien con una niña rubia, delgada y supuestamente muy simpática. A los ocho años, en la fiesta de cumpleaños de Jesús, Irene y él dieron la noticia de que serían "novios" y yo me lo tomé como cualquier niña enamorada, mal.
De todas formas seguimos igual hasta que un día le invité a casa y me dijo que no podía porque estaba castigado. En menos de una hora vi a Irene entrando en su casa con su mochila llena de juguetes. Ya tenía una nueva amiga con la que jugar. Básicamente me remplazó.
Al cumplir nueve años, Jesús no me invito a su fiesta de cumpleaños y desde ese día nuestra relación jamás volvió a ser la misma.
Nunca me invitaba a su casa a jugar, no estaba conmigo en el colegio... Me apartó. Pasó un mes e Irene me empezó a insultar por mi tamaño, vamos por ser gordita. Dadas las circunstancias en las que Irene y Jesús eran novios, mejores amigos etc, Jesús empezó a hacer lo mismo. Al principio lloré. Mucho. Hasta que un día me cansé de llorar y me juré a mi misma no volver a llorar por él. Un mes después Jesús se fue a Estados Unidos con su familia y jamás volví a saber nada de él. Bueno, hasta ahora.

— Valeria — el moreno me llama sacándome de mis pensamientos y yo le miro indiferente.

— ¿Me dejas en paz? — cuestiono mientras veo como camina hacia mí para alcanzar su toalla.

— No lo hago todo porque ahora estés buena — el tono que utiliza es de obviedad aunque yo no la veo.

Me estiro en mi toalla y el hace exactamente lo mismo juntando la mía con la suya. Después se estira junto a mí y yo me giro para quedar de espaldas a él.

— ¿A no? — cuestiono dispuesta a defender mi opinión sobre este tema.

— No.

Me giro quedando cara a cara con él, aunque se aguanta la cabeza con la mano.

— Mira no creo que tú, Jesús Oviedo, me hubieses tan siquiera dirigido la palabra si no fuese por mi hermoso cuerpo que ahora, no esta lleno de grasa — susurro haciendo una mueca de asco hacia su persona.

— Mentira — se defiende pasándose una mano por su oscuro cabello.

Suelto una leve carcajada y este se rasca la frente indiferente.

— Seguro que el día que viniste a cenar a mi casa esperabas encontrarte con una bola — opino irónica pasándome una mano por mi pelo mojado — Y de repente encontraste esto y no pudiste satisfacer tu necesidad de meterte conmigo.

— Por eso fuiste tan borde... — confiesa mirándome con una mueca de incredulidad.

— Acabas de aceptar mi anterior comentario con el tuyo de ahora — ataco al ver que acaba de caer en lo que una pequeña parte de mi, no quería que cayese.

Me mira y luego cierra los ojos durante unos segundos.
Cuando Valeria siempre tiene razón.

— Val te conozco bien desde siempre — decide hablar y yo me giro quedando nuevamente de espaldas a él — Y tú en el fondo me conoces bien y sabes que eso pasó hace muchísimo tiempo.

Niego con la cabeza pero no me giro.

— Hace siete años que no nos vemos — le explico con un tono de profesora que le explica a un subnormal de clase que no presta atención a la lección — Tú y yo no tenemos ni tendremos jamás la relación de antes que por cierto, decidiste darle fin tú mismo.

— Ya pero eso no tiene nada que ver con nosotros ahora, en la actualidad — dice mirándome apenado — Tenemos dieciséis años aunque tú creo que tienes quince, han pasado años Valeria, años.

Asiento con la cabeza obvia ya que sí, tengo quince años. Soy de final de año y esa es la razón por la cual todavía no tengo los dieciséis aunque el 30 de octubre los cumplo.

— Mira Jesús — anuncio sentándome seria — Fuimos amigos hasta que tu decidiste dejar de serlo, yo he pasado página y sinceramente no me apetece volver hacia atrás.

— ¿Por Adam?

— ¿Qué tiene que ver Adam con todos esto? — cuestiono sin comprender lo que me dice — Adam es mi novio y ya.

— ¿Él te conoce como yo? — pregunta arrogante y yo le miro sin poder creerme que se esté echando flores.

— Tú conoces a mi yo del pasado no al actual — sentencio cansada de esta conversación — Y nunca, jamás, entre tú y yo, habrá amistad.

— ¿Por?

— Porque personas superficiales como tú que ahora me ve guapa y si que me hace caso, no las quiero en mi vida — confieso y él me mira haciendo una mueca — Ya no soy la misma que antes Jesús.

Dicho esto me estiro dándole la espalda y nos quedamos en silencio. Solo se oyen nuestras respiraciones y cierro los ojos cansada.

— Adam sabe que... — no me puedo creer que siga con esto — ¿Odias las zanahorias por encima de todas las verduras? O ¿Qué odias que te llamen Valu? ¿Sabe qué tu postre favorito es la pannacotta? ¿Qué amas la pizza? ¿Qué adoras leer? ¿Sabe qué eres supersticiosa con la ropa? ¿Qué en un futuro te gustaría dedicarte a ser actriz? ¿Sabe qué nunca te habías enamorado antes que él apareciese? Bueno, supongo que estáis enamorados.

Suspiro al oír todo lo que dice. Me conocía bien y nunca nadie me ha conocido tanto como Jesús. Y tiene razón, Adam me conoce pero la esencia nunca cambia aunque se intente. Sigo siendo la misma que antes, solo que rota.

— Y lo siento de verdad — se disculpa por decimoctava vez — Me arrepiento de todo lo que hice y no es porque ahora estás mas buena, aunque no niego que no lo estés, si no porque de verdad que lo siento.

Una sonrisa se asoma por mi rostro pero mi orgullo y rencor se encarga de esconderla.

— ¿Sabe qué amas que te hagan caricias en la parte superior de la espalda casi tocando los hombros y la nuca? — cuestiona posando su mano en mi parte superior de la espalda y empezando a hacerme caricias con sus yemas de los dedos.

Decido no contestar ya que en el fondo, aunque no quiera aceptarlo, me gusta que haga eso y sinceramente, que haya vuelto.

***
WHAT'SSSS UP LADDDDIES
¿Qué tal estáis bonitas?
Yo con lo se Barcelona pues no muy bien la verdad, pero bueno.
Mucho animo si hay alguna lectora catalana por aquí
Como algunas ya sabréis ya estoy en Texas así que no se muy bien a que hora subiré los capítulos pero haré lo que pueda.
¿Os ha gustado el capítulo?
Si es así VOYAR y COMENTAR ya que aquí hay la leche de lectores fantasma xddd
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