Red model, yellow singer

¡He vuelto! Sí, sigo viva, sí. Sólo estoy muy hasta arriba con la universidad (y poco inspirada) pero bueno, aquí estoy con un relato basado en mi novela Pink girl, black boy. (Os recomiendo leerla antes de leer este relato).
Os dejo ya con él...

- Te odio, te odio, te odio, te odio. –Gritó Martina pegándome en el pecho nada más entrar en su despacho.

Le cogí de las muñecas antes de que se hiciera daño o me lo hiciera a mí.

- ¿Qué he hecho ahora? –Le pregunté intentando mantener la calma, calma que lógicamente no tenía. Martina es muy buena controlando emociones y este ataque de rabia significaba que algo pasa. Algo grave.

Cerró la puerta de su despacho y me hizo sentarme en la silla que había frente a su mesa. La vi rebuscar entre todos los bocetos de diseño que tenía encima de su escritorio hasta dar con papel escrito, me lo tendió y lo leí rápido.

"Señorita Martina Méndez le recordamos que el próximo día 13 de agosto a las 10:30 tiene cita en nuestra clínica para suministrarle la inyección anticonceptiva DMPA. En caso de no poder acudir, solicitamos nos informe cuanto antes para poder darle otra cita."

Levanté la mirada.

- El trece de agosto fue más de dos meses.

- Lo sé. –Me dijo apoyándose en el borde de la mesa.– La he encontrado esta mañana. Se me debió de traspapelar y con todo el estrés de iniciar la empresa se me olvidó completamente. Llevamos dos meses teniendo relaciones sin protección, Dani. –Sus ojos estaban cristalizados.

- Tina, –La llamé por el apelativo que le había puesto un tiempo atrás.– ¿estás embaraza? –Le pregunté acercándome más a ella.

- Creo que sí. –Respondió en un susurro.– Con todo el agobio que tengo, pensaba que el cansancio y resto los síntomas eran culpa del estrés.

No sabía que decirle, ¿qué se dice en estos casos? Lo único que se me ocurrió hacer fue estrecharla entre mis brazos y susurrarle que todo va a salir bien. Aunque ni yo mismo lo creyera. Laura nos encontró abrazados cuando entró en el despacho de Martina minutos más tarde.

- ¿Pasa algo?

- Nada grave. –Respondí intentando sonar convincente.– ¿Tenéis algo importando hoy o puedo secuestrar a la señorita Méndez esta tarde?

- Sólo papeleo, puedo encargarme sola de todo. Divertíos, chicos.

En cuanto llegamos a casa (un pequeño piso con vistas a la Torre Eiffel), nos sentamos en el sofá. Martina ya no lloraba, pero sus manos seguían temblando.

- Todo va a salir bien, Tina. –Le volví a susurra por enésima vez.

- ¿Y qué pasa con la firma? Laura y yo llevamos muchos meses trabajando en la colección de primavera buscando modelos, diseñadores...

- No va a pasar nada con ellos. Van a seguir ahí y Laura y tú vais a arrasar con todo. La única diferencia será que aquí dentro –Puse mi mano sobre su abdomen.– habrá alguien. Sólo si tú quieres tenerlo, claro. –Añadí nervioso.– ¿Quieres?

- La verdad es que no lo sé. –Suspiró.

Acaricié su pelo y besé su frente.

- ¿Te apetece una tarde de peli de esas en las que sólo salimos de las cama para ir a por más palomitas? –Asintió.– Vete a la cama, yo soy a hacer las palomitas y a hablar con mi hermana antes de que se presenté aquí.

Metí una bolsa de palomitas en el micro y marqué el número de Laura. A estas alturas debe de estar atacada. No respondió a la llamada, supuse que estaría ocupada. Le dejé un mensaje diciéndole que no era nada grave. Eché las palomitas en un bol y volví a la habitación encontrándome a Martina con una de mis viejas sudaderas.

Esa en concreto era azul, al menos en sus mejor momentos, y tenía en la espalda el escudo del equipo de futbol donde jugaba antes de venirme a París. Ahora trabajaba en la sucursal de la empresa que mis padres tenían aquí en Paris. No era mi trabajo soñado pero podía permitirme el piso donde vivía con la chica de mis sueños y tenía tiempo para seguir dedicándome a la música en mi tiempo libre, ¿qué más podía pedir?

Nos tumbamos en la cama, puse la contraseña de mi cuenta de Netflix y elegí "Yo antes de ti", era la película favorita de Martina (aunque a mí me pareciera demasiado romántica).

En algún momento de la película, debí dormirme porque cuando volví a abrir los ojos en la pantalla aparecían los créditos y estaba solo en la cama. Oía el agua de la ducha caer. Sonreí, aun en la cama, cuando vi a Martina salir del baño sólo en ropa interior. Estaba preciosa.

- ¿Qué miras tanto? –Me dijo mientras se vestía.

- A ti, eres preciosa.

- ¿Dónde vas? –Le pregunté al ver que se ponía un vestido y unas medias negras.

- Mientras dormías, he buscado cita con un ginecólogo. Si estoy embarazada, quiero saber de cuánto tiempo y como está el bebé.

- Voy contigo. –Le dije mientras me levantaba de la cama y empezaba a vestirme.

Entramos en la clínica, yo estaba muy nervioso cada segundo que pasaba. Martina parecía mucho más tranquila, normal, había descargado todos sus nervios gritándome esta mañana. Todo me estaba empezando a dar vueltas.

- Me estoy mareando. –Susurré.

- Eh, tranquilo. –Me susurró Martina de vuelta acariciando mi mejilla.– Respira hondo.

Intenté hacerle caso pero por mucho que lo intentaba apenas entraba oxígeno en mis pulmones.

- ¿Quieres que llame a alguien?

Negué. Conforme los segundo pasaban, poco a poco todo dejó de dar vueltas y mis pulmones volvían a recibir oxígeno.

- ¿Estás mejor? –Me preguntó Martina, en su voz se notaba la preocupación.

- Estoy mejor, Tina. –Sonreí para conseguir tranquilizarla.– No ha sido nada grave.

Le retiré un mecho de pelo de la cara y nos quedamos unos minutos en silencio.

- Me gusta cómo te queda el pelo largo. –Confesé.

Martina sonrió. Cuando el médico nos llamó, entrelacé la mano de Martina con la mía antes de entrar en la consulta. Media hora después, salíamos de la consulta confirmando las sospechas de Martina. Ninguno hablaba, nos limitábamos a caminar hasta el coche, en silencio, el uno al lado del otro pero cada uno sumergido en sus pensamientos.

Ella y yo llevábamos ya tres años juntos, pero nunca había salido el tema de querer ser padres, ya fuera en un futuro próximo o lejano.

- Deberíamos decírselo a Laura. –Susurró cuando ya había arrancado el coche.

- Y Blas y Lis. –Añadí.– Estoy seguro de que les encantará la idea de ser tíos.

Sonreí al ver a Martina tan animada.

- ¿Tienes pensando algún nombre?

- La verdad es que no lo había pensado pero me gusta Emma.

- Es bonito, me gusta.

Cada vez me gustaba más la idea de ser padres.

¿Qué os parece? LLevo varios meses con este relato y su "continuacion", otro relato con protagonista distintos. Para quien no ha leido Pink girl, black boy o no lo recuerda, aquí os dejo como yo me imagino a Martina (Tina) y Dani.

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