Capítulo 17: Saldando cuentas
Algo se movía en las ramas sin ser visto, la oscuridad lo ocultaba. Ajeno a ello Marco seguía dentro de la cabaña cocinando. Pero pronto comenzó a escuchar sonidos de fuera, lo cual le resultaba extraño pues desde que se había asentado allí nunca escuchó nada más que el fluir del agua del río. Pensó lo más lógico y creyó que sería William que estaba fuera. No muy seguro de ello lo llamo para ver si respondía.
- William! - dijo elevando la voz desde la cabaña.
No hubo respuestas por parte de su compañero. Los ruidos cesaron de golpe. Fuese lo que fuese que estaba ahí fuera lo había escuchado. Prefirió no quedarse sus dudas en la cabeza. Así que tomó su arco y alguna flecha y decidió a salir en búsqueda de eso que rondaba en la noche.
Lentamente abrió la puerta y comenzó a salir cuidadosamente con su arco preparado y observando a todos lados. Poco a poco fue saliendo y alejándose unos metros de su hogar. Todo estaba oscuro, no veía a nadie por el área. Intento olfatear para identificar el aroma de William, sin embargo no lo halló. Pero si percibió algo que no había olido antes allí. Un olor ajeno se encontraba cerca, se encontraba encima. Miró un momento hacia arriba buscando a su portador, más no lo encontraba. Entre la oscuridad y las ramas de los árboles no veía nada. Se preparó para subir a averiguar que había, pero un sonido lo alarmó de golpe. Antes de que se pudiese dar cuenta Marco tenía un virote atravesando su hombro derecho.
- Agh! - dijo por el dolor producido.
Se llevó la mano a su hombro, podía palpar el duro y frío metal que atravesaba su piel. Prefirió no tocarlo, si intentaba sacarlo sin tener nada con que cubrir la herida sería un desastre. Mientras estaba concentrado en su herida escuchó algo descender de los árboles. Levantó la mirada para observar a un hombre vestido de negro y gris, como el asesino del otro día. Este portaba una ballesta en sus manos, la cual apuntaba directamente a Marco.
- Así que tú eres el desgraciado que acabó con Rembel - dijo el extraño.
- Quien? - respondió confundido.
Este le volvió a disparar, está vez en la pierna derecha. Lo cual hizo que Marco se arrodillase y soltase un quejido de dolor. El extraño volvió a recargar la ballesta y reiteró a apuntar.
- No te hagas el estúpido. Tú eres el que mato a Rembel. Tienes la marca del asesino.
- No sé quién es Rembel. No sé de qué maca me hablas.
El sujeto se acercó a Marco y lo tomó por el cuello de su armadura de cuero.
- Crees que estoy jugando enano? Sabes acaso en la posición en la que te encuentras? - dijo apuntando al con la ballesta a centímetros de su cara.
Marco echó hacia atrás la cabeza para evitar ser herido por la proximidad del virote y negó con la cabeza las preguntas he le hizo su agresor.
- Bien, veo que no me entiendes. Vamos a jugar un juego, yo haré unas preguntas y tu sin decir nada me responderás sí o no con la cabeza. Haz entendido?
Este asintió.
- Viste alguna a un tipo vestido como yo?
Marco asintió.
- Acaso viste morir a este tipo?
Antes de responder a ello dudo un poco, pero el tipo estaba acercando más la ballesta. Así que acabó por asentir.
- Y acaso este tipo de escupió alguna sustancia rara?
Esa pregunta decía más de lo que parecía, porque ahora Marco había encajado las piezas. Aquel líquido que el asesino de ayer le había escupido debía ser, además de un veneno, algún tipo de mecanismo de rastreo. Y fue así como lo marcó para que un aliado lo rastrearse y acabase con él. Sabiendo la abrumadora verdad sólo pudo asentir una vez más.
- Pues, parece que no me equivoqué de objetivo entonces. Y por la expresión de tu cara puedo adivinar qué sabes que es lo que pasará ahora – dijo dibujando una sonrisa siniestra en su cara.
Marco no sabía que hacer ya, con un brazo y una pierna herida no podría combatir en condiciones. Pero mientras el buscaba una salida a la situación ambos escucharon un sonido que provenía del bosque. Algo se estaba acercando a ellos.
- Qué es esa cosa? - pregunto amenazante.
- No lo sé, en esta parte del bosque no suele haber animales así de grandes – dijo por la magnitud de sonido producida.
Ambos miraron al sitio de dónde provenía el sonido, pero ninguno era capaz de vislumbrar el que. El asesino no quiso esperar más, y decidió terminar el trabajo por el que vino. Pero antes de que se pudiese dan cuenta Marco le dio un puñetazo con su mano izquierda, empujándolo hacia atrás y atontándolo un poco. Este lleno de furia se reincorporó rápido y volvió a apuntarle presuroso a disparar. Pero antes de que pudiera hacerlo aquello que provenía del bosque apareció de repente y salto directo hacia el asesino. La bestia parecía un lobo pero uno más grande de lo normal, era completamente gris, o de pelaje plateado más bien, y con patas y hocico blancos. No, eso no era un lobo, eso era lo que muchos conocen como huargo. La bestia clavo sus fauces en el tipo armado, este no fue capaz siquiera de defenderse, le había cogido por el estómago, perforando piel y órganos. Comenzó a zarandearlo con la fuerza de su poderosa mandíbula, el tipo no podía hacer más que gritar. Finalmente el can lanzó el cuerpo ensangrentado y sin vida de su víctima contra un árbol. Del cadáver irreconocible comenzó a salir humo negro de su boca. Marco no daba crédito a lo que acababa de ver. Ese lobo o huargo lo había salvado, pero quién lo salvaría ahora del él.
El animal miró a Marco, que estaba tirado en el suelo, tenía el hocico lleno de sangre. Poco a poco se fue acercando a él. Marco no podía moverse bien, por lo cual escapar le resultaría imposible. A medida que la bestia se acercaba más aumentaban sus nervios, hasta que tuvo a esta a escasos milímetros de él. Podía sentir su respiración en su rostro. Preparado para el inminente final, cerró los ojos y miro hacia otra parte esperando recibir un mordisco mortal. Pero en vez de ello recibió un lametón en el rostro.
- Pero qué? - dijo completamente extrañado.
El animal lo miro directamente a los ojos, dio un ladrido de alegría y volvió a lamerlo. Marco volvió a mirar mejor al animal, le resultaba familiar.
- Un momento... - dijo como si hubiese encontrado la respuesta a su extrañeza - William?
El huargo dio un ladrido en respuesta a al comentario de Marco. Comenzó a jugar olfateando en su cara con el hocico y haciéndole cosquillas a Marco.
- Jajaja... para, para - dijo con alegría - ouch - soltó sintiendo dolor de su brazo y pierna.
Volvió a mirar estás para volver a recordar que aún tenía por virotes clavados en sus extremidades. El huargo preocupado intentó lamer las partes donde estaban clavados los virotes. Pero Marco lo detuvo antes de que lo tocase.
- No chico, no, eso duele - dijo mirándolo a los ojos.
Miro al cuerpo del que alguna vez fue un asesino. El humo negro seguía saliendo de su boca. Volvió a mirar a William, aún seguía sin creer que esa bestia fuese el perro que alguna vez estuvo jugando con él en el bosque, intentó pensar un momento en medio de toda la situación, ignorando el motivo por el cual William se había convertido en un huargo.
- Debo avisar de esto al alcalde. Pero con estas cosas me costará llegar.
Intentó pararse como pudo apoyándose en un árbol con su brazo izquierdo eh intentando omitir lo máximo posible el dolor que le producía el esfuerzo. William se apresuró a ayudarlo empujándolo con su hocico. Al final consiguió pararse, hizo todo lo posible por mantenerse en pie.
- William, necesito que me ayudes a llegar a la ciudad, crees que podrás?
Este respondió dando un pequeño golpe con su pata en el suelo, luego se agacho y reposó en el suelo para que a Marco le fuese más sencillo subirse a su lomo.
- Bien, allí vamos.
Le costó horrores levantar una pierna y pasarla por encima de William. Cuando lo consiguió se aferró a él con su brazo izquierdo tan fuerte como pudo. Una vez listo dio la orden de avanzar.
- Bueno chico, allá vamos.
William se levantó alzando a Marco. Poco a poco comenzó a caminar acelerando el paso a medida que avanzaba. De un momento a otro ya se encontraba corriendo, Marco hizo todo lo posible por no caerse. En ningún momento fueron golpeados los virotes incrustados en su piel, lo cual agradeció mucho. Sin embargo el dolor estaba ahí, y este hacia que el trayecto hacia la ciudad pareciera una eternidad, hasta que al final ambos llegaron. Dos guardias estaban resguardando la entrada.
- Alto - dijo uno de ellos - quién va... - este se aterrorizo al ver a la enorme bestia.
Ambos tomaron sus lanzas y se prepararon para atacar.
- Esperen - dijo Marco.
Estos se mostraron sorprendidos al ver que en el lomo de la bestia había un joven. Y no solo un joven cualquiera, era Marco. Después de la captura de aquel asesino él fue reconocido entre el cuerpo de guardias de la ciudad.
- Dios mio Marco, que te pasó? - pregunto el otro guardia realmente sorprendido por el estado en el que se encontraba.
- Les explicaré todo cuando esté el alcalde, necesito contárselo.
Ambos guardias se miraron un momento. Luego miraron al chico, y luego al animal aterrador que lo traía.
- De acuerdo - respondió - pero tú ve al médico a sanar esas heridas. Nosotros buscaremos al alcalde y lo llevaremos allí.
Marco asintió levemente. Ambos guardias se apartaron abriéndole paso. William comenzó a correr en dirección al médico. Cuando se encontraron delante del establecimiento Marco consiguió bajar destilándose a un costado y con William agachado. Luego William volvió a su forma de perro normal, aún tenía sangre en el hocico, este lamió un poco a Marco en la cara mientras estaba en el suelo. Él le sonrió un poco y poco a poco intentó ponerse de pie y golpeó la puerta. Al cabo de unos segundos un tipo vestido de blanco le abrió la puerta.
- Bienvenido, en qué puedo... - estaba a punto de decir hasta que vio el estado del joven - dios mío. Qué le ha pasado?
- Es una larga historia - dijo con una sonrisa en la cara - podría ayudarme por favor?
El tipo llamó a unos compañeros. Dos hombres fuertes más llegaron y ayudaron a Marco a ir dentro. El último se quedó en la puerta mirando al perro sentado delante de él. Al cabo de unos segundos le cerró la puerta.
Habían dejado a Marco en una camilla en el suelo en una habitación con cuidado de no apoyar los virotes. Luego enteró a la habitación el tipo que le había abierto la puerta. Dio órdenes a ambos para que buscasen materiales específicos. Mientras este le explicó a su paciente lo que pasaría.
- Escucha hijo, te quitaremos esos virotes y luego te pondremos un ungüento para que no se infecte, habrá que cerrar la herida y luego cubrirla. Entiendes?
El asintió sin decir nada. Los dos tipos que se habían ido antes ya habían vuelto. Estos traían varios utensilios para realizar la extracción. Uno de ellos le acercó un trozo de madera a Marco.
- Ten, será mejor que muerdas esto.
Marco lo miró un poco dudoso, pero sabía que sería mejor si cooperaba, así que tomo eso y lo mordió. Cortaron la parte del pantalón y del chaleco en donde tenía los virotes, dejando estas partes desnudas. Los tipos se colocaron en posición alrededor de su paciente. Uno le tomó de la pierna, y el otro el virote. Marco comenzaba a respirar rápido.
- Muy bien, a la cuenta de tres te sacaremos el primer virote, entendido?
El asintió nervioso por la experiencia que estaría a punto de vivir.
- Uno... dos... - sin llegar al último número ambos tipos tiraron cada uno hacia un extremo opuesto.
Marco sentían como el metal era extraído de su piel, este cerró los ojos y mordió fuertemente la madera. En solo cuestión de segundos habían sacado el primer virote. Pero la herida comenzó a sangrar rápidamente.
- Rápido, aplicadle el ungüento – dijo el señor que estaba guiando la operación.
Ambos taparon la herida por delante y por detrás. Sin dar tiempo a la herida la cubrieron con vendajes.
- Bien, el ungüento hará que cicatrice y cerrará la herida – dijo el señor que dirigía – ahora falta el virote de tu brazo. Estas listo?
Marco que aún se estaba recuperando del dolor del primero negaba con la cabeza.
- Pues lo siento mucho, porque será mejor proceder cuanto antes.
Después de un rato los médicos habían dejado a su paciente vendado y reposando en una camilla. Este se había desmayado, y se encontraba descansando. Fue entonces que el alcalde entro con los guardias acompañándolo.
- Marco estas bien? – se apresuró al entrar a la habitación.
El medico se precipito rápido a callar al alcalde.
- Shhh, necesita descansar, ha pasado por algo doloroso. Sea lo que sea que tenga pendiente con usted alcalde, será mejor que espere hasta mañana.
El alcalde asintió y miro preocupado a Marco, vio dos grandes vendajes en su brazo y pierna derechos. Se preguntaba quien habría sido capaz de hacer semejante cosa.
Mientras tanto dentro de una cueva alejada de la ciudad.
- Jefe, el cuervo de fallecimiento ha vuelto – dijo un tipo con vestimenta similar a la de los asesinos que habían atacado la ciudad y a Marco -parece que Trigor no consiguió eliminar al asesino de Rembel.
Aquel al que llamaba jefe se encontraba sentado en un trono de piedra con una copa de vino en la mano. Este vestía con ropa similar al resto de asesino, pero en vez de matices grises, tenía matices rojos.
- Conque también mataron a Trigor, eh – dijo mirando su copa y removiendo el vino lentamente.
- Que quiere que hagamos?
Este se quedó en silencio por un rato mientras seguía mirando su copa. Dio un pequeño sorbo y la dejó reposada en el trino, se puso de pie y bajo los escalones hasta estas al nivel de aquel que reportaba las noticias.
- Parece que hay alguien duro de roer en el pueblo. Tuvo su oportunidad de morir en su momento, ahora lo haremos sufrir.
- Que piensa hacer jefe?
- Llego el momento de erradicar ese pueblo. Rotchville conocerá al Gremio de asesinos.
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Pensaban me había ido, eh??? Pues no, aun sigo con vida. Siento haberme tardado tanto en sacar este capítulo, he tenido algunos días algo atareados. Pero esto no se acabara aún.
Parece que mientras Marco se recupera de su misterioso encuentro alguien más esta planeando algo grande. A ver que descubrimos en el siguiente capítulo.
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