♧◇♡ ~ 22 ~ ♡◇♧
Con una sonrisa de oreja a oreja cruzaba la aldea, le encantaba la confianza que poco a poco se ganaba del lindo omega. A pesar de que no estuviera bien, le era casi imposible alejarse de él, su lobo había ganado.
El ruido de niños correr, mujeres platicando, hombres trabajando le rompieron su burbuja. La aldea se localizaba a kilómetros de la cuidad donde rara vez llegaban los cazadores debido a las leyendas urbanas que sus ancestros difundieron, eran una de las manadas con poco número de habitantes a diferencias de otras que también se encontraban en bosques, por lo general estas debían ser más numerosas, contaban con 265 habitantes de todas las edades.
Las personas se reverenciaban ante el mientras pasaba, demostrándole su respeto como hijo del líder, aunque bien sabía que si por algún motivo llegaban a nombrarlo líder todos estarían en contra. Poco le importaba, él no quería ser líder, agradecía todas las noches a la luna por no serlo, de lo contrario su cercanía con Yoongi le resultaría aún más imposible.
Al llegar a casa escucho alboroto, gente gritando en el interior. Entro rápido encontrando a su nana en la sala, se veía preocupada.
—Qué bueno que llegaste, Hoseok esta descontrolado —dijo la beta.
En eso Jimin bajaba las escalaras con bebe en brazos. Lo detuvo ordenándole que subiera de nuevo.
—No bajes hasta que te diga. Ninguno —sentencio —Nana sube con Jimin. Veré que sucede —lo obedecieron, no se movió del lugar hasta verlos desaparecer por el pasillo.
Fue al despacho de donde provenían los gritos, escucho la voz de su padre, a Jungkook, así como la potente voz de un Hoseok furioso. Él no era así, rara vez se molestaba, nunca lo vio de tal manera. Lo conocía desde niño tenían la misma edad, 21 años, al ser sus manadas muy unidas tenían torneos donde peleaban de manera amistosas así tendrían la oportunidad de enfrentarse a oponentes con distintas técnicas de ataque. Cabe recalcar que Hoseok siempre lo dejaba ganar para que no lo llamaran debilucho, por desgracia todos conocían el corazón bondadoso del alfa y su infalible estrategia de pelea.
Entro sin tocar llamando la atención de su hermano y un cuarto sujeto en la habitación.
—¡NO ME VOY A IR DE AQUÍ HASTA QUE ME LO DEN! —grito. Arrojo los papeles que sostenía regándolos por el piso.
—¡Hoseok entiende que las cosas no son de esa manera aquí! —decía su padre fatigado. La edad ya le pesaba por eso mismo Jungkook pronto ocuparía el lugar.
—Entiende que es algo que no nos corresponde —intervino Jungkook con voz calmada, pero mostrando autoridad.
—¿Qué sucede Hoseok? —se acercó a este, intento tocarle el hombro, pero recibió un manotazo.
—Ya les dije y lo repito. No moveré un pie de su aldea hasta que me lo den de lo contrario traeré a mi manada y veremos si lo siguen impidiendo.
—¡Hoseok! —grito Jungkook.
—Acabas de firmar el tratado —menciono el alfa mayor.
—Es mi última palabra —dijo antes de marcharse. No azoto la puerta solo porque sabía que venía alguien tras de él. Su mano derecha lo siguió.
—Alguien dígame que sucede —exigió. Se encontraba confundido por la escena que presencio.
Los dos alfas se veían exhaustos, cayeron rendidos en las sillas.
—Hoseok vino a firmar el tratado, todo se hizo conforme a la ley. Se veía muy feliz y cuando nos dijo el porqué, la paz se fue por el desahogue —Namjoon seguía sin entender. Jungkook prosiguió —Encontró a su predestinado así que el solo quiere tomarlo y llevárselo.
—Pues que se lo lleve o que, ¿Es menor de edad? ¿Casado? ¿Cuál es el problema? —decía restándole importancia —una de nuestras leyes es que, si un alfa encuentra a su destinado en otra manada, la manada debe entregárselo, no podemos interferir con los deseos de la luna.
—Lo sabemos hijo. El gran problema es que no pertenece a la manada. Hoseok dio una vuelta por la ciudad en lugar de entrar por el bosque, encontró a su destinado en la ciudad. Y sabes que una de nuestras leyes también es que por más que odiemos a los traidores para poder coexistir es que no dañaremos a ningún inocente, por lo tanto, no podemos dejar que se lo lleve, el omega no está bajo nuestro control...
—Pero si Hoseok se atreve a llevárselo por la fuerza tendremos que intervenir y eso implica que nuestras manadas entraran en conflicto —termino Jungkook.
Ese era el problema de las manadas, seguían al pie de la letra la ley pero que hacer cuando una de las leyes contradice a otra. Fácil, la guerra comienza.
—Hablare con él.
Fue en busca de su amigo, lo encontró en la cabaña de huéspedes. Afuera hacia guardia Zelo la mano derecha de Hoseok, un beta.
—Le dije que no fuéramos a la ciudad, pero insistió que tenía una corazonada —comento amable el beta.
—Es terco —le dio una palmadita en el hombro antes de entrar.
Hoseok estaba sentado en el sillón, tenía el ceño fruncido, mantenía los brazos cruzados en el pecho. No lo miro en ningún momento, ese no era su amigo. El alfa siempre irradiaba felicidad por eso era adorado en el pueblo y respetado por los alfas debido a su carácter fuerte, podía ser ambos. Namjoon fue directo al grano.
—Hoseok sabes cuales son nuestras reglas, si el omega no pertenece a la manada no puedes llevártelo sin más. Él tiene una vida distinta a la nuestra y tú no puedes llegar, así como así y llevártelo a un lugar al que no pertenece —los músculos de Hoseok se relajaron.
—Pero él es mi destinado —ablando la mirada, estaba triste más que enojado.
—Si y no es un cambia-forma. Como va a reaccionar tu manada cuando se enteren, te tomaran por traidor y no te desterraran, te mataran. Eres su líder no puedes hacerles eso —debía hacerlo entrar en razón.
—Yoongi tampoco es un cambia-formas —por primera vez lo miro. Había presionado la herida.
—Pero no soy ni seré un líder, además de que tengo en claro que lo nuestro no puede ser por más que sea mi destinado. Lo único que quiero es protegerlo, me limitare a ser su amigo y nada más.
—¿Amigo? —lo miro extrañado.
—Me volví su amigo recientemente —dijo feliz. Una débil sonrisa se dibujó en los labios de su amigo quien volvía a ser el mismo de siempre. Hoseok abrazo a su amigo dejando mostrar su lado débil que solo él y su madre conocían, Llorando se desahogó dando a entender que aceptaba su destino.
Namjoon no pudo impedir que una lagrima lo traicionara. Era inevitable no sentirse abatido, el destino que la luna les dio la luna tanto a él como a su amigo resultaba ser verdaderamente cruel, les brindo el derecho de ser de las pocas personas que conocían a su predestinado, pero a la vez les prohibió acercarse a ellos, era como si en alguna vida pasada hubieran cometido un gran pecado.
¡Hola guys!
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