Magia: dos complementos.


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<< Avanza por el mundo pero no dejes atrás la guitarra >>

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—Entonces, ¿esto es el cielo? Porque no se ve como esperaba, esto es mi sala.

—Piensa que es como el limbo. Se supone que cada quien ve lo que consideraba su lugar seguro o donde tuvo los recuerdos más especiales.

—Y es mi sala. Extraño.

—A mí me gusta, ordenado y con un par de grandes ventanas donde entra mucha luz y viento.

—Se supone que me iría en una semana hacia las montañas. Odio la ciudad.

— ¡Oh! También me gustan las montañas. Es genial cuando nieva y puedes dar paseos por los grandes bosques y dejar huellas.

—Eres un espíritu guía muy extraño, ¿acaso has pisado una montaña antes?

—Lo hice. Hace muchísimo tiempo.

—Bien, terminemos con esto rápido que quiero mi estúpido deseo.

—Ok. Primero debes liberarte de esa negatividad así que empezaremos con traer a... creo que se llama Kim JongIn.

— ¡¿Qué?! ¿Cómo que lo vas a traer? ¡Él está vivo!

—Calma, calma, obvio que lo está. Lo traeremos desde sus sueños.

—Ok, eso sí que no me lo esperaba.

—Shht, ahora quita esa fea cara que ya viene.

De las cortinas blancas que se movían con el suave viento, salió un confundido y curioso chico de labios carnosos y piel un poco más oscura que los dos. Vestía una camisa blanca junto con un pantalón de deporte azul cielo, no llevaba zapatos y su cabello era rubio. Cuando vio frente a él, abrió la boca de la impresión.

— ¡SeHun! ¿Qué haces aquí? ¿Qué no es mi sueño? —exclamo parándose frente al único de cabello negro en la sala.

El mencionado dejo de arrugar el ceño cuando recibió un zape de parte del rubio detrás suyo. —Hey, JongIn. Este es mi sueño y, uh, debo hablar contigo y hacer... las pases.

El contrario frunce el ceño, repentinamente incómodo. —Eh, bueno... tiene dos años que no nos vemos. Supongo que ya era tiempo.

—Te considere un buen amigo toda mi adolescencia, no puedo negarlo pero... lo que hiciste me hizo odiarte.

JongIn asintió, cruzando sus manos. —Sé que quebrante tu confianza, SeHun, pero no podía seguir engañándome.

—Yo te confié a mi persona más preciada y te pedí que lo cuidaras. Sabías que engañarlo con KyungSoo le rompería el corazón.

— ¡Yo amaba a KyungSoo! —exclamo, cerrando los puños. —Sé que debí terminar con ___ cuando me decidí por Kyung pero, estaba pasando por un mal momento y no pude decirle nada.

—Descubrirlo con sus propios ojos fue peor, ¿no lo crees?

JongIn asintió, tragando duro. —No pude disculparme, ni con él ni contigo. Desaparecieron después de que me golpearas.

—No puedes culparnos. Tan pronto termino el año de intercambio, volvimos a la ciudad.

—Hasta ese día y tampoco pude disculparme. —la voz del rubio se quebró, sin poder mirar al de cabello negro. —SeHun, ¿me llamaste para decirme cuanto me odias?

—Te llame para perdonarte.

El rubio levanto de golpe la cabeza, mirando al más pálido con sorpresa. — ¿Qué?

—No puedo cruzar si no dejo mi odio atrás. —respondió, suspirando. —Si estás aquí entonces no serás el único con el que hable y si empecé por ti, debo tener todo de mí para el final.

JongIn empezó a negar al cabo de un minuto, entendiendo sus palabras. —No... no, SeHun, no...

—Te perdono, JongIn. Ambos lo hacemos y ahora, puedes librarte de tu culpa...—asintió conforme vio que el cuerpo del contrario se desvanecía. —Dile a KyungSoo que ninguno lo odia. Adiós, JongIn. —y el mencionado desapareció.

—Eso fue mejor de lo que espere. —menciono el rubio detrás suyo, dándole una palmada en la cabeza.

—Ya lo dije, si voy a hablar con cada persona a la que le haya dejado mi odio... necesitare cada vez más fuerza. Me doy una idea de quien estará en el primer lugar.

El chico de sonrisa dulce asintió, retrocediendo de nuevo. —Estaré detrás de ti, no te preocupes.

Las cortinas volvieron a moverse, haciendo que SeHun mirara nervioso. Entro una mujer de cabello largo, cuerpo delgado y arreglada de forma elegante. El pelinegro miro hacia atrás con el ceño fruncido, quejándose en silencio.

— ¿SeHun?

—Que gran escalón subió la escala, joder...— murmuro mirando el suelo. —Hey, madre.

— ¿Qué hago aquí? ¿Qué lugar es este? —la mujer, tan como la recordaba, se sentó en la silla frente al sillón de dos plazas donde él estaba, mirando su alrededor de manera despectiva.

—Mi casa, bueno la mayor parte de ella. —respondió intentando encontrar las palabras de alivio. Verla le hacía escocer la garganta.

—Bastante mediocre, ¿Qué clase de sitio es este para vivir?

—A esto pude llamarle hogar a diferencia de su casa. —respondió con resentimiento, mirando como la mujer lo miraba como en su infancia.

—Te dimos todo lo que necesitaba un niño.

—El dinero no es felicidad, madre. Me trajo miseria y ustedes lo peor de todo.

—Si solo vas a insultarme entonces déjame ir, odio este sitio. —la mujer levanto la barbilla y SeHun suspiro.

—Darle el perdón a JongIn fue fácil pero tú... me llenaste la cabeza de mierda acerca de mí, me hiciste odiarme por haber nacido, me hiciste desear que hubiera abortado y heriste colateralmente a la única persona que me importo. —el pelinegro miro a la mujer, abriendo y cerrando sus manos. —Me lloviste golpes por no hacer las cosas como querías, dejaste que padre también me educara con golpes y cuando intente escapar, te importo más lo que dirían los demás que me trataste como si fuera un asesino que debías ocultar. No podía sanar contigo y con padre empujándome al fondo cada vez que ___ lograba sacarme a flote y ahora... ahora que él se fue y yo tengo la oportunidad de alcanzarlo, debo dejar ir mi odio por ti.

— ¿A qué te refieres con eso? — ella lo miro perdiendo su pose recta, de arriba y abajo.

—Quiero descansar, madre, ahora enserio y junto a lo más preciado para mí. Me heriste profundamente y las cicatrices no sanaron pero puedo dejarlas atrás y eso hare. Con mi perdón, me olvido de ti y tu veneno. —antes de que ella pudiera decir algo, desapareció. —Adiós, mamá.

Quedándose con las manos en los labios, sintió un par de brazos abrazarlo. —Fuiste muy valiente, Hun. Aunque no se merecía tu perdón.

—Eso no es algo que debería decir un guía. —bufo con una media sonrisa. —Estoy listo para el siguiente... tráelo para que pueda irme.

—Ya está aquí... — susurro alejándose de nuevo.

SeHun observo como el alto y des norteado hombre entro hasta que cruzaron miradas. No había cambiado, aunque ya estaba empezado a pensar que se verían como los recordaba. El hombre bien peinado lo barrió con la mirada, sentándose en la silla para cruzarse de brazos.

— ¿Qué es lo que quieres? Supongo que dejare de soñar contigo si me dices lo que quieres.

—Te odio. —empezó, sorprendiendo al hombre. —No puedes tener una idea de la magnitud con la que te odio. Te odio aún más que a madre, jodido bastardo. Me hiciste la mitad de mi vida un maldito infierno con toda tu mierda de perfección, de ser menos que escoria al gustarme los hombres, de ser un fracaso por no querer seguir tu ejemplo, de ser el error por el que te encadenaste a una vida que no querías. Te odie por educarme a golpes, a insultos, pero no tanto hasta que intentaste lastimar a ___.

—Era un entrometido. Un marica como tú.

— ¡Él era lo único valioso en este jodido mundo! —grito, levantándose del sillón mientras la luz de la sala se apagaba hasta volverse sombría. — ¡Lo único que merecía el sol de cada mañana y lo único que necesitaba para respirar!

— Era un error para su padre igual que tú para nosotros.

—El más perfecto de todos...— susurro, agarrándose la muñeca derecha con la mano izquierda para no golpearlo. —Di lo que podía para protegerlo de su mierda y falle...

—Porque eres mediocre.

—Para él era suficiente... y lo que digas ya no tiene importancia. —SeHun volvió a sentarse, intentando calmarse. —No quiero perdonarte, de hecho quisiera que mi odio por ti te amargara la existencia hasta que te pudras pero no puedo dejarte ir sin el jodido perdón.

— ¿Ah? ¿De qué hablas? — el hombre dejo de cruzar los brazos, tensionado por la oscuridad de la sala.

—Padre, ¿alguna vez llegaste a pensar que me querías? —pregunto con un hilo de voz.

El hombre lo miro en silencio un momento, suspirando poco después. — ¿Por qué me preguntas eso ahora?

—Porque siempre paso por mi cabeza preguntártelo. Sé que madre no lo hace porque lo confeso cuando me fui pero... creo que me sentiré mejor si te escucho.

—No tiene sentido, SeHun. No creo que ayude.

—Mira, te odie por cómo me trataste por muchos años. De niño intentaba encontrar la respuesta a porque eran tan crueles cuando se supone que los padres están para proteger y amar a sus hijos, no entendía porque las familias que veía en la calle iban riéndose, abrazándose o dándole cariño a sus hijos mientras yo era golpeado y regañado por cosas que no entendía.

—SeHun...

—Conforme paso el tiempo, llegue a la conclusión que el malo era yo e intente ser un niño ejemplar pero mis esfuerzos eran nada para ustedes. Me dejaron solo cada vez más tiempo y no les importaba como me sentía mientras no les dieran quejas de mí. Alardeaban de mis logros pero yo sabía que solo eran apariencias y me dolía, porque de verdad me alegraba recibir atención fingida. Migajas de amor que nadie merece recibir.

—Sabes que no fuiste deseado.

—Normalmente se les dice a los hijos "no fuiste planeado" pero ¿Qué más da si ya lo sabía?

—Ahora eres un adulto, no puedes seguir atascado en el pasado. —el hombre lucia tenso y rehuía su mirada.

—No, pero como adulto es algo que no puedo superar. Tu veneno causo traumas en mi niñez, traumas que como adolescente y adulto me hicieron una persona rota y desconfiada. A pesar de que hable con muchas personas que me daban palabras de aliento y me consolaban, no podía creer en ellas porque cuando empezaba a recuperarme... bastaba un grito o un golpe para despedazar mi frágil muralla.

—Pero ahora eres un hombre independiente...

—Eso no significa que este bien.

—Supongo que sigues hablándoles de tus problemas.

—No lo hago. Hablar me servía de desahogo pero también empezó a ser cansado y cotidiano. No es agradable que casi todo de lo que hables sea de problemas ¿o sí? Entonces deje de mencionar mis problemas y busque temas de conversación cortos y normales para que pensaran que estaba superándolo aunque fuera de mis palabras en el móvil, la computadora y de su vista, estuviera hecho mierda. ¿Por qué crees que estas están en mis muñecas? —levanto sus muñecas, dejando las cicatrices visibles hacia su padre, que desvió la mirada. —Para ti y madre son vergüenza, para el resto del mundo es lastima pero para mí, eran mi libertad. Si, tuve miedo al último minuto mientras veía la sangre caer y pedí ayuda pero, me arrepentí y eso nadie lo supo.

— ¿Quisiste volverlo a intentar? —el tono del hombre se libró de cualquier señal de ataque.

SeHun asintió, mirando de reojo a la persona detrás de él. —No inmediatamente porque mi cabeza era un lio pero si cuando ___ se fue.

El hombre lo miro a los ojos por un breve instante. —Supe que pintaron las paredes de la casa de sus padres con aerosol rojo. Seguramente fuiste tú.

SeHun volvió a asentir, luciendo orgulloso pero roto. —Son unos asesinos. Se merecen lo que les paso después.

—Bueno, los vecinos que lo conocían y los chicos con los que se juntaban empezaron a reclamarles sobre lo que causaron. Se mudaron después de medio año, fue una sorpresa que duraran tanto.

La habitación volvió a oscurecerse. —Ellos lo causaron... ¡Fue su culpa! ¡Ellos lo mataron!

El hombre levanto las manos, estirando las palmas. —Cálmate, SeHun, ya no tiene caso que te alteres.

—No tengo una manera de sacar todo mi odio por ellos para liberarme, no del todo. Contigo y con madre puedo hablar pero a ellos los aborrezco tanto que me asusta.

— ¿Por qué lo hirieron? ¿Qué lo diferencia de ti? También tenía padres especiales ¿no?

—Él logro morir, yo no. Esa es la diferencia.

—Bueno pero tu seguiste por dos años hasta ahora.

SeHun se mordió el labio. —Y creo que ya merezco descansar.

— ¿Qué? — el hombre lucio consternado.

—Te dejo ir con todo lo que me hiciste sufrir, con todo tu odio, con todo mi dolor y con todas las veces que me hiciste sangrar... adiós, padre. —el hombre también desapareció tan pronto termino de hablar, dejándolo al borde de las lágrimas.

—Buen trabajo. —hablo el chico rubio. —Eres increíble.

Con la voz quebrada, SeHun palpo los brazos que lo abrazaban. —Él... era el último ¿no? Ya me puedo ir.

—Aun no.

— ¿Qué? —sonó desesperado. — ¡Pero ya acabe! — grito, mirando con confusión como el rubio se sentaba en la silla. — ¿Qué haces?

—Aun falto yo, Hun. Tu parte de odio por Lay.

El pelinegro lo miro como si tuviera tres ojos. — ¿De qué diablos hablas? Jamás te he odiado.

Lay negó con una sonrisa, mostrándole su hoyuelo. —Me odiaste cuando morí.

SeHun se quedó callado, mirándolo con los ojos bañados en lágrimas. La habitación dejo de ser oscura para empezar a llenarse de luz de nuevo. El rubio de cabello corto no dejo de sonreír, dejando que su amigo se enjugara las lágrimas ya que si lloraba y hablaba, no le iba a entender nada.

—Hun, puedes hablar...

Y así lo hizo: — La época más oscura de mi vida comienza conmigo en el suelo, sangrando, y mi padre gritándome con el puño en alto y los ojos rojos. Mi madre solo había subido el volumen de la t.v, reclamándole a mi padre que era demasiado ruidoso.

>>Mi "hogar" era frio, lleno de gritos, golpes y moretones. Desde que recibí el primer golpe, me jure que soportaría hasta poder tener la fuerza para irme sin que vinieran tras de mí. Ser menor de edad apestaba.

Es curioso que cuando no te prestan la atención "normal" en casa, empieces, si bien, a buscarla en otra parte, te conformes con la soledad o te vuelvas como yo, que aprovecho el dinero de dos padres que le ignoraban para salir y conocer el lado oscuro de su ciudad.

Los adultos no tenían ni una jodida idea de lo que sus hijos hacían con un poco de plata en el bolsillo y las amistades exactas.

Mi contacto, otro ignorado que llevaba más tiempo que yo en exploración, me ligo con la gente adecuada que solo buscaba divertirse en bola pero que te abandonaban fuera de la oscuridad y que debías abandonar. La oscuridad no me pareció mala, fue un escape.

El alcohol no me tumbaba como espere pero tampoco me gustaba, cosa diferente a la nicotina de los cigarros, parecía hacer milagros con mis pensamientos.

Muchos de mis "amigos parciales" tenían peores pensamientos que los míos, llenos de odio a sí mismo, miedo y resentimiento a algún pariente, tendencias suicidas o muchos compañeros y compañeras de cama. No parecía requisito ser un abandonado pero todos lo éramos y con el paso del tiempo, empezamos a cuidarnos la espalda casi como amigos.

Si salíamos juntos, debíamos regresar juntos a menos que surgiera algún inconveniente que perjudicara a todo el grupo. Si, nos abandonábamos los unos a otros en los problemas personales y ninguno se sentía traicionado, era el acuerdo.

Si los adultos supieran que muchos de sus hijos dejaban que les mostraran el placer de la carne, a veces gente mayor, quizás se revolcarían en mierda.

En medio de toda esa oscuridad, encontré a otro ser. Él era oscuro a excepción del cabello rubio, con los ojos fríos, la sonrisa más encantadora y la piel más fría de todas.

Nos llevamos terrible desde el primer momento. Creí que era porque yo imponía en todos, si hablaba todos me escuchaban (todos), si quería algo lo conseguía sin esfuerzo, no necesitaba que me cuidaran pero en realidad, fue porque ambos estábamos tan hundidos en la oscuridad.

Tras una pelea por nuestras aparentes diferencias, empezamos a tratarnos más entre nosotros que los demás. Mientras los demás se sorprendían por nuestra aparente buena química, nosotros nos usábamos como escudo ante el resto de ellos.

Fue él quien estableció la regla de no hablar del otro fuera de la oscuridad y yo acepte. Éramos como un secreto sucio y no nos importaba.

Su rostro era increíble y muy atractivo; odiaba verlo con nuevas heridas en él, heridas que terminaba curando. Su casa era tan fría como la mía, lo llenaban de golpes como a mí, tenía días y a veces semanas donde su odio contra sí mismo pudría el mundo a su alrededor y yo tenía que coser sus heridas. Luego los papeles se invertían aunque su método fuera mucho más dulce.

Yo no sabía tratar realmente a los demás, los odiaba por igual y solo a él le dejaba estar cerca de mí. Era quien me sacaba a flote cuando me hundía y quien rasgaba las cuerdas de la guitarra vieja que tenía para llenar la sala de lo único mágico en el mundo: él y la música, porque eran uno.

A veces llegaba a pensar que yo era el único débil porque él había empezado a necesitar menos que cosiera sus heridas y mientras yo era un rio de lágrimas y odio, él cosía mis heridas en medio de la magia. Fui muy ingenuo. No note cuando la oscuridad, silenciosamente, empezó a inundarlo.

Me culpe porque no note el momento en el que se hundió.


Un cobarde.


Ese era el primer pensamiento que me llego a la cabeza cuando empecé a pensar con mejor claridad.

Cuando yo lo intente, me llamaste cobarde, te enojaste conmigo y lloraste, pidiéndome no volver a intentarlo o estarías muy triste.

Me dijiste cobarde por cortar mis muñecas, a pesar de que no deje que siguieran sangrando, mientras tú si lo hiciste.

Si mi vida era una mierda como la tuya y quería dejarla, tan desesperado como para dejarte, ¿Por qué me hiciste volver a vivir si tú dejarías de hacerlo?

—"Si él se fue, ¿Por qué yo no puedo?" —hablo Lay, luciendo las mejillas llenas de lágrimas.

— ¡Odie que me dejaras cuando me habías pedido que no lo hiciera! —grito, levantándose para ir a arrodillarse entre las piernas de Lay, abrazando su cadera. —Te odie pero fue ese odio fue el más pequeño y corto que sentí... fui una mierda por semanas. Lloraba por horas, dormía menos de cinco horas al día, estaba de mal humor y me recluí en mi sala. No podía creer que ya no podría hablar contigo ni para gritarte, jamás iba a poder abrazarte y mi motivo de vida se acabó.

— ¿Motivo de vida?

—Te amaba lo suficiente como para dedicarme a hacerte feliz.

—SeHun...

—Cuando me dijeron lo que hiciste... no podía encontrar una razón para no creer que fui tan poco para mantenerte aquí...

Lay acaricio su cabello, incapaz de hablar con el nudo en su garganta.

—Soñaba... soñaba con un mundo perfecto, uno donde hubiera podido salvarte, uno donde nadie nos hubiera hecho daño y un mundo perfecto donde hubiéramos podido contra el mundo.

—Ahora podemos estar en uno. —el rubio logro que el azabache lo mirara. —No moriste por tu mano y la única condición de mi deseo era que no siguieras mis pasos.

—Si yo lo hubiera intentado de nuevo ¿entonces no hubieras sido mi guía?

Lay asintió. —Quería verte de nuevo y estar contigo cuando fuera tu hora pero, tan egoísta como soy, no quería que me alcanzaras por tu mano.

—Eres un idiota, YiXing...

—Ahora puedes pedir tu deseo, Hun.

El azabache bufo, dejando que YiXing limpiara sus lágrimas. —Quería estar contigo y ahora lo estoy. Estoy listo para el cielo o lo que sea.

YiXing se levantó, ayudándolo a pararse mientras le apartaba un mechón oscuro de los ojos. —Entonces me quedare contigo aquí.

—Dijiste que era el limbo.

—Ya no. Estas libre de odio, ¿no ves a tu alrededor?

Para SeHun era fácil decir que no. No quería ver lo demás si YiXing volvía a estar frente a él pero lo hizo. La sala, que había estado únicamente con el sillón de dos plazas y la silla, ahora estaba amueblada con los muebles que a ambos les gustaban, con un comedor y una hermosa y cálida luz filtrándose por las ventanas del balcón. Para terminar, sobre el sillón de dos plazas, estaba la vieja guitarra que ambos tocaban; la guitarra era sumamente importante puesto que YiXing hacia más magia de la buena con ella y era lo único que no debía dejar atrás en su camino por el mundo. Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas pero se dedicó a recargar su mejilla contra la cien de YiXing.

—Mi soulmate, mi magia, mi cielo lleno de estrellas...—susurro sonriente, abrazándolo contra su cuerpo.

—Esto es nuevo, un tú cursi.

—Cállate, tuve dos años para pensar en que decir cuando te viera.

—Me alegra que en ese tiempo hayas aprendido a cocinar.

—Y también iba a rentar una cabaña en las montañas mientras construía la mía. Siempre me dijiste que querías vivir en una.

—Siempre.

—Lo siento, no pude hacerla. Ni siquiera la empecé.

—Eso no importa. Te dije que lo que veías era diferente para todos ¿o no?

—Aja.

—Cuando llegue aquí aparecí en las montañas, esas que vimos durante años en postales y cuando cruce, apareció una cabaña.

—Oh. Me encantaría verla.

YiXing lleno la sala con su risa, tomándolo de la mano. —Vamos entonces. —dejándose guiar por él, caminaron hasta las ventanas, pasando las cortinas blancas que se mecían con el viento y desapareciendo del otro lado.

¿Quién podría arrancarles ese pedacito de felicidad que no pudieron conseguir en un mundo imperfecto?

Nadie podría.

Y ellos no lo permitirían.




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FIN

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A sky full of star for you...



Estoy frustrado con esta historia, un poco, no pude poner todos los sentimientos que quería porque no pude encontrar manera de transmitirlos y eso no me había pasado. Espero haber hecho un buen trabajo con lo que si pude escribir.

Fighting. 

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