Capítulo 82: Fuego del alma
En la plaza del reino, el pueblo se estaba reuniendo para escuchar el discurso de la princesa Star. Hacía un par de horas que se les había dicho a todos que un anuncio importante tendría lugar allí, y que era obligatorio asistir a este.
La noticia no era del agrado de todos, pero querían saber que harían los reyes para solucionar aquella situación. Permanecieron expectantes cuando llegaron al lugar mencionado.
Por el balcón se asomó la muchacha vestida de forma peculiar. Esta llevaba puesta una especie de armadura. Era rosa y sutil, estaba bien adecuada a su cuerpo. El rostro de la chica inspiraba serenidad. Le haría falta para poder darle al pueblo una explicación con la cual se sintiera satisfecho.
Más pronto que tarde se mostró la actitud que tenían todos hacia los monarcas debido a lo que había ocurrido recientemente. No se sentían seguros en aquel lugar. Buscaban obtener respuestas concluyentes de parte de sus gobernantes, y soluciones adecuadas que les dejase claro a todos que, ocurriese lo que ocurriese, ellos estarían seguros bajo la protección de los Butteflys.
Se inició el susodicho anuncio con una explicación sincera por parte de Star. Esta les contó a todos lo ocurrido, utilizando un punto de vista lógico y prudente, para así no levantar quejas ni reclamaciones ante las acciones que había tomado. Solo informó a todos que la antigua reina oscura se había apoderado de la varita mágica y que había jurado venganza contra el reino de Mewni y sus reyes. Prefirió evitar ciertos detalles como que la varita se la había dado la propia Star y que la venganza perjurada por la reina oscura iba contra los reyes y la alta comisión mágica. Lo mejor en aquella situación era tener al pueblo de su parte y no darles la posibilidad de rechazar a los reyes.
Un vocerío comenzó a formarse a los pocos segundos de explicar la situación actual. Todos habían oído historias acerca de Eclipsa, y muchos temían la imagen que esta había adoptado en base a las historias, cuentos y fabulas. Pensar que la mujer que habría protagonizado más de una pesadilla en las mentes de los ciudadanos estaba en poder de la varita y, como se había podido ver, de un ejército enorme, les hacía estremecer de puro terror y desear que aquello que la princesa les decía solo se tratase de una broma de mal gusto. Pero nada podía negar lo que los ojos de todos habían visto el día que la barrera cayó.
Se calmó aquel alboroto cuando el sonido de una trompeta volvió a atraer su atención hacía la princesa Star.
- Mewmanos, es ahora cuando tenemos que permanecer más unidos como pueblo. - comenzó la joven - El enemigo puede aparecer en cualquier momento, es por eso que nuestra prioridad máxima es levantar las suficientes defensas para evitar que llegue hasta aquí. Me veo en la necesidad de pedirles su contribución en nombre de todo el reino. Unamos fuerzas para proteger a nuestros amigos y familiares del peligro. Hoy es el día en el que nuevamente el pueblo mewmano se enfrentará a una encrucijada. Están conmigo? - gritó con porte serio alzando el puño en señal de fortaleza.
Todos los presentes se quedaron callados. Aún seguían impactados por toda la información nueva de antes. Sentían que hicieran lo que hicieran tendrían que ayudar. Pero no se sentían muy ilusionados, pues era un movimiento completamente forzado.
Star contempló la escena algo preocupada por el silencio prolongado de los ciudadanos. Su padre, que estaba oyendo a su hija desde dentro, se aproximó para ver qué ocurría.
- Qué pasa, cielito?
- Creo que fui un poco brusca, estarán asimilando la noticia. - concluyó dudosa - Creo.
- Déjamelo a mí. - apartó un poco a su hija con gentileza y se colocó en el borde del balcón para poder hablar. Carraspeó su garganta antes de decir nada - Reino de Mewni. - gritó con euforia - Quién quiere preparar trampas ocultas para que un montón de monstruos zombis caigan en ellas como tontos en el día de los inocentes?
De inmediato la multitud se puso a gritar apoyando la propuesta del rey como si fuesen los fans de un concierto. River sonrió y miró a su hija.
- La voz de la experiencia, hija. La voz de la experiencia.
Conseguido su capricho, volvió a dentro y le dejó el resto a Star.
- Muy bien, los planes para la defensa serán los siguientes.
Por lo que se sabía del ejército que poseía Eclipsa, gran parte de los guerreros que tenía a su disposición no eran más que criaturas humanoides del mismo tamaño que un hombre, o un poco más grande. Para deshacerse de la mayoría de enemigos de esta clase, se decidió crear varios pozos grandes distribuidos por toda la parte norte del reino. La última vez que vieron a la antigua reina oscura, la vieron dirigirse en aquella dirección, por lo que su ataque, probablemente, provendría de allí. Pero, para evitar alguna clase de improviso, se enviaron águilas a verificar que el ejército de Eclipsa seguía en su sitio.
Se había averiguado que todos los no-muertos que la mujer había levantado se hallaban cerca de una montaña. Muchas de las criaturas estaban esparcidas por el bosque, mientras otras simplemente permanecían inmóviles en tierra. Las águilas que vigilaban aquella especie de campamento se aseguraban de no ir demasiado cerca de este, para así evitar ser vistas. Luego volvían al castillo, donde informaban a River, quien también era rey de las águilas, la situación. Así se mantenían informados continuamente del movimiento enemigo.
Debido a que ahora sabían la ubicación de su enemigo, podrían haberlos atacado por sorpresa, pero toda la estrategia que habían desarrollado se basaba en defenderse con todo lo que tenían en el castillo. Sin mencionar que, yendo allí, perderían una gran capacidad de contención que solo tendrían si se defendían usando sus trampas y herramientas de control de multitudes.
Se llamó a los herreros y astilleros del reino para que se unieran en la creación de catapultas y ballestas gigantes, las cuales se ubicarían en torres de arqueros, las cuales tuvieron que ser creadas debido a la falta de una muralla. Pues, la barrera que solían tener era la muralla que poseían para evitar la entrada de cualquier monstruo.
Una producción de enormes flechas y de hierro para usarlas en las ballestas comenzó a saturar a todos los herreros. Los astilleros de encargaban de posicionar las catapultas cerca de las torres, pero no demasiado, para evitar la caída de dos estructuras en caso de que el enemigo utilizase un ataque de área.
Las catapultas necesitaron de varias piedras para tener cubierta toda la munición que pudieran necesitar durante la batalla. Esto mantuvo ocupados a los mineros, los cuales enviaban grandes cantidades de piedras por los rieles internos de las minas. Estas rocas fueron llevadas por campesinos en sus carros de transporte, y dejadas junto a las catapultas.
Como era de esperarse, se designó un grupo de personas que se encargarían de las ballestas y las catapultas. Cada guardia fue instruido para saber a dónde tendría que posicionarse a la mínima que se diese el aviso de batalla.
A la gente del pueblo se le indicó los puntos clave a los cuales tendrían que dirigirse cuando avistasen al enemigo aproximándose. Como los caballeros de la orden armada ya habían pensado, se utilizarían los conductos ocultos para esconder a la gente bajo tierra hasta que todo acabase. En el caso de que las cosas no salieran bien, se les daría a los guardias encargados de escoltar a los civiles por el subsuelo unas tijeras dimensionales para que se llevasen a la gente a un sitio seguro, pues el reino ya no les pertenecería a los reyes que conocen en caso de usarlas.
Durante la preparación de las defensas, los miembros de aquella reunión para contrarrestar a Eclipsa se preparaban para lo inevitable. Los caballeros de la orden armada afilaban sus armas una y otra vez a la espera de la hora. Otros hacían ejercicios simples como levantar pesas o golpear objetivos con sus armas para mantenerse agiles y centrados. Los arqueros preparaban una y mil flechas para llevar consigo a las torres de arqueros, incluso llevarían algún que otro arco de repuesto por si el que tenían se rompía. Y otros como Talux permanecían alertas ante cualquier indicio de movimiento enemigo. Esta vez, no quería ser sorprendido con la guardia baja, ni él, ni ninguno de los presentes. Es por ello que todos, incluidos aquellos que no eran miembros de la orden, realzarían sus vidas cotidianas con sus armaduras puestas y sus armas listas hasta el día de la batalla.
Rhombulus y Omnitraxus practicaban el uso de sus habilidades mágicas en el patio del castillo. Estos, al igual que el resto, sabían a la perfección todos los detalles del plan de contención que habían diseñado estando en la dimensión de Hekapoo. Marco les había hecho repasar el plan todos los días el último mes de estancia en aquella dimensión. Por lo que lo único que podían hacer ahora era cerciorarse que todo lo que habían aprendido allí, siguiese funcionando en sus cuerpos en esta dimensión. El tipo de cristal disparaba cristales a varias dianas que había pegadas en arboles del castillo. Cuando dio a todos en el blanco, presionó un botón a sus pies, este activo un sistema que propulsó varios discos y los lanzó aire. Apuntó y disparó a todos ellos tan rápido como pudo. Todos fueron destruidos, pero no se mostraba satisfecho con el resultado.
- Me he tardado en apuntar bien y disparar. Necesito mejorar.
- Oye, Rhombulus, ven aquí y combate conmigo un rato, quieres? – le pedía su compañero, el cual tenía aquellos guantes de hierro preparados para boxear.
Como respuesta, el tipo de cristal recubrió sus brazos, cristalizándolos hasta las articulaciones. La parte de su codo se extendía un poco más allá del límite, convirtiéndolo en una especie de pico que podría usar para clavárselo a un enemigo. Chocó ambos brazos cristalizados y se preparó para lanzarse hacia su compañero.
Por otra parte, Star, Tom y Kelly tenían que realizar todo el entrenamiento posible en Mewni. Como su amigo les había explicado, sus cuerpos habían crecido durante su estancia en aquella dimensión, por lo que su fuerza y velocidad se habían acrecentado. Para su desgracia, todo eso se les fue arrebatado cuando volvieron a Mewni, por lo que solo tenían consigo la habilidad y la memoria muscular que aún permanecía en ellos. Su trabajo era entrenar allí tanto como les fuese posible para poder acostumbrar sus cuerpos prematuros a las capacidades aprendidas en aquella dimensión. Marco les ayudó con eso, entrenando personalmente con ellos.
A diferencia de esos tres, el humano sí que conservó la fuerza, velocidad y agilidad que había obtenido en la dimensión de Hekapoo. Esto se debía al Njönder, el cual mantenía su cuerpo en un estado permanente, sin envejecer ni rejuvenecer.
Kelly blandía su espada contra el humano y la hacía bailar tanto como podía para asestarle un golpe al muchacho. Al principio de su entrenamiento, en la otra dimensión, se contuvo un poco para evitar herir al chico. Una actitud que se esfumó pronto. No necesitó muchos combates para darse cuenta de que el humano estaba a un nivel muy superior al que ella se encontraba. Ni siquiera había conseguido chocar su espada con la de él. Es por eso que, ahora en Mewni, no se contenía ni una pizca a la hora de practicar con el muchacho.
- Así se hace, Kelly. Mueve esa espada como si fuese una pluma, siéntela como si fuese una parte de ti.
- Lo sé. Eso es lo que nos enseñaste durante todos esos años. – intentaba decir mientas atacaba.
- Muy bien. Ahora, no te distraigas. – conectó un corte que casi le da a la chica, pero esta lo esquivó antes de que lo hiciera.
Junto a ellos, practicaban sus habilidades Tom y Star. La chica disparaba múltiples rayos usando nada más que la punta de sus dedos. Estos disparos eran esquivados por el joven Lucitor con presteza. Se movía con velocidad, también se valía de sus llamas para tomar impulsos y evadir aquellos ataques que estuvieron cerca de alcanzarlo. Pero este no se dedicó únicamente a esquivar, sino que aprovechaba su posición para lanzarle bolas de fuego a la chica. Ella se cubrió con los brazos y las bolas explotaron creando una cortina de humo. Al desvanecerse, dejaron ver a Star con un escudo cubriéndola. Cuando separó los brazos, el escudo mágico que tenia se dividió en dos, dejando un escudo en cada brazo, los cuales, a su vez, podían volver a ser uno más grande cuando se juntasen.
- Nada mal, Star.
- Gracias. – un par de hachas mágicas aparecieron en las manos de la chica – Pero será mejor que te prepares.
Estuvieron a punto de batirse en batalla, pero entonces una llamarada cayó desde el cielo directo a los cuatro muchachos. Todos ellos se defendieron usando sus propios recursos. Marco y Kellly usaron sus armas con la propiedad de defensa ígnea para consumir las llamas. Star volvió a formar aquel escudo con el que se cubrió de aquel manto ígneo. Y Tom solo tuvo que atrapar las llamas dirigidas él usando sus manos.
Batiendo sus alas, el dragón motocicleta miraba a los muchachos de forma impasible. El humano, de entre ellos, lo llamó usando su mano. Este bajó junto a él y comenzó a frotar su rostro contra la cadera de Marco. Tanto él, como el resto de chicos se aproximaron a acariciar al dragón.
- Bien hecho, Nachos. Hay que tomarnos por sorpresa. Esto nos ayudará a estar alerta contra Hekapoo.
Una semana había pasado desde la partida de Eclipsa y la ruptura de la barrera. Las torres y catapultas ya estaban listas en su mayoría. Los guerreros que se enfrentarían a los enemigos del reino ya estaban más que listos para recibir a la antigua reina oscura.
Descansando en la cueva de la montaña, Eclipsa tomaba un pequeño tentempié. Masticaba su dulce con gran alegría mientras se deshacía de su envoltorio y lo lanzaba a la basura, encestando en esta. Le encantaba disfrutar de un snookers recostada en el sofá.
- Desde esta perspectiva no te ves tan malvada. – le dijo su marido, el cual se había parado junto a ella y la miraba desde arriba.
- Ah, sí? Entonces, cómo me veo? – preguntó sonriendo y mostrando sus mejillas llenas de dulce.
Globgor se rio un poco por la expresión de su mujer. A pesar de actuar de manera ridícula, seguía pensando que ella era la mujer más hermosa que había visto nunca.
- Como la hermosa reina de la cual me enamoré. – se aproximó a ella inclinándose para darle un beso momentáneo y luego separarse – Mmm, dulce.
Esta volvió a sonreír por aquel gesto de cariño por parte de su querido rey.
- Oye, creo que todas mis heridas ya están más que sanas. Tú cómo te encuentras?
Aun masticando la golosina, Eclipsa solo respondió juntando su dedo índice y pulgar, indicando que estaba bien.
- Crees que deberíamos comenzar ya nuestro plan?
Ella terminó de tragar el snookers y luego se limpió la boca con un pañuelo.
- Sí, podemos partir en cualquier momento. Solo permíteme hacer una llamada antes de que llevemos a cabo los planes de batalla.
- Claro, mi querida reina.
Tanto la mujer como el troll se prepararon para la inminente batalla. Globgor se colocó un par de brazales, estos serían lo único que tendría consigo como protección. Eclipsa en particular no necesitaba nada como una armadura, por lo que solo se colocó su vestimenta tradicional. Un vestido purpura y su querido sombrero. Ambos caminaron hasta la entrada de la cueva. Cerca de esta se encontraba Hekapoo, inmóvil. La reina oscura apoyó su mano en el hombro de esta para despertarla de su letargo.
- Despierta, esbirro. Ya es la hora.
Se produjo una interrupción en el descanso de la forjadora. Las picas negras en sus mejillas brillaron y esta abrió sus ojos. Miró directamente a su señora y asintió, obediente.
Desde las alturas, una de las águilas que divisaba la zona captó movimiento en las líneas enemigas. En ese mismo instante dio una media vuelta y volvió hacia la base de los caballeros en Mewni.
Sentada en lo alto de una torre, se encontraba una arquera de la orden armada. Divisó en el cielo a una de las águilas que utilizaban como centinelas. Le llamó la atención verla de regreso con tanto ahínco. Aun le faltaban unos pocos minutos para que tuviese que volver, se fijó. Esta arquera ya tenía cronometradas las rutas de vuelo de las águilas.
De un silbido, el ave acudió a la llamada de la arquera expectante por descubrir el motivo de su pronto regreso. Esta graznó una y varias veces en un intervalo de tiempo específico entre graznido y graznido. Eso indicó a la mujer que el ejército del enemigo estaba movilizándose.
- Tengo que informar a todos. – se dijo a sí misma – Ten. – le entregó una nota al ave, atándosela al collar que llevaba puesto – Entrégaselo a nuestro líder. Ve.
Alzó el brazo y el águila salió volando hacía un portal pequeño y oculto en una ventana de las torres del castillo. Este llevo al plomífero a la guarida de los caballeros.
Sin siquiera darse la vuelta, Talux extendió su brazo izquierdo y el ave que había entrado a la guarida se posó sobre este. Quitó la pequeña nota envuelta en el collar de la criatura y la leyó atentamente. Se levantó con brusquedad y caminó directo hacia el lugar donde sus compañeros esperaban órdenes.
- Todos. – entró gritando – Prepárense, es el día.
Como si se tratase de algo ensayado, todos los presentes dejaron lo que estaban haciendo y se fueron directos a prepararse para la batalla.
Pronto se extendió el mensaje por todo el castillo. Los guardias comenzaron a movilizarse para ubicarse en sus posiciones de combate. Varias águilas con mensajes fueron enviadas por medio de portales a los reinos aliados que prometieron combatir junto a ellos. Mujeres y niños fueron evacuados primero a las zonas subterráneas en donde estarían seguros, seguidos de los hombres. Dejaron las calles vacías en cuestión de minutos. Solo aquellos que formarían parte de la batalla caminaban por el reino.
Tras un breve momento, los compañeros de otros reinos comenzaron a llegar y a situarse junto a los Mewmanos. Había aliados de todos los reinos, los de los seres acuáticos, los del reino paloma, los de la gente con enormes picaduras de arañas en sus cabezas, varios del reino Pony y los Johansen, barbaros preparados para cualquier batalla que estuviese a punto de librarse.
Ballesteros, arqueros y lanzadores de roca se posicionaron en sus ubicaciones. Delante de ellos se ubicaron los guerreros que encabezarían la batalla. Star Burterrfly, Marco Díaz y Tom Lucitor. Junto a ellos estaba el respetado líder de los caballeros de la orden armada, el rey River y los miembros restantes de la alta comisión: Rhombulus y Omnitraxus.
Todos los comandantes de los batallones de sus propios reinos se posicionaron cerca de las ballestas, las catapultas y las torres de arqueros. Todos preparados para la batalla, mirando fijamente a aquel paisaje rocoso y lleno de montañas, en el cual se podía ver algún que otro árbol a sus lados. En la lejanía pudieron avistar algo aproximándose.
- Los veo. – afirmó Talux usando unos binoculares.
- Déjame ver. – solicitó el humano.
Pudo ver delante suyo a aquel ejército lleno de no-muertos. Mas, arriba estaba Eclipsa montada en una nube. A su lado se encontraba la mujer a la que amaba.
- Sí, yo también los veo. – le devolvió los binoculares a Talux – Los pozos detendrán varios de los zombis de nuestro tamaño. Luego entrarán en juego las trampas que colocó Tom.
Aquellos esbirros que iban en primera línea de infantería avanzaban con paso firme. Mantenían una formación defensiva, en la cual aquellos que portaban escudos iban delante, y detrás de estos avanzaban aquellos que llevaban lanzas consigo. Cuando varios de ellos pasaron por encima de una zona de tierra, esta se hundió de golpe, llevándose consigo a los que no estaban parados sobre esa zona. Algunos cayeron incluso sin haber estado sobre esa tierra; habían sido empujados por aquellos que venían por detrás.
Los que cayeron en los pozos se encontraron con varias estacas que atravesaron su carne muerta. Hubo al menos siete pozos en los cuales cayeron varios no-muertos. Algo minúsculo comparando los guerreros perdidos con los que seguían en pie. Eran miles, y el reino solo disponía de unos centenares de guerreros para enfrentarse a lo que se les venía encima.
- Jhm, parece que nos estaban esperando. – sonrió la mujer sobre su nube – Bueno, no quiero ser grosera, pero me tendré que deshacer de sus pequeñas trampas.
Cuatro hoyos más atraparon a más sirvientes, pero el ejército se paró en seco. Eclipsa usó la varita y creó puentes en todos los hoyos. Esta ordenó avanzar a las tres primeras hileras de no-muertos, para que estos se encargarse de descubrir la ubicación del resto de hoyos. Muchos más aparecieron a lo largo y ancho de aquel campo de batalla, pero solo atraparon a unos pocos no-muertos.
Cuando los esbirros que pudieron seguir adelante sin caer en ningún hoyo se aproximaron más hacia sus enemigos, varios de ellos explotaron en medio del campo. Como si un estallido de debajo de la tierra hubiese eliminado al no-muerto en el instante en el que pasó por encima de este.
- Mierda. – masculló Tom – Ha descubierto las minas ígneas.
Otra de las trampas que se colocaron en el campo, fueron varias minas de fuego, las cuales se activaban cuando un individuo las pisaba. Tom se había encargado de poner muchas de ellas para eliminar a tantos enemigos como le fuese posible, pero ahora sabían que les esperaba después de aquellos pozos.
- Oh, parece que los hoyos no eran lo único que nos habían preparado. – miró a Hekapoo – Cariño, te importaría encargarte de esto?
Oyó las palabras de su señora, asintió y saltó de la nube en la que se hallaba. A la par que caía, invocó varios clones que se dispersaron a los lados. Cada uno de ellos comenzó a cargar llamas entre sus manos. Apuntaron hacia el campo y lanzaron entre todas varios mantos de llamas que se unieron y cubrieron todo el campo en un instante. El calor de las llamas entró en contacto con las minas ocultas de Tom y provocó que todas estas explotasen. Columnas de tierra y polvo impidieron a los mewmanos la visión de sus enemigos
La forjadora volvió a su posición original, junto a su señora. Eclipsa bajó de inmediato antes de que las columnas de humo se disiparan y palpó el suelo antes de que sus esbirros continuasen caminando. Cerró los ojos y sus mejillas comenzaron a brillar. Volvió a abrirlos y miró hacia adelante, donde estaban sus enemigos, ocultos tras aquella cortina de tierra.
- Ya no hay más trampas en el campo. - les dijo.
Alzó su varita y selló los agujeros en donde sus guerreros habían caído y también aquellos en donde había explotado una mina. Dio una orden usando nada más que su mano y todo el ejército comenzó a correr hacia adelante. Ella había vuelto a situarse sobre su nube para observar desde las alturas.
Tras la cortina de tierra se revelaron varios de los monstruos de aquel ejército, venían corriendo hacia el reino tan rápido como podían. Marcó pasó a avisar a los ballesteros y arqueros para que apuntasen, y a los lanzadores de roca que preparasen sus proyectiles para lanzarlos.
- Ahí vienen. Todos están listos para disparar? – un grito de afirmación se oyó fuerte y claro a sus espaldas – Muy bien. Preparen, apunten y – hizo una pausa – fuego.
Las flechas y los virotes comenzaron a llover sobre los cadáveres como una lluvia de acero. Estas flechas estaban envueltas en llamas para poder eliminar a los no-muertos, pues un par de flechas no tendrían efecto alguno en estos. Pronto se comenzó a ver entre las filas enemigas a un montón de cuerpos quemándose.
Rocas comenzaron a caer sobre el enemigo sin darles tregua alguna. Estas rocas eliminaban de cuatro a seis guerreros normales. Alguna incluso llegó a darle a alguno de los monstruos más grandes que andaba a cuatro patas.
Todos los encargados de atacar a distancia no cesaban su ataque. Recargaban flechas y virotes tan rápido como respiraban. Todos aquellos con gran fuerza ayudaban a la rápida reposición de las piedras en las catapultas. Esto hacía que mantuviesen un ritmo continuo y constante. Creyeron que estaban consiguiendo reducir al enemigo, y eso los animó a trabajar con más ahínco. Pero la reina oscura no se quedaría de brazos cruzados ante aquella defensa.
Eclipsa chasqueó sus dedos y Hekapoo se movilizó. Esta saltó de la nube y se dejó caer. Abrió un portal que la llevó más arriba en el campo de batalla, mucho más arriba. Desde esa altura creó muchos clones que la siguieron en su caída libre. La original encabezaba el descenso. Esta comenzó a desplazarse en el aire y a abrir varios portales a medida que descendía. Los clones se introdujeron en varios de aquellos portales y comenzaron a salir disparados por encima de las cabezas de aquellos guerreros que estaban envueltos en llamas. Cada clon usó su piroquinesis y extrajo todas las llamas de los no-muertos. Luego esas llamas fueron concentradas en varias y enormes bolas de fuego. La original señaló al enemigo y todos los clones lanzaron aquellas enormes bolas de fuego hacia el reino de Mewni.
Todos aquellos que estaban lanzando los proyectiles al enemigo vieron como las bolas de fuego se aproximaban directamente hacia ellos.
- Todo el mundo a cubierto. – gritó Marco – Arqueros y ballesteros, bájense de las torres, rápido. Lanzadores de rocas, aléjense de las catapultas.
Rápidamente los atacantes a distancia abandonaron sus puestos de disparo y se alejaron de estos. Aquellas bolas de fuego fueron directo a las torres y las catapultas. Una a una, estallaron e inutilizaron la artillería pesada de los Mewmanos.
- Marco, ya no nos queda ninguna torre en pie. – informó Talux – Las catapultas también han sido destruidas, todas. Cuál es nuestro siguiente movimiento?
El joven humano miró al ejército enemigo que se aproximaba raudo hacia ellos. Pronto estarían a menos de quinientos metros de ellos. Lo último que querían era tener que batallar cerca del reino. Todas las medidas para reducir su número habían sido utilizadas, ahora solo les quedaba luchar.
- Guerreros. – gritó el muchacho, robándose la atención de todos los presentes – El enemigo se acerca. Ya no tenemos nada más con lo que retrasar lo inevitable. Es el momento de luchar. – desenfundó a Keepsake y la alzó en alto, también sacó de su lado derecho una espada corta para acompañar su katana – Levanten sus armas y corran hacia el campo de batalla. Hoy será un día inolvidable en la historia de Mewni. Hoy será el día en el que defenderemos aquello que queremos. Hoy les digo a todas las razas presentes, síganme y luchen.
La multitud gritó con fiereza apoyando las palabras del humano. Marco se giró y para estar de frente a los enemigos que se aproximaban cada vez más y más. Volteó un momento a su derecha para ver a Star y su padre junto con los miembros de la alta comisión. Luego volteó a la izquierda para ver a Tom, Kelly y Talux. A sus espaldas estaban los caballeros de la orden armada y, detrás de todos estos, el resto de guerreros de los reinos aliados. Estuvo a punto de dar la señal de avance, pero algo ocurrió en ese momento.
- Van a morir, malditos monstruos no-muertos. – se oyó en el aire junto con un grito de batalla.
Todos los presentes vieron a Mina Loveberry pasar por encima de sus cabezas y transformarse en una mujer musculosa. Esta cayó directamente entre las filas enemigas y comenzó a golpear a todo zombi al que alcanzaba.
- Qué hace Mina aquí? – preguntó Star desconcertada – Acaso era parte del plan que ella apareciese?
- No. Pero eso de igual ahora. Ella está de nuestro lado. – concluyó – Vamos, tenemos que ir ya. Vamos! – gritó a todos de nuevo y comenzó a correr hacia adelante.
Algo desconcertados por la escena que acababan de ver, todos los presentes tomaron sus armas y siguieron al humano al campo de batalla. Se aproximaban cada vez más y más al enemigo. Sus corazones latían con fuerza. Sus brazos temblaban algo nerviosos, lo cual era buena señal. Se aferraron a sus armas con fuerza para no soltarlas por error, y gritaron para acallar a los pensamientos que les decían que todo aquello era una locura. Pero todo deseo de volver atrás desapareció cuando el primer choque de aceros se produjo. Solo entonces estalló la batalla.
En un solo momento la adrenalina invadió la piel de todos aquellos blandiendo un arma. La suave calma antes de la batalla quedó extinta para siempre. Gritos y choques metálicos inundaron en ambiente para reclamarlo como suyo.
Cabezas de no-muertos salían despedidas por los aires. Los guerreros de los reinos aliados luchaban con ferocidad. Arrasaban cuanto podían con cada enemigo que se encontraban. Los del reino acuático usaban lanzas y tridentes, armas punzantes, sobre todo. Los del reino paloma utilizaban las poderosas piernas mecánicas para destrozar a la escoria zombi. Aquellos provenientes del reino con picaduras enormes de arañas utilizaban látigos y boleadoras. Además, estos iban montados a lomos de arañas gigantes. Los Johansen se enzarzaban en batalla usando hachas y machetes, algunos no usaban nada más que sus puños desnudos. Y los del reino de Ponyhead usaban sus cuernos para atravesar el pecho de sus víctimas.
- Oh, sí. Toma eso estúpido zombi. Nadie puede aguantar el cuerno de mamá. – decía Ponyhead alabándose a sí misma.
- Hija, no te distraigas, una batalla es algo serio. – replicaba su padre – Ahora, ayúdame a quitarme estos cadáveres del cuerno.
Los guerreros de Mewni tampoco lo hacían mal. Pero aquellos que avanzaban en la batalla sin vacilación alguna, eran los caballeros de la orden armada. Talux y sus hombres eliminaban enemigos cada vez que ondeaban su arma.
Aquellos con espadas y mandobles eliminaban a varios enemigos haciendo tajos en arco y abriéndose paso entre las multitudes. Los que tenían martillo destrozaban a sus presas, y las que no eran destrozadas por muy poco, salían volando por los aires. Mientras que los pícaros rebanaban cabezas a una velocidad asombrosa. Pronto todos ellos llegarían hasta donde se encontraban los monstruos más grandes.
Kelly cabalgaba a su compañero, Jorby, quien barría el camino con sus garras. Su compañera saltó de su espalda y cayó directo en una aglomeración de enemigos. Allí comenzó a eliminar todo cuanto veía.
River blandía un hacha con la que cerceaba a los cadáveres andantes. Prácticamente los partía a la mitad.
Rhombulus disparaba rápidos destellos de rayo cristalízantes que dejaban congelados a todo aquel los recibía. Su compañero Omnitraxus los eliminaban a base de golpes de puño, los cuales mandaban a volar sus torsos y cabezas.
Tom no se introdujo aun en la batalla, pues estaba extinguiendo las llamas de las torres y las catapultas para que estas no representasen un peligro para los suyos.
Por último, Marco corría hacia adelante eliminando con presteza a todo enemigo al que se cruzaba. Hacía bailar su espada como si fuese una pluma. Matar a sus enemigos no lo retrasaba, pero esperar a que sus cuerpos cayeran al suelo para poder seguir corriendo sí lo había en alguna ocasión. Por encima de él, Nachos volaba por lo bajo e incineraba a todo aquel que se encontrase con su llama.
El principio no les estaba suponiendo mucho esfuerzo. Pero sabían que el enemigo aún no había utilizado sus recursos, y que sólo era cuestión de tiempo para que los más débiles se cansarán y su inferioridad numérica jugase para ellos como su carta de perdición.
La reina oscura contemplaba el panorama con intriga. Analizaba a todos los enemigos que estaban luchando contra su ejército. Mostraba una sonrisa sutil y poco pronunciada ante la batalla que daban los mewmanos y sus aliados. Mas, consideraba que era momento de subir las cosas de tono. Realizó un gesto con su mano y todos los monstruos de mayor tamaño avanzaron entre los espacios que dejaban las formaciones aliadas y se aproximaban sus presas.
- Bueno, supongo que ya va siendo hora de que yo también me mueva, sino esto sería muy aburrido. - mencionó Globgor estirándose - Te quiero, mi reina.
- Y yo a ti, mi rey. Hasta pronto. - se despidió ella.
Hekapoo también se preparaba para batirse en duelo. Creó varios clones que comenzaron a dispersarse entre las tropas y se dirigieron a varios puntos.
Ya todos los presentes entrarían al campo de batalla. Por lo que la dama oscura comenzó a transformarse en su forma Butterfly, brillando febrilmente en un tono púrpura, llamando la atención de todos los presentes. Lo siguiente que vieron después de ese brillo, fue el caos.
Grandes monstruos se abalanzaron sobre los defensores de Mewni. Varios de ellos fueron tomados por sorpresa. No tuvieron la suficiente capacidad de reacción para defenderse o esquivar. Estos fueron atrapados por esas bestias y los apresaron contra el suelo, de cara. Algunos clones iban apareciendo junto a aquellos monstruos y les clavaban tres hierros en forma de U a los guerreros. Uno en el cuello y uno en cada brazo. Esto los dejaba ahí apresados y fuera de combate. Todo aquel que se acercaba para intentar liberar a alguno de sus aliados era encarado por los monstruos enormes.
En ese momento fue Kelly la primera en saltar sobre uno de aquellos monstruos para clavarle la espada en su espalda. Pero eso no sería suficiente para parar a un monstruo no-muerto.
Unos cuantos caballeros se unieron en batalla contra aquellos monstruos grandes, dejando los soldados a aquellos guerreros no tan fuertes como ellos. El resto de caballeros se dispersaron para enfrentarse a los clones de Hekapoo, los cuales parecían ser unos cien o más.
Bolas de fuego fueron lanzadas a varias de las multitudes, pero los caballeros se interponían en su camino y consumían las llamas de su enemigo usando sus armas con propiedades. Estos mismos aprovechaban las llamas con las que sus armas cargaban y las lanzaban hacia los monstruos enormes que se aproximaban a ellos. Las llamas estallaron al chocar contra la piel muerta de aquellas criaturas, y estás se envolvían en un manto ígneo que los devoraba sin contemplación.
Como no había suficientes caballeros para detener todas las llamas, Tom intentaba impedir que el fuego llegase hasta esas personas indefensas. Era rápido, pues se deshacía de las combustiones en cuestión de segundos. Pero los clones no cesaban sus ataques. Por lo que el muchacho no tenía oportunidad de unirse a la batalla.
Uno de los monstruos voladores se acercó a los dos miembros de la alta comisión y atrapó a Rhombulus entre sus garras.
- Suéltame, monstruo con alas. - gritaba este golpeando las patas de la criatura con sus serpientes.
- Tranquilo, Rhombulus. - le gritó su compañero, Omnitraxus - Yo te salvaré.
Se preparó para intentar hacer algo que ayudaría a que el monstruo soltara a Rhombulus. Pero un golpe lo envío hacia atrás y lo hizo caer al suelo. Cuando levantó la cabeza vio delante suyo a Globgor.
- No irás a ninguna parte. - amenazó Globgor mostrando una sádica sonrisa que enseñaba casi toda su dentadura - Es hora de tomar venganza.
Omnitraxus se sintió un poco aturdido por aquel golpe, pero no lo suficiente como para no oír las palabras del troll. Apoyó las manos en el suelo y se levantó con los puños en alto. Su adversario corrió hacia él y este hizo lo mismo.
Clones se aproximaban con las cuchillas de sus tijeras en mano a dónde se encontraban los aliados de Mewni. Hasta que una sombra apareció frente a ellos. Un muchacho vestido de negro y de pelo castaño cargaba consigo una espada katana y una espada corta. Este se puso en guardia dispuesto a enfrentar a los más de diez clones que había frente a él.
Aquella que observaba todo desde las alturas comenzó a cargar cinco orbes de energía oscura por encima de ella, formando un pequeño arco. Miraba con desinterés a aquellos que estaban luchando mientras se preparaba para disparar. Pero fue súbitamente interrumpida. Un rayo de luz atravesó uno de sus orbes y este explotó, provocando una reacción en cadena con el resto de orbes, la cual cubrió por completo a la mujer.
Frente a Eclipsa se mostraba Star Butterfly, quien estaba transformada y apuntaba con uno de sus brazos a donde antes estaba la mujer. La pantalla de humo que se había producido por la explosión comenzó a disiparse. Tras esta estaba Eclipsa recubierta por un campo de energía. Cuando vio a Star, su sonrisa se desvaneció.
- Veo que también tomarás parte en esta batalla. - expuso esta - Cariño, estás segura de que quieres hacer esto?
- Es mi deber defender el reino, a mis amigos y a mi familia. Estoy más que dispuesta.
- Ya veo. Lamento que tenga que ser así, Star.
Eclipsa levantó su mano y apuntó a Star con ella. La joven ascendió rápidamente y cuando su oponente le disparó un rayo de magia, lo esquivó, perdiendo aquel disparo entre las nubes. Al momento una andanada de disparos comenzó a hostigar a la chica. Ella continuaba bailando entre los proyectiles y evitando ser impactada por ellos. Esto era parte de su plan.
Cuando estuvieron en la dimensión de Hekapoo, se le había indicado a Star la forma de luchar que debía adoptar cuando se enfrentase a Eclipsa. A diferencia del resto de oponentes, esta tendría la capacidad de utilizar habilidades mágicas, disparos de energía, rayos y demás cosas. Por lo que la principal prioridad era evitar que estos disparos diesen a algunos de los guerreros que estuviesen en tierra. Para evitar eso se le dijo a la chica que la mejor forma de evitar un disparo perdido hacia sus aliados, era ponerse por encima de su oponente. Así, si ella la atacaba, proyectiles que Star esquivase se perderían en el cielo.
Tal y como lo habían estipulado, los ataques de Eclipsa se perdían entre las nubes y así se evitaba que alguien saliera herido. Conscientes del poder que tenía la mujer a su disposición, se instruyó a Star para que pudiese evadir cualquier ataque con relativa facilidad. En cuestión de poder, ella probablemente saldría perdiendo si se comparaba con Eclipsa. Es por ello que el entrenamiento es lo que marcaría la diferencia entre ambas.
A su enemiga no parecía importarle la cantidad de magia empleada en sus ataques. Mas, solo esquivando, Star no iría a parar a ningún lado. Pero ser paciente y precipitarse eran dos cosas muy distintas. Saber en qué momento esperar significaba una cosa u otra, es lo que definiría para ella el poder asestarle un golpe a su enemiga o acabar hecha pedazos.
Durante esa lluvia de ataques, Star percibió una disminución en la cantidad de disparos de la mujer. Se había debilitado un poco. Ese era el momento para aprovecharse de su debilidad momentánea y atacarla. Bajó en picado hacia ella y luego proyectó un hacha de magia entre las tres manos de su derecha. Ya estaba cerca de ella. Cuando esta se dio cuenta de lo poco que faltaba para que Star le asestase un golpe, sus disparos cesaron y sus brazos crearon un escudo invisible que detuvo el filo mágico del hacha. Sin conformarse con eso. Disparó un rayo con sus otros brazos, el cual impactó directamente a la chica. Esta salió disparada hacia arriba como un petardo. En un determinado punto se detuvo su arrastre y el rayo se desvaneció. Star se mostraba intacta con un escudo cubriéndola del daño que le podría haber causado aquel rayo.
Ambas se miraron de forma desafiante. Nunca había visto a Eclipsa de aquella forma, y nunca hubiese imaginado que llegaría el día en el que lo hiciese, pero muchas cosas peculiares estaban pasando aquellas semanas, y la confrontación con la mujer que alguna vez consideró una de sus mejores amigas no sería la excepción.
Los monstruos continuaban avanzando. Los soldados eran ya casi ignorados por aquellos que luchaban contra la escoria no-muerta, pero estos aún tenían la función de entorpecer a los guerreros para que las criaturas grandes los tomasen por sorpresa.
De la forma que podían, los caballeros se dispersaban para intentar eliminar a la mayor cantidad de monstruos posibles, procurando mantener a raya a los que eran grandes. Las espadas y lanzas cortaban los miembros de estas criaturas como si su carne fuese mantequilla de lo podridas que estaban. Pero las garras y dientes seguían siendo letales, por lo que no se confiaban en ningún momento. Y mucho menos al darse cuenta de que la multitud poco a poco comenzaba a encerrarlos.
Los portadores de martillos y mazas seguían barriendo a las masas que se adentraban en sus perímetros. Estos intentaban evitar que los enemigos fuesen poco a poco rodeándolos y separándolos de sus compañeros. Pues juntos era como podrían durar más tiempo en aquella batalla que poco a poco algunos dudaban de poder ganar. Aquellos que eran separados ya se notaban cansados, y verse sumidos en el mar de no-muertos los desmoralizaba y quitaba sus fuerzas. Pese a ello, el enemigo no los eliminaba, sino que los apresaba en el suelo igual que al resto.
A diferencia de estos, Mina se había alejado por completo del resto de mewmanos. Se veía a si misma rodeada por los monstruos, pero, lejos de mostrarse asustada, se sentía más viva que nunca, a pesar de que la expresión en su cara era una que solo podría infundir el terror más puro en el corazón de sus adversarios.
Kelly había demostrado ser mejor con la espada de lo que muchos pensaban. Exterminaba monstruos con la misma fiereza que los Johansen y con la misma habilidad que cabría esperar de un caballero de la orden. Mientras luchaba, esta era observada con interés por Talux, quien reconocía las habilidades de la chica a su temprana edad.
Sobre el aire Rhombulus intentaba zafarse del agarre de su captor, pero no lo conseguía. River vio al tipo en una situación de peligro y decidió actuar. Tomó el brazo de uno de los cadáveres que había en el suelo y comenzó a hacerle señas a uno de los monstruos voladores que había por allí. La criatura siguió la provocación del tipo y se abalanzó sobre este. River se alejó del resto para que la criatura no los dañase al descender. Esta abrió sus fauces para devorar al tipo, pero él dio un salto y cayó en la espalda de la bestia. La tomó de sus cuernos y comenzó a conducirla por donde quería.
- Yija! – gritó levantando el puño con el hacha – Alla voy, hombre de diamante.
Rhombulus se giró un momento al oír eso, pensando que se referían a él. Al hacerlo, vio a la enorme criatura que se estaba por abalanzar encima de ellos.
- River, que vas a hacer? Has perdido el juicio?
- Sí! – gritó este lleno de euforia.
El rey provocó que la criatura sobre la que iba montada se chocase contra aquella que cargaba a Rhombulus y lo soltase, siendo arrastrada en el aire con brusquedad por aquel impacto. El tipo turquesa comenzó a caer sin control alguno, pensó que hasta ahí llegaba el plan de River por salvarlo, pero el compañero de Marco apareció para salvarlo de una caída desastrosa. Rhombulus se aferró a los cuernos de la criatura y se sentó en su espalda para descender de forma adecuada. Cuando llegó al suelo se tiró a este y comenzó a acariciarlo.
- Nunca más volvamos a separarnos, es agradable estar sobre ti. – se giró hacia el dragón motocicleta – Gracias, lagarto motorizado, sin ti no podría estar abrazando el suelo como si fuese un peluche.
Nachos solo expulsó humo de su nariz y volvió a los cielos para seguir incinerando a todo monstruo a su alcance.
Mientras Rhombulus asimilaba que aún seguía con vida, Omnitraxus y Globgor intercambiaban golpes de puños. Ambos parecían boxeadores con experiencia en sus campos, pero más bien era una pelea de pura brutalidad. El troll se cubría de los ataques del señor del tiempo usando sus brazales y luego se alejaba de este para verlo mientras sonreía. Pero al ver a Omnitraxus sonreír también, se sintió algo desconcertado.
- Intenta bloquear esto. – advirtió el tipo.
Comenzó a lanzar puñetazos al aire, como si estos no fuesen a dar a nadie. Pero en el momento en el que llevaba su puño hacia adelante, un pequeño portal del tamaño de su brazo se habría y aparecía cerca del troll, conectándole un fuerte golpe. Varios puños aparecieron de todas las direcciones avasallando a Globgor, quien se cubría el rostro con sus dos brazales. Era incapaz de contratacar a su oponente en ese estado, por lo que echó a correr hacia él aun cubriéndose. Varios de los golpes que salían en la anterior ubicación de Globgor golpearon a la nada. Rápido, Omnitraxus comenzó a cambiar la ubicación de los portales. Sus golpes volvieron a conectar con el troll, pero este no detenía su carga. Ya se encontraba a pocos metros. Fue entonces que este escupió una llamarada para quemar a su oponente. Tomado por sorpresa, Omnitraxus tuvo que cubrirse de las llamas usando sus guantes para extinguir el fuego y consumirlo, pero aquello no fue más que una mera distracción para que bajase la guardia.
Globgor le dio un fuerte puñetazo al señor del tiempo en el estómago, provocando que este se contrajera. Una lluvia de golpes fuertes y feroces comenzó a atosigar a Omnitraxus, el cual no pudo defenderse correctamente de estos. Luego fue tomado por una de sus piernas y fue azotado contra el suelo una y otra vez, hasta que Globgor lo lanzó varios metros a lo lejos, haciéndolo chocar contra una piedra. El troll solo sonrío sintiéndose vencedor y luego comenzó a avanzar hacia su enemigo.
Rodeado por clones, Marco analizaba la situación para ver cuál sería su siguiente movimiento. Mantenía las espadas en alto para poder responder en caso de que fuese el enemigo el primero en atacar; y así lo fue. Un clon a su espalda corrió hacia él a gran velocidad, tuvo poco tiempo de reacción, pero fue capaz de interceptar a la mujer. Este usaba solo su katana para sostener al clon que lo empujaba usando sus dos cuchillas.
El resto de clones también se lanzó hacia él. Dos de ellos fueron los que más se aproximaron. Tenían sus cuchillas listas para clavárselas, por lo que Marco tuvo que reaccionar de inmediato. Movió el filo de Keepsake hacia abajo y redirigió al clon para que este cayera al suelo. Con su otra espada libre marcó terreno con un corte horizontal para detener el avance de aquellos dos. Movió rápido su espada y le cortó el cuello al clon en el suelo para recuperar su arma y lanzarse hacia los otros.
Consiguió clavarle su katana a uno en un movimiento de estocada, pero dejó una apertura que aprovechó un clon a su izquierda para atacar desde dos puntos. Pudo bloquear el primero, sin embargo, el otro golpe tuvo que esquivarlo y lo consiguió por poco.
Distraído por tratar con todos estos apenas tuvo tiempo para impedir que la llamarada que se alzaba sobre él lo calcinase. Keepsake consumió aquellas llamas en un solo corte. De un solo giro, Marco hizo un anillo de fuego que forzó a los clones a alejarse de él. Aprovechó ese momento para arrodillarse y dejar sus armas en el suelo. Comenzó a tomar las dagas que portaba en sus cintos y, tan pronto las sacaba de su agarre, las lanzaba directo a los clones. Aquellos que fueron impactados por las dagas se desvanecieron en un instante. Pero les dio la oportunidad a otros para precipitarse hacia el muchacho ahora que estaba expuesto.
Tres clones de diferentes direcciones saltaron hacia el muchacho. Tomó sus armas tan pronto los vio y quiso levantarse, pero ya tenía a uno encima. Consiguió repelerlo y levantarse para parar a los otros dos. Giró en torno a uno de ellos y lo apuñaló con la espada corta, ya quedando solo uno. Se lanzó hacia él con decisión y lo cortó en un cruce de metales.
Sin poder relajarse un momento, vio que a su alrededor había cuatro Hekapoos cargándose de llamas. Sabía que significaba eso, una explosión. Las cuatro explotaron a la vez llenando el ambiente con llamas. Todos los presentes se giraron al ver aquel estallido, pensando que sea quien haya estado cerca de allí debía de estar muerto. Una cortina de humo negro comenzó a disiparse y tras esta se vio la figura del humano respirando con dificultad y sosteniendo dos hojas con filo incandescente.
Para evitar el daño de la explosión, Marco tuvo que mover sus espadas alrededor de su cuerpo tan rápido como le fuese posible para que estas consumieran las llamas. Pero la explosión se había producido muy de cerca, por lo que no pudo evitar todo el daño. Tenía quemaduras de primer grado en su cuello y rostro, también en sus manos y en partes de sus brazos.
Ya no había más clones a su alrededor, así que aprovechó para respirar profundo y visualizar a los enemigos que había en el campo de batalla. Vio a un tipo enorme con cuernos en la cabeza, brazos y espalda. Este sostenía una de las piedras que habían lanzado con las catapultas. Un corte mortal de Keepsake liberó las llamas que contenía e impactaron contra el monstruo, haciéndolo estallar en llamas y soltar la piedra. La cual lo aplastó y lo convirtió en una masa no-muerta pútrida.
Un segundo disparo fue lanzado a uno de los monstruos con alas. Impactó en el cómo una bala de cañón y este cayó en picado. Se desplomó sobre varios soldados no-muertos y luego se quedó allí, siendo consumido por las llamas.
Marco respiraba pesadamente. Luchar tanto rato sin respirar tranquilo un solo momento lo había dejado exhausto. Pensó que tendría un ligero momento de tregua. Pero se equivocó cuando su sentido lo obligó a girarse con la espada en alto para bloquear.
Una Hekapoo cruzó aceros con este. El golpe fue tan fuerte, que la espada corta se destruyó. Eso sólo le indicó una cosa al chico; era la original.
Una pelea de puro poder se estaba llevando a cabo entre Star y Eclipsa. La reina oscura no había recibido el mismo entrenamiento que la muchacha, aun así, esta no tenía nada que envidiarle. Su madre le había enseñado a luchar cuando aún estaba viva, y, aunque Eclipsa estuviese en contra de la pelea contra los monstruos, nunca menospreció las enseñanzas que había recibido. Es por ello que enfrentaba a Star Butterfly con su varita convertida en una espada de pura energía mágica igual que la de su madre, Solaria. Esta era de color púrpura, corrupta por la oscuridad.
Las dos mujeres cruzaban sus armas mágicas. Star mostraba tener mayor control sobre su arma, más habilidad y agilidad. Pero Eclipsa mostraba mayor poder, además de poseer un arma más consistente, debido a que esta se trataba de la varita en sí. En los forcejeos, Star tenía que echarse hacia atrás para evitar ser herida. Su hacha no duraría mucho, ya mostraba varios signos de desgaste.
En una jugada arriesgada, lanzó su hacha girando en el aire en dirección a su oponente. Rápida, Eclipsa levantó su espada y destruyó el hacha que se aproximaba hacia ella con ferocidad. Al instante de eliminar el arma de su oponente, vislumbró un rayo de energía que venía hacia ella. Colocó sus manos derechas hacia adelante y creó un escudo que disipó el rayo de energía que venía hacia ella. Y lo siguiente fue Star Butterfly. Se precipitó hacia la mujer con sus manos desnudas esperando asestarle un golpe. Entonces la mujer se defendió impulsando el escudo que había creado, disparándolo hacia la chica. Aquel golpe tomó a Star por sorpresa. La empujó varios metros en el aire, hasta que el escudo desapareció. Se cubrió el estómago con sus brazos y en ese momento miró hacia abajo, contemplando la batalla que se libraba en tierra.
El bando de los mewmanos había reducido una buena parte del ejército de no-muertos, pero estos aún seguían siendo más que ellos. Muchos de ellos se mostraban agotados. Estaban siendo inhabilitados en el suelo, como varios muchos otros. Los que aun parecían dar batalla eran aquellos que habían ido a entrenar con Marco en la dimensión de Hekapoo. Pero solo era cuestión de tiempo. Los monstruos ya habían rodeado a todas las tropas, por lo que lo único que los mantenía a raya era su aguante, el cual se acabaría tarde o temprano.
Rhombulus acudió en la ayuda de Omnitraxus, el cual estaba por ser aplastado por una roca que sostenía Globgor. Saltó por su espalda y se aferró al cuello del troll, intentando asfixiarlo. Este soltó la piedra al notar a un enemigo detrás suyo. Sin mucha dificultad lo tomó de los brazos y se lo quitó de encima, arrojándolo al suelo. Este se repuso tan rápido como pudo y comenzó a dispararle proyectiles cristalizantes a su oponente. Globgor tuvo que bloquear todos aquellos disparos usando sus brazales. Viendo que aquellos ataques no surtían efecto, Rhombulus se cristalizó ambas serpientes y pasó al juego de puños. Su tamaño le ayudaba a evadir al tipo grande, golpeándolo por todos lados. Entonces, sin darse cuenta, sucedió algo que no debería haber ocurrido. Globgor se lanzó hacia el con la boca abierta mostrando sus filosos dientes y atrapando su brazo izquierdo entre ellos. Estos se clavaron en la carne del tipo turquesa, quien gritó de dolor y comenzó a golpear la cara del troll para que lo soltase. Como única respuesta, Globgor apretó más los dientes y luego le propinó un fuerte golpe en el estómago a su presa y lo envió lejos, haciéndolo caer al suelo y rodar.
Omnitraxus se repuso del golpe que había recibido antes, solo para contemplar con horror la escena que se mostraba ante sus ojos. Su compañero jadeaba de dolor tirado en el suelo y aferrándose al muñón en donde antes estaba su brazo izquierdo. De entre los dientes del troll cayó la extremidad faltante de su compañero. Se reía con sadismo en su mirada, anunciando que quería más sufrimiento de ellos.
Estos eran los horrores que Star contemplaba con sus ojos mientras se reincorporaba.
- Lo siento, cariño. Así es la guerra, tú has elegido luchar en ella, ahora, tendrás que hacerles frente a los resultados de tu elección. – decía la mujer de picas en sus mejillas intentando darle una valiosa lección.
Eclipsa no dio tregua a la chica. Esta apuntó hacia adelante con sus brazos derechos y disparó un rayo de energía mágica. Star tomó aquello como un desafío, un desafío que le decía que tenía que afrontar sus decisiones. Llevó sus manos al frente y también disparó un rayo de energía que chocó contra el de Eclipsa. Ambas mantenían la presión del consumo continuo de energía.
- No puedo perder. – se dijo Star a sí misma.
Empleó una mayor cantidad de magia para derrotar a Eclipsa. Poco a poco el rayo de Star comenzó a empujar el de Eclipsa y a aproximarse a esta. No desistió en ningún momento. Quiso derrotarla allí mismo, así detendría aquella batalla y sus compañeros podrían descansar.
- Veo que estás decidida a combatir. – alagó la mujer a su oponente – Eso me hace más difícil decirte que no tienes oportunidad alguna.
La gema del Daora'kah comenzó a brillar con gran intensidad, el rayo de Eclipsa creció con fuerza y sobrepasó el de Star, consumiéndolo del todo e impactando a la chica.
Desde abajo, sus compañeros vieron como la chica caía en picado desde el cielo. Sus amigos más cercanos y su padre gritaron al verla. Quisieron ayudarla, pero ninguno de ellos podía llegar hasta ella para rescatarla.
La chica cayó sin control alguno, aún estaba consiente, pero no podría evitar aquella caída. Se lamentó a si misma por no poder vencer a su oponente y así detener esa guerra. Apretó los labios con rabia y cerró los ojos a la espera del inminente impacto contra el suelo, pero no fue así. Notó unos brazos grandes sujetándola. Confundida, abrió los ojos y vio delante suyo a un viejo amigo.
- Buff Frog. – exclamó alegre.
- Qué tal, Star Butterfly? Te echamos una mano?
Varios monstruos con vida comenzaron a aparecer de dentro del bosque al noroeste del castillo. Estos se enzarzaron en batalla contra los no-muertos y comenzaron a liberar a los mewmanos apresados, los cuales miraron a sus rescatistas con extrañeza y desconfianza. Mas una cosa les quedó clara desde el primero momento, aquellos eran aliados. Poco a poco el bando de los mewmanos comenzó a recuperarse y a ofrecer resistencia contra los no-muertos.
Star vio maravillada como sus compañeros se recuperaban. Volvió a mirar a su compañero incrédula, pero alegre.
- Cómo? – preguntó ella.
- Recibimos una llamada diciéndonos que serías atacada por un ejército de monstruos zombis. Supe que tenía que hacer algo para ayudarte. Y cuando se lo conté al resto, todos se unieron para ayudarte.
La chica sonrió con alegría. Veía un atisbo de esperanza ante aquella alocada situación. Monstruos y humanos trabajaban juntos para derrotar a un enemigo. Quizá aun podrían ganar. Pero la presencia de Eclipsa era lo que le molestaba, no imaginaba que nadie fuese capaz de ofrecerle batalla a aquella mujer. Ahora mismo, era su padre quien estaba manteniéndola ocupada montado en un monstruo volador.
- Star. – dijo Tom corriendo hacia ella – Estás bien?
- Eso creo.
Pero la realidad no era esa. Había perdido su forma Butterfly y tenía su brazo izquierdo herido debido a aquel rayo de energía que Eclipsa le disparó.
- Debo volver allí para detener a Eclipsa.
- Star, no puedes. Solo mírate, apenas puedes mantenerte en pie.
- Pero alguien tiene que ir.
- Tal vez necesites una mano. – dijo una voz femenina y familiar de detrás de Buff Frog.
Todos se giraron a ver. No se trataba de otra que Moon.
Star quedó atónita al ver a su madre allí. Salió corriendo a pesar de su dolor corporal y la abrazó con fuerza. Esta recibió a su hija con los brazos abiertos.
- Mamá, ya estás bien. – decía entre alegre y triste, pero notó algo que recorría su cuerpo – Mamá?
- Lo sé, hija, estabas preocupada por mí. Yo también lo estoy por ti. Supe lo de su viaje a la dimensión de Hekapoo. Seguramente ya seas una adulta. – explicaba mientras curaba a su hija con su magia – Pero ya me has demostrado que puedo confiar en ti. Yo no estoy recuperada aun, pero sé que tú puedes vencer a Eclipsa, tu hiciste posible esta escena. – expuso mirando a los humanos y a los monstruos luchando contra aquel ejército no-muerto – Eres una princesa excepcional, Star. Tú tienes la capacidad de salvar al reino. Confío en ti.
La chica notó como le temblaba la garganta al oír esas palabras de apoyo de su madre. Quería decirle cuan agradecida estaba de volver a verla consiente, pero solo pudo expresar una sola frase:
- Gracias, mamá.
- De nada, hija. Ahora, deja que termine de curarte.
Mientras la muchacha estaba recuperándose, Marco mantenía una lucha a vida o muerte contra su mujer. Esta se movía de forma rápida y feroz. Lanzaba un sinfín de cortes con sus cuchillas, dejando al muchacho la única opción de bloquear cuanto podía y retroceder.
- Conque así es como peleas. Es que acaso te estuviste conteniendo todos estos años?
No hubo respuesta alguna de su mujer, solo más ataques. Hekapoo comenzó a girar sobre sí misma y se convirtió en un pequeño torbellino de acero que obligó a Marco a retroceder varios metros. "Quizá este cuerpo no se rival para la original, y menos si estoy cansado. Pero dudo que alguien la conozca tanto como yo como para detenerla", pensó este.
Respiró hondo y se dejó llevar por su espada. Su oponente se precipitó hacia él y este lo recibió en posición de defensa. Contuvo el ataque de la mujer y luego le propinó una patada lateral. Ella se alejó un poco y se palpó la zona en donde había sido golpeada. Luego miró al muchacho con aquellos ojos inexpresivos y se volvió a lanzar hacia él.
Moon había terminado de curar a su hija. Esta se notó mejor y lista para volver a luchar contra la mujer, pero sabía que ya casi no le quedaban energías para ello.
- Es momento de pasar a la táctica de combate sin magia.
Star silbó con fuerza y el dragón motocicleta descendió de las alturas y se situó junto a ella.
- Tom, dámelas. – ordenó ella.
El demonio sacó de su espalda dos hachas cortas y se las entregó a la chica.
- Estás segura, Star?
- No tengo suficiente magia para transformarme en Butterfly, mucho menos para lanzar algún ataque. Pero aun puedo crear algún escudo para defenderme de los ataques mágicos. – le recordaba mientras se subía a lomos del dragón – Tengo una mujer a la que detener.
Nachos se revolvió un poco y tomó vuelo.
River mantenía ocupada a Eclipsa haciendo volteretas en el aire y burlándose de ella. Esta solo le hacía caso porque le parecía lamentable las acciones que estaba tomando aquel hombre con tal de distraerla. Entontes se percató de que una llamarada se dirigía hacia donde ella estaba. Se cubrió creando un escudo alrededor de su cuerpo.
- Papá. – gritó la chica – Cambio.
El padre comprendió al momento lo que tenía que hacer. Este le dejó la situación a su hija mientras él se iba a ayudar a Omnitraxus. Se lanzó encima del troll y con el hacha en mano, dispuesto a descargarla sobre él. Pero el monstruo lo atrapó del mango del hacha en medio del aire.
- Creíste que me ibas a derrotar si me atrapabas por sorpresa? – le cuestionó al tipo con una sonrisa de triunfo en su gesto.
- Así es.
El hombre se soltó de su hacha y saltó directo a la cara del troll, el cual tiró el arma y comenzó a luchar por quitarse al tipo de encima.
Eclipsa miraba de nuevo a la chica, esta vez, montada en el dragón y con dos hachas incandescentes.
- Veo que no te rindes, Star. Esa siempre fue una cualidad que me gustó de ti.
La chica lanzó dos cortes de fuego con sus hachas. Eclipsa simplemente se defendió creando un escudo que detuviese aquellos ataques. Apenas los proyectiles fueron lanzados, Nachos comenzaba a echar fuego sobre las hachas que Star acercaba a sus fauces. Estas absorbían las llamas del dragón y se cargaban para disparar.
Rodearon a la mujer antes de que las llamas que había lanzado acabaran de dispersarse. Nachos comenzó a escupir fuego de forma exuberante. Star lanzaba cortes ígneos y colocaba sus hachas cerca de las llamas del dragón para volver a cargarlas y continuar atacando. Eclipsa estaba siendo rodeada por un mar de llamas y explosiones. Fue entonces que un rayo salió disparado con fuerza desde aquella cortina de humo y llamas. Star tuvo que bloquear aquel rayo creando un escudo de magia tan rápido como pudo, además de cubrirse con sus hachas.
El rayó atravesó el escudo sin mucha dificultad y también las hachas de la chica, haciendo que estas se cayesen. Las llamas que cubrían a la mujer comenzaron a concentrarse en un punto. Pronto se volvió a ver la imagen de la mujer con las llamas cubriendo la espada de magia que había hecho.
- Admirable, debo decir. Habrías sido una magnífica reina, Star. Pero eso no será así.
El Daora'kah brillo con intensidad de nuevo. Las llamas en la espada de Eclipsa se tornaron negras y esta se preparó para lanzárselas a la chica. Esta ya no tenía las hachas para defenderse del fuego, y por la magnitud de las llamas de la espada de la mujer, dudaba que fuesen capaces de esquivarlas.
Desde tierra, Marco vio las llamas que estaba cargando la reina oscura. Y luego vio a Star desprotegida a lomos de Nachos. No tenía ningún arma con ella, tampoco estaba en su forma Butterfly.
- Oh, no. – se dijo.
No tuvo tiempo para distraerse, pues su mujer no dejaba de hostigarlo. "Tengo que ayudarla, pero no hay forma de llegar hasta allí". Continuó defendiéndose y entonces tomó una decisión rápida y temeraria. Creó una apertura en la defensa de Hekapoo y entonces le dio una fuerte patada en el estómago, la cual la envió varios metros hacia atrás. Volteó hacia arriba y llamó a la chica.
- Star! – gritó tan fuerte como pudo.
Ella se giró a verlo, y este le lanzó su espada katana por el mango. La chica no lo pensó dos veces, atrapó la katana en el aire y la puso enfrente suyo justo cuando las llamas de Eclipsa estaban sobre ella. Estas las envolvieron a ella y a Nachos. Los que observaban pensaron que aquel sería el final. Pero aquellas llamas negras se estaban juntando en el filo de la espada Keepsake y mostraron, detrás de estas, a la muchacha y el dragón intactos.
- Sí. – celebró Marco al conseguir salvar a la chica.
Fue entonces cuando sintió dos punzadas en su estómago. Se giró para ver como su mujer le había clavado sus dos cuchillas mientras este no miraba. Sintió como si sus piernas comenzaran a fallarle. Se dejó caer encima del hombro de Hekapoo. Esta ni siquiera había sacado las cuchillas del estómago de Marco. Sostuvo al chico para que no se cayera, como si en el fondo entendiera lo que acababa de ocurrir. Para Marco, todo se comenzó a tornar oscuro. El silencio se hizo a su alrededor, y solo pudo escuchar el latido de su corazón y la respiración de su mujer.
- Conque, así es como acaba. – comenzó este – Sabía que algún día tendría que morir. Pero nunca quise que fuese de esta forma. – se le notaba temblar la voz – Lo que más me duele no son las puñaladas, ni el hecho de que hayas sido tu quien me las haya hecho. Sino que sé que tu jamás querrías hacerme esto, que incluso darías tu vida para que así no lo fuera. Y verte hacer algo que no querrías hacer de ninguna de las formas, me duele, me duele mucho saber que te han obligado a matarme.
La mujer no decía nada, tampoco se movía o realizaba gesto alguno. Pero, en ese rostro duro e inamovible como la piedra, un par de lágrimas se deslizaban.
- Ojalá no tuvieras que hacer esto. Hekapoo... - sollozaba este – Lo siento, Hekapoo. Debería haber evitado que esto ocurriera, siento que hayas tenido que matarme por mi culpa.
A pasar de la frialdad y de estar bajo el control de Eclipsa, la magia sobre la mujer no pudo evitar que el dolor que sintió en su corazón llenase sus ojos de lágrimas de arrepentimiento. A pesar de no decir nada, a pesar de no emitir algún llanto o gemido, Hekapoo se lamentaba por lo que había hecho.
- Hekapoo, perdóname. – pronunció mientras le temblaba la voz.
Entonces la mujer abrió los ojos como platos y su cara cambio, mostrando una expresión de dolor y sorpresa. Esta miró hacia abajo y vio como el chico le había clavado las tijeras que antaño le había regalado. Esta se desplomó en el suelo, arrodillada, y con ella, su amado.
Todos los clones de Hekapoo que estaban luchando en el campo de batalla se desvanecieron en una cortina de humo. Aquellos que estaban peleando contra ellos se mostraron extrañados, pero al instante continuaron aniquilando a los no-muertos que tenían cerca de ellos.
Marco se quitó las dos cuchillas del estómago y las unió para formar las tijeras de su mujer. La recargó en su hombro ignorando el dolor de las puñaladas, y abrió un portal por el por el cual desapareció junto con Hekapoo, en silencio, sin que nadie los notase.
Star se había apoderado de las llamas de Eclipsa, y ahora se mostraba delante de ella blandiendo la espada de Marco. Su oponente se mostraba cansada después de realizar aquel ataque. Era como Marco les había explicado. El Daora'kah la estaba dejando exhausta. Aprovechó ese momento para atacarla de nuevo. El dragón motocicleta volvió a escupir sus llamas y Star liberó todo el fuego negro cargado en la espada de Marco. Las llamas del dragón y las negras crearon un manto enorme que rodeó a la reina oscura y se convirtió en una esfera de llamas. Sabía que estaba débil, tenía que perecer ante aquel ataque.
Aquellos pensamientos de ánimo se convirtieron en delirios cuando destellos de luz purpura se filtraron entre las llamas de aquella esfera. Estas desaparecieron y dejaron ver una esfera negra, la cual cubría por completo a la mujer y palpitaba en brillos púrpuras.
- No puede ser. Nunca la derrotaremos.
- Te equivocas, Star. – dijo la voz de su madre a su derecha. Esta se había transformado en Butterfly y había ido hasta allí para apoyarla – Mi hija no se rinde, mi hija no acepta lo que ve, sino que se revela ante ello y defiende lo que cree. Esa es Star Butterfly.
- Esa es la chica de la que me enamoré. – anunció Tom a su izquierda.
- Toma mi magia, hija. Y salva el reino. – apoyó su mano en el hombro de la chica.
- Toma mis llamas. Úsalas para derrotar a Eclipsa.
- Mamá, Tom. – pronunció ella ilusionada al verlos. Cerró los ojos y se concentró en el tacto de ambos – Inmersión profunda.
La energía mágica de Moon se traspasó a su hija, no era mucha, pero era suficiente para que esta pudiese más utilidad que ella. Las llamas de Tom se dirigieron a la espada que la chica sostenía en manos.
Star no se transformó en Butterfly. Pero unas alas de mariposas azules recubiertas por llamas crecieron en su espalda. Keepsake se hendió en un fuego mágico que se tornó azul. De este salían pequeñas mariposas azules en llamas, las cuales se desvanecían en el aire como si fuesen ascuas. Ella abrió los ojos y mostró el brillo que estos tenían.
La reina oscura salió de su cúpula, dispuesta a terminar la batalla con un último golpe. Su amuleto brillaba con intensidad y su varita espada estaba ennegrecida.
- Déjenme. – les ordenó la chica.
Moon se colocó encima del dragón y este la bajó, Tom los seguía a ambos.
- Es el final, Star. – advirtió Eclipsa.
- No podría estar más de acuerdo.
Ambas se lanzaron decididas a acabar la pelea de una vez por todas. Blandieron sus espadas y estas se chocaron, emitiendo un gran destello. La energía vibraba por el contacto de sus hojas imbuidas en magia.
- No tienes el poder para derrotarme, Star.
- Te equivocas. No quiero derrotarte. – su oponente mostró una expresión de extrañeza al oír esas palabras – Todo esto siempre ocurre por la varita, por el poder. Es por eso que te quitaré el poder que posees y me desharé de él para que nadie más pueda hacernos daño.
Star empujaba con más fuerza. Eclipsa notaba como sus energías comenzaban a flaquear. Las llamas de la espada de la chica estaban consumiendo la oscuridad de su hoja, la quemaban. "No puede ser", pensó Eclipsa antes de ver como la katana partía en dos su espada. Las llamas quemaron las partes cortadas, dejando un rastro de mariposas azules en llamas tras de sí.
De pronto, la reina oscura sintió como el cansancio la azotó de golpe. Había perdido, pero, aun así, mostró en su rostro una sonrisa de satisfacción. Todos los no-muertos se desplomaron en el suelo, convirtiéndose un montón de huesos y de carne podrida. Estos ya no volverían a luchas más.
River mantenía su batalla con Globgor.
- Crees que un simple mewmano como tú será capaz de vencerme? – se burló este.
- Yo soy River. Un hombre de acción. – gritó con euforia.
El tipo comenzó a darle cabezazos en el rostro al troll, aferrándose de sus cuernos. Siempre le habían dicho a River que usase la cabeza. En ese momento no dudó en emplearla a fondo. Dio golpes contundentes una y otra vez mientras notaba en su espalda los arañazos del troll intentando quitárselo de encima.
En un determinado momento, a River le ocurrió algo que nunca se habría imaginado, le dolía la cabeza. Acabó por marearse y soltarse de los cuernos de Globgor, cayendo al suelo.
El troll se echó un poco hacia atrás y luego se arrodilló apoyándose la mano en la cabeza. No podía creer que un simple hombre fuese capaz de provocarle semejante dolor de cabeza. Cerró los ojos y respiró profundo para intentar reponerse. Volvió a abrir los ojos para comprobar que el panorama ya no daba vueltas. Efectivamente comprobó que ya se encontraba bien, sin embargo, lo que vio tampoco fue muy alentador.
El ejército de no-muertos de su mujer se desmoronaba. Supo que ese era el fin del plan de Eclipsa, y que todo había salido como ella predijo, pero le hubiese gustado disfrutar un poco más de todo aquello. Pero, mientras se perdía en sus pensamientos, sintió el frio acero de una espada atravesándole el pecho. Bajó la mirada y se encontró con el tipo bajito y rubio que momentos antes le estaba golpeando con la cabeza.
- Parece que se terminó, Globgor. - le dijo el tipo.
Vanidoso, el troll no le dio la satisfacción de mostrar su cara de derrota ante su enemigo. Solo sonrió como siempre lo hizo.
- De todos modos, esto ya se había acabado.
Star descendió de las alturas con la reina oscura reposando en sus brazos. Esta aún era consciente, no se había desmayado a pesar del uso excesivo del brazalete. Miró un momento hacia un lado y se deleitó con un paisaje de mewmanos y monstruos celebrando la victoria.
- Da gusto ver a los mewmanos y los monstruos festejando como aliados. - opinó la mujer.
- Esto es lo que conseguiste, Eclipsa. No solo nuestros aliados, sino que los monstruos también se unieron a nosotros para detenerte.
- Lo sé. - sonrió - Te dije que para que una unificación se produjera, era necesaria una guerra. - evidenció como si aquello fuese algo obvio, como si ella hubiese esperado que pasase lo ocurrido.
Aquella expresión desconcertó un poco a la chica.
- Acaso sabías que esto ocurriría?
- Ustedes necesitaban un enemigo para poder unirse, pero también necesitaban a alguien que conociera tanto a su pueblo como al de los monstruos para que los guiase. Sabía que los monstruos te tenían mucha estima, por eso supe que vendrían a ayudarte cuando le avise que mi ejército lucharía contra ti.
La chica no daba crédito a lo que oía. No creía que la mujer hablara en serio. Pero ella nunca mentía
- Me resulta difícil creer algo como eso después de ver cómo intentaste matarnos y como luchaste dando todo lo que tenías. No entiendo que conseguirías volviéndote el enemigo del reino solo para unir a los monstruos y humanos. No entiendo porque harías eso.
- Hubo dos razones. Quería deshacerme de la alta comisión y de la ideología de gobierno actual. Ellos nunca aceptaron a los monstruos como posibles aliados. El reino necesitaba a alguien con otro tipo de pensamiento, y la alta comisión lo único que habría hecho sería reprimirlo. Y la segunda razón fue por ti. Vi en ti a la niña que alguna vez fui, ilusionada por cambiar este reino. Tú hiciste mucho por conseguirlo, pero tu madre y la alta comisión te frenaban. Quise ayudarte a cumplir tu sueño a mi manera.
- Si es así, porque intentaste matarnos a todos?
- Star, yo no mataría a ningún mewmano. La prueba la tienes ahí mismo. - señaló con la mirada a aquellos que habían sido reducidos y apresados en el suelo - Podría haberlos matado si hubiese querido, pero ese no era mi objetivo. La alta comisión es otra historia, pero los mewmanos no morirían.
- Y que hay de nuestra batalla. Fuiste con todo lo que tenías. Si pretendías ayudarme, solo tendrías que haberte dejado ganar.
La mujer se rio un poco.
- Cariño, así no funcionan las cosas. Yo tenía que darlo todo, porque, a pesar de que quería ayudarte, tú tenías que demostrarme que lucharías por el reino, por tu gente y por tus aliados. Eso es lo que hace una reina.
Las palabras de la mujer parecían ser sinceras, pero Star desconfiaba, después de todo lo ocurrido no podía simplemente creerle y perdonarla por todo lo que había causado.
- Aún no sé si creerte. Tampoco sé si podré perdonarte después de todo lo que nos hiciste.
- Eso da igual. Hice esto porque quería ayudarte. Estoy satisfecha con lo que hice. Además, no me queda mucho tiempo en este mundo. - la muchacha la miró extrañada al oír eso - He usado este brazalete más de lo debido, ha consumido toda mi energía, y también toda mi vida. Puedo sentir como esta se me escapa a cada segundo que pasa.
- Yo no quise matar...
- Tu no me mataste, Star. Mi tiempo en este mundo ya había acabado hace siglos. Tu hiciste que mis días aquí fueran hermosos, y te doy las gracias por eso. Solo prométeme una cosa, aprovecha el pequeño empujón que te he dado. Guía al reino a un futuro mejor.
Ya habían llegado a tierra. Las alas de Star se desvanecieron junto con el aura mágica de la espada. Su madre y Tom fueron a donde estaba la chica para felicitarla por su victoria. Moon estaba apoyada en el hombro del joven Lucitor para poder caminar. Ambos se sorprendieron cuando vieron a la chica sujetando a la reina oscura. Moon miró a Eclipsa con desprecio mientras ella reposaba indefensa en los brazos de Star. Quiso decirle algo, pero la voz de su hija llegó primero.
- Eclipsa, tienes alguna petición antes de que te vayas?
Ambos miraron a la chica confundidos por la situación. La mujer solo sonrió débilmente y dijo:
- Llévame con mi esposo.
Globgor yacía arrodillado en el suelo con una espada atravesándole el pecho. Sabía que iba a morir, solo disfrutaba de sus últimos momentos en este mundo. Vio como a su frente se mostraba la chica de la que su mujer le había hablado. Star Butterfly. Esta cargaba a Eclipsa en sus brazos. Se agachó y la depositó con cuidado en el regazo del troll. Este le dedicó una mirada llena de cariño a la mujer.
- Lo conseguiste, mi reina. - le acarició la mejilla con suavidad usando su pulgar.
- No, lo conseguimos. - apoyó su mano encima de la de él - Siento haberte pedido que me ayudes en esta misión suicida.
- Por favor. - río este - Sabes tan bien como yo que ese es uno de los motivos por los cuales te quiero. No importa lo que haga, mientras sea contigo, para mí será un placer. Siempre te acompañaré, sea a donde sea que vayas.
Esta sonrió alegre y cerró los ojos lentamente. Su marido también sonrió a sabiendas de que ella se iría. El cuerpo de Eclipsa comenzó a desvanecerse en una ejambre de mariposas púrpuras que se elevaban al cielo y desaparecían. Poco a poco su cuerpo fue desapareciendo hasta no quedar nada. Luego fue Globgor quien cerró sus cuatro ojos y durmió eternamente.
Allí donde sus enemigos se habían concedido sus últimos momentos de vida, Star contemplaba las mariposas desaparecer en el cielo hasta no quedar ninguna.
La guerra había acabado. Todo el mundo gritaba eufórico con la victoria en su mente. Excepto Mina, que seguía apaleando los cadáveres de los monstruos no-muertos.
River y Moon se juntaron con su hija para abrazarla. Todos los amigos de la chica lo hicieron. Festejaban su victoria.
Rhombulus y Omnitraxus descansaban recostados en un árbol. El tipo de cristal había cristalizado su muñón para detener la hemorragia. Y el señor del tiempo solo descansaba. No se había dado cuenta, pero había perdido uno de sus cuernos de espada y su cráneo estaba agrietado, dejando una raja entre el ojo izquierdo y la mandíbula superior.
La euforia y la alegría reinaba el ambiente. Pero entre tanto ruido y tanta celebración, Star se percató de algo. "Donde está Marco".
Los ojos de Hekapoo volvieron a recuperar su iris, estos ya no brillaban. Las picas de sus mejillas se desvanecieron y el color de su pelo volvió a ser el de antes.
Reconoció el rostro de su amado, quien la sujetaba en brazos apoyada en su regazo. Estaba sentado en el banco de su guarida.
- Marco?
El muchacho reaccionó ante la voz de su mujer.
- Ya has vuelto a ser la de siempre. - dijo sonriendo de forma serena, pero no estaba del todo alegre. Tanto él como ella sabían por qué.
- Marco. - apartó la mirada un momento y luego volvió a fijarla en los ojos del muchacho - Siento haberte apuñalado.
- Descuida. No es la gran cosa. Me tomaste por sorpresa, a decir verdad. - rio este - Supongo que me lo merezco por todas aquellas veces que me metí contigo.
Ella sonrió un poco también, pero no dijo nada. Tenía un enorme nudo en la garganta, el cual le impedía hablar.
- Yo también siento haberte apuñalado. Ni siquiera te saqué mis tijeras del estómago por miedo a que te desangres. Pero creo que tampoco ayudó mucho.
Debajo de ellos se veía un charco de carmesí formado por la sangre del chico y de la mujer.
- Descuida, también me lo merecía. Ser controlada por esa mujer era un tormento. Si no me hubieses apuñalado tú, lo habría hecho yo misma. - bromeó para intentar quitarle hierro a la situación, pero no era tan fácil.
Después de unos segundos de silencio, Hekapoo preguntó con la voz temblorosa:
- Marco, es este el final?
- Sí. – respondió con dificultad.
Aquella respuesta azotó con fuerza a la mujer, la cual comenzó a temblar al pensar en todo lo que dejaría atrás. En todo lo que no podía hacer. En que no quería morir aún.
- No quiero que esto termine aún. – sollozó – He pasado milenios sola, y ahora que te tengo a mi lado, siento que no quiero que nuestro tiempo juntos se acabe. Cien años no son suficientes. Yo quería pasar toda una eternidad contigo. Quería que hiciéramos más cosas juntos. Quería reír y llorar a tu lado en muchas más ocasiones.
Se aferró a la camisa del muchacho y dejó que sus lágrimas cayeran por su rostro mientras apoyaba la cabeza en su pecho. Sentía que no era justo, que terminar así era cruel. Asesinados el uno por el otro. Notó la mano del chico acariciándole la cabeza. Su pecho temblaba. Oyó como respiraba de forma entrecortada.
- Yo tampoco quiero que esto acabe así. Quería conocerte más, Heka, mucho más. Tenía ganas de pasar más tiempo contigo en nuestro hogar, mirando películas, comiendo palomitas, cocinando juntos, jugando como un par de adolescentes sin sentido. – se quejó con lágrimas en los ojos – No, cien años no son suficientes.
El dolor los avasalló a ambos. Sabían que no les quedaba mucho tiempo. Habían perdido mucha sangre, y ya se notaban mareados. Ninguno quería irse de este mundo con lágrimas en los ojos, recordando la tristeza y el dolor del otro. Marco se aferró a Hekapoo con fuerza. Entreabrió los ojos enrojecidos por las lágrimas y miró la llama de la cabeza de su amada. Eso le hizo recordar una cosa. Intentó tranquilizarse y respirar con normalidad para poder hablar claramente.
- Oye, Hekapoo. – esta se apartó y miró al muchacho – Recuerdas la historia que me contaste acerca de la muerte de las personas? Que sus almas van al sol y se unen con este. – recordaba dibujando una leve sonrisa – Te lo imaginas? Viviendo juntos en el sol? Cada día, cuando nos despertemos, estaremos viviendo el amanecer. Siempre estaremos calentitos, y como hará calor podremos comer helado cuando queramos, solo espero que no se derrita. – ella se rio un poco al escuchar esa idea absurda – Cada mañana veremos la tierra desde lo lejos, y siempre podré decirte que te ves ardiente. – rio tontamente.
Ella lo acompañó secándose las lágrimas.
- Eso sería maravilloso. – respondió – Ya no tendría que preocuparme de quemarte sin querer. Podríamos bailar entre las llamas y hacer que estas nos acompañen. Siempre tendríamos fuego para cocinar. No tendría que usar mis llamas para encender la forja. Siempre estaríamos calientes, en más de un sentido. – dijo sonriendo.
Marco se rio por eso también.
- Siempre estaríamos juntos. – concluyó el muchacho.
- Siempre. – repitió ella.
Notaron como la presión y la tristeza se habían aliviado. Mas no podían deshacerse del hecho de que iban a morir. Pero no les servía de nada lamentarse más. Ambos querían irse satisfechos consigo mismos.
- Marco, estoy algo cansada. No creo que pueda mantenerme despierta mucho más. – el chico no hizo ningún comentario – Podrías hacerme un favor? – este asintió de inmediato – Te importaría quedarte conmigo hasta que me duerma, y estar a mi lado cuando abra los ojos?
- Por supuesto. – respondió intentando que no se le quebrara la voz y forzándose a sonreírle a su amor – No me iré a ningún lado, estaré aquí para cuando despiertes.
Ella sonrió con suavidad, contenta a la vez que aliviada.
- Gracias. – dijo cerrando sus ojos – Te quiero, Marco Díaz.
- Y yo a ti, Hekapoo.
Después de decir sus últimas palabras, la llama de Hekapoo comenzó a temblar, volviéndose cada vez más y más pequeña, hasta extinguirse. Se quedó con una sonrisa en el rostro, acurrucada entre los brazos de la persona que más quería en el mundo.
Otra vez, Marco volvió a sentir frio el cuerpo de Hekapoo. No importaban las veces que lo había sentido, nunca conseguiría acostumbrarse a esa horrible sensación. Dos lagrimas cayeron encima del pecho de su amada. La abrazó con fuerza mientras temblaba. Sus últimos momentos de vida los dedicaría a sostener el cuerpo frio de su mujer hasta que cerrase los ojos para siempre. Un pensamiento triste y solitario, pero que, a su vez, era la realidad.
"No", pensó con fuerza. "No me iré así, no sintiendo este horrible frio".
Marco se paró cargando a su mujer en brazos y caminó hacia adelante. Frente a él estaba aquel foso de lava que Hekapoo usaba para forjar. Lo miró por un par de segundos y dio un paso al frente, solo se hundió hasta el tobillo. Caminó un par de centímetros hasta quedar en el medio del foso. Su cuerpo no sentía el dolor de la lava quemándole la piel. El dolor en su corazón era mucho mayor que cualquier tortura física.
Se dejó caer arrodillado. Puso a su mujer de rodillas en la lava para que estuviese frente a él. Le quitó sus tijeras del estómago y las dejó caer en la lava. Estas se derritieron como un cubo de hielo. Luego sacó de su bolsillo las tijeras de Hekapoo y también las tiró allí. La lava comenzaba a subir por sus cuerpos, como si esta quisiese cubrirlos a ambos, esa era la lava de la forjadora. Acarició el rostro de su mujer con suavidad y la miró por un rato.
- Sabes, te habré dicho esto como un millón de veces, pero, aún sigo preguntándome que habría sido de mi vida si el día que recuperaste tus tijeras yo me hubiese ido a casa. Fue desde aquel día que entraste a mi vida y que me hiciste cambiar. Me hiciste crecer. Nunca dejé de darle las gracias al universo por toparme contigo. Me hiciste sentir el único hombre en todas las dimensiones, porque me quisiste como a nadie. Estoy tan contento de que hayas sido tú. – le dijo a sabiendas de que ya no lo oía – Hekapoo, tu siempre fuiste y serás el amor de mi vida. La persona más importante en ella. – la lava ya había subido por las espaldas de ambos, ya estaba por sus hombros. Este cerró los ojos y apoyó su frente con la de Hekapoo Esa era su última voluntad – Hekapoo – la lava ya había subido por sus cabezas y ya casi había cubierto sus rostros – Te quiero. – pronunció en un susurro casi imperceptible, ahogado por el azufre y las llamas.
El collar que Marco llevaba se desprendió y cayó entre ellos dos. La lava los había consumido a ambos, dejando dos estatuas negras inmortalizadas en un tierno gesto de cariño. Un gesto que duraría por siempre.
Entre burbujeos y movimientos de lava, el Njönder fue tragado. La lava comenzó a emitir un brillo verde. Un brillo que fue subiendo por los cuerpos petrificados de la pareja, creando grietas que brillaban a su paso. Trozos negros se resquebrajaban a medida que la luz avanzaba. Hasta que llegó a la frente de ambos, fue entonces cuando el brillo se intensificó para luego apagarse de forma súbita. El cascarón de los rostros de ambos comenzó a caerse, mostrando un espacio vacío donde antes estaban sus cabezas. Pero había algo más en su lugar. Del cascaron de cada uno salió una pequeña mota brillante cubierta por un aura que la hacía verse como una llama, casi espectrales. Estas se atrajeron mutuamente a la vez que se elevaban. Cuando se tocaron, produjeron un brillo fuerte y momentáneo, el cual acabó por fundir a ambas motas en una sola.
De la guarida de la forjadora salió volando aquella mota ígnea y comenzó a recorrer los recovecos de aquella dimensión a gran velocidad. Pasó por las ruinas de lo que alguna vez fue la taberna de un tritón junto a un lago. Luego pasó por un bosque en donde había colgado en un árbol el cráneo de un sujeto con cuatro ojos y estructura ósea similar a la de un mono. Junto a este había otro cráneo, similar al de un oso. Más adelante pasó por los restos de una vieja ciudad que tiempo atrás solía llamarse Rotchville. Lejos de allí cruzó por encima de un templo abandonado. A los pies de este, muchas tumbas de guerreros nobles y justos. Un pequeño portal se abrió y luego pasó por este. Lo llevó a una academia en la que muchos jóvenes estudiaban con esmero. Se fue de allí para pasar por encima de una montaña nevada y luego por un campo de flores cargado de recuerdos.
El portal que Marco había abierto en primer lugar para ir a la dimensión de Hekapoo, casi se había cerrado. Antes de que lo hiciese, la mota ígnea pasó a través de este, y salió detrás del cadáver de un monstruo en un campo de batalla. Voló por encima de este y de un montón de cuerpos sin vida, y se acercó a donde estaban los vivos.
Rhombulus y Omnitraxus vieron extrañados aquella mota volando en el aire.
- Omnitraxus, acaso eso es...
- Sí, lo es.
Ambos bajaron sus cabezas con respeto y apoyaron las manos en el corazón, guardando silencio.
Star, quien se había alejado del resto para poder respirar un momento después de todo lo ocurrido, vio aquella pequeña mota acercándose a ella. Quedó suspendida frente a la joven, y esta acercó su mano con curiosidad hasta tocarla levemente. En el mismo instante que la sintió, apartó el dedo y se tomó la mano con brusquedad. Una tristeza arrolladora comenzó a invadirla. Dos hilos de lágrimas cayeron por sus mejillas al entender lo que había. Observó como la mota ascendía en el cielo hasta perderse de vista y desaparecer.
Tras la guerra la gente se repuso de aquel percance. Se extendió la noticia acerca de la muerte de Marco y Hekapoo. Ambos recibieron un funeral con los más grandes honores. Se construyeron dos estaturas para recordarles a todos su valentía y su servicio al reino. Star ayudó a los monstruos a incorporarse en el reino. Se había hecho saber que, sin ellos, probablemente, habrían perdido la guerra. No era fácil unir a dos pueblos que llevaban siglos odiándose. Pero Star no se daría por vencida. El empujón de Eclipsa era el primer paso para unificar a los monstruos y a los mewmanos. Aún tenía mucho que aprender y que vivir, pero tenía a sus amigos y a su familia para ayudarle. Y esta vez, ella y su madre se llevarían bien. Aquel era el comienzo de una nueva era para el reino de Mewni y para todos los mewmanos y monstruos que vivían allí.
Mientras tanto, en un espacio vacío y oscuro, Glossaryck intentaba encender el fuego de unos maderos para cocinar un pollo asado. Usó una cerilla que no quería encender sin importar cuantas veces ni que tan fuerte lo intentase, hasta que esta acabó por romperse. Miró la cerilla con desprecio y la lanzó a la nada. Entonces, una pequeña mota ígnea apareció junto a él.
- Que bien, tú puedes ayudarme.
Este tomó la pequeña mota ígnea y la acercó a los maderos. En el mismo momento en el que la mota toco la madera, esta se encendió de golpe.
- Perfecto. Gracias. – le dijo, volviendo a lo suyo.
Tomó la varilla donde el pollo estaba empalado y la hizo girar para que este se cocinase bien.
- No me esperaba tener compañía. Y menos de alguien como tú. No recibo muchas visitas por aquí. Y, antes de que lo pienses, no, no estás muerto. Pero sí que puedo decirte que todo se terminó para ti. – sentenció con simpleza
La mota ígnea permaneció inmóvil, rodeada por su aura espectral de fuego.
- No me malinterpretes. Con esto quiero decir que tu aventura ha terminado. Pero eso no es malo. Después de todo, el final de algo solo es el principio de otra cosa. Pero no el tuyo.
La mota seguía sin moverse ni hacer nada.
- No me mires así. Yo no hice nada. Pero no dejes que mis palabras te desanimen. Después de todo, tu fuego del alma arde con fuerza. Lo cual indica que, aunque todo terminó, todo puede comenzar. Solo tú tienes la respuesta a lo que te estoy diciendo.
La mota permaneció quieta.
- Así me gusta. Esa es la actitud.
Glossaryck tomó una pierna del pollo y le dio un buen mordisco. Luego miró hacia adelante, como si alguien más estuviese ahí, escuchándolo.
- Y no lo olviden. El fin de algo siempre es el comienzo de otra cosa. Después de todo, cuando un fuego se apaga, significa que más tarde otro se encenderá. Así funciona el ciclo, la magia y la vida.
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Ese incómodo momento en el que te das cuenta de que el nombre del capítulo de hoy es el mismo que el título de la historia, y que wattpad te dice que te queda más de una hora de lectura. Cosas como esas hacen sospechar a los lectores de que, a lo mejor, este es el último capítulo de la historia.
Sí, la historia terminó. Vamos a ser sinceros XD.
*Suspiro* Ahora enserio, estoy intentando ser gracioso porque, como a varios de ustedes, a mi tambien me duele que esto haya terminado. Pareciera ayer que comence a escribir esta historia con mi idea en mente. Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Fue el 31 de agosto de 2017 cuando todo empezó, asi que... wow.
Me siento feliz a la ves que triste al acabar esta historia. Me encariñe mucho con mis propios personajes, y quería verlos llegar a una conclusión. Pero cuando terminé de escribir me sentí abasallado por una tormenta de emociones. Había terminado. Joder, había terminado.
Me di a mi mismo la oportunidad de sentir nostalgia por todo lo que hice hasta hoy. Por saborear ese gusto agridulce que me dejó el finalizar la historia. Y, aunque aun sigo sintiendo la nostálgia, quiero comenzar nuevos proyectos que tenía en mente. Espero verlos ahí también para darles algo con lo que disfrutar y para reir juntos con los comentarios que dejan.
Bueno, me gustaría decir "hasta la semana que viene", pero no quiero mentirles. Me dejaré un par de días para recuperarme del pequeño bajón por terminar esta historia y luego volveré a las andadas. Por lo que, lo unico que puedo decir por ahora es: gracias a todos. Gracias por leer mi historia y disfrutarla conmigo. Y, sobre todo, quiero darle las gracias a aquellos que estuvieron siguiendome desde los primeros capitulos, incluso a aquellos que están desde el tomo uno. Sé que no es fácil esperar una semana para ver un contenido que queremos consumir ansioso. Es por eso que quiero agradecerles a aquellos que llevan tanto tiempo esperando a que este día llegase. Son los mejores, y los quiero por seguirme hasta aquí.
No quiero alargarme mucho más, podría, pero creo que ya es suficiente. Yo soy Recktar, y hoy les digo: hasta la próxima.
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