Cuarenta y dos

Max

Era una noche tranquila, acompañada por una agradable brisa veraniega. Había sido un día caluroso, pero al irse el sol y aparecer algo de viento, se estaba bien. Las estrellas brillaban en el cielo, y entre ellas destacaban especialmente las nubes de Magallanes, llevando mis pensamientos a meses atrás.

Es curioso cómo puedes haber conocido algo por años pero, cuando lo compartes con una persona, su significado para ti puede cambiar para siempre. No dejaba de mirar los dos cuerpos celestes y de pensar de esa noche, más de un año atrás, en el que se los había enseñado a Julia. La noche en que me había besado por primera vez, en la que todo había empezado.

Llevaba una semana, desde Fin de Año, sin saber mucho de ella, al menos no por su parte. Habíamos vuelto a nuestra dinámica de no hablarnos, pero muchas veces no podía resistirme a preguntarle a Raquel cómo la veía, a lo que siempre me respondía lo mismo: que ella parecía estar bien, pero se la notaba diferente desde hacía semanas, puede que incluso meses.

Estaba preocupado, no podía evitarlo, y dolía. No diré que ojalá hubiera podido olvidarla presionando un botón, porque no quería olvidarme de ella. Sabía que lo terminaría superando, pero no quería olvidar a Julia ni todo lo que habíamos vivido. La verdad es que hacía ya unas semanas que estaba empezando a superarlo, pero saber que las cosas no le iban bien a Julia me había hecho "recaer", si es que se puede usar este término en situaciones como esta.

—¿Todo bien? —me preguntó Hayes, cerrando la puerta de la terraza tras él, sin que ni siquiera me hubiera dado cuenta de que había salido.

Me giré hacia él y lo vi encendiendo un cigarro, un hábito que era relativamente nuevo para él.

—Sí. —Acompañé mi respuesta de un asentimiento de cabeza—. ¿Qué haces aquí?

—Pago el alquiler cada mes, así que me considero con derecho a salir a la terraza —contestó, y rodé los ojos.

Él rió y se sentó a mi lado, dando una larga calada al cigarro. Luego me lo tendió, ofreciéndome sin palabras, y lo cogí de sus dedos para fumar una vez, que fue todo lo que necesité para recordar por qué no me gustaba el tabaco.

—Está asqueroso —le dije, devolviéndole el cigarro.

Él me miró con diversión, pero cuando desvié la mirada de nuevo al cielo, pude notar cómo se ponía serio.

—¿Todo bien? —preguntó, y me encogí de hombros.

—Todo es un poco raro, la verdad —contesté, y él asintió con la cabeza.

—Las rupturas son un asco —dijo él, y lo miré con una ceja levantada.

—Pero si tú has vuelto con Ellie —le recordé—. Además, ya hace más de cuatro meses de lo de Julia, estoy bien.

—Ya, pero cuando rompimos no sabía que terminaríamos volviendo —explicó, mirándome como si fuera idiota—. He estado más de medio año soltero. Ha sido muy raro.

—Pero si has follado mucho. —Reí.

—Sí, pero no es lo mismo —respondió—. Puedes follar muchísimo y seguir sintiéndote vacío.

No pude negárselo, porque tenía toda la razón.

En Fin de Año, me había acostado con una chica por primera vez desde que las cosas entre Julia y yo habían terminado. Se llamaba Danna, era amiga de Meg, y cuando había ocurrido ya llevábamos varias semanas hablando y quedando. No parecía interesada en una relación, y yo tampoco lo estaba, así que ya me iba bien. Aun así, al acostarme con ella, la sensación había sido extraña. Había estado bien: había habido sudor, mucho sexo, me había corrido, ella se había corrido, y luego se había quedado a dormir en casa... Pero me habían faltado los fuegos artificiales, la sensación de estar haciendo algo muy íntimo, las ganas casi insoportables de estar dentro de ella, el querer besarla, acariciarla, tocarla toda la noche. Sí, había estado cachondo, y mucho, pero no había sido lo mismo que con Julia. A veces incluso creía que el sexo nunca volvería a ser tan bueno para mí como lo había sido cuando lo hacía con ella.

Luego, al despertarme tarde y encontrarme con un mensaje de Julia diciéndome que estaba mal, mi pecho se había hundido, y en cierto modo lo seguía estando. Me sentía intranquilo. Estar lejos de la persona a la que quieres es una mierda, pero si encima sabes que esa persona no está bien, es aún peor. Sobra decir que no me había creído ni una palabra cuando ella me había asegurado que todo iba bien, y que solo había sido una mala noche.

No había vuelto a quedar con Danna. No todavía. No sabía a qué estaba esperando para decirle de vernos otra vez; solo sabía que, aunque ella me gustaba, no me sentía listo.

Busqué mi móvil a tientas, distraídamente, explorando por la superficie de la mesa con mi mano, pero no lo encontré. Entonces recordé que lo había dejado en la habitación, porque necesitaba salir, respirar, aislarme y alejarme de la tentación que me suponía el tener la posibilidad de mandarle un mensaje a Julia.

—¿Cómo está Julia? —Al escuchar esa pregunta salir de los labios de Hayes habría podido pensarme que sabía leer mentes, pero no era tan difícil adivinar que estaba pensando en ella.

—No lo sé. —Me encogí de hombros—. Raquel dice que no se la ve mal, solo algo extraña.

Hayes suspiró.

—Ojalá supiera qué decirte —musitó.

—Se alegraría mucho de saber que Ellie y tú habéis vuelto —comenté, y él rió.

—Si es que somos una pareja modelo, todo el mundo nos adora —bromeó.

Me reí con él, y la conversación fue perdiendo seriedad hasta convertirse en una retahíla de chistes malos y bromas insultantes entre nosotros. Lo de siempre, vamos. Me gustaba mi relación con Hayes porque los momentos serios solían durar más bien poco, y nos gustaba reírnos de la vida y de nuestras mierdas. De vez en cuando, era un alivio poder hacerlo.

Él se fue, porque había quedado con Ellie para cenar, y me quedé solo en casa. Cociné algo rápido, echando de menos en silencio la comida de mis padres y de mi abuela, y me lo comí mirando una película de Clint Eastwood que echaban en la televisión.

Me fui a la cama pasadas las tres. Me quité la ropa poco a poco, sin ningún tipo de prisa. Era la madrugada de un sábado, así que no tenía nada que hacer al día siguiente. Me gustaba dormir desnudo en verano, y solía serme indiferente usar ropa interior o no. Me metí en la cama y cogí el móvil de mi mesilla de noche para ver si alguien me había hablado, y así poder contestar antes de irme a dormir.

No me esperaba tener un mensaje de Julia. Llevaba tiempo resignado al hecho de que no volveríamos a hablar, así que me cogió por sorpresa, y no sabía cómo sentirme al respecto.

Julia: ¿Estás dormido?

El mensaje tenía quince minutos, y me rompí la cabeza un buen rato buscando una respuesta adiente, ni muy seca ni demasiado entusiasta, hasta que al final me cansé. Era una tontería tener que estar midiendo las palabras con alguien con quien había vivido tanto.

Max: no

Max: ¿pasa algo?

No tardó mucho en contestar.

Julia: ¿Puedo llamarte?

Mis cejas se levantaron, acentuando aún más la sorpresa que sentía. ¿Que si podía llamarme? Joder, claro que podía. Sentía que llevaba siglos sin oír su voz. En los pocos segundos que pasé pensando en que por fin iba a poder escucharla, cuando mis dedos estaban a punto de volver a tocar la pantalla para escribir una respuesta, llegó otro mensaje.

Julia: Da igual, lo siento

Julia: Estarás cansado, y sé que acordamos no hablar más

Julia: Buenas noches, Max

Rodé los ojos casi involuntariamente. Por una parte, el hecho de que pensara que yo no querría hablar con ella me hizo sentir un pinchazo bastante feo en el pecho, pero a la vez sabía que ella solía pensar que molestaba a todo el mundo, cuando su presencia era lo único que llevaba meses deseando.

Decidí llamarla de todos modos, pero la llamada de WhatsApp fue rechazada casi de inmediato, lo que indicaba que probablemente había apagado el móvil.

Respiré hondo. Este tema me estaba volviendo loco. No sabía qué estaba ocurriendo, y me di cuenta de que estaba quedándome estancado al preocuparme por Julia. Desde el mensaje suyo que había recibido el primer día del año, me había encerrado de nuevo. Podía preocuparme por Julia y seguir adelante. Tenía que hacerlo.

Así que, tras darle unas cuantas vueltas, a la mañana siguiente le mandé un mensaje a Danna.


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Hay maratón. Repito, HAY MARATÓN. Desde hoy hasta el sábado, habrá un capítulo por día. El sábado subo el final asdfghji ¡qué nerviooooos! Aviso de que serán capítulos más cortos de lo normal (como los últimos que he subido), pero es que no quiero alargar nada de forma innecesaria, y no estaré poniendo relleno en el final.

¿Qué os ha parecido el POV de Max? Para mí ha sido curioso estar en su mente.

Hasta mañana, 

Claire


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