Love song I: Love me

ALMA

ENTRO en un antro del centro de Madrid con una firme posición, beber hasta olvidarla. Pido una copa y reviso las últimas fotografías de mi iPhone. Su melena morena, sus ojos claros, su sonrisa, su boca...Igual no era buena idea mirar fotografías.

Suspiro y retiro una lágrima rebelde que baja por mi mejilla. Lo último que necesito es que algún paparazzi me vea en un bar llorando. Sigo pasando fotos nuestras hasta que veo una de Charles. Decido llamarle y marco su número.

- Hola, hola.

- ¿Hola, podrías venir a por mí? –Le pregunto retirando otra lágrima.

- Sí, claro, ¿dónde estás?

- En un bar pequeño al lado de Gran Vía.

- Espérame en Callao.  A estas horas no habrá nadie.

- Está bien.

Termino mi copa y salgo del bar. La noche está bastante fría a pesar de ser agosto. Agosto ya, y la conocí en noviembre... Me subí en el descapotable negro de Charles y nos encaminamos a mi casa. Antes de haber llegado, ya estoy dormida, pero mi último pensamiento es ella. Luna.

Me despierto bien entrada la mañana. Como siempre que duermo en su casa, llevo una camiseta de Charles. Me la ha debido de poner él antes de meterme en la cama. El olor a café me guía hasta la cocina-comedor, toda ella de electrodomésticos y muebles de acero inoxidable.

- Buenos días. –Saludo con un bostezo.

- Buenos días, nena.

- ¿Quién es ahora? –Pregunta Charles sirviéndose café.

- ¿Qué?

- Que quién es la persona que quieres olvidar. Alma, soy tu mejor amigo además de tu manager.

- También eres mi ex, no deberías preguntarme por otras parejas.

- Ya, pero tú y yo somos amigos desde hace mucho y sabes tan bien como yo que sólo me llamas de madrugada por dos motivos: una canción nueva o un desamor. Al menos quiero saber quién es el culpable de que me llames.

- La. La culpable, es una chica.

- ¿Y esa chica misteriosa tiene nombre?

- Luna.

- ¿Y qué pasó para que lo dejarais?

- Una historia muy larga.

- Tenemos tiempo. –Dice tumbándose en el sofá.

Me sirvo una taza de café negro y me siento en el otro sofá.

- Pues te contaré nuestra historia.

·········O·········

- ALMA, levántate.

La voz de Christian, mi hermano, me hizo despertar. Estaba muy cansada del concierto de la noche anterior (y de la fiesta que lo precedió).

- Vengo en diez minutos, no me hagas enfadarme.

Gruñí y volví a enredarme entre las sábanas. A los diez minutos, por insistencia de mi hermano, me levanté de la cama. Me di una ducha y me vestí con lo primero que pillé. Un jersey negro, una falda de color  rojo oscuro y calcetines altos también negros. Me maquillé para que no se me notaran las ojeras y salimos de casa.

Llegué a la revista dónde me entrevistarían ese día. Una revista no demasiado grande, pero lo suficiente para permitirse estar en Gran Vía.  Una chica morena entró en el ascensor con el móvil en la mano y me tiró su café helado encima.

Murmuró una disculpa e intenté quitarle importancia. Cuándo levantó la mirada (supongo que porque me reconoció) vi los ojos más bonitos que había visto en mi vida. Azules claros con pequeños toques aguamarina. La Chica de los Ojos Bonitos me pidió hacernos una foto y no pude evitar posar besando su mejilla.

El ascensor llegó a la tercera planta y ambas salimos. La Chica de los Ojos Bonitos se volvió a disculpar por echarme el café encima y corrió hasta uno de los cubículos de oficina.

Intenté memorizar su posición, luego quería invitarla a tomar algo. Me moría de ganas por saber que había tras esos ojos azules. Terminé la entrevista ansiosa por ver a la Chica de los Ojos Bonitos. Me despedí de la entrevistadora intentando no parecer nerviosa y salí de la sala.

La busqué con la mirada pero no conseguí verla. ¿Se había ido ya? Desanimada, salí de la redacción. Me subí en el coche de Charles, mi manager y mejor amigo.

- ¿Puedes dejarme en mi casa en lugar de irnos a  comer fuera? –Le dije a modo de saludo.

- ¿Sigues cansada de anoche?

- No, se me acaba de ocurrir una letra.

- ¿Brote de inspiración?

- Y tanto.

En menos de un cuarto de horas llegamos a mi ático. Lo primero que hice fue coger mi guitarra y mi vieja libreta de canciones, me senté en la alfombra del salón dejando que la nueva canción saliera con la Chica de los Ojos Bonitos como musa.

Esa tarde se me pasó rapidísima y, antes de darme cuenta, ya era la hora del concierto. Me di una ducha y me preparé mentalmente para el concierto de esa noche.

Hice la prueba de sonido buscando por todo el público a la Chica de los Ojos Bonitos. Había esperado que fuera una fan y no de las personas que se hacen fotos con un famoso por el hecho de serlo. El concierto pasó sin conseguir verla, volví al Backstage y, tras media después (cuando ya todo el mundo se había ido), salimos del estadio donde se celebró el concierto.

Me despedí de Charles y me encaminé a mi coche, un deportivo negro. Subí rápido, estaba empezando a chispear. Arranqué y salí del aparcamiento. Paré en seco al ver una silueta femenina. ¡No podía ser ella! Pulsé el claxon y la chica se giró asustada. Sonreí al ver que era la Chica de los Ojos Bonitos.

- ¿Te llevó a algún lado? –Le pregunté bajando la ventanilla.– No creo que sea buena idea que andes sola por la noche y más si está lloviendo.

La Chica de los Ojos Bonitos asintió y se subió al coche.

- No me has dicho tu nombre. –Le dije peinándome mientras esperábamos que el semáforo se pusiera en verde.

- Luna. –Contestó tímida.

- Es bonito, te pega.

- Gracias.

El semáforo se puso en verde.

- Oye, Luna, ¿te apetece ir a tomar algo?

- No mucho, hace bastante frío y está lloviendo mucho. –Dijo mirando por la ventana.

- Podemos ir a mi casa allí te aseguro que no llueve.

Luna rio por mi pequeña broma y su risa me hizo sonreír. Llegamos a mi ático en el centro de Madrid, saqué champan y estuvimos bebiendo, hablando y riendo hasta altas horas de la noche. Antes de quedar dormidas sobre mi sofá, Luna me dio un beso, producto del alcohol, con el que me dejé llevar y que a la mañana siguiente sólo yo recordaba.

Si en ese momento hubiera sabido todo lo que iba a significar esa morena de ojos bonitos para mí...

·········O·········

LA última noche del año, mi discografía organizaba una fiesta dándole la bienvenida al nuevo año. Me puse un transparente vestido negro de "Yves Saint Laurent" y me ricé el pelo dejándolo caer suelto por mi espalda. Me calcé unos altísimos tacones de agujas y me subí en un taxi camino de una de las salas de fiesta más exclusivas de Madrid.

Era un hecho que me gustaban las fiestas, pero no solía perder el control casi nunca (a pesar de lo que la prensa rosa dijera al respecto). Tenía veinticinco años y me gustaba divertirme, no había nada malo en ello.

Llegamos al piso de Luna en apenas diez minutos. Le escribí un mensaje diciéndole que ya estaba en su puerta y, antes de poder darle a enviar, ella ya estaba en la puerta. Estaba increíble con ese top blanco y la falda de gasa azul eléctrico.

- ¿Voy bien así? –Me preguntó nerviosa al subir al taxi.

- Mejor que bien, sweety.

Siempre la llamaba "sweety" y el motivo era que ella es así, dulce. Evitando la prensa, entramos por el garaje del hotel donde mi discográfica, Imudalic, daba la fiesta. Subimos en ascensor hasta la decimosexta planta, tiempo que aproveché para observar a Luna a través del espejo.

- ¿Tanto te gusta cómo voy? –Me preguntó divertida.

- Me encantas, sweety. –Respondí acercándome a ella.–Toda tú me encantas.

Para mi sorpresa, Luna no se alejó de mí sino que se pegó más a mí acorralándome contra la pared del ascensor. Su mano subí desde mi cintura a mi mejilla apartándome un rizo de la cara.

- Así que te encanto, ¿no? –Susurró a centímetros de mis labios.

Todas las partículas de mi cuerpo gritaban para que acortara esos centímetros. ¿Desde cuándo me había vuelto tan cobarde que no me atrevía ni a dar un beso? Luna respondió a mis deseos y unió sus labios a los míos. Un beso lento y placentero.

Mi lengua acarició sus labios pidiendo paso que Luna gustosa me concedió. Mis manos cobraron vida propia y acariciaron su cintura, que su modelo dejaba al descubierto disfrutando con cada escalofrió que producía en ella. La campana que anunciaba que habíamos llegado de nuestro destino hizo que nos separáramos.

Me aseguré que mi vestido estaba en su lugar y, seguida por mi bella acompañante, entré en la fiesta. Tras saludar a algunos asistentes, cogí la mano de Luna y nos encaminamos a la pista de baile. Me moría por bailar con ella.

La noche pasó entre risas y bailes. A las doce, celebramos la entrada de año besándonos en los labios. Mi cabeza olvidó que podría haber algún paparazzi y sólo pensé en disfrutar la noche.

- Te quiero, pelirroja. –Susurró al separarnos.

- Te quiero, sweety. –Susurré de vuelta.



Hasta aqui esta primera parte de este nuevo relato. ¡Espero que os guste!

Pd: Aquí os dejo como yo me imagino a Alma

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