[ C a p í t u l o - (1 0) : K h a l e d ]
-Bien, damas y caballeros – Preguntó el Dr. Louis - ¿Tienen alguna duda sobre para que sirven estos formatos y el porqué es muy importante saber usarlos?
Toda la clase, ya sea con silencio, afirmaciones o indiferencia, le hicieron entender al Dr. Louis que habían entendido o, que, en su defecto, no les importaba en lo más mínimo ese tema.
-De mi parte eso sería todo – Dijo el Dr. Louis, abriendo la puerta del salón – Pueden retirarse. Excepto usted joven Khaled.
Khaled se detuvo en seco cuando escuchó eso por parte del Dr. Louis. No tuvo otra cosa mejor que hacer que detenerse, ya sea para evitar algún inconveniente o por mero instinto de supervivencia; un instinto que nadie comprendía en lo más mínimo. Era demasiado evidente que Loren y su pandilla veían a Khaled. Les llamaba la atención un sujeto como él. No era como un criminal más. Tampoco parecía ser un pandillero o algo similar; un criminal barriobajero y fanático.
Cuando todo el salón se quedó vacío, solo con Khaled y Louis, el doctor no tuvo mejor idea que acercarse a Khaled.
- ¿Sabes algo Khaled? – Dijo el Dr. Louis – No tengo ningún problema con que tu actúes como un criminal. Sin ofender, tienes todo el derecho a actuar como uno, viendo que te encuentras aquí.
-No me siento ofendido de ninguna forma – Dijo Khaled, frotando sus dedos pulgares entre sí, con las palmas extendidas y tocando con las uñas de sus dedos, sus mejillas y de sus pulgares, su nariz.
-Me parece perfecto – Dijo el Dr. Louis, sentándose frente a él – Sabes cual es el protocolo. Tu no debes de actuar como un criminal, lo comprendo pero no puedo hacer nada. Entiendo que no quieres estar aquí, tanto como yo no lo deseo.
- ¿Cómo puede estar tan seguro de eso?
El Dr. Louis dio un suspiro y se levantó de la silla en la cual se había sentado para hablar con Khaled, se dirigió hacia el estrado, tomando unos papeles que se encontraban allí, guardados en una carpeta. Lentamente se acercó, con un tono melodramático hacia Khaled.
-Leí un poco de ti. Según indicios de tus osamentas, moriste el 23 de noviembre de 1789, en un incendio en una fábrica. Eran tiempos oscuros, supongo. Con todo eso de la revolución industrial. Tu nombre real es Oskar O'Brien, eras el tercer hijo de una familia de carboneros. Tenías un cuarto hermano, el cual falleció de una enfermedad pulmonar. Fuiste encontrado por un fantasma o algo así.
-Espíritu Olhem – Respondió Khaled.
-De acuerdo, espíritu Olhem. Ya no eres el mismo de antes. En tu historia clínica y examen mental dices que puedes o eres capaz de transportarte a otro mundo, repleto de criaturas extrañas, cuando te bañas con agua fría con la luz prendida y cierras los ojos... Que requisitos tan extraños... Espero que esto solo sea un producto de alguna droga...
El Dr. Louis dejó la primera carpeta, para poder tomar y abrir la segunda.
-Tienes a tu amiga, Githzel, y a lo que podríamos considerar tu hija... Kyo, una criatura con electrofobia – Dijo el Dr. Louis, mostrando una fotografía con una mujer con piel pálida y varias cicatrices, con una niña de cabello abultado con ojos que parecían ser el patrón de una paleta de caramelo; en caracol. En esta misma carpeta, moviendo la fotografía, se vio otras dos fotografías, en las cuales tanto la mujer con cicatrices y la niña con ojos raros estaban cautivas en lo que parecía ser una cámara de Gesell.
-Pero...
-Así es – Dijo el Dr. Louis mostrando las fotos – Sabíamos que eras un ente peligroso, con muy pocas posibilidades de controlarte. No obstante, fui un paso más adelante y tengo un trato que ofrecerte...
Soltando las fotografías de las dos, tanto mujer como pequeña, siendo custodiadas por policías, le mostró a Khaled que ambas estaban en dos tipos de cárcel; para Githzel era una cárcel normal, en donde se le había quitado toda la ropa, dejando expuesto su cuerpo sin partes de piel y con algunos órganos en putrefacción (Githzel, al parecer, era una zombi), mientras que a Kyo se le ocultó en una caja de metal con corriente eléctrica, siendo un pequeño trozo de hule lo que separaba a la pequeña criatura del metal. Estas ultimas dos fotografías, a pesar de estar en blanco y negro, eran sumamente explicitas para Khaled.
Khaled no podía resistirse ni siquiera a gritar algo, o llorar siquiera. Pero el Dr. Louis se dio cuenta de esto más prematuramente que el. Fue entonces que, al notar la desesperación de Khaled, el Dr. Louis se acercó al criminal.
-Por el momento, ellas están bien, y puedo prometerte que las moveremos a una mejor celda, y tal vez les demos algo de comida. Eso... solo si tu quieres cooperar.
Khaled miró a las fotografías, las cuales estaban en el suelo, con las carpetas y levantó la mirada, en lágrimas, viendo al Dr. Louis.
-Antes de que quieras matarme. Debo de advertirte que hay cámaras por toda la academia. Yo soy uno de los miembros nuevos de ella, pero me quieren como si tuviera aquí años de experiencia. Ellos estuvieron de acuerdo en que las trajera aquí, tomándolas como un chivo expiatorio. Sin embargo, si tu me asesinas o haces cualquier cosa conmigo, ellas, sin importarme nada, no volverán a verte; tu las verás, tal vez... en bolsas de cadáveres.
Khaled quería soltarle un golpe al Dr. Louis.
-No te precipites Khaled. O puedo aumentar mi exigencia.
-Vete al infierno – Dijo Khaled, escupiendo en la cara del Dr. Louis. Este ultimo se limpió sus gafas, que era donde había caído el escupitajo.
-De acuerdo... Tu lo pediste. A partir de ahora, si no procuras que nada me suceda, de nadie y de ninguna mano, no serán ellos... Yo personalmente mataré a tus dos cariñosas bellezas, no sin antes violar a la mujer... Lo haría con tu hija, de no ser porque no puedo hacerlo... Mi desesperación por no haber tenido en mi vida ninguna mujer por fin será saciada... Excepto que tu quieras hacer al pie de la letra lo que yo te pediré.
Khaled no dijo nada. Solamente miró al suelo, viendo las fotografías, sin mayor esperanza, solo las ordenes del Dr. Louis.
- ¿Qué debo de hacer?
-Primero – Dijo el Dr. Louis levantando la mirada de Khaled, tocando su mentón, viendo como sus mejillas y su barbilla estaban empapadas de agua – No te sientas mal. Eres alguien especial... muy especial.
Precozmente, el Dr. Louis se acercó hacia el rostro del joven Khaled, mirándolo fijamente y dándole un beso en su frente.
-Eres un hombre muy atractivo, si me lo permites – Dijo el Dr. Louis, mientras miraba a Khaled – Un hombre como tú es afortunado, demasiado afortunado. Puedes tener a las mujeres que quieras, de todo tipo. Quizá veas a Githzel como algo más y lo puedo entender. No te culpo por nada, pero quizá deberías buscar nuevas experiencias.
Khaled temía que el Dr. Louis hiciera lo que el suponía que podría intentar.
- ¿Cuáles nuevas experiencias?
De la nada, con fuerza y sin ningún tipo de aviso, el Dr. Louis le plantó un beso de lengua a Khaled. No fue algo esperado por él, sino todo lo contrario, intentando cerrar sus labios, sin mucho éxito. Quiso escapar, pero el Dr. Louis lo tomó por fuerza por sus muñecas, a la par que frotaba su entrepierna con una de las rodillas de Khaled. Era aterrador, impactante y asqueroso a la vez.
Soltándolo con cierto impulso, el Dr. Louis se alejó de Khaled y le dijo, antes de que lo soltara para irse.
-Si te atreves a oponer fuerza cuando haga lo que quiera contigo o te pida un favor, puedo mentir y decir que me heriste. Me darán el permiso de actuar a mi deseo con tu zorra muerta y tu mocosa. Si te dejas llevar o te vuelves mi esclavo... ellas saldrán bien de aquí... En caso contrario, bueno. Conoces las consecuencias.
¡Que descabellado actuar! Luego de ello, el Dr. Louis dejó que Khaled abandonara el aula, con el simple fin de que fuera con el resto al gran comedor. Khaled caminó agobiado afuera del aula. El Dr. Louis miró detenidamente a Khaled, a la par que él se salía al pasillo. Antes de moverse a alguna dirección, Khaled miró hacia la izquierda de la salida. El Dr. Louis notó que sus lagrimas dejaban de salir, cuando vio a esa dirección, mostrando una pequeña sonrisa.
Khaled se alejó hacia esa dirección, sin prestarle mucha importancia a lo que había detrás. El Dr. Louis creyó que lo había hecho para poder evadir cualquier sospecha, así que salió sin ningún inconveniente igual del aula, no sin antes tomar todas las carpetas y su material de trabajo.
Cuando estaba por abandonar el salón, notó algo en el ambiente que no se sentía bien. Era extraña esa sensación, de ser observado. Era algo que no podía explicar ni con las palabras más exactas. Era, de hecho, un sexto sentido que jamás pudo haber entendido ni el mismo.
No haciendo caso a sus deducciones, dejó el salón y se dirigió hacia la misma dirección donde Khaled había ido, la cual era la zona que se dirigía hacia la estancia principal. El otro extremo del pasillo, junto a la entrada del salón, estaban en tinieblas. Una sombra caminó desde la oscuridad del otro extremo del pasillo hacia la luz; era William.
"No creía eso de usted, señor Louis. Veo que usted es tan cínico como yo. Me agrada su actuar"
William siguió su camino al igual que los otros dos, no sin antes apagar la luz del salón y cerrarlo.
***
En el baño de los hombres, en uno de los escusados, se escuchaba un susurro desalentador de vomito, junto a un sollozo ahogado. En la entrada del sanitario se podía ver en ese escusado, el ultimo de todos, a un sujeto hincado en la posición de vomito, con tenis y pantalones vaqueros, lamentando haber usado su boca para algo desagradable; Khaled vomitó lo que unos minutos antes estaba en su boca; la saliva y hedores del Dr. Louis.
Llorando después de vomitar, se lavó la cara con agua, sintiendo una presencia detrás de él al momento de agachar su cabeza para dejar que el agua tocase su rostro y sus mejillas.
-Entiendo lo que ha ocurrido entre tu y Louis – Detrás de Khaled estaba la persona que antes había notado, con su sexto sentido, detrás de él, en el pasillo. William veía con misericordia a Khaled.
-Tu... Tu... Tu no sabes... ¡Tu no sabes...! – Dijo Khaled con los ojos rojos, la boca cubierta de agua con un poco de bilis y las manos empapadas.
-Se todo, Khaled – Dijo William – Y me temo que es algo malo que yo lo sepa.
Khaled dejó su postura de seguridad y se dejó caer al suelo, húmedo y sucio de orines.
-Dios santo – Cubrió su rostro, mientras su respiración se agitaba por el miedo y la importancia – No se que hacer... No quiero que mi amiga y mi pequeña Kyo mueran... No merecen que pasen horrores por lo que yo he hecho.
William se agachó para verlo más de cerca y poder tomarlo del hombro, con su guante oscuro. Khaled sintió esa palmada en su hombro como un abrazo reconfortante.
-Tranquilo Khaled – Dijo William con un tono suave en su voz – Nadie les va a hacer nada.
-Pero lo peor es que si ellas están bien, me tendré que dejar dominar por el Dr. Louis... Ese cerdo... Ese marica... Ese... patán – Khaled no pudo dejar de llorar en silencio, cubriendo su rostro con sus manos.
-Khaled – Dijo William ayudándole a levantar, no dejando que dejara de cubrir su rostro con sus manos – No diré nada de nada... No habrá nadie que sepa de esto mas que yo. Si te preocupa que el resto sepa lo que te ocurre, nadie lo sabrá. Haré lo posible por saber como están tu amiga y tu Kyo.
- ¿Cómo harás eso?
-No lo sé... Confía en mi... Solo lávate el rostro y no llores más, o sal del baño cuando estés mejor.
William se iba a salir del baño, dejando solo a Khaled, pero pensó mejor las cosas y decidió no hacerlo.
- ¿Por qué no te vas, William?
William sabía que, si Khaled estaba solo, el Dr. Louis podría llegar a hacer algo con él. Ya había pasado un devastador suceso besándolo. Quien sabe que cosas podría llegar a hacer ese enfermo.
-Porque es un capricho para mí quédame aquí.
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