Capítulo 37- ¡¡Sorpresa!!

Dani

Voy a paso ligero y con la cabeza amorrada por si alguien me reconoce.

Cuando ya estoy en frente de la casa de Ana, me dirijo hacia la puerta para tocar el timbre pero un flash se viene a mi cabeza y como si fuera una bombilla que se acaba de encender me dirijo a la zona de atrás de la casa, veo la ventana de la cocina abierta, me asomo y cuando diviso que no hay nadie, me apoyo en el bordillo de esta y pego un salto, adentrándome así, en el interior de la casa.

Salgo de la cocina y sigo un pequeño pasillo, enfrente se encuentra la puerta principal, a la izquierda una puerta grande, doble, con cristales opacos y a la derecha una escalera que sube al segundo piso.

Hecho a suertes para que nadie me descubra y abro la puerta que me lleva al amplio salón. Miro de un lado para otro viendo que no hay nadie, observo una mesa de comedor, el mueble en el que se encuentra la televisión, me acerco y está caliente, lo que significa que ha estado encendida hace poco, giro sobre mi quedando frente a una mesa pequeña y al sofá burdeos en forma de ele.

Parece que estas solo en la casa.

No, aun me queda el piso de arriba.

Salgo del salón y con el más mínimo cuidado subo las escaleras encontrándome de frente con tres puertas.

Puff vete a saber cuál es la de Ana.

Calla que me desconcentras.

-Pito, pito, Gorgorito, donde vas tu tan bonito, a la era verdadera, pin, pon, fuera.- Canto en susurros la canción que cantaba con mi hermano de pequeños cuando teníamos alguna indecisión por elegir algo.- Esta.-Señalo la puerta elegida.

Voy hacia la puerta que me ha tocado a suertes, la abro con sumo cuidado y asomo mi cabeza.
Un cabecero de los coches de Cars me sorprende. Es un cuarto pintado en azul con muchos muñecos y coches por todos lados.

Que recuerdos.

Pues sí, la verdad.

Salgo de este cuarto y entro en el que está al lado.

Este está pintado en un rosa claro, una cama de matrimonio y al lado un escritorio. ¿Para qué quieren sus padres un escritorio en su cuarto?

Una voz, procedente de una puerta que parece ser el baño, sale cantando de esta. Me quedo observándola como un bobo enamorado.

-Báilame despacio, no mires el reloj, no quiero que la noche acabe, se dice en el barrio, que tienes un don de moverte, no pares. Sé que te gusto. Y dame una señal para perder el miedo, piensas en mi como yo en ti, habla claro no perdamos más el tiempo.- Va cantando y haciendo gestos a la vez.

Vaya loca que me he buscado.

-Muero por tenerte, siempre con migo, no quiero perderte, estoy convencido...- Le canto, haciendo que ella pegue un respingo.

Tú tampoco te quedas atrás.

-¡Aahh! ¡Daniel Oviedo que haces aquí!- Me grita eufórica y asustada.

-Escuchar tu maravillosa voz.

-Enserio ¿No deberías estar en Madrid?

-Debería, pero no.

-¿Entonces?

-Mi hermano y sus brillantes ideas de recuperar a Celia y yo aprovecho.

-Ams, eso está bien.

-A que si.- Digo acercándome a ella.

-Sí, pero retírate, no quiero que pase como la última vez, que te saliste con la tuya.

-Y esta vez también lo haré.

-Sigue soñando guapo.

-Soñaré contigo.

-Que cursi que eres hijo.

-Me sale solo.

Cuando ya estoy lo suficientemente cerca de ella, la agarro de la cintura y la pego, con delicadeza, a mi cuerpo.

-Dani, para. No quiero hacer nada, no quiero volver a lo de antes.

-Pero... ¿Por qué? Yo te quiero y estoy dispuesto a demostrarlo.

-Porque no Dani. No quiero que me hagan más daño, porque aunque no lo demuestre lo has hecho. Yo también te quiero pero esta relación no llevaría a nada que no sea hacernos sufrir a ambos.- Y tras decirme esto se suelta de mi enganche.

-No Ana, lo único que va a causar esto es hacernos felices.

-No. La última vez no duró ni una semana y ¿Por qué? Porque tú te fuiste con otra, cuando me tenías a mi aquí, esperándote y ahora me dices esto...

-Ana te dije, te digo y te diré que te quiero, que estoy arrepentido de todo lo que hice y que voy a hacer lo imposible para recuperarte.

-Pues te vas a tener que esforzar, porque no estoy dispuesta a abrirte mi corazón otra vez.

-Te voy a recuperar aunque sea lo último que haga en esta vida, te lo prometo.

Tras esta pequeña discusión, si es que se puede llamar así, salgo de su cuarto, bajo las escaleras que hace unos minutos subí y salí de la casa como un rayo, cabreado con todo el mundo, pero sobre todo conmigo mismo por ser un gilipollas y hacer las cosas sin pensar.

[...]

Jesús

Llevo como unos diez minutos esperando a Celia en la puerta de su casa, pero nada, que no sale.

Me meto en la conversación y no ha visto los mensajes.

Si no los ha visto normal que no salga.

Pues sí.

En fin, me levanto del bordillo en el que estoy sentado, notando que mi culo se ha quedado dormido a causa del frio.

Empiezo a moverme para entrar un poco en calor y toco al timbre de la casa de mi chica.

Cuando creo que no hay nadie y estoy dispuesto a darme la vuelta para irme, la puerta se abre, viendo una señora de unos cuarenta y pico.

Como tu madre.

Sí.

-Hola.- Me dice ella con una sonrisa amable en su cara.

-Eehh, hola... ¿Está Celia?

-Sí, claro, pasa.- Y tras su amable gesto de invitarme a su casa, paso al acogedor salón.

-Cariño ¿Quién era?- Una voz masculina que me causa bastante respeto, le pregunta a la que creo que es la madre de Celia, por su parecido aspecto.

-Han venido a buscar a la niña.- Este último comentario me hace gracia.

-¿Quién?

-Un chico, voy a avisarla.

-¿Un chico? ¿Qué chico?

-Pues uno, asómate y lo ves.-Dice esto un poco más flojo para que no lo escuche, cosa que es nula.

Siento como la señora de antes sube las escaleras hasta el piso de arriba y una cabeza de pelo negro como el tizón, se asoma por la puerta.

-¡Hombre, pero si es el famosillo!- Madre mía, estoy cagado.

Y yo, y yo.

-Buenas señor.

-¿Qué haces aquí?-Me pregunta bastante directo.

-Vengo a visitar a su hija.

-¿Tú también te reíste de ella como ese tal Adrián?

Que directo.

-No, claro que no.

-¿Qué sois ella y tú?

-Eehh, supongo que amigos...

-¿Supones?

-Sí...

-Más te vale. Siéntate, no estés de pie, anda.

-Sí señor.

-¿Qué te crees que soy? ¿Un sargento para que me llames señor?

-No, claro que no.

Con tanta pregunta parece un detective.

-Llámame por mi nombre, que es el mismo que el tuyo.- No sé si todo lo que me dice, lo dice de broma o en serio, porque está más serio que un palo y yo más firme que una vela.

-Somos tocayos.- Digo con un tono divertido y me entra la risa nerviosa.

-No te emociones.- Me dice cortante.

Doy gracias a lo que haya ahí arriba, porque ha aparecido la madre de Celia, no soportaba más esta situación.

-Dice que ahora baja, no tarda. Nosotros nos vamos que tenemos que salir a comprar y deja de hacerle preguntas al niño, que le vas a hacer un interrogatorio.

-¿Cómo?- Dice mi tocayo, padre de Celia, bastante sorprendido.- No, no, no. Hasta que no se vaya no nos vamos.

-¿Qué dices? Deja a los niños tranquilos que no van a hacer nada. Anda vamos.

-Que no, que yo no dejo a la niña sola.

-¡He dicho que vamos!

-Pero...

-Nada, venga saliendo por la puerta.

Vaya genio el de esta mujer, como Celia sea así, ya sé quién va a llevar los pantalones en esta relación.

La cosa se va alargando y yo ya no sé lo que voy a hacer jajajaj.

Espero que os guste mucho mucho, mucho.

Mañana más y mejor.

Besos😘

Att:C❤🙊

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