Capítulo 23: Tú eres el responsable

Los dos miembros de la Orden Armada dejaron todo el equipaje en la habitación de Ágata en la guarida de los caballeros. Una vez resuelto el tema del peso extra, se transportaron hasta el balcón de la parte de atrás del castillo, allí donde los guardias zoruks solían entrenar. Era un balcón enorme. Casi podría decirse que era un patio. Solía haber antorchas encendidas allí, iluminando el lugar, pero un fuerte viento que soplaba y arrastraba nieve consigo había apagado todas las llamas. Esa noche habría ventisca. Pese a ello, la tenue luz de la luna iluminaba sutilmente todo el terreno.

Los dos se dividieron y avanzaron por detrás de unos árboles tipo pinos plantados allí. Aprovechaban sus frondosas copas que comenzaban muy cerca del suelo para ocultarse y moverse entre ellos. Kleyn llevaba puesta su capucha, por lo que su llama no era un problema. Ahora su rostro era solo una capa oscura en la cual a veces podía verse dos ojos rojos refulgentes.

A medida que se movían pudieron notar que no había ningún guardia allí fuera, solo dos en la entrada. Kleyn le hizo una seña a Ágata para que esta retrocediera y se cambiase a su lado. Ella echó un vistazo a los guardias, y reparó en que estos estaban mirando al frente. Si hacía lo que el tipo le había pedido, probablemente la verían. Kleyn comprendió y creó un clon que comenzó a ir hacia atrás, luego levantó el pulgar para indicarle a Ágata que todo estaba bien. La chica no pareció comprender del todo lo que este quería hacer, pero igualmente decidió seguir su plan.

Tanto el clon como Ágata llegaron a la parte de atrás, intercambiaron una mirada, y luego cambiaron posiciones. Rápido, la chica se movió hacia donde estaba Kleyn y se colocó cerca de este, muy cerca.

— ¿Se dieron cuenta? —susurró con tan bajo volumen, que su voz fue arrastrada por el viento, como si nunca hubiera existido. Pero el Forjador sí que pudo oír algo.

Kleyn negó con su dedo, en respuesta a la pregunta de la chica. Creó otro clon y lo envió dos árboles más atrás. Aquel que ocupó el lugar en el que antes estaba Ágata, se mantuvo a la espera de las indicaciones del original. Kleyn levantó una mano y la mantuvo estática por un momento, se fijó en los guardias, los cuales seguían manteniendo la vista al frente, y luego le indicó al clon que procediera con en plan.

El viento mecía los árboles y doblaba la punta de sus copas, pero uno de ellos se movió de forma irregular.

— Zel, ¿has visto eso? —preguntó el guardia de la derecha.

— Sí —dijo este entornando la mirada para intentar ver mejor si era alguien o algo—. Iré a revisar, cúbreme la espalda —indicó este mientras se acercaba al árbol que se había movido.

Zel portaba un arpón consigo, y decidió llevarlo con la punta hacia adelante por precaución. A su espalda, Akor, también tenía su arpón listo para lanzárselo a alguien si intentaba atacar a su compañero.

A medida que se acercaba, Zel no parecía ver nada fuera de lo normal. Pero, de pronto, un árbol al otro lado comenzó a moverse de forma irregular también, cosa que llamó su atención al instante. Se giró de golpe para ver que era, pero no parecía haber nada. Entonces, fue cuando el árbol que estaba junto al que este tenía al lado, se cayó y comenzó a rodar.

— ¿Pero qué...? —dijo este. Soltó el arpón e intentó recuperar el árbol antes de que saliese volando—. Akor, ven y ayúdame.

Su compañero también soltó el arpón y corrió a socorrer a Zel. Entre los dos consiguieron evitar que el árbol se cayera por el balcón, y lo llevaron bajo techo, justo en donde ellos hacían guardia.

— No esperaba que el viento llegase a ser tan fuerte aquí —dijo Zel.

— Sí, espero que no vuelva a ocurrir, o el jardinero se va a llevar un buen disgusto.

— Bueno, al menos no fue nada de lo que preocuparse.

Pero ellos no se habían dado cuenta que, durante ese breve momento de distracción, dos individuos se habían metido en el castillo.

Ahora Kleyn y Ágata se encontraban en las vigas de madera, ocultos ante los ojos de los guardias.

— Buen plan —dijo Ágata en susurro.

— Tuvimos un poco de suerte. Si el otro guardia no hubiese ido a ayudar a su compañero con el árbol caído, entonces tendríamos que haberlos noqueado. Digamos que nos hemos ahorrado las molestias.

— Ha salido bien, y para un asesino, eso es lo importante.

— Bien. Ahora, tú guías.

— De acuerdo. Tenemos que esperar que Moron vaya a su escondite. Hemos venido tan rápido que dudo que haya tenido tiempo de entrar. Además, la última vez lo hizo muy tarde.

— Esperemos que tengas razón.

Ágata se quedó callada un segundo, mirando a la escalera en donde estaba el pasaje secreto.

— Irá, estoy segura de ello.

Ambos se mantuvieron a la espera en absoluto silencio. Kleyn vigilaba que ningún guardia se fijase en ellos, porque solo hacía falta echar un vistazo hacia arriba para sospechar que lo que había rondando por las vigas no eran ratas. Durante mucho rato nadie se fijó en ellos, mas este no se calmó ni un solo segundo. Un toquecito en la espalda lo hizo voltearse. Ágata lo miraba con seriedad y apuntaba hacia su lado: Moron había aparecido. Kleyn le devolvió la mirada y asintió con firmeza.

El rey Moron se había acercado a una antorcha que había en la pared que iluminaba la escalera, y empujó una loza que se hundió y provocó que un mecanismo se activase y se abriese una puerta en la pared. Entró en esta y luego la puerta se comenzó a cerrar. Justo antes de que terminase de cerrarse del todo, Kleyn colocó su bota con partes de hierro para evitar que se cerrase. Segundos después, ambos se encontraban tras la entrada secreta, y esta por fin se había cerrado.

Kleyn se fijó en un mecanismo que había junto a la entrada. Este estaba conformado con una balanza y un saco de arena del cual caía arena lentamente en uno de los dos recipientes que colgaban de los extremos de la balanza.

— Ágata, creo que era por eso por lo que antes no pudiste abrir el pasaje secreto —dijo apuntando al mecanismo.

La chica entornó la mirada a la par que veía el mecanismo.

— Sabía que tenía que haber algo detrás de todo esto. Pero eso no importa ahora. Sigamos a Moron.

Ambos vieron como la silueta del tipo se iba haciendo cada vez más pequeña a medida que bajaba las escaleras. Lo siguieron. Tal y como esperaba la asesina, llegaron hasta una especie de almacén. Allí fue donde siguieron de cerca al rey Moron, pero cuidando de no ser vistos. Por eso fue Ágata quien siguió a Moron de cerca y le indicaba a Kleyn cuando podía avanzar. Al final, el zoruk llegó hasta el cofre que la mewmana había visto la otra vez. Cuando lo abrió, se pudieron ver varias tijeras dimensionales dentro de este, unas diez al menos, lo cual era bastante para el Forjador. Moron tomó una de ellas y volvió a cerrar el cofre, luego se giró para irse.

— Alto ahí —dijo Kleyn, saliendo de su escondite. Ágata hizo lo mismo y salió del suyo, pero algo le llamó la atención.

— Kleyn, mira —señaló a Moron, concretamente, a su rostro—. Tiene los ojos azules como el hielo.

Moron apretó los dientes y frunció el ceño, luego algo salió de su cuerpo y este se desmayó.

Ágata se quedó paralizada por un momento al ver aquella cosa flotando encima del cuerpo de Moron.

— Kleyn —dijo, dando un paso hacia atrás—, esa fue la cosa que me atacó antes de quedarme inconsciente. ¿Qué es?

Hacía tiempo que Kleyn no veía una de esas cosas. Una figura fantasmal, una criatura esquelética, cuyos brazos eran grises y desnutridos. Al final de cada uno de ellos había un grillete con cadenas que fácilmente medirían más de metro y medio. La criatura estaba cubierta por una especie de túnica azul raída por todas partes. No tenía piernas, solo el final de su espina dorsal suspendido en el aire como la criatura misma. Y no se le podía ver el rostro, este estaba oculto por la capucha de la túnica, pero sí que se podía ver dos ojos azules brillantes refulgiendo en la negrura. El Forjador también dio un paso atrás.

— Es... es un litch —dijo este, un tanto atónito.

— ¿Un qué? —dijo esta, girándose de golpe hacia él.

De pronto, la criatura soltó un alarido estremecedor y se lanzó hacia ellos. Esto se va a poner feo.

— Corre —gritó Kleyn, y abrió un portal.

La chica hizo caso y ambos corrieron al interior de este para huir, mas la criatura los siguió, y el portal se cerró.

Kleyn y Ágata cayeron en la nieve, pero el pelirrojo se puso de pie tan rápido como pudo y le extendió la mano a esta.

— Rápido, prepárate para luchar —le advirtió.

Rápido, la chica tomó la mano de Kleyn y se puso en pie. Buscó las dagas que tenía en su cinturón y tan pronto las tomó las hizo bailar en la noche. Kleyn envolvió sus manos en llamas, pero había ventisca esa noche, y estaban en medio del terreno del reino nevado, así que tuvo que esforzarse para mantenerlas encendidas.

Entonces, el litch apareció, saliendo del portal, y este se cerró detrás de él. En el mismo momento en el que vio a la criatura, Kleyn lanzó una llamarada contundente contra esta, la cual llegó a cubrirla por completo. Eso es, quema a esa cosa.

Las llamas cesaron y la ventisca se comenzó a llevar consigo el humo que habían dejado estas en el cuerpo de la criatura, pero, ocurrió algo que a Kleyn no le gustó nada. Cuando el humo se disipó, ambos vieron dos cadenas incandescentes protegiendo al litch.

— No me jodas —dijo Kleyn. Esto no tiene buena pinta.

— Kleyn, ¿qué está pasando? —preguntó la joven, confundida.

El litch comenzó a mover las cadenas, y las hizo girar en torno a sí mismo.

— ¡Esquiva! —gritó el pelirrojo.

Las cadenas se descargaron contra ambos, y los dos tuvieron que moverse deprisa para evitar que estas los alcanzasen. Llamas salieron despedidas de las cadenas cuando estas impactaron contra la nieve, creando una enorme nube de vapor.

Kleyn vio como la nube iba a cubrir a la chica, y con eso iba a perderla de vista, así que se levantó tan pronto como pudo y salió corriendo hacia ella.

Ágata se estaba levantando, y de pronto vio como una figura grande se acercaba hacia él. Se puso en guardia, pero pudo ver dos puntos rojos a través del vapor. Su compañero llegó hasta ella y se colocó espalda con espalda.

— ¿Qué fue eso, Kleyn? —gritó la chica para hacerse oír entre la ventisca.

— Es lo que te había comentado. Los traficantes tienen armas con la propiedad ígnea de defensa. Mis ataques no servirán contra él —se quejó este, también gritando.

— No, eso no. Me refiero a qué mierdas es esa cosa. ¿Qué es un litch?

— ¿Sabes que es un nigromante?

— Sí.

— Pues, esto es lo mismo, pero peor. Puede controlar muertos, meterse en los cuerpos de las personas y controlar sus mentes, volar, y hasta atravesar objetos. Pero eso no es lo peor, de todo.

— Ah, ¿no? —dijo, como si ya la cosa no pudiese empeorar más.

— No. Este litch parece afín a la escarcha, es muy probable que también pueda controlar... —el vapor que los estaba cubriendo había desaparecido, y una enorme figura estaba a punto de caer sobre ambos, lo que provocó que los dos se giraran— golems —alcanzó a gritar, más como advertencia que otra cosa.

Los dos volvieron a separarse para evadir el golpe del golem de escarcha que había dejado caer sus puños sobre ambos. El suelo tembló debido al impacto de aquellos dos pilares que la criatura tenía por brazos.

Pronto, Kleyn se vio en un aprieto. Ágata se había alejado tanto al evadir al golem que ya no la veía, y ahora tenía a esa criatura para estar entretenido.

— Ágata —gritó, pero nadie respondió. No te distraigas, Kleyn.

El tipo alzó la mirada y vio como el golem intentaba de nuevo aplastarlo. Se alejó de él dando unos cuantos saltos hacia atrás, y chocó con algo: otro golem. De nuevo tuvo que evadir a la nueva criatura que lo amenazaba, así que pasó por debajo de sus piernas.

Kleyn puso distancia entre ambos, y la criatura se pudo recuperar del golpe que había dado, se giró hacia el pelirrojo, y sus dos zafiros refulgentes lo miraron. Pero no solo él, porque ahora su compañero estaba junto a este, también, mirando a Kleyn.

El pelirrojo se quedó mirando a ambos con los puños en alto mientras estos comenzaban a avanzar hacia él. No podía andarse con juegos, tenía que ir serio. Tensionó sus músculos y las llamas lo rodearon hasta impregnarse en su piel. Ahora las ascuas recorrían todo su cuerpo, como el carbón ardiente, lo que provocó que la nieve que la temperatura que su cuerpo emitía contrastase con la del ambiente y comenzase a producirse vapor alrededor de su cuerpo. Sin perder más tiempo corrió y se lanzó hacia los golems.

El que estaba más cerca intentó darle un puñetazo, y el tipo lo esquivó sin problemas, usando el brazo de la criatura como plataforma para llegar hasta la otra y darle una patada en el rosto. El golem golpeado se alejó un poco, debido al impacto. Pero el otro se levantó furioso e intentó arremeter contra el Forjador usando su codo. No sirvió.

Kleyn comenzó a darle golpes contundentes en el estómago a la criatura, pero no le hacían nada. La otra volvió a la acción y entre ambos rodearon al pelirrojo.

Pronto, ambas comenzaron a lanzar golpes de manera indiscriminada, haciendo que el tipo tuviese que centrarse plenamente en el esquive.

Todo era caótico, los golpes no paraban de venir. Cuando evadía uno tenía que girarse para ver el siguiente y también evitarlo. Y el vapor que emitía su cuerpo debido al frío no hacía más que estorbarle.

Varios de los golpes cruzados eran recibidos por los propios golems, pero a esto no parecía hacerles mucho daño.

En un momento dado, Kleyn dio un salto con voltereta hacia atrás, y cayó sobre la cabeza de uno de los golems. Aprovechó ese momento para lanzar un torrente de llamas sobre aquel que estaba delante del otro. Tuvo que detenerse rápido para reaccionar si el golem sobre el que estaba parado lo atacaba. Y, cuando sus llamas desaparecieron por la ventisca, el golem había lanzado un golpe en contraataque, el cual se dirigía a Kleyn, pero este abrió un portal muy rápido y desapareció. Sin embargo, el golpe del golem pulverizó la cabeza del otro con el golpe que le había lanzado, provocando que el cuerpo de su compañero cayese inerte al suelo.

El golem se acercó a este, desconcertado por lo que había hecho, pero, entonces, Kleyn apareció por su espalda gracias a un portal y lo tomó del cuello. La criatura intentó liberarse, y Kleyn aplicó más fuerza ajustando los brazos y apretando los dientes. Sus brazos se envolvieron en llamas para debilitar la estructura del golem y, entonces, Kleyn tiró con todas sus fuerzas y consiguió arrancarle la cabeza a su enemigo.

El cuerpo del golem cayó sobre el del otro, y Kleyn lanzó aquella cabeza lo más lejos que pudo. Comenzó a respirar de forma pesada mientras se crujía el cuello después del combate. Pero la cosa no había acabado. Buscó a Ágata por todas partes con la mirada. Nada.

— Ágata, ¿dónde estás? —gritaba este mientras hacía una pausa para respirar después de decir una frase entera—. Solo debes buscar la silueta incandescente. Es fácil.

Caminó arrastrando los pies mientras esperaba que su amiga apareciese o, en el peor de los casos, el litch.

Creyó ver una silueta acercándose por la derecha.

— ¿Ágata?

Una figura negra apareció rápida como el rayo e intentó descargar sus aceros sobre él. Este tuvo que actuar rápido y tomar aquella cosa por los brazos.

— ¿Ágata? —dijo, al ver el rostro de su amiga delante de él. Pero este no era el mismo, sus ojos ahora eran de un color azul brillante—. Oh, ya veo —Eso es muy sucio, ¿sabes?

Las muñecas de la chica se inclinaron hacia abajo y esta consiguió clavarle la punta de sus dagas a Kleyn en las muñecas. Rápido, Kleyn usó su pie para empujar a la chica y quitársela de encima. Pero, no sirvió de mucho, porque la chica se volvió a lanzar hacia él.

Los aceros de Ágata hostigaban una y otra vez al Forjador, quien se veía en desventaja, pues no quería atacar por miedo a herir a su compañera. Ella nunca lo alcanzaría, pues él era más rápido en todos los sentidos, pero no podía pasarse toda la noche esquivando.

Kleyn retrocedió con rapidez dando unos saltos rápidos y ligeros hacia atrás, pero, algo se interpuso en su camino, una piedra o un trozo de hielo, quizás, porque este tropezó y cayó de espaldas al suelo y le hizo perder su estado de ascuas. En ese momento Ágata se abalanzó sobre él con sus dos dagas bien sujetas. El pelirrojo tuvo que actuar rápido, así que atrapó las dagas de la chica con sus manos y las sostuvo a escasos centímetros de su rostro.

Podía sentirlo, el filo de aquellas hojas cortándole los dedos. Por suerte, su guante de cuero evitaba que sus manos también estuvieses siendo cortadas por las dagas.

La chica gruñía mientras los brazos le temblaban por la fuerza que aplicaba para que las dagas se clavasen en el rostro de su oponente, mas Kleyn estaba perdiendo la paciencia. Las dagas comenzaron a calentarse a gran velocidad, y Ágata se quemó las manos, por lo que las soltó de inmediato. En ese momento, Kleyn se lanzó sobre ella y la sostuvo del cuello, sujetándola contra el suelo. Con su otra mano, se llenó la palma de fuego y comenzó a acercarla a la cara de la chica, la cual tomó la muñeca de Kleyn para intentar que no la acercara más.

— Así no puedes salvarte del fuego, ¿eh? —le decía Kleyn al litch—. Tus cadenas dan igual si estás en un cuerpo ajeno, ¿no es así?

Ágata no decía nada, solo fruncía el ceño, llena de furia, y apretaba los dientes mientras miraba fijamente a Kleyn.

— Vamos, sal de ahí si no quieres morir calcinado —acercó más la mano—. Vamos.

El litch seguía sosteniéndole la mirada. Parecía no flaquear en ningún momento. Kleyn acercó aún más la mano al rostro de la chica, casi podía llegar a tocarle la piel. Y, cuando una de las garras de Kleyn tocó el rostro de la chica, el litch salió disparado de allí.

Sin perder el tiempo, Kleyn saltó hacia la criatura con afán de cortarla por la mitad o tomarla del cuello y quemarla viva antes de que desapareciera en la nieve. Dio un salto con los brazos abiertos y las manos envueltas en llamas, y se cernió sobre el litch. Ya casi lo tenía cuando...

Una enorme bola de nieve que vino de la ventisca atrapó a Kleyn y evitó que este aniquilase al litch, dejándolo enterrado en ese montón de hielo. Furioso, Kleyn provocó un estallido de llamas y derritió toda la nieve que había sobre él, provocando una nueva nube de vapor. Respiraba con cansancio mientras miraba a todas partes. Pudo ver una nueva figura enorme acercándose a él. Otro golem. Apretó los dientes con furia y se preparó para recibirlo, pero, algo lo atacó por la espalda. Sintió como el litch se introducía en su cuerpo e intentaba hacerse con el control de su mente. De pronto, Kleyn comenzó a luchar agarrándose la cabeza a través de la capucha que aun llevaba puesta e intentó envolverse en llamas para espantar al litch, pero este no le dejaba canalizar su fuego como quería. Destellos llameantes aparecían en algunas de las partes de su cuerpo y desaparecían con la misma velocidad con la que venían. El litch gritaba por el dolor, pero no se detenía. Entonces, otra bola de nieve cayó encima del Forjador, apagando toda llama existente.

Ágata se comenzó a levantar con esfuerzo. Tosió un poco debido al frio y al cansancio que notaba en el cuerpo. Cuando cerró su puño sintió un ardor agonizante en la palma de su mano. Se miró la otra... estaba igual. Había peleado. Lo sabía. Pero ¿con quién había peleado?

Vio como una mano blanca con un guante de cuero salía de una enorme bola de nieve que había frente a un golem de escarcha. El resto del cuerpo comenzó a asomarse a través de la nieve, y Kleyn se mostró justo delante del golem.

— Kleyn, ¡cuidado! —gritó Ágata al ver que se trataba de él.

Esperó que el golem lo atacase, pero, cuando Kleyn se giró hacia ella, hubiera preferido que el golem en verdad lo atacase. Los ojos. Los ojos del pelirrojo eran ahora de un azul brillante.

— No... —dijo ella.

Kleyn extendió la mano y apuntó a la muchacha con su dedo índice. Acto seguido, el golem junto a Kleyn comenzó a caminar en dirección a la asesina. Ágata vio con horror como aquel gigante de hielo se acercaba a ella. Rápido, dio media vuelta intentó alejarse del golem, pero el cansancio la hizo tropezar. De nuevo intentó apoyar las manos en la nieve para ponerse en pie, pero el ardor en estas le hacía la tarea más difícil.

En la penumbra, pudo ver como una sombra la cubrió por completo. El golem tenía sus manos en alto, listas para aplastar a la joven. Esta ya no veía salida alguna de aquella situación, así que solo esperó el golpe en silencio.

El golem iba a aplastarla cuando un pilar salió de la nieve e impactó en el pecho de la criatura de hielo, provocando que esta retrocediera. Algo pasó corriendo sobre el pilar que había salido de la nieve y saltó hacia el golem. Una criatura descargó lo que parecía ser una especie de garrote contra la cabeza del golem, y la hizo estallar en cientos de trocitos de hielo. Entonces, el cuerpo de la criatura gélida cayó al suelo, inerte. Ágata sabía de quien se trataba aquel que portaba el garrote.

— Tú eres ese trol raro que nos atacó cuando íbamos al reino nevado —dijo la chica un tanto contrariada y rabiada a la vez.

— Ese soy yo. Puedes llamarme Fritz.

— ¿Qué estás haciendo aquí?

— Bueno, aquel que no puede ser subyugado por el frío y la escarcha me dio de comer después de luchar. Tenía mucha hambre, y eso me salvó la vida. Ahora yo voy a salvarle a él.

— ¿Cómo nos encontraste entre tanta ventisca?

— Solo tuve que seguir la luz del fuego de Kleyn.

— Claro —se dijo Ágata a sí misma, cayendo en la cuenta de que aquello era bastante obvio—. Oye, el Kleyn que te dio de comer y el Kleyn que ves delante de ti no son la misma persona. El litch lo poseyó.

— Suena como cuando las voces en mi mente se vuelven revoltosas y hablan muy alto. Sé exactamente lo que hay que hacer en estos casos —dijo Fritz golpeando la palma de su mano con el garrote— ¿Verdad, garrote?

El medio-trol corrió hacia Kleyn, y este gruñó, enseñando sus dientes de sierra, preparó sus garras para interceptar a Fritz y, entonces, se produjo la colisión. Un fuerte garrotazo le dio a Kleyn de lado, lo cual impidió que este realizara golpe alguno contra el medio-trol. Kleyn salió despedido hacia un lado y cayó sobre la nieve. Intentó ponerse de pie, pero cuando apenas se puso recto, Fritz le dio un golpe ascendente que lo tomó por el estómago y lo mandó por los aires. Para continuar, Fritz alzó un pilar que lo impulsó hacia donde estaba Kleyn y le propinó un garrotazo desde arriba, mandándolo al suelo otra vez a gran velocidad, pero, no sucedió lo que había esperado que sucediera.

Kleyn apareció por detrás de él aprovechando el impulso de la caída y le propinó un corte profundo en la espalda. Fritz pudo sentir como aquellas garras le arrancaron parte de la piel en un santiamén. Iba a soltar un alarido de dolor, pero, antes de poder expresar sonido alguno, Kleyn le dio una patada justo en donde le había cortado y lo envió al suelo. Fritz impactó contra la nieve y levantó una nube blanca debido a la fuerza del golpe.

Ágata contemplaba la batalla sin poder creerse lo que veía.

— Puede usar sus portales —exclamó. Apretó sus dientes de la rabia al comprobar que el litch parecía usar las habilidades de Kleyn.

Kleyn cayó de pie y se miró las manos, como si el litch curioseara aquello que podía hacer. Intentó crear varios clones, pero, cuando estos aparecían, la ventisca los eliminaba. Intentó producir fuego en su mano, y lo consiguió. Una llama azul que comenzaba desde la muñeca y crecía hasta abarcar toda la mano. Fluctuaba debido a la ventisca, pero, la sorpresa del litch, era que el fuego no le hacía daño. Al comprobarlo, sonrió.

De pronto, un pilar salió de delante en dirección a él y este se cubrió con ambas manos. Fue empujado con fuerza. En el aire dio un giro y abrió un rápido portal a su espalda, el cual lo llevó a parar encima del pilar que había salido del suelo.

Fritz salió despedido de la nube de nieve que había levantado al caer y corrió directo hacia Kleyn. Este sonrió y creó dos llamas en sus manos. Cuando Fritz casi estaba pisando el pilar para atacar a Kleyn, este le lanzó una enorme llamarada azul que iluminó la noche con tonos zafiro. El fuego cubrió por completo a Fritz, como si se tratase de una enorme cortina que lo consume todo. Cuando las llamas cesaron, se pudo ver al medio-trol detrás de un muro de hielo que había levantado. Le dio un fuerte golpe con su garrote y este salió despedido en dirección al Kleyn, impactando con él. Este se cayó y, antes de tocar el suelo, otro pilar salió de abajo y lo alzó por los aires.

Kleyn se quiso reponer, pero, cuando se dio cuenta, Fritz estaba encima suyo con una mirada llena de furia y con el garrote listo para atacarlo. Rápido se cubrió con ambos brazos para reducir el impacto. Fue empujado con gran fuerza hacia el suelo, otra vez. Pero ya sabía cómo aprovecharse de ello. Volvió a abrir otro portal para aparecer encima de Fritz y atacarlo por sorpresa. Mas, cuando Kleyn pareció del otro lado del portal, Fritz lo estaba esperando con garrote listo para interceptarlo. A Kleyn no le dio tiempo a cubrirse, y el golpe le dio de lleno en el pecho y lo envió lejos.

El medio-trol aterrizó en el suelo y, tan pronto lo hizo, salió a correr a donde Kleyn había caído, que debían ser unos doscientos metros. Llegó hasta él y lo halló luchando por levantarse, pero le temblaban los brazos y las piernas. Fritz se acercó a él y se quedó parado, mirándolo como se esforzaba por ponerse en pie. El medio-troll sonrió con malicia y le dio una patada en el estómago, la cual lo hizo rodar en la nieve hasta quedar de espaldas al suelo.

— Sal del cuerpo de Kleyn, fantasma extraño y horripilante. Sal para que puedas volverte hielo y congelación.

Kleyn apretaba los dientes con rabia mientras veía a su enemigo a los ojos, pero Fritz no parecía tener mucha paciencia. Levantó el garrote, preparado para volver a golpearlo, y cuando este iba a caer sobre el albino, el litch salió de este. Fritz tuvo que dirigir su golpe un poco más hacia adelante para no darle a Kleyn. Y en ese momento el litch aprovechó para adentrarse en el cuerpo del medio-trol.

Fritz tiró de su garrote y comenzó a revolverse mientras se movía de un lado a otro, golpeando con su garrote a todas partes. El litch luchaba por apoderarse de la mente de Fritz. El medio-troll ya estaba bastante agotado por la lucha, por lo que acabó por apoyar una rodilla en el suelo y por recargar su cuerpo a su garrote para no caer. Apretaba los dientes por no perder el control, pero, entonces recordó qué había en su mente, y comenzó a reír.

— Tú también las oirás.

El litch ya casi se había hecho con el control del cuerpo de su enemigo, pero, entonces, comenzó a escuchar voces, voces frías y tajantes. Unas voces profundas que se acrecentaban como una ventisca que cada vez se vuelve más fuerte acaparando todo sonido externo y que, incluso, llega a acallar los pensamientos.

El litch salió del cuerpo del medio-trol, y cayó al suelo. Se sujetaba la cabeza y chillaba de agonía. Mientras tanto, Fritz respiraba con dificultad.

— Sí... no es agradable oírlas, a veces solo me gustaría abrirme la cabeza y sacarlas de ahí con mis propias manos... pero, a veces me hacen de compañía, aunque creo que todos no nos gusta el mismo tipo de compañía, ¿no? —decía mientras se acercaba al litch arrastrando su garrote.

La criatura veía impotente como Fritz se acercaba a ella, soltó un grito de frustración y, entonces, el medio-trol aplastó su cabeza con la punta del garrote. Solo pudo oírse un último alarido espectral que se alzó por el cielo nocturno y que murió a los pocos segundos de producirse, acallado por la ventisca.


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Me gustan las batallas. Bueno, lectores, tenemos candidato a posible líder de la zona norte... más bien teníamos XD

Espero que todos estén bien de salud y que no se estén aburriendo en sus casas con todo el tema del coronavirus aterrorizando a todo el mundo. Por aquí en España la cosa está un poco fea, según dicen los medios, pero, les puedo asegurar que su servidor sigue sano y seguro.

Sí te gustó el capítulo deja un like, o mejor aún, escribe un comentario, el que sea, sin importar que estés leyendo esto después de uno o dos años de su publicación, siempre me alegra leer los comentarios de mis lectores.

Gracias por el apoyo, y nos vemos en la próxima ocasión.

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