Capítulo 63: Cambios en el reino
Había surgido un cambio en la normalidad de cada día. Algo era diferente en comparación con el resto de días. Alguien, carente de todo sentido, ahora podía pensar. No solamente era capa de pensar, era capaz de moverse. El cristal que recubrían su cuerpo y la confinaba a una prisión eterna, estaba destruido. Los restos intactos del cristal le habían dejado a la chica la forma conveniente de una escalera, por la cual bajó con sutileza. Estiró sus brazos haciendo que le crujiesen unos cuantos huesos. Se rio un momento y se cubrió la boca con los dedos de su mano, un poco apenada. No consideraba propio de ella crujirse los huesos.
- Hace tiempo que no camino por este sitio. - miró por un momento a donde se ubicaba la máquina expendedora y sonrió golosa. Tomaría todos los dulces del B4 como alimento, la simple idea hizo que se relamiese los labios - Pero antes, necesito ir al tocador, llevo siglos atrapada en ese cristal.
Mientras tanto, en el castillo Butterfly se celebrando un funeral. Después de haberse centrado en reparar los desperfectos del reino, los reyes y la alta comisión mágica finalmente pudieron darle al canciller una merecida ceremonia de despedida.
Muchos de los ciudadanos habían asistido al funeral. Todos ellos vestían de negro. Las mujeres, además de ello, también portaban un pequeño velo negro que cubría su rostro. Uno a uno, fueron a presentar sus condolencias ante las cenizas y el cuerno del canciller, lo único que quedaba de él para ser rememorado.
Marco y Hekapoo, se aproximaron para guardar en silencio unos pensamientos hacia el canciller. Hekapoo realizó unas marcas en el aire con su fuego, luego las hizo desaparecer de un chasquido y, con ellas, la llama de su cabeza. Marco presentó sus respetos de forma que le habían enseñado en el templo, hacía tiempo que no se había visto en necesidad de realizar aquel gesto. No había tenido tiempo de conocer en profundidad al canciller, pero se imaginaba que su ausencia pesaría dentro de la alta comisión.
Echó la vista hacia un lado para ver al resto de personas que velaban por el descanso del canciller. Entre ellos vio a los reyes. River estaba cabizbajo. Moon mantenía su expresión impasible pero mezclado con un toque amargo de melancolía en sus ojos. Por otra parte, se hallaba Star. Esta también se mostraba con rostro cabizbajo. Dio un par de movimientos con su varita e hizo aparecer un montón de flores junto al cuerno de canciller. Tras alejarse, vio a Marco, y como era de costumbre, se acercó hacia él y para darle un abrazo.
- Nunca me gustaron este tipo de eventos. - le dijo al chico al oído, y se separó de él.
- A nadie le gustan estas cosas. Mi gente ve esta celebración de otra forma, de una más optimista. Pero no hay nada que pueda quitar el dolor de perder a alguien cercano.
- A decir verdad, no era muy cercana al canciller. Nunca fue alguien con quien hablara mucho. Tampoco llegué a saber nada de él, aparte de que era un miembro de la alta comisión. Ni siquiera sé cuál era su función como miembro. - tras decir esas palabras, ambos se sumieron en un profundo silencio. Por su mente se paseaban ciertos recuerdos que ella tenía acerca del canciller - Sabes, mi madre me contó que la primera vez que vi al canciller, cuando ya tenía conciencia de lo que me rodeaba, me subí a su espalda y lo tomé por los cuernos como si fuese una moto. Todo el mundo, incluidos los miembros de la alta comisión, intentaron bajarme, pero el canciller dijo que estaba bien. Dijeron que no se le veía muy contento, pero no le importó porque eso me estaba haciendo feliz.
Marco podía percibir perfectamente el desdén con el que las palabras de Star estaban cargadas. Ciertamente no era alguien cercano a ella, pero no era un mal hombre. Para él, el concepto de la vida y la muerte había cambiado desde su estancia en el templo. Fue gracias a ello que pudo ser capaz de mantener la compostura en varias situaciones límite, sin ello, probablemente se habría desmoronado durante el conflicto con Toffee, igual que Moon.
- Fue un buen tipo. Según tengo entendido, falleció ayudando a sus compañeros. No merece menos que el respeto de todos. - le dijo a Star con una sonrisa suave. Luego miró hacia la foto del fallecido y colocó su mano en el pecho - Que el honor que lo marcó en vida perdure eternamente en su recuerdo.
- Psj. - se rio esta por un pequeño momento - Que fue eso?
- Los monjes solíamos decir palabras similares para honrar a los caídos.
- Oh. - llegó a expresar. Miró a su alrededor, todos parecían estar deprimidos. Comprendía a la perfección que era algo más que evidente y normal. Pero no se sentía a gusto allí - Voy a salir un rato, si me quedo más tiempo aquí terminaré llorando.
- No hay nada de malo en ello.
- Lo sé, pero realmente quiero escaparme de este ambiente.
- Entiendo. Yo seguiré aquí con el resto. Si me necesitas, ya sabes dónde estoy.
Fuera de la sala funeraria hacía un buen día, algo irónico para la situación que transcurría en esos momentos, pero comprensible. Allí cerca de unos rosales, Star se sentó para descansar de aquel ambiente melancólico y miró hacia el cielo. Comenzó a preguntarse porque la situación le estaba afectando de sobremanera. De pequeña escuchaba absorta las historias sobre las batallas entre monstruos y mewmanos. Sabía que ambas partes terminaban perdiendo soldados entre las filas. Pero por primera vez se le ocurrió pensar si todo aquello era necesario. Mewmanos y monstruos no eran tan diferentes los unos de los otros después de todo. Lo había comprobado de primera mano al conocer a Buff Frog. Por lo que, poco a poco, profundizó más en aquella idea.
Mientras Star estaba sumida en sus pensamientos, el envoltorio de una golosina fue arrastrado por el viento y cayó en su regazo. Aquello la sacó de su trance, haciendo que se pusiera de pie por un momento. Vio a su izquierda otro envoltorio tirado en el césped, el cual estaba siendo arrastrado por una suave brisa. La chica comenzó a seguir aquel rastro, curiosa por saber que se encontraría al final de este. Tras cruzar unos arbustos, vio a una mujer de cabello verde turquesa y vestimenta elegante pero cómoda, un tanto extravagante a su parecer. Lo que más le llamo la atención de ella, era las marcas en sus mejillas. Esta tenía dos picas, una en cada mejilla. Al lado de la mujer, había un cubo de basura lleno de envoltorios de aquella golosina. Varios de estos eran arrastrados por el viento mientras ella devoraba con ansias su siguiente golosina. Se acercó un poco a ella para averiguar qué hacía allí. Hizo un poco de ruido al aproximarse hacia ella, por lo que esta se giró hacia la jovencita.
- Oh, hola pequeña. Que te trae por aquí? – pregunto amablemente. Sus ojos observaron algunos de los envoltorios que esta traiga en sus manos. Inmediatamente se sintió apenada por la basura que había dejado caer – Oh, los envoltorios. Si, son míos, siento haber dejado que se esparcieran. Lamento que hayas tenido que recogerlos por mí. Acaso había más?
- Eh, no, solo eran estos tres. Ten. – le acercó a esta los envoltorios. La mujer los tomó y los dejó en el cesto de basura. Aplastó con su pie todos los envoltorios que había en el interior de la basura para que así el viento no se los llevase – Veo que te gustan mucho esos dulces.
- Si, son mis favoritos. Quieres uno? – le ofreció extendiéndole el brazo para que tomase uno. Parecía ser el último.
- No gracias. No tengo el apetito.
La señorita se encogió de hombros y desenvolvió la última golosina. Se hallaba sentada en un banco. Por medio de un gesto, invitó a Star a que se sentara. No estaba en su mejor momento, pero había algo en aquella mujer que la hizo sentirse a gusto a su lado, por lo que aceptó su oferta.
- Dime pequeña, que te trae por aquí?
Esta soltó un largo suspiro antes de responder a esa pregunta.
- Necesitaba salir un rato de aquel sitio. Respirar un poco, y no rodearme de tanta negatividad.
- A que te refieres?
- No lo sabes? – pero la expresión confusa de la mujer dio a entender a Star, que esta realmente no tenía idea de lo que hablaba – En aquel edificio se está llevando a cabo un funeral. El del canciller.
Al oír aquella noticia, la mujer no pudo evitar llevarse sus dedos a los labios por la sorpresa. Esta conocía al canciller, pero, al igual que Star, no solía ser muy cercana a él. Aun así, no pudo evitar sentir angustia al enterarse del su fallecimiento.
- Es una pena. Era un hombre sabio y bueno. Uno podía tener largas e interesantes charlas con él.
Star frunció el ceño un poco descolocada por aquella afirmación. Dudaba de forma seria que cualquiera, aparte de Rhombulus, fuera capaz de hablar con el canciller.
- Y tú cómo te sientes? - preguntó, tomando a Star desprevenida.
- Yo? Pues... - no estaba segura de que responder. Cierto era que no se hallaba bien, pero no sabía si ser sincera con aquella desconocida. Pero, por algún motivo, sentía que aquella sonrisa tan natural y aquella expresión inocente eran puras, por lo que eligió hablar - A decir verdad, nunca fue alguien con el que hablara mucho, o con quien me relacionara, aun así, lamento su partida. No solamente por formar parte de la alta comisión mágica, sino porque era alguien cercano a mi entorno familiar.
- Entiendo, entonces tú debes ser una Butterfly.
- Si, así es. Soy hija de Moon Butterfly. Mi nombre es Star.
- Es por eso que eres cercana al canciller. Cercana en proximidad quiero decir, porque tú madre pertenecerá a la alta comisión e indirectamente tu conocerás a sus miembros.
- Si. – respondió un tanto extrañada por aquella aclaración.
La situación comenzaba a resultarle extraña a Star. Comprendía que a lo mejor no la hubiese reconocido, a pesar de ser la princesa de Mewni, pero mencionar que su madre pertenecía a la alta comisión, en el contexto en el que lo había hecho, resultaba extraño. Le resultaba difícil de creer que hubiese alguien en el reino que no conociera a los reyes de Mewni. Aun así, no consideró que fuese un dato a tener muy en cuenta. Ya conocía a varias personas que pasaban por alto cosas evidentes. Ella misma era una de esas personas.
- Oye. - intervino la mujer, sacando a la chica de sus pensamientos - Tal vez no sea el mejor consejo que pueda darte una extraña, pero ahí va. La muerte es parte de la vida. Al igual las plantas florecen y se marchitan, los seres vivos crecer y luego fallecen, pero estos, al igual que las plantas, dejan sus semillas para que florezcan como pequeños retoños. Debes ser fuerte, entender a la vida y seguir adelante. Está permitido llorar - señaló levantando su dedo índice - pero no rendirse. - acabó por decir, tocando la punta de la nariz de Star con su dedo índice y ofreciéndole una dulce sonrisa. Esto provocó que los corazones de las mejillas de la chica se iluminarán levemente.
Aquel consejo era uno que Star ya había tenido presente antes de escucharlo de esa mujer. Aun así, sintió como aquel pensamiento hubiese resurgido en su memoria y cobrase más fuerza ahora que alguien se lo recordó. Era una sensación extraña, como encontrar algo que tenías delante de ti, algo que ya sabías que tenías, pero que por algún motivo no recordabas que estaba ahí. Sin duda aquel consejo despertó en Star un sentimiento que la hizo sentirse menos melancólica que antes. Sentía, calidez. Sin embargo, había algo más en aquella sensación. Un sentimiento que le resultaba extrañamente familiar, pero que no conseguía reconocer.
- Gracias, creo que tu consejo me ayudó. - confesó esta. Lo cual provocó que la desconocida sonriera con mayor entusiasmo - Perdona, quien eres, por cierto?
- Oh, que descuido por mi parte. Mi nombre es...
- Star. - intervino Marco, quien apareció de repente de entre los arbustos - Finalmente te encuentro. Van a terminar con la ceremonia, pensé qué tal vez querrías... - calló un momento al notar la presencia de la otra mujer - Hola. Perdón por interrumpir.
- Descuida, no pasa nada. Solo estábamos teniendo una conversación de mujeres.
Marco, con todos los años que había vivido, había podido conocer a la perfección ciertas cosas acerca de las costumbres de los hombres y las mujeres, los cambios que solían sufrir, y también el tipo de mente que solían desarrollar. Por lo que prefirió no preguntar sobre ello y permanecer en la duda. Sin que él se diera cuenta, la mujer se le había acercado.
- Ahora que me fijo mejor. - dijo mientas apoyaba sus manos en las mejillas de Marco - Eres un joven muy atractivo. - anunciaba con una sonrisa divertida.
- Señora. - quiso pronunciar este. Tuvo que quitarle las manos de su rostro - Para su información, tengo más años de los que aparento.
- Y además quieres ser un hombre ya. Acaso son novios? - preguntó repentinamente sobresaltado a los dos chicos.
- No. - respondieron al unísono.
Star y Marco se miraron un momento al notar la negación simultánea de ambos. La joven no pudo evitar sentir un pequeño rubor en sus mejillas, y apartó la mirada de golpe.
- No, no somos novios. Además, él ya está casado, con Hekapoo. - evidenció Star.
- Casado, tan joven. Además, con Hekapoo? - preguntó mientras se mostraba pensativa - No sabía que a Hekapoo le gustaba ese tipo de relaciones.
- No. – protestó el chico, alarmado - Se está confundiendo. Yo no soy un niño, en realidad tengo ciento treinta años. - se calló un momento analizando lo que acababa de decir, solo para percatarse de que aquello sonaba a disparate - Da igual. Star van a terminar el funeral, será mejor que vengas. - dijo el chico mientras se alejaba.
- Si ahora voy. Bueno supongo que debo irme. Gracias, de nuevo. Umm, aún no se tú nombre.
- Ah, cierto. Me llamo...
Una pequeña brisa acalló las palabras de la mujer llevándose su nombre con el viento, pero, aun así, Star pudo comprenderlo perfectamente. Fue por ello que comenzó a abrir los ojos como platos, atónita ante lo que había escuchado. Sintió como Marco la tomaba por la muñeca para llevarla consigo. Quiso decirle algo a la extraña mujer antes de irse, pero no pudo. Solo vio cómo esta se despedía de ella mientras que en lo único que podía pensar Star, era en el nombre que había oído. Eclipsa.
Pocos días después del funeral del canciller, se celebró un baile exclusivo de príncipes y princesas en el castillo Butterfly. Asistieron las eminencias más importantes del reino. El rey de las cabezas de unicornio. Los reyes del reino paloma. Los de la gente con granos. Y los Lucitor, reyes del inframundo, entre otros.
Desde el primer momento que Star vio a Tom, supo que allí había algo que andaba mal. Cada vez que Tom aparecía este venía acompañado de un plan malvado. Y normalmente sus planes tenían que ver con conquistar a Star o con conseguir algo en beneficio propio. El transcurso de los días había hecho que no pensara en Eclipsa. Solo para que estos pensamientos se sustituyesen con la duda sobre Tom.
Los participantes se sentaron en línea, uno al lado de otro, separando a los chicos de las chicas. El baile consistía en que uno de los participantes se podría de pie y elegiría a alguien del sexo opuesto con quién bailar. Una vez terminada la pieza, el siguiente en ponerse de pie sería alguien del sexo opuesto al anterior que se había levantado.
El primero en levantarse fue Tom, el cual portaba un elegante traje con corbata. Star ya se había cruzado de brazos esperando que fuese directo hacia ella para pedirle que bailará la pieza con él. Ya se había decidió a rechazar por completo cualquier intento de baile con Tom. Pero para su sorpresa, no fue a ella a quien el joven Lucitor se dirigió, sino a otra de las princesas que había en el baile. Le extendió la mano a la princesa con un enorme grano en la cabeza, y está sonrió sutilmente, aceptando la mano del joven Lucitor.
- Te lo puedes creer? - soltó Star a su amiga, Ponyhead, mientras cruzaba sus brazos desconforme - No me ha elegido. Sabía que estaba intentando algo.
- Wow, chica, estás segura? - le respondió ella levantándole una ceja - A mí me parece que solo quiere bailar con alguien más. Deberías relajarte y hacer lo mismo.
- Oh, ten por supuesto que eso es precisamente lo que voy a hacer.
Una vez acabada la pieza entre aquella princesa y el joven demonio. Fue Star quien se levantó y sacó a bailar a la misma princesa a la pista. A la par que bailaba le lanzaba miradas severas a Tom, solo para percatarse de que este no le estaba prestando la más mínima atención. El espectáculo se fue animando, y poco a poco el resto de príncipes y princesas entraban a la pista a bailar al compás de la música. Bailasen con quién bailasen, todos se estaban divirtiendo, todos menos Star. Aún seguía pensando en Tom, en lo que estaba tramando, y que ella no sería tan incauta como para dejarse engañar. Aprovechó un momento en el que ambos estaban fuera de la pista, este había cruzado miradas con ella y vio cómo esta le hacía señas para ir al balcón. Su semblante era serio.
- Hey, Star. - saludó Tom al encontrarse con la princesa, esta estaba cruzada de brazos - Que ocurre?
- No intentes engañarme, Tom, se lo que tramas. - el muchacho solo frunció el ceño en señal de confusión ante las palabras de Star. Esta notaba en su expresión que él quería disimular desconocimiento - No te hagas el tonto. Se que estas intentando volver a salir conmigo utilizando otro de tus planes malvados. Seguro que se trata de darme celos, ya que no me sacaste a bailar.
- Que? No, Star, no es nada de eso. Por el contrario, estoy intentando redirigir mi vida. Quiero seguir adelante y no permanecer atado a mis viejas costumbres. Si estás enojada porque no te saque a bailar, quiero que sepas que solo quería darte tu espacio. Pensé que no te haría mucha ilusión bailar conmigo.
- Por supuesto. Quien querría bailar contigo? - alegaba está apartando la mirada y levantando el mentón.
- Pero si acabas de decir...
- No, Tom, no me engañarse más. Te conozco, y nunca cambiarás, siempre seguirás siendo el mismo, ruin y malvado demonio que conozco.
- Yo sí puedo cambiar! - gritó este estallando en llamas y elevándose del balcón.
Star invocó a Nubi y se subió encima de este mientras cargaba su varita con energía. Ambos chicos se miraban fijamente, listos para luchar en cualquier momento. Los ojos de Tom brillaban con furor. Estaban a punto de lanzarse el uno al otro cuando el sonido de la pequeña campana que sostenía Moon los hizo detenerse. El siguiente baile estaba a punto de ser anunciado, por lo que dejaron a un lado su contienda y decidieron volver a sus respectivos sitios.
Ya no quedaba nadie en la pista de baile, nadie más que Star y Tom. El anunciante los miro a ambos, esperando que estos se pusieran de pie y bailasen la última pieza. Se podía notar la tensión entre ellos. El rey River y Dave, el padre de Tom, se miraron un tanto incómodos.
- Serán cosas de jóvenes. - dijo River, riéndose de forma insegura.
- Seguramente será eso. - concordó el otro, también riéndose un tanto inseguro.
Los dos jóvenes no estaban dispuestos a dejarse intimidar por el baile, por lo que estarían dispuestos a bailar entre ellos, a pesar de no estar de humor.
La música comenzó a sonar. Se aproximaron el uno al otro con rostro indiferente. Se tomaron de la mano mientas este posaba la otra en el hombro del muchacho, y este la suya en la cintura de ella. Notaron que estaban demasiado cerca, así que apartaron la mirada con osadía. La melodía principal de la música les indicó que el momento de mover sus pies había llegado. Tom guiaba en aquel vals y Star se dejaba llevar. A pesar de estar enfadado el uno con el otro, no cometían errores en sus pasos, era como si estos supiesen como moverse juntos. Giraban el uno con el otro, como dos hojas mecidas por el viento. La rabia y el enojo se desvanecían a medida que la pieza avanzaba. Se liberaron de toda tensión y, sin darse cuenta, se sonreían mutuamente.
Sus padres, los cuales se habían abrazado por una posible confrontación entre los jóvenes, ahora lloraban de alegría al verlos bailar en armonía.
La conexión entre la princesa y el príncipe fue tal, que esta comenzó a notarse en sus pazos. El joven demonio dejaba un rastro de llamas tras de sí. Y la joven mewmana dejaba rastros de magia, polvos rosas y mariposas. Sin darse cuenta, sus pasos hicieron que estos se elevasen en el aire y generasen un pequeño torbellino de llamas y mariposas mágicas. Las llamas cubrieron a las mariposas, las cuales se separaron en todas las direcciones hasta ser consumidas y dejar restos de polvos brillantes al morir. Se detuvo la música, y con esta, los pasos de la pareja de baile. Descendieron suavemente hasta llegar al suelo. Y se quedaron mirándose fijamente a los ojos. El resto de princesas los miraba con los ojos brillantes, emocionadas por estar en la presencia de una evidente pareja. Mientras, Moon, hacía sonar la campanilla en sus manos anunciando que ya había acabado el baile. Más los jóvenes no despegaban la mirada el uno del otro.
- Eh, Star. - intervino Tom - Todos nos están mirando.
- Oh, si, si. - se apresuró a decir esta, soltando al muchacho y alejándose un poco de el - Lo siento. Fue un gran baile.
- Lo mismo digo.
El resto de personas paso a acercarse a la mesa de aperitivos para tomar algo.
- Oye. Comemos algo en el balcón? - sugirió el joven Lucitor.
Mientras el resto de invitados platicaban entre ellos y los jóvenes confraternizaban. Tom y Star disfrutaban de un poco de ponche y algunas mazorcas. Gracias a sus llamas, Tom hizo un poco de palomitas para ambos con las mazorcas. Platicaron y rieron juntos. De tanto reírse, el joven demonio casi se atraganta con una palomita. Afortunadamente, Star le ayudó a escupirla. La noche avanzaba de forma agradable.
- Star. Quería hacerte una pregunta. - la joven se giró con dos mejillas hinchadas por la cantidad de palomitas que tenía en su boca - Después de bailar contigo, me di cuenta de que tenemos más chispa de lo que yo recordaba. Realmente crees que no podríamos volver a estar juntos?
La pregunta la tomó por sorpresa he hizo que está se atorase con una palomita, comenzó a toser un poco y Tom le dio unas palmaditas. Cuando ya se encontró mejor, le indicó al chico, con su mano, que ya estaba bien. Star volvió a mirar al chico a los ojos, buscaba las palabras indicadas para expresarse.
- Yo también lo he notado Tom, cuando bailamos fue genial, como un "wooosh". - dijo esta, levantando los brazos para recrear, de forma imaginaria, el espectáculo de fuego y magia que habían dado en la pista - Si te soy sincera, es algo que me encantaría. - tan solo acabó de pronunciar esa frase, Tom ya dibujaba una pronunciada sonrisa en su rostro. - Pero, cada vez que te veo, no puedo evitar recordarte cuando te enfureces, y no me gusta. Tom, tú eres como eres, y no puedes controlar tu ira, ya me lo has demostrado. - el rostro del muchacho se desmoronaba con cada palabra que salía de los labios de aquella princesa - Aun así, me alegra saber que de verdad estas intentando seguir adelante y dejar atrás los planes malvados. - se acercó al muchacho y le dio un beso en la mejilla - Voy adentro con los demás.
El muchacho vio como Star se reunía con los demás y platicaba con ellos. Este, aún tenía su mano tocándose la mejilla en la que Star lo había besado. Se sintió desilusionado al oír la respuesta de ella, pero no perdió la esperanza, porque ahora sabía que ambos notaban la química que había entre ellos. Alzó la mirada fijándose en la luna y las estrellas.
- Star, prometo que aprenderé a controlar mi ira. Ya lo verás... Ya lo verás! - grito las últimas palabras con furia y encendiéndose en llamas momentáneamente - A partir de mañana.
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Bueno, otra semana mas, no?
No tengo mucho que decir, a parte de que Eclipsa me encanta como personaje. Acaso se han detenido a verla fijamente? Es preciosa. Me salgo del tema, peña, tenemos tiempos de paz, en estos ultimos capitulos... de momento. Si no mato algo en uno o dos capítulos mas, mato al chico mexicano (o tal vez no).
Como siempre, un placer. Hasta otra.
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