Capitulo diecinueve | Vuelves

Adam

Había vuelvo a casa, mi madre estaba en el comedor bordando mientras tarareaba una canción, Jake estaba a su lado mirando la televisión y jugando con un tren, sonreí al verlos, me gustaba mucho verlos y en ese momento me di cuenta lo mucho que los iba a extrañar.

En menos de un mes me iba a Londres, ¡Dios! No pensé que mi futuro iba a llegar tan fácil a mis manos, todo fue porque ella creyó en mí y al parecer yo también creí.

Cuando abrí la puerta, ella sonrió y Jake también lo hizo

––¿Cómo estás? Hay helado en el refrigerador –– decía mi madre cuando me vio.

––¡Es de chocolate! Yo lo escogí –– decía con orgullo.

Fui a la cocina en busca del helado, me sentía mucho mejor, a veces solamente necesitas un tiempo a solas para poder ordenar tus pensamientos. Salí de la cocina y me puse helado en la nariz para que Jake sonriera un poco más.

––¡Tienes helado en la nariz! –– gritó mi hermano riéndose de mí.

––¿A si? Creo que tú también –– dije mientras dejaba el helado en la mesa y comencé a perseguirlo, Jake comenzó a reírse a carcajadas al momento en que lo atrapé.

El timbre de la casa nos interrumpió, haciendo que dejáramos de reírnos, mi madre fue la que se levantó abrir, Jake iba detrás de ella, podía escuchar lo que iba susurrando.

––Es papá.. –– decía él con entusiasmo.

Cuando llegué a la puerta, mi madre estaba en frente tapando a la persona que estuviera en frente. Una voz hizo que mi hermano saliera corriendo hacia la puerta, sin dudarlo, le negué el paso a mi hermano, él hacía todo lo posible para acercarse a él, pero no quería que le hiciera daño otra vez, mi madre seguía en silencio.

––¿Qué haces acá? –– le pregunté mirándolo con rabia.

Mi padre estaba en frente, sus brazos estaban cruzados, estaba serio mirándome, de vez en cuando miraba a Jake que estaba a mi lado.

––Vine a verlos.

Me agaché para estar a la altura de mi hermano, le acaricie el hombro y le di una sonrisa.

––Peque, necesito hablar con papá, pero te prometo que podrás verlo después.

Jake lo dudó unos segundos y asintió, subió las escaleras sin reclamar nada. Miré a mi madre que parecía tener dificultad para decir algunas palabras.

––¿Quién te crees que eres? ¡Dejaste a Jake solo! –– le grité, mi madre me había agarrado mi brazo, al parecer me había acercado a él de una forma no muy agradable.

––Necesitaba salir un momento, aparte Jake está grande.

Excusas que no tenían nada de valor, negué mirándolo.

––Tiene ocho años, papá. ¿Cómo puedes pensar así? Es solo un niño, ¿A caso lo hacías conmigo también?

Mi padre quiso dar un paso hacia adentro, pero se lo impedí.

––Adam, no creo que esa sea la forma en que me debas hablar, soy tu padre.

Solté una risa, salí de la casa y cerré la puerta. No tenía intención de que mi madre viera lo que estaba a punto de hacer.

––Si, tienes razón es eso, por desgracia eres nuestro padre –– exclamé enojado –– Pero no te convierte en uno si nos abandonas.

La rabia ya había bajado, no quería escucharlo más, me alejé un momento de él.

––Ya se porque me hablas así, debe ser todo el alcohol que tienes dentro, ¡Deja de beber! Tienes la cabeza llena de eso, después de todo, te pareces tanto a ellos.

Oh no.

Por un leve momento, pensé que lo había imaginado, pero lo escuchaba reírse, burlarse de mí, ¿Cómo podía hacerlo? Me giré hacia el, la rabia había vuelto mucho más grande.

––¿Qué fue lo que dijiste? –– le pregunté enojado.

Sus ojos iban mirándome, más bien analizando, recorría toda mi cara.

––Claro, eso debe ser. ¡Estás borracho! –– su voz cada vez me molestaba más.

––No, no estoy borracho –– exclamé recalcando cada palabra - ¿Qué fue lo que dijiste de mis padres?

––Fueron unos malditos borrachos, no creo que sea buena idea si terminas como ellos.

Me acerque a él, levantando mi mano que formaba un puño, haciendo que llegara a su mandíbula, con un solo golpe hice que cayera al suelo, tocándose el lugar en el que lo había golpeado, la puerta de mi casa se abrió y mi madre venía, sus manos tapaban su boca asustada por lo que estaba viendo, más bien por lo que había hecho.

––¡Adam! Detente, por favor... –– me suplicaba mi madre.

Mi padre se levantó del suelo, se quejaba del dolor mientras nos miraba, mi madre se acercó a mi, poniéndome detrás de ella, de una forma protectora.

––¿Cómo puedes defenderlo después de lo que me hizo?

Volví a cerrar mi puño, me acerque a él, amenazándolo, pero mi madre me lo impidió.

––Es mi hijo, Matthew –– respondió, podía sentir que estaba llorando –– Y siempre voy apoyar a mis hijos.

***

Habían pasado horas del incidente, mi madre se había ido a dormir, cerré la puerta del comedor con seguro y subí a mi habitación, al momento en que la abrí, me lleve la sorpresa de que ellos estaban allí, mi madre estaba acostada y a su lado Jake, durmiendo muy profundamente. Sonreí al verlos, me saque los zapatos y me acurruque al lado de mi hermano, lo único que quería era un momento de paz.

––¿Adam? –– me susurró mi madre.

Levanté la cabeza y la miré.

––¿Que sucede? –– podía ver qué su cerebro trabajaba para poder sacar las palabras.

––Lo de hoy no debe repetirse.

Asentí mirándola.

Volví a la posición en que estaba, cerré mis ojos por un momento. Mi madre negó la cabeza dándome una sonrisa.

––Cariño, tarde o temprano vas a tener que hablar de lo que sientes aquí –– puso su mano en mi pecho –– Lo que guardes allí dentro te va a destruir.

––No quiero arruinarle su viaje mamá –– añadí en tono triste.

––No hablaba de ella, quizás estaría bueno si fueras a terapia, has tenido muchos cambios en tu vida.

––¿En qué me va ayudar eso mamá? No sé si pueda hablar con alguien desconocido de mis problemas, aparte mis problemas son estúpidos.

––Adam, tus problemas no son estupideces –– añadió seria –– Son diferentes a los que ella tenía, pero aún así son igual de importantes.

Le sonreí, no tenía mucho ánimo de seguir hablando de esto, cerré mis ojos esperando poder dormirme pronto, pero algo me impedía tener mi mente en blanco, más bien alguien.

Una silueta de una mujer se coló en mis sueños, moviéndose al ritmo de una canción que sonaba, no la podía reconocer del todo, podía oír una sonrisa a través del eco, se sentía feliz el lugar. Por cada paso que daba hacia ellos, se escuchaban más claras sus voces, cuando logré acercarme al hombre que había, me convertí en él, miraba a la muchacha moverse al ritmo de la música, mientras una sonrisa se le escapaba de los labios, de a poco la borrosa cara se le aclaraba, dándome a entender que era Diana que estaba al frente de mi, dándome una hermosa sonrisa.

De a poco, esa sonrisa comenzó a desvanecerse, la música se iba lentamente, abrí los ojos y miré hacia mi ventana, la luz del día ya se había metido por mi habitación, pasé mis manos por mi cara y di un gran bostezo.

Miré a mi lado y la cama estaba vacía, me quedé apoyado unos segundos, recordando el momento de paz que estaba teniendo, miré mi teléfono, eran las nueve de la mañana, tenía un mensaje de Marlee invitandome a desayunar, el mensaje lo había recibido hace diez minutos, así que le respondí de vuelta.

Yo; Acabo de despertar, ¿Dónde estás?
Marlee; Afuera de tu casa dormilón.

Me levanté de golpe y caminé hacia la ventana, ya estaba estacionado el auto de Marlee, ella miró hacia arriba y me saludó con su mano. La miré y le hice una seña, pero al momento en que iba abrir mi puerta, mi madre ya le había abierto a Marlee.

Mierda.

Me cambié de ropa bastante rápido y bajé las escaleras y fui a saludar. Cuando llegue al primer piso, mi madre le estaba sonriendo a Marlee.

––Me alegra saber que Adam tiene amigos.

Le sonreí, besé a mi madre en la mejilla y saludé a Marlee.

––¿De qué hablan? –– pregunté mientras daba otro bostezo.

Marlee me sonrió, pero mi madre me dió una mirada.

––Marlee me contaba que trabajan juntos, aparte hoy saldrán - exclamó recalcando cada palabra.

Asentí, mirándola.

––Si, lo invité a desayunar –– respondió Marlee de la forma más natural.

Asentí junto a ella, mi madre le sonrió a Marlee por tercera vez, esto ya era extraño.

––Me alegro que salgas Adam, te hará bien luego de ya sabes... –– respondió, mientras miraba a Marlee, esperando que ella entendiera.

––Mamá... –– ya había comenzado avergonzarme.

––Pueden irse chicos. Un gusto conocerte Marlee –– se despidió de ella y me besó en la mejilla, mientras me susurraba algo al oído, con una sonrisa traviesa –– Es guapa tu nueva amiga.

Dios...

Durante el trayecto, Marlee no quiso preguntar nada personal, me agradaba que no lo hiciera, no me sentía presionado de ninguna forma. Prendió la radio y comenzó a sonar una canción.

Una canción que me hizo recordar todo en un segundo.

Sonreí mirando hacia la ventana, Marlee pareció notarlo, así que subió más el volumen.

––Así que, ¿Radiohead? Es un poco antigua, ¿no crees?

Me giré para verla.

––¿Antigua? Marlee no seas así, es una banda genial.

Ella me dió una mirada de reojo, luego de eso comenzó a reírse.

––Bueno, como quieras Adam –– exclamó con una sonrisa –– Algo me dice que no me dirás el significado de esto, pero no te presionaré, todo a su tiempo.

––¿Por qué piensas que seguiremos hablando?

Ella me miró de forma ofendida.

––Si ya te hubieras aburrido de mi, no estarías aquí conmigo–– sonrió de forma triunfadora –– Aparte, soy buena compañía, debes admitirlo.

Le di una sonrisa.

––Tienes razón, eres una buena compañía.

Nos fuimos en silencio, Marlee no era una persona que preguntara muchas cosas personales, de alguna forma sentía que una linda amistad podría salir, la música cambio y Marlee comenzó a mover sus manos al ritmo de la canción, era bastante alegre.

––¿Estás bien? Te noto un poco desanimado

La miré y solté aire.

––Estoy bien, solo qué debo hacer varias cosas en la universidad.

De pronto frenó y me dio una gran sonrisa. Detrás de nosotros se podía oír como los demás nos insultaban por parar sin previo aviso.

––¡Mierda! Adam, ¡Irás a la universidad! Eso es increíble –– añadía mientras me daba un abrazo ––¿A cuál te vas?

––A Londres, estudiaré arquitectura.

––Eso es genial, de verdad me alegro por ti, yo también iré a la universidad –– decía con orgullo.

- ¿A cuál te irás?

––¡A Nueva York! Nunca pensé que iba a ir allí, ¡Es la ciudad que nunca duerme! Dios, estoy muy feliz.

Nos fuimos felices escuchando la música que sonaba en la radio, de verdad me sentía feliz porque iría a la universidad, Marlee iba disfrutando la música, al parecer le gustaba mucho cantar o bailar, ya que eso era lo que estaba haciendo en el auto.

––¿No bailas? Es lo primero que hago en la mañana, siempre me deja muy feliz –– añadió mientras me daba una sonrisa.

––No mucho, pero seguro en algún momento lo haré –– dije sonriéndole.

––Tu mamá se ve simpática –– decía mientras esperaba a que un semáforo cambiara de color.

Sonreí dando un largo suspiro.

––Si, ella es la mejor –– añadí mientras encendía un cigarrillo.

––¡Adam! Si vas a fumar, bájale el vidrio, no quiero que mi lindo auto huela a tabaco –– decía mientras me daba un guiño.

––¿Lo dices enserio?

––¡No! Dame uno –– ella encendió el suyo y comenzamos a reírnos juntos.

Hola lectores!
Primero que todo, perdón por olvidarme de la actualización :(
Muchas gracias a quienes continúan leyendo la historia, a pesar de que lleva poquito, es un avance y algo bonito para mí.

Así que, les dejo una doble sorpresa 🫢

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