Capítulo 12: Un evento histórico

A veces, cuando vemos las cosas desde otra perspectiva, nuestra percepción de la misma cambia.

— Anónimo

Marco se encontraba comiendo unos cereales con leche junto a Star. Aquel tipo de desayuno no era el habitual para los habitantes del castillo, pero, desde que Star había probado aquellos cereales azucarados que había en la tierra, no pudo dejar de consumirlos. Sin embargo, esta estaba más atenta a un papel en el cual estaba escribiendo algo. Aquello llamó la atención del chico, pues este estaba a punto de terminar con su tazón, y Star no llevaba ni la mitad, cuando, normalmente, era ella la primera en acabárselos.

— Star —llamó este, provocando que la muchacha levantase la cabeza del papel—. Casi no has tocado tus cereales. ¿Va todo bien?

Esta sonrió y tomó el papel.

— Sí, no me pasa nada. Es solo que estaba mirando una cosa —le acercó el papel a Marco, en este se mostraba el anuncio de un evento: una fiesta. La cual tendría lugar en un viejo lugar abandonado, y en donde se juntarían Mewmanos y monstruos.

Marco, al leer esa última parte, casi se traga el cereal de golpe. Se dio golpecitos en el pecho con el puño cerrado y luego tosió un poco.

— Star... —tomó un poco de agua para ayudar a que la comida pasara por su garganta—. ¿Qué es esto?

— ¿Recuerdas que te dije que tenía muchas cosas que contarte sobre las vacaciones que tuvimos? —Marco asintió—. Pues, uno de los días en los que fuimos a ver cierto lugar histórico, una montaña importante por no sé qué cosa, nos hallamos con una situación particular. Un grupo de monstruos que llegó al mismo lugar que nosotros, también quiso ir a ver la montaña y varios de sus lugares. Había que pasar por una entrada resguardada por guardias del reino pájaro, y estos les dijeron a los monstruos que no podían pasar, solo por ser monstruos. Hasta había un niño con ellos, y este se puso triste cuando le dijeron que no podían pasar. El que parecía ser el padre intentó razonar con los guardias, pero estos siguieron diciendo que ellos no podían pasar, y que si seguían insistiendo se verían obligados a utilizar la fuerza para echarlos. ¿Te lo puedes creer? —le dijo al chico, mirándolo con los ojos bien abiertos.

El muchacho se había echado un poco hacia atrás para poner distancia entre él y la chica, y luego se dispuso a responder.

— Sí, parece injusto la verdad. En la tierra solían pasar cosas similares tiempo atrás. El racismo era algo normal en la vida del ser humano. Afortunadamente en algunos lugares este ha desaparecido en gran medida, pero es verdad que aún sigue existiendo. Pero no entiendo qué tiene que ver eso con lo del papel que me has enseñado.

— Ahora voy a esa parte, solo déjame continuar con la historia —decía esta mientras pedía calma usando las manos—. El caso es que intenté ir a ayudarlos, pero mis padres me detuvieron y me dijeron que no me metiera en la situación. Recordé aquellas veces en las que Buff Frog nos echó una mano. Como cuando Toffee casi se apodera del reino. En aquel entonces a él no le importó nuestra raza, le importó que nosotros éramos sus amigos. Y entonces pensé en una cosa. Tarde o temprano yo seré la reina de Mewni, y el día que eso suceda no quiero que la gente sobre la que gobierne discrimine a los monstruos solo por haber nacido monstruos. Eso no está bien. Así que se me ocurrió ir comenzando desde ahora, con esto —señaló a la hoja—. Esta fiesta puede ser el primer paso para comenzar con buen pie nuestra relación con los monstruos.

— Pero tu madre no te dejará hacer esa fiesta.

— Pfff —dijo esta, agitando la mano para restarle importancia—. Ella no lo sabrá.

— ¿Qué?

— Comprendí una cosa sobre este conflicto entre monstruos y mewmanos: que los adultos son testarudos y se aferran bastante a las tradiciones y costumbres. Mi madre pertenece a esa generación, así que dudo que a ella le agrade una idea como esta. Pero nosotros los jóvenes somos distintos. Los jóvenes tendemos a cambiar de opinión constantemente y a cuestionarnos todo lo que nos dicen los adultos. Es por eso que esta fiesta tiene que ser solo para los jóvenes. Después de todo, cuando yo sea reina, ellos serán los que mandarán en sus respectivos reinos. ¿Qué opinas? —dijo esta, con la ilusión marcada en sus ojos, y acortando, de nuevo, las distancias entre ambos.

Marco se quedó callado un momento, sorprendido por todo lo que acababa de escuchar por parte de la chica.

— Wow. La verdad es que eso suena bastante impresionante Star. Jamás habría imaginado que investigarías tanto sobre algo. Me sorprende.

La chica se tomó aquello como un halago. Alzó el mentón, infló el pecho y colocó sus manos a los costados.

— Gracias. Tuve un poco de ayuda de Tom. Pero la idea fue mía. A, por cierto, quiero que me ayudes con esto.

— ¿Yo?

— Claro. Necesito a todos los que puedan ayudarme con esto. Y te dije que pasaríamos más tiempo juntos. ¿O no? —sonrió esta de forma poco sutil.

— Cuando lo dijiste pensé que te referías a ir de aventuras a algún lugar, o jugar videojuegos y ver películas.

— Esto es mejor que todas esas cosas juntas. Tan solo imagina las cosas que pueden pasar en esta fiesta.

Marco entornó un poco la mirada.

— Lo tenías todo planeado, ¿no es así?

— Puede ser, puede ser —decía esta, intentando disimular su sonrisa al pensar que se había salido con la suya—. Y bien, ¿puedo contar contigo?

A Marco le pareció un poco descarado lo que Star había hecho, pero así era ella, al fin y al cabo. Sonrió.

— Sabes que siempre puedes contar conmigo.

— Genial. La operación "fiesta monstruosa" da comienzo —dijo Star, parándose en la silla, apoyando un pie en la mesa y apuntando al techo con un puño.

— Por cierto, dijiste que necesitas toda la ayuda posible, ¿no? —mencionó el chico, mirando de nuevo el papel de Star.

— Claro —dijo esta, bajando la mirada hacia el muchacho, quien seguía sentado.

— Pues creo que conozco a la persona perfecta para que nos dé algún consejo —enrolló el papel y lo guardó dentro de su sudadera. Luego se puso de pie—. Ven, sígueme —dijo este, saliendo por la puerta de la cocina.

Marco avanzó a paso ligero por el pasillo, pero se detuvo al percatarse de que su amiga no lo seguía. Volvió a la cocina y asomó la cabeza por el Marco de la puerta.

— ¿Star?

— Sí, Marco, tan solo déjame terminarme estos cereales —dijo la chica, tomando una cucharada de leche con cereales.

— Hmmm...

Cuando Star acabó con sus cereales, ambos se fueron a la torre de Eclipsa. Y le explicaron a esta lo que Star tenía en mente.

— ¿Una fiesta para mewmanos y monstruos? —dijo la mujer, mirando el papel que Star había hecho. Luego miró a los chicos y sonrió—. Me parece una idea maravillosa.

Star se agitó, emocionada.

— Sabía que te gustaría.

— ¿Cómo no iba a gustarme? Por primera vez en la historia de Mewni hay una Butterfly que quiere hacer algo para acabar con la discriminación hacia los monstruos.

Star sonrió con orgullo.

— Sí. Espero poder conseguir mi objetivo. Pero, como iba diciendo, quería preguntarte si conoces alguna forma para acercarnos a los monstruos y convencerlos de que se unan a la fiesta.

— Ya veo. Así que quieren mi consejo.

— Sí —dijo Star, emocionada.

— Hmmm... —la mujer se acarició la barbilla con su dedo índice—. Tengo una mejor idea. ¿Por qué mejor no me dejan ayudarlos con toda la fiesta y los invitados?

— Me encantaría, pero...

— ...pero no podemos dejar que alguien te vea fuera de la torre —completó Marco.

— Sí, tienen razón. Pero creo que se me ocurre una forma de solucionar ese problema. Star —miró a la chica—. ¿Podrías prestarme tu varita?

— Oh, claro —dijo esta, sacando la varita de detrás suyo. Se la dejó a Eclipsa, y esta cambió de forma cuando la mujer la tomó, adoptando la apariencia de una sombrilla—. ¿Para qué la quieres?

— Tan solo quiero hacer un hechizo que me ayudará a pasar desapercibida.

Eclipsa abrió la sombrilla y la puso sobre su cabeza. Luego comenzó a hacerla girar a la vez que recitaba un hechizo.

— Cambie corpore minus aetate —dijo, y chispitas luminosas comenzaron a llover bajo la sombrilla de la mujer, hasta cubrirla por completo.

Tanto Marco como Star se cubrieron un poco por el brillo que las chispas producían, hasta que la luminosidad de la habitación volvió a la normalidad.

— ¿Qué pasó? —dijo el chico, y se giró para ver lo que Eclipsa había hecho. Star hizo lo mismo.

Ambos quedaron sorprendidos cuando vieron a Eclipsa. Esta se había vuelto algo más baja, como si se hubiese encogido. No. También se habían encogido un poco sus brazos, su pelo se había vuelto algo más corto, y su rostro era ahora un tanto más juvenil y pequeño. No, no se había vuelto más pequeña. Eclipsa había rejuvenecido. Y, por su apariencia, parecía que volvía a ser una adolescente, justo como Marco y Star.

— ¡Oh! —dijo Star, quien comenzó a saltar, emocionada, y se acercó a Eclipsa—. Eclipsa... estás preciosa.

La chica sonrió y se sonrojó un poco al oír el comentario de Star.

— Gracias.

— Marco, ¿qué opinas? —dijo Star, mirando al chico.

A diferencia de ella, Marco se había quedado atónito. El nuevo aspecto de Eclipsa era hermoso. Ya no se veía como aquella mujer a la que admiraba y respetaba (que lo seguía siendo), ahora se veía como una linda joven de aspecto tierno y figura sencilla.

— Yo... —se había quedado sin habla. Además de que la ropa de Eclipsa no se había encogido con ella, si no que conservaba el tamaño de cuando esta era adulta, por lo que algunas partes de su ropa se mostraban holgadas. Y, entre esas partes, el cuello del vestido dejaba entrever un poco la clavícula de la chica, y un poco más, pero sin llegar a notarse ninguna parte vergonzosa. Sin embargo, aquello le resultó un poco atrevido al chico, ya que nunca había visto a Eclipsa de esa forma.
Star se fijó en el estado de parálisis del muchacho, y luego vio, de nuevo, a Eclipsa, examinándola de arriba abajo. Volvió a mirar al chico y de nuevo a Eclipsa, y así un par de veces más, hasta que se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo.

— Marco, sucio —dijo esta, tomando la manta de la cama de Eclipsa y tirándosela encima al muchacho para cubrirlo—. Es de mala educación mirara así a una chica.

— ¿Q-qué? —dijo, nervioso, intentando quitarse la manta de encima—. Y-yo no estaba pensando en lo que tú crees.

Consiguió quitarse la manta de encima, pero, al instante, Star le puso una mano en la cara para cubrirle los ojos.

— No mires. Voy a ayudar a Eclipsa a ponerse ropa adecuada para una adolescente.

— Pero...

Mientras Star y Marco estaban entretenidos, Eclipsa estiró un poco el cuello de su vestido y se miró el pecho.

— Sí, creo que me vendrá bien un cambio de indumentaria —sonrió esta.

Marco se hallaba de espaldas a las chicas mientras oía sonidos de cuchicheos y hechizos de la varita de Star. Este sabía que Justo ahora la chica estaría probándole a Eclipsa múltiples conjuntos de ropa distintos y diversos. Y lo más seguro es que la joven también tuviese que cambiar de ropa interior... El chico sacudió la cabeza, intentando alejar aquellos pensamientos. Comenzaba a sentir como la sangre subía a sus mejillas y se ruborizaba.

— Marco —pudo oír la voz de Star, y dio un pequeño respingo de sorpresa—, ya puedes darte la vuelta.

Marco tragó saliva, dio un suspiro y luego se giró.

— Ta-da —dijo Star, señalando a la mujer con las manos mientras las agitaba para hacer gala de la nueva apariencia de Eclipsa.

Ahora la mujer, o más bien la joven, llevaba puesto una blusa de tela blanca holgada que le llegaba hasta las muñecas, y cuyas mangas eran tan grandes que colgaban de las muñecas de la joven. Ahora llevaba la parte de debajo de su vestido, conservando ese tono purpura oscuro, pero cambiando el diseño por uno un poco más sencillo y un listón negro atado a su cintura con un moño en la parte de su espalda. También conservaba los guantes que cubrían sus manos corruptas, pero ajustados a su nuevo tamaño. También llevaba un par de pulseras en cada muñeca. Y el sombrero tan característico de Eclipsa había sido reemplazado por una diadema. Además de que su cabello ahora estaba suelto y libre.


— ¿Qué te parece? —preguntó Star.

Marco aún seguía un poco nervioso por ver a la mujer con aquel aspecto. Tanto que no podía hacer otra cosa que balbucear sin decir nada.

— ¿Te gusta, Marco? —preguntó Eclipsa, mostrando su típica sonrisa.

No podía ser cierto. ¿Era él, o acaso Eclipsa se veía más tierna que antes? Mierda, ella le había hecho una pregunta. Tenía que decirle algo, tenía que demostrar que la situación no lo había dominado.

— T-te ves bonita.

Notaba una gota de sudor frío recorriéndole el rostro. ¿Acababa de decir lo que acababa de decir?

— Gracias, Marco —dijo esta, obsequiándole una sonrisa aún más apabullante que la anterior.

Sí. Definitivamente había dicho lo que había dicho. Y no estaba seguro de si había hecho bien en decirlo.

— Genial. Ahora, vamos a mi habitación. Allí haremos los planes para la fiesta —indicó Star, y rápidamente se dirigió hacia la puerta.

Marco sacudió rápido la cabeza y volvió a la realidad.

— Star, espera —dijo, extendiendo la mano.

La chica se detuvo justo cuando su mano sujetaba el pomo de la puerta. Giró la cabeza hacia Marco, esperando que este hablase.

— No podemos salir por la puerta con Eclipsa así. Los guardias sabrán que algo está ocurriendo.

— Bueno, ella puede bajar por la ventana —señaló hacia esta.

— No sería la primera vez que lo hago, así que no tendría problema en hacerlo —dijo Eclipsa.

— Sí, lo sé. Pero también necesitamos que alguien se quede aquí y reemplace a Eclipsa. Porque si los guardias deciden entrar a ver y se encuentran conque ella no está, entonces avisarán a los reyes y, por ende, a la Alta Comisión Mágica.

Star soltó el pomo y se paró a pensar un momento.

— Tienes razón. Necesitamos una coartada.

— Creo que yo puedo encargarme de eso —dijo Eclipsa, alzando un dedo—. Tan solo necesitaré que me dejes la varita una vez más.

Star solo sonrió y le lanzó la varita a la chica, quien la atrapó en el aire.

— Gracias —en cuanto la varita tomó la forma de una sombrilla, Eclipsa comenzó a moverla y a recitar un hechizo—. Copium formin corpum.

Un destello salió de la varita de Eclipsa y frente a ellos apareció una Eclipsa adulta. Y tanto Star como Marco se acercaron a ver asombrado a la figura que Eclipsa había creado.

— ¿Es un clon? —preguntó el chico.

— Más o menos —dijo Eclipsa, devolviéndole a Star su varita—. Es una imagen, por así decirlo. No puede hablar, pero sí que puede emular las acciones comunes que yo hago. Aunque no es tangible. Pues si intentas tocarla tu mano la atravesará.

— Ya veo —dijo el chico, intrigado. Intentó tocar la figura y comprobó que lo que decía Eclipsa era verdad—. Entonces, es como un holograma.

— ¿Un qué?

— La proyección de una imagen de forma tridimensional. Hasta donde sé solo se han visto en películas y series de ciencia ficción, además de videojuegos, pero no dudo que, algún día, tengamos de estos en la tierra.

Eclipsa se mostró un poco confundida, pero luego sonrió alegre como siempre.

— Oh, Marco, tú y tus cosas de la tierra. Siempre me resultan intrigantes cuando las oigo.

— Bueno, se terminó la charla —dijo Star, poniéndose entre los dos para tener su atención—. Marco —apuntó al chico—, ¿con esto no nos falta nada para cubrir a Eclipsa?

— Yo diría que no.

— Entonces, vámonos de aquí —dijo, acercándose a la puerta—. Eclipsa, tú sal por la ventana. Nos encontraremos abajo.

La chica asintió y se acercó a la ventana.

— Nos vemos abajo —saludó, antes de irse.

Marco y Star salieron y saludaron a los guardias, quienes correspondieron el saludo.

Desde que Star había vuelto, Marco había podido entrar con ella en la habitación de Eclipsa de forma normal. Como ella era la princesa y, en principio, podía hacer lo que quisiese, el humano no tenía porqué entrar a escondidas allí. Sin lugar a dudas, una ventaja a tener en cuenta.

Llegaron al jardín, justo al lado de la torre, donde se encontraba Eclipsa, esperándolos.

— Eres rápida —señaló Star.

— Una mujer tiene que tener sus cualidades. Oh, perdón —se excusó esta, llevándose una mano a los labios, con una sonrisa—. Quise decir "una chica".

Tanto ella como Star se rieron un poco. Marco también, pero no tanto como ellas.

— Eh. ¿Hacemos una carrera hasta mi habitación? —sugirió Star.

— Bueno —comenzó Eclipsa—, si Marco promete no quedarse atrás, entonces, cuenta conmigo.

El muchacho, sonrió y miró a Eclipsa, tomándose aquella frase como un reto.

— Tranquila. Creo que no me quedaré atrás.

— Genial —dijo Star—. Bien, yo daré la señal —todos se prepararon para correr hacia la puerta—. Preparados, listos... ¡ya! —lanzó una pequeña bengala mágica que anunció la salida.

Al instante, Star invocó a su compañero, Nubi, y se fue a su habitación montado en él.

— Eh, eso es trampa —se quejó Marco.

— Nunca dije que no se podía usar magia. Por cierto, te estás quedando atrás —observó esta.

Aquel comentario confundió un poco al muchacho.

— Adiós, Marco —le gritó Eclipsa, quien había aprovechado ese momento de distracción para adelantarse.

— Oh, no. No lo harás —dijo el muchacho.

Sin más espera, comenzó a correr tras la joven.

Ambos cruzaron la puerta que daba al patio y se adentraron en el castillo.

Eclipsa era rápida. No tan rápida como él, pues la estaba alcanzando, pero sí que era bastante rápida. Además, se conocía muy bien el castillo, porque se notaba que sabía donde y cuando girar. En más de una ocasión ella volteó hacia atrás solo para comprobar que Marco la estaba siguiendo, y reírse para incitarlo a que continuase siguiéndola.

Era divertido. Correr detrás de Eclipsa mientras saltaba por los pasillos para girar en las esquinas y escuchar cómo se reía era divertido. No faltaba mucho para llegar hasta la habitación de Star. Y eso entristeció un poquito al muchacho, porque le hubiese gustado que aquel momento durase un poco más.

En un determinado momento, cuando Eclipsa giró a la izquierda, Marco la siguió, pero vio que esta se había detenido, por lo que tuvo que frenar de golpe. Desafortunadamente no pudo frenar del todo, y sin querer empujó un poco a Eclipsa, y ambos chocaron con alguien.

— Lo siento, iba muy rápido... —dijo Marco, mientras se alejaba un poco para ver a quien habían chocado. Pero se quedó callado cuando comprobó que este se trataba de Rhombulus.

— Deberías tener más cuidado... —el tipo se había girado y se fijó en el chico de piel morena—. Oh, eres el chico humano y amigo de Star —el ojo del tipo se posó sobre Eclipsa—. Y tú eres... —dijo, invitando a que uno de los dos terminase la frase por él.

Marco tragó saliva. Tenía que decir algo. Se acercó a Eclipsa y la tomó del hombro.

— Ella es Eee... Elisabeth.

— ¿Elisabeth?

— Sí, Elisabeth.

— ¿Y quién es, tu novia?

— ¿Qué? —dijo el chico, confundido.

— Sí —respondió ella, tomando a Marco de la mano y abrazando el brazo de este—, soy su novia.

— ¿¡Qué!? —volvió a decir el chico, aún más confundido, y ahora sonrojado.

— Ah, así que no pierdes el tiempo. ¿Eh, Marco? —dijo Rhombulus, intentando ser gracioso.

— Eh... esto. Y-yo...

— Tranquilo, ya me voy. Así los dejo solos —dijo el tipo con cabeza de cristal, dejando atrás a los jóvenes—. Ay, el amor de jóvenes... —suspiraba el tipo.

Marco y Eclipsa se quedaron mirando al miembro de la Alta Comisión hasta que este desapareció entre los pasillos. Acto seguido, Marco miró a Eclipsa con cara de reproche.

— ¿Por qué le dijiste eso? —susurró queriendo mostrarse molesto, pero el rubor en su rostro le decía lo contrario a la chica.

— Por que es mejor hacer creer a la gente que aquello que sospechan es lo que realmente ocurre. Así ellos se sienten satisfechos por haber acertado, y entonces dejan de sospechar.

— Bueno, debo admitir que tienes un punto.

— Eso, y que tú y yo tenemos una oportunidad que a casi nadie se le presentará nunca. Somos dos adultos que se ven como adolescentes. Déjate llevar por la situación y diviértete, porque nunca volverás a tener la oportunidad para vivir una segunda vez tu adolescencia —Marco miró a Eclipsa con nuevos ojos. Aquellas palabras guardaban una gran profundidad.

Ella tenía razón. Él había perdido su adolescencia en aquella dimensión, pero ahora tenía la oportunidad de volver a recuperar esa parte de su vida que había perdido. Siempre lo había sabido, pero nunca se había parado a pensarlo.

— Cielos. Nunca lo había visto de esa forma.

— Ves como hice lo que hice utilizando la cabeza —sonrió ella, lo cual hizo que el chico se sintiese un poco apenado por haberse enojado con ella, aunque sea un poquito—. Aunque debo admitir que también lo hice porque sabía que te pondrías nervioso, y eso me divierte.

— Ya decía yo que había gato encerrado... ¡Ay! —dijo este, al notar que Eclipsa había apretado de más su brazo derecho, y había tocado la herida en su hombro.

Rápido, la chica se alejó un poco del muchacho.

— ¿Estás bien? —preguntó esta.

— Sí, sí. Solo es mi brazo.

— ¿Todavía no se recuperó?

— Solo han pasado dos días. Es imposible que se recupere en tan poco tiempo.

— Bueno. Si utilizas el hechizo de drenar vida, harás que tu herida sane antes.

— Es verdad... —recordó este.

Eclipsa soltó una pequeña risita al ver la reacción del muchacho.

— A partir de mañana practica más ese hechizo usando tu brazo derecho.

— Lo haré.

— Bien. Ahora vamos, que Star nos estará esperando.

Por fin llegaron a la habitación de la chica, quien se hallaba esperándolos sentada sobre un cojín.

— Por fin —exclamó la muchacha—. ¿Dónde se habían metido?

— Digamos que sufrimos un pequeño percance por el camino —mencionó Marco—. Ah, y de ahora en adelante, de cara al público, llamaremos Elisabeth a Eclipsa, por razones obvias.

— Y si alguien pregunta, soy la novia de Marco —añadió la chica.

El muchacho se giró hacia ella con el ceño fruncido, pero con las mejillas ruborizadas. Eclipsa solo se limitó a reír.

— No entiendo nada —confesó Star.

Marco soltó un suspiro.

— Nos encontramos a Rhombulus por el pasillo, así que nos inventamos un nombre para Eclipsa. Y parece que también una relación —dijo eso último mirando a la peliverde con regaño.

— ¿Por qué tu novia?

— Por que es lo que pensó Rhombulus al vernos —explicó Eclipsa—. Era la coartada perfecta —la chica se fijó en el muchacho de pelo color salmón, piel rosa pálido (tirando a lila), y aspecto rebelde que estaba sentado cerca de Star—. ¿Quién es ese?

— Ah, es Tom, mi novio y príncipe del inframundo —dijo Star.

— Oh, hola. ¿Qué tal van las cosas en el inframundo?

— Hola —correspondió el chico—. Bueno, como siempre, mucha luz, muchas llamas y el sonido de las almas en pena despertando a uno por la mañana.

— Veo que todo sigue igual que hace trecientos años. ¿Aún siguen teniendo esas bolitas que sueltan humo rojo y caliente cuando las aprietas?

— Claro. De hecho, llevo una conmigo —dijo este, sacando una pelota de un material desconocido de color carne, la cual parecía tener una forma similar a los tendones que conforman el interior de un corazón. Cuando la apretó, de esta salió un pequeño humo rojo que desapareció a los pocos segundos—. Mi psicólogo me recetó uno —dijo, cerrando los ojos e inspirando un poco el aire—. Este huele a fresas.

Eclipsa también inspiró un poco y sintió el olor del humo.

— Me encanta.

— Bien, bien. Se acabaron las presentaciones —dijo Star, poniéndose en medio—. Como saben, estamos aquí reunidos para llevar a cabo una fiesta en las ruinas de cierto castillo abandonado. Ahora pasaré a explicarles lo que necesitamos. Tomen un cojín y acérquense.

Tal y como dijo la rubia, todos se acercaron y formaron un semicírculo. En su interior, Star tenía una hoja grande en la cual escribía información relacionada con su plan.

— Bien. Necesitamos varias cosas. Una de ellas es el sitio, el cual ya tenemos. Otra es el día; eso lo decidiremos una vez terminemos de distribuir las tareas que hará cada uno de nosotros. Una de esas tareas es la de limpiar el castillo para preparar la fiesta. Obviamente uno solo no será capaz de hacer eso, así que llamaré a unas amigas para que nos ayuden. Pero, de momento, alguien podría ir preparando el lugar para adelantar trabajo —miró a todos—. ¿Alguien se ofrece voluntario?

Los presentes intercambiaron miradas y luego miraron a Star.

— Creo que yo podría encargarme de esa parte —dijo Tom.

— Perfecto —dijo Star, y escribió la palabra "preparar lugar" y de esta sacó una flecha, y junto a esta escribió "Tom". También puso su nombre debajo del de Tom y escribió "reclutas" debajo de ellos, y entre paréntesis, colocó su nombre—. Yo me encargaré de traer refuerzos y también le echaré una mano a Tom cuando los tenga. Nos quedaría convencer a varios invitados para que asistan a la fiesta. No creo que sea fácil convencer a los príncipes y princesas aliados con el reino, pero ellos ya me conocen, así que creo poder convencerlos de una forma u otra. El problema será traer a los monstruos. No los conozco del todo, así que no sé qué tanto nos costará convencerlos.

— Yo sé cómo tratar con los monstruos —dijo Eclipsa, levantando la mano—. Aprendí mucho de ellos cuando conocí a mi marido.

Marco no hizo ni dijo nada, pero, una pequeña parte de él hubiese preferido no escuchar a Eclipsa hablar de Globgor.

— Contaba con eso, y estoy segura de que nos serás de mucha ayuda, pero necesito estar presente si quiero demostrar que me importa la unión entre monstruos y mewmanos.

Eclipsa se quedó pensativa un momento.

— ¿Y qué te parece si nosotros ayudamos a Tom hasta que vengan los refuerzos y luego vamos tú y yo a convencer a los invitados para que vengan a la fiesta?

Star sonrió con una amplia sonrisa.

— Me parece una idea maravillosa —y lo apuntó en forma de esquema en la hoja—. Ahora solo tenemos que fijar un día para decirle a los invitados.

— Eso depende de lo que tardemos en preparar el sitio y de lo que se tarde en convencer a los invitados. ¿Cuántos reinos dices que tendrás que visitar? —Preguntó Marco.

— Mínimo... unos treinta. Y calculo que habrá unos sesenta o setenta invitados.

— Hmmm... —comenzó Eclipsa—. Tal vez debamos hacer la fiesta de aquí a un par de semanas. Dos como mínimo.

— Entonces, si lo hacemos así, lo mejor sería hacerla el día veintitrés, sábado.

— Es un buen día para celebrar una fiesta.

— Totalmente de acuerdo —concordó Star, y chocó los cinco con Eclipsa.

Los preparativos de las fiestas fueron distribuidos. Y, antes de que se dieran cuenta, el tan esperado día había llegado.

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Comentarios del escritor:

— ¡Oh! —dijo Star, quien comenzó a saltar, emocionada, y se acercó a Eclipsa—. Eclipsa... estás preciosa.

La chica sonrió y se sonrojó un poco al oír el comentario de Star.

— Gracias.

— Marco, ¿qué opinas? —dijo Star, mirando al chico.

— Ehhh... e-esto... y-yo... —el muchacho se había puesto nervioso ante el nuevo aspecto que mostraba la mujer, o más bien, la joven.

— Marco, ¿te encuentras bien? —dijo Eclipsa—. Tienes la cara roja.

— S-sí, sí. Sí, estoy de maravilla.

— Seguro —dijo esta, comenzando a acercarse al muchacho.

— S-sí. De verdad, no hace falta que te acerques a comprobarlo —decía este, colocando una mano delante y dando un paso atrás. Comenzaba a sudar de los nervios, pero, la chica no paraba de avanzar—. Eclipsa, no hace falta que te acerques.

— Tranquilo, solo quiero ver si tienes fiebre.

El muchacho siguió retrocediendo.

— Eclipsa, de verdad, no te... —tropezó con la alfombra y cayó sobre su trasero.

La chica se había acercado bastante. Marco, en un impulso de nervios y sin levantarse, retrocedió tanto que llegó hasta la pared y se dio un golpe en la nuca. Cerró los ojos un momento y comenzó a acariciarse la parte herida, pero, cuando abrió los ojos, vio a la chica. Esta se había puesto a gatas para estar a la altura del muchacho. Al no ser tan grande como su versión adulta, el vestido le colgaba un poco. Debido a eso, Marco podía entrever un poco el pecho de la joven por el cuello del vestido. Rápido, el muchacho cerró los ojos y apartó la mirada.

— Déjame ver —dijo Eclipsa, apoyando una mano en la frente del muchacho—. Marco, estás ardiendo. Tenemos que hacer algo.

— E-eclipsa. No es eso...

— ¿Qué quieres decir?

— T-tú vestido... —dijo este, señalando al cuello del vestido de la chica, sin volver la mirada.

Eclipsa observó un momento a lo que se refería el muchacho y, tras unos segundos, su cara se tornó roja de vergüenza.

— ¡Kya! —gritó ella, sujetando su vestido y cubriéndose. Acto seguido, le dio una cachetada en la cara al muchacho, quien cayó al suelo por la contundencia del golpe.

Star se acercó a ambos.

— No sabía que Marco fuese tan pervertido —dijo Star, rascándose la cabeza.

Supongo que es algo normal en un hombre adulto como él, pensó Eclipsa, aún apenada.

Segundo comentario del escritor:

Los lectores de Marclipsa en el capítulo 11: Demonios, Star ha vuelto, ahora se acabarán los momentos Marclipsa.

Recktar escribiendo el capítulo 12: *sonidos de risas malvadas*

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No sé ustedes, pero me agrada el rumbo que le dí a la historia. Ayuda a que mis ideas se disparen. Cuando se me ocurrió fue tal que: hmmm, si lo hago así entonces esto tiene sentido con esto otro, y esto otro se puede hacer de esta forma, y entonces... *escritura intensifies*

Por cierto, el maravilloso dibujo que pueden ver en este capítulo es obra de la señorita Ms-Eleven, a la cual no podré terminar de agradecerle su trabajo y empeño. Si les gusta el romance, star vs las fuerzas del mal y el Markapoo (que a mi me encanta), les recomiendo pasarse por su perfil. Tiene una historia de lo más entretenida y disfrutable.

Sí te gustó el capítulo deja un like, o mejor aún, escribe un comentario, el que sea, sin importar que estés leyendo esto después de uno o dos años de su publicación, siempre me alegra leer los comentarios de mis lectores.

Gracias por el apoyo, y nos vemos en la próxima ocasión.

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