Capítulo 66: Deberías descansar

El periodo previo al juicio de Eclipsa había dado inicio. Este, no se celebraría hasta varias semanas más tarde. Sin embargo, los miembros de la alta comisión ya habían comenzado a recoger información sobre los testimonios acerca de los actos realizados por Eclipsa.

Moon se hallaba tomando un té por la noche mientras leía los textos de la hoja que tenía en su mano. A su derecha había una pequeña columna de hojas, la cual estaba esperando ser ojeada por la dama. No era un momento de paz como los que ella solía tener, puesto que tenía que encargarse de mucho papeleo, pero al menos era un momento tranquilo y silencioso.

Justo en ese momento, River entró en la sala abriendo la puerta de una patada.

- Cariño. - saludó de forma alegre y estridente - Vamos a divertirnos un rato con una guerra de almohadas?

El pequeño temblor al abrir de golpe provocó que la columna de hojas tambalearse un poco. Por un momento Moon temió por la estabilidad de esta al verla desestructurarse un poco. Pero se tranquilizó cuando solo cayó la hoja que había en la parte más alta de la columna. Soltó un suspiro de alivio y luego se giró hacia su marido.

- River, cuántas veces tengo que decirte que... - se paró a media oración cuando vio a su marido.

River estaba vestido solo con su falda de hojas. Tenía algunas pinturas de guerra en el rostro, al parecer, hechas con chocolate. Mantenía una pose que el mismo consideraba provocadora, pero que a Moon simplemente le llamaba la atención.

La columna de hojas detrás de Moon terminó por ceder y colapsó, esparciéndose por un costado de la mesa y acabando tirados por el suelo. La reina arrugó la cara un momento al oír aquel sonido.

- Aaagh. - se quejó esta - Da igual. River, vamos a la habitación. - dijo entonando la mirada - Necesito desahogarme.

- Yuju! - gritó River mientras se iba corriendo por la puerta. Detrás de este, le seguía su mujer.

Acostado en su cama, Rhombulus intentaba centrarse en leer los papeles que tenía delante de sí, con resultados infructuosos. La concentración era una de sus facultades menos desarrolladas, desde tiempo atrás le resultaba difícil dedicarse a ello. Y, por si fuera poco, sus manos de serpiente conspiraban en su contra.

- Oye. - decía su mano derecha - Esto es aburrido.

- Concuerdo con él. - añadió la izquierda.

- Lo sé. Pero hace falta encontrar los documentos necesarios para presentar en el juicio contra Eclipsa y así volver a cristalizarla. - respondió el tipo de cristal.

- Bah, antes no necesitábamos pasar por tantas gestiones para cristalizar a alguien. Solo nos daban la orden y nosotros ejecutábamos. - mencionó la derecha.

- Si. - suspiró Rhombulus - Viejos tiempos.

Giró el ojo hacia una foto suya donde aparecía junto al canciller. Se levantó para sentarse y dejó a un lado los papeles que tenía en sus manos, tomó la foto con ambas manos para mirarla más de cerca. Pronto una ola de recuerdos invadió su mente.

- Tú sabrías que hacer en esta situación. - le decía a la imagen del canciller en el retrato, como si a través de él, pudiese oír su voz - Si tan solo siguieses con vida.

Sus serpientes por manos, al verlo así, sintieron pena por él. El canciller era el miembro con quién mejor se llevaba. Había desarrollado un enorme cariño y respeto por él, y perderlo le causó un gran dolor.

- Oye, no te pongas así. - comenzó la de la izquierda.

- Vamos, aún nos tienes a nosotros. - añadió la de la derecha.

Pero Rhombulus no dijo nada, solo soltó un largo suspiro. Las serpientes se miraron la una a la otra adivinando lo que tendrían que hacer. Comenzaron a merodear en el cuerpo del tipo sin parar, provocándole muchas cosquillas.

- Paren. - decía Rhombulus mientras comenzaba a reírse incontrolablemente - Malditos reptiles.

Pero estos no pararon hasta que el tipo acabó por dormirse del cansancio.

Ubicado en un espacio intermedio, en una dimensión llena de imágenes del pasado, el futuro y el presente, se hallaba Omnitraxus Prime, sentado en un sofá compuesto de nubes, y bebiendo café en una taza que decía "mejor Omnitraxus Prime del multiverso". Este estaba releyendo los casos antiguos de las fechorías atestiguadas por la gente de la Mewni de hace más de trescientos. Un poco de música de Mozart, directa de una de las visiones pasadas, colmaba el ambiente con gran deleite musical. Se acercó la taza un momento, la cual reposaba sobre una nube flotante, y le dio un buen sorbo al café. Tras leer por lo que fueron menos de cinco minutos, abandonó los papeles a un lado.

- Bah. Al diablo con esto por hoy. Mejor veré lo que pasa en alguno de los universos Starco, eso siempre me hace reír.

Tomó un control remoto y silenció todas las proyecciones que había a su alrededor, exceptuando la que tenía delante de él. Le dio algo de sonido y luego cambió la transmisión.

- Jaja. Luna de sangre, cómo no. - comentaba mientras veía la proyección - Marco es un chico malo? Claro, y que más? Un programa sobre los hijos de Marco y Star de múltiples universos conviviendo en una nave espacial? No me hagan reír.

Por otro lugar, no muy cerca ni muy lejos del bosque de la muerte segura, Hekapoo repasaba los testimonios en la mesa del comedor de su casa. Se había pasado la tarde entera mirando aquellos papeles, y no había avanzado ni con la décima parte de todo lo que había. Sus ojeras fueron haciéndose notorias. Más no paraba de repasar aquellas hojas.

- Cómo te encuentras? - le dijo una voz que acababa de entrar a la cocina. Era Marco, quien se acercó a la nevera para tomar un vaso de leche.

- Bien. - contestó sin despegar la vista de los papeles.

- Es un poco tarde ya. Tal vez deberías ir a la cama. - sugirió algo preocupado por el estado que Hekapoo presentaba. Nunca la había visto tan obsesionada con algo.

- Tal vez. - respondió, a lo que le vino un bostezo enorme - Solo tal vez.

- Heeeka, no te obsesiones con esto. Me dijiste que el juicio será en varias semanas. Por hoy ya has trabajado suficiente en ello. Deberías descansar. - pero ella no dijo nada - Al menos prométeme que irás a la cama en un rato.

La mujer dio otro bostezo involuntario, lo cual era indicador de que no estaba en su mejor momento para continuar la lectura.

- Está bien. Lo prometo.

- Así me gusta. - respondió el chico, complacido.

Se acercó a la dama para darle un beso mejilla y luego abandonó la cocina, solo para dirigirse directamente a la habitación, no sin antes darle a Nachos la caricia de buenas noches. Hekapoo volvió a quedarse sola y en silencio. Se percató de que estaba leyendo el mismo párrafo por quinta vez, y aún era incapaz de recordar nada de lo que este decía. Continuar no tenía sentido alguno ya, por lo que optó por dejarlo por hoy. Subió las escaleras y se fue directa al baño. Se lavó los dientes, se puso el pijama y se fue a la cama, junto a Marco. Este se encontraba leyendo un libro, cuando su mujer apareció y se desplomó sobre el colchón como a un árbol al que acaban talar.

- Vaya, vaya. Por fin te rendiste? - preguntó el muchacho. Pero solo obtuvo por respuesta un quejido que interpretó como afirmación - Me alegro.

Cerró el libro y se metió entre las mantas hasta quedar a la altura de Hekapoo. Esta abrió un poco los ojos para ver a su marido, tenía la mente un poco espesa para pensar claramente. Pero le seguía pareciendo el mismo chico al que tanto quería y del que se enamoró. A pesar de estar medio muerta, se le acercó y le dio un beso suave, del cual disfruto bastante, en especial después de pasar horas de ardua lectura. Dibujó una pequeña sonrisa de satisfacción en su rostro y luego se cubrió con las mantas, acurrucando su cabeza en la almohada hasta que cerró los ojos.

- Buenas noches, cariño. - dijo el chico antes de cerrar los ojos y acurrucarse también en su almohada.

Disfrutó del momento de calma previo al sueño, pero algo lo perturbó antes de poder dormirse. Notó el calor que generaba Hekapoo al acercársele. Sin previo aviso volvió a notar los suaves labios de mujer entrar en contacto con los suyos, pero esta vez, con mayor pasión que antes. Lo estaba besando con deseo, acariciando su lengua con la suya y bebiendo de aquel momento. El chico no pudo evitar soltar un pequeño gemido producido por el placer de aquel beso. Se apartó un momento para respirar.

- Heka, de verdad quieres...? - quiso preguntar, pero ella le puso el dedo en los labios para que callase.

- Marco, he estado toda la tarde y toda la noche leyendo sobre Eclipsa. De ser posible, me gustaría dormirme sin que sea ella lo último en lo que piense. - dijo mientras le quitaba la camiseta al muchacho.

- Lo entiendo. Pero es la primera vez que vamos hacer esto teniendo mi cuerpo de adolescente. No me veo igual que antes. Ni tampoco tendré el...

- Shhh. - le calló ella - No me importa. Eso no va a detenerme.

Volvió a acercársele para tomar de nuevo los labios del muchacho. Lentamente fue deslizando su mano por el pecho de este, acariciándolo con suavidad y ternura. Continuó bajando hasta llegar a los pantalones. Traviesa, paso su mano por debajo de los calzoncillos del chico, hasta sentir el pene de este. Lo tomó con suavidad entre sus cálidos dedos y comenzó a frotarlo despacio sin dejar de besar a su marido. Marco se separó unos milímetros de los labios de su mujer para poder gemir. Hekapoo lo miró con ternura.

- Vaya, parece que a alguien le afecta llevar mucho tiempo sin tener sexo. – decía esta, debido a las reacciones del chico.

- No, no es eso. Ahh, es que se te da muy bien. – decía entre pequeños gemidos.

Se le acercó hasta quedarse a centímetros de su rostro.

- Lo sé. – le susurró al oído.

Decidió aumentar la velocidad con la que masturbaba al chico, mientras que con su boca bajo hasta el pecho del muchacho y comenzó a lamerle sus pezones.

Marco se sentía muy sensible, algo que no era ser usual en él. Sentía como su cuerpo se estremecía debido al tacto cálido de Hekapoo. Aquellos roces calientes que le producía con su lengua le hacían perder la cabeza. Se dio cuenta de que estaba a punto de llegar al clímax.

- Ahh, Hekapoo, espera, yo... - quiso decir, pero antes de que pudiera hacerlo, eyaculó sin poder evitarlo.

La mujer se separó un momento de él y lo miró extrañada.

- Qué raro, no sueles acabar tan deprisa. Te sucede algo?

- No lo sé, solamente sentí que no podía aguantar más. No lo entiendo, si ya hicimos esto cientos de veces.

Esta comenzó a golpearse el labio inferior con su dedo índice, pensativa. No tardó mucho en deducir que podría ser, pues el aspecto de Marco le daba una clara sugerencia de lo que era.

- Claro. – dijo una vez que halló la respuesta – Tu cuerpo de adolescente, aun es virgen.

- Que?

- Así es. Tú ya has experimentado el sexo muchas veces, pero tu cuerpo de adolescente es la primera vez que siente el tacto de una mujer. Eso quiere decir que no solo es virgen, sino que también es muy sensible a muchas experiencias sexuales por las que aún no ha pasado.

- Bueno, supongo que entonces tendremos que ir con calma, no crees. – sugirió este, pero su mujer no respondió – Hekapoo?

Lo siguiente de lo que se percató, fue de que su mujer lo estaba mirando con rostro lascivo y un tanto malvado. Dibujó una sonrisa en su rostro que le provocó al chico tragar su saliva. Con un rápido movimiento de manos, le quitó los pantalones y los calzoncillos al muchacho, los años de experiencia junto a él le había ayudado agilizar momentos como este. Tan solo con verla a los ojos, Marco comprendió a la perfección lo que ella quería hacer.

- Hekapoo, espera. – dijo algo nervioso.

Sin esperar un solo segundo más, Hekapoo se lanzó hacia la entrepierna del chico y comenzó a chuparle el pene. Marco, que aún estaba algo sensible por la eyaculación que había tenido hace unos instantes, se estremeció al sentir el contacto de la lengua de su mujer. El interior de su boca era muy cálido, más de lo que recordaba. No sabía decir si era por haber acabado hace poco o por estar sintiendo esto con su cuerpo de adolescente. Poco pudo pensar en ello, porque la mujer estaba haciendo que su cabeza dejase de pensar con claridad.

Hekapoo notaba como Marco se estremecía cada vez que movía su legua por el pene de este. Pronto comenzó a gemir de placer. Ver al que era su marido en ese estado, le producía una sensación morbosa, pero agradable. Sentía que estaba dominando al muchacho de la forma que ella quería. Lo tenía sometido. Notó como Marco se inclinó un poco para tomarla de su cabello. Comenzó a notar como se le aceleraba el pulso y como se le humedecía la entrepierna. Sin darse cuenta, su mano había descendido sola hasta su sexo, y comenzó a darse caricias a la par que chupaba el pene del muchacho, la situación le estaba excitando de una manera que no se había esperado. Se introdujo los dedos en la vagina y comenzó a acariciarse por dentro. Presa del placer, comenzó a mover la cabeza con mayor velocidad, provocándole un gemido al chico.

- Ahhh, Hekapoo. – tomó aire – No aguantaré mucho más si sigues así.

Como si ella no hubiese oído sus palabras, mantuvo el ritmo con el que se la estaba chupando. No lo sabía, pero ella lo había escuchado, solo que, en esa situación, sus palabras de poco valían, más que para excitar más a la mujer, quien disfrutaba oyendo los gemidos de su marido.

- Voy a... - quiso decir, pero Hekapoo le introdujo en la boca los dedos con los que se había masturbado.

Esta sintió como Marco llegaba al clímax, aquel sabor un tanto amargo pero dulce en su boca, a la vez que tibio, se lo había indicado. Sin quitar la mano de la boca del chico, se levantó poco a poco hasta mirarlo a los ojos. Este intentaba respirar con normalidad, su corazón latía tan deprisa que a sus pulmones les costaba tomar aire de forma adecuada, más en ningún momento le supuso un problema grave. Hekapoo tragó el semiente en su boca para poder hablarle al exhausto muchacho.

- Parece que estas agotado. – dijo mientras se le acercaba – Es una pena. – le susurró al oído – Porque aún no he acabado.

Con suavidad fue depositando besos sobre el cuello del muchacho, produciéndole un ligero y agradable cosquilleo. Fue avanzando por su cara hasta llegar a los labios de este. Tras quitarle la mano de la boca, enterró ambas en el cabello de Marco y lo atrajo para sí. Saboreó sus labios de forma apasionada. A pesar de estar cansado, Marco colocó sus manos en la nuca de Hekapoo y comenzó a acariciarla a la par que bajaba lentamente hasta palpar sus pechos. Eran suaves y cálidos, como el calor que tramite una fogata en una acampada. Eran eróticos, pero a la vez le producían un placer casi sedante al sentirlos.

Al notar los ánimos del chico, esta se despegó un poco de él y le puso sus pechos sobre el rostro. Marco captó el mensaje, y comenzó a chupar de los pechos de su mujer. Al sentir la lengua de este frotándole los pezones, soltó un ligero gemido de complacencia.

- Si, hazlo así. – decía mientras le acariciaba el rostro a este.

Hekapoo se mordió el labio inferior para contenerse un poco por el placer de sentir sus pechos ser masajeados por la lengua del muchacho. Pero algo hizo que su atención se desviase un momento. En su muslo izquierdo podía sentir como la erección de Marco empujaba contra su piel.

- Oh, conque ya estás listo para recibir más.

Sin querer atrasar más lo que realmente anhelaba, tomó el pene de muchacho y se lo introdujo lentamente. Marco se aferró de las piernas de la mujer y las apretó con algo de fuerza, su cuerpo precoz aún era sensible al tacto de las paredes vaginales de ella. Esta bajó hasta que su trasero toco las piernas del chico.

- Quieres que continúe? – pregunto ella. A lo que el muchacho respondió asintiendo, pero eso no la contentó. Le pasó la mano por detrás de la nuca para acercarlo a sí misma – Quiero que me lo pidas.

- Hekapoo – jadeaba – Sigue, por favor.

Aquel rostro inocente y aquella expresión sumisa la hacían estremecer. Se apoyó sobre las piernas del chico y comenzó a subir y bajar una y otra vez. Notaba como este temblaba cada vez que su sexo era acariciado, eso la complacía, disfrutaba mucho sabiendo que tenía el control de la situación, y que ahora, Marco era como un pequeño niño inocente al que le estaban mostrando por primera vez el placer sexual. Se estaba excitando de sobremanera, se sintió impulsada a deslizar su mano hacia abajo para acariciarse el clítoris a la par que seguía montando al chico. A su vez se dejo caer encima del muchacho, sin hacerle daño, para buscar de nuevo placer en los labios de este.

Marco tenía los ojos cerrados, tanto placer hacía que le resultase difícil abrirlos. Su mujer era increíble, a pesar de tener el cuerpo de un adolescente, ella no había perdido la llama del placer, todo lo contrario, parecía más viva que en otras ocasiones. Él sabía que Hekapoo disfrutaba mucho con el sexo, pero al parecer esta nueva experiencia le estaba encantando. Lo notaba en los gemidos suaves que había comenzado a producir. Le colocó su mano en la mejilla para alejarla un poco y que le permitiese respirar de sus besos. Pero más que por eso, era porque él quería expresar algo con palabras. Abrió los ojos como pudo, y la miró al rostro, seguía igual de hermosa que siempre.

- Hekapoo. – dijo este dibujando una sonrisa suave y cálida en su rostro – Te quiero.

Esas palabras no hicieron más que detonar las emociones de la mujer, la cual enterró su cara en la almohada y apretaba su vagina por el orgasmo inminente que estaba a punto de tener. El chico sintió como el interior de su mujer lo apretaba y lo envolvía en un inmenso calor, aquello fue demasiado para él. Rodeó a la mujer con sus brazos mientras la apretaba fuerte hacia él y gritaba de placer al llegar al clímax. Ella también gritó junto con este, hasta que los estremecimientos cesaron, junto con los gritos, para no dejar más que el sonido de la respiración de ambos. Se levantó, quitándose de encima del muchacho, y luego se desplomó a su lado.

- Te quiero, Marco.

Este sonrió al oír eso, estuvo a punto de responder, pero notó que ella se había quedado dormida en un solo instante.

- Buenas noches, Hekapoo. – dijo, cerrando los ojos, listo para dormir.

Pero antes de poder hacerlo, sintió como los brazos de su mujer lo envolvían en un cálido abrazo y lo pegaban a ella. Su cuerpo estaba caliente y suave, además de que le había colocado la cabeza sobre sus pechos desnudos, y no tenía intención de soltarle. Este no opuso ningún tipo de resistencia, simplemente cerro los ojos y se dejó adormecer por el cansancio.

Ya era de madrugada en todo el reino. Marco y Hekapoo se hallaban durmiendo plácidamente. Ningún ruido molestaba a la pareja. Hasta que el espejo de bolsillo de Marco comenzó a sonar. Hasta que el espejo no sonó por tercera vez, el muchacho no abrió los ojos. Cuando lo hizo, quiso mirarlo, de mala gana, solo para saber quién llamaba a esas horas. Notó como estaba atrapado entre los brazos de Hekapoo, lo tenía bien agarrado, por lo que no le sería fácil moverse. Se acercó un poco a su oído y le sopló suavemente, provocándole un pequeño regustillo que hizo que lo soltara.

- Jeje, Marco, no. Sabes cómo me pongo si haces eso. - dijo esta entre sueños.

Una vez tomó el espejo lo abrió para ver de quién se trataba. Era una llama de Star. Decidió responderla.

- Star. Que sucede? - respondió aun somnoliento.

- Marco, necesito que vengas aquí. - contestó esta. A su alrededor, su habitación mostraba signos de destroce. Varios muebles estaban rotos, su cama estaba llena de tierra, y había varias ramas de árboles dispersas por todo el lugar - Tenemos un problema.

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Ya era hora de sacar a relicur la etiqueta de sexo que pude en la descripción de esta historia. Supongo que tendré que limpiarme la sangre de la nariz despés de esto.

Lo mismo, otra semana, otro capítulo. Desde ya les voy diciendo que tendremos sorpresas mas adelante, asi que preparense.

Saludos y hasta la semana que viene.

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