Capítulo 8
Con la fecha de la boda fijada, los invitados comenzaron a llegar con un par de días de antelación, en grandes carruajes suntuosos llenos de regalos para los novios, ocupando las múltiples habitaciones del castillo.
El continuo ir y venir de los criados se convirtió en un rumor constante en el castillo que prevalecía incluso hasta altas horas de la noche.
El rey Bruce ante sus invitados mantenía una educada cortesía coronada por un semblante pétreo, odiaba los tumultos, pero debía admitir que los regalos que atestaban los salones eran bien recibidos en aquellos tiempos de crisis que su reino vivía, con ellos podía abastecer un poco sus vacías arcas hasta en tanto no contara con el completo apoyo del reino de Blüd Heaven, unión que se completaría en el treceavo cumpleaños de su único hijo. Meditó mentalmente las cuentas que sus consejeros habían hecho para él, evaluando la ganancia que recibiría, después de todo era bien sabido que un matrimonio por conveniencia era un negocio donde se esperaba obtener la mayor ventaja.
Los reinos contiguos ya se encontraban disfrutando de las hospitalidades de Gótica, lo cual le causaba repulsión, desde la muerte de sus padres su reino se encontraba hostil a sus vecinos. Gótica colindaba con el mar y cuatro reinos, Blüd Heaven, el único con el cual tenía relación y tres reinos pequeños en unión llamados el Reino de Arkham, gobernados por la reina Harleen Frances Quinzel, el rey Harvey Dent y el rey Oswald Chesterfield Cobblepot.
No serían los únicos en llegar a la boda, el día del evento se esperaba la llegada de múltiples mandatarios, como el gobernante Slade Joseph Wilson, quien dominaba Jump City, así como algunos príncipes y princesas amigos del futuro rey Richard.
-¿Se está ocultando de sus invitados?- le pregunto el rey Clark, con una sonrisa, acompañándolo al balcón, donde Bruce fijaba su vista en los blasones del arlequín, las dos caras y el pingüino que se agitaban junto al suyo del murciélago, en unión al ave azul de Blüd Heaven y el símbolo de la esperanza del reino de Metrópolis.
-En absoluto, salí a tomar aire y disfrutar que la temporada de lluvia ha terminado- le dijo mirándole.
El rey Clark no creyó en sus palabras, sabía interpretar los pequeños cambios de humor del contrario, parecía reacio a fomentar la amistad con sus vecinos, en especial con la reina Harleen, la cual había sido objeto de burla por su concubinario, un bufón de su corte, el escandalo no era reciente pero ningún miembro de la nobleza parecía querer acoger al hombre de identidad desconocida.
-Mañana es el gran evento- murmuró Clark más al viento frío que al rey – Cuando todo termine, ¿me dará mi respuesta?- le preguntó, entre ellos se hizo un silencio, que fue roto por un gruñido y un asentimiento por parte de Bruce.
Clark apoyó su mano en su hombro como una última caricia y lo dejó solo con sus pensamientos.
Mañana a esa hora todo habría terminado.
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-Deberías dormir en tu propia habitación- le reprochó, pero aun así hizo espacio en la cama para él.
Desde que Dick aprendiera como llegar a su cuarto por aquel pasadizo secreto, no dejaba de colarse por las noches y desapareciendo de su cama por las mañanas antes de que nadie despertara.
-Vine a desearte un feliz cumpleaños- le dijo en la oscuridad, acercándose a él para abrazarlo.
-Pudiste esperar hasta el día siguiente-le reprochó dejándose envolver por la calidez ajena, encajaba perfectamente en sus brazos, sus cuerpos se juntaron y su cara se escondió en el cuello de su prometido aspirando su aroma masculino y seductor.
-Feliz cumpleaños Damián- le dijo suavemente acariciándole el cabello negro, estrechándolo entre sus brazos.
El niño no contestó aflojó su agarre y jaló la cobija para cubrirlos a ambos –Duerme Richard, si eres así de molesto por las noches me lo pensaré mejor en casarme- le replicó dándole la espalda.
Dick se río –Soy demasiado activo por las noches mi señor, tendrás que cansarme- le dijo pegando su cuerpo al de él, acariciándole sobre el pijama haciéndole cosquillas.
Damián se removió y le tomó las manos avergonzado – ¡Para ya!- le dijo escuchando las risas de Dick, a quien le gustaba molestarlo y provocarlo.
-Si me das un beso de buenas noches pararé- le dijo juguetonamente.
-Nunca parás con un beso, eres un mentiroso-arguyó el menor volteando a verlo, en la oscuridad aperas era distinguible la cara ajena, acercó su rostro al de él y tentativamente le beso, las manos de Dick se entrelazaron con las suyas y poco a poco volvió el beso uno más íntimo y húmedo.
Damián suspiró sobre los labios de Dick, relajado por el contacto, feliz y con el corazón agitado como un ave esperando remontar el vuelo, su amor por el mayor le tenía lleno de gozo, una felicidad que nunca había experimentado.
-Mañana por la noche serás mi señor- le dijo suave Dick.
-Disfruta tus últimos momentos de soltero Richard, aprenderás que soy muy obstinado cuando me empeño en conseguir algo-le dijo Damián con una sonrisa de medio lado, descansando su cabeza sobre la almohada y cerrando sus ojos disfrutando de la compañía ajena.
-Descansa- le dijo Dick, con su mano sobre la ajena cerró los ojos, dejándose llevar por el sopor del sueño.
*-.*-.*-.
Los carruajes se enfilaron por el camino principal uno tras otro albergando a los miembros de la realeza hasta conducirlos a las grandes puertas del castillo, donde los mayordomos engalanados con sus mejores ropas con el bordado del murciélago de Gótica en sus espaldas como un par de alas de ángel siniestras, los esperaban para conducirlos al salón donde el banquete daría comienzo, uno a uno fueron llevados al salón principal después de anunciarlos.
El rey Bruce presidía el lugar más alto sentado en su trono, a su derecha se encontraba su hijo, vestido de gala, con un traje negro cruzado por una banda roja y en el pecho las insignias doradas de su reino.
Poco a poco el lugar fue llenándose hasta que el último de los invitados estuvo sentado, entonces las trompetas sonaron anunciando el evento principal, haciendo que el ligero rumor de las conversaciones cesara y todos se pusieran de pie.
-Ante ustedes, el príncipe de Blüd Heaven, heredero al trono Richard John Grayson- anunció el trompetista, y por la puerta principal con una gran sonrisa digna de su encanto, Dick apareció, llevaba un traje azul oscuro y avanzó saludando con una mano a los presentes, hasta sentarse al lado de Damián, quien le tendió su mano para recibirlo.
Bruce se levantó y los presentes tomaron asiento para iniciar la ceremonia.
-Yo, Bruce Wayne, en uso de mis facultades como Rey de Gótica, tengo el placer de presentarles a los príncipes, Damián Wayne Al Ghul y Richard John Grayson, quienes voluntariamente han decidido sellar sus vidas, riqueza y salud en una sola, esta noche todos nosotros seremos testigos de su unión, que su vida juntos colme de bendiciones la tierra que protegen, hoy beberemos y comeremos en honor a ustedes- Bruce tomó el gran calidez incrustado en diamantes, y lo entregó a ambos, quienes lo sostuvieron, estaba cálido por el vino caliente y especiado que contenía.
Dick y Damián, lo alzaron juntos y los invitados les imitaron con sus propias copas.
-Por los nuevos reyes – recitaron en coro antes de beber.
Damián ofreció la copa a Dick quien bebió unos largos tragos, después Dick sostuvo la copa y Damián bebió hasta terminar.
-Ahora somos esposos- le dijo suave Dick en un susurro.
-Lo somos- le dijo Damián, sus ojos verdes no podían separarse de los azules de Dick, se lamio los labios con el sabor del vino y colocándose de puntillas besó a Dick suavemente mientras el público vitoreaba su unión.
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El banquete estaba compuesto principalmente de productos del mar, grandes pescados dorados en mantequilla, sopas calientes de pulpo y mejillones y como plato principal langostas con ensalada, el vino fluía y en la pista de baile, los novios bailaban al compás de la gran orquesta que les precedía.
Dick se inclinaba suavemente sobre su consorte, posando su mano en su espalda y tomando su mano con la suya mientras daban vueltas por la pista deslizándose.
-No sabía que podías bailar, ¿Por qué no me lo dijiste antes?- le preguntó el mayor con una sonrisa.
-Puedo hacer muchas cosas- le dijo Damián despreocupado, mientras sus pies se movían en sincronía con los de Dick, había tenido que agarrar el ritmo porque no estaba acostumbrado a no ser él quien guiara, pero debido a la diferencia de estaturas Dick imponía el paso.
-Cuando sea mayor yo dirigiré-le dijo apretando su mano suavemente, donde los anillos idénticos relucían en sus dedos.
-Me gustas así de pequeño eres un encanto, además así puedo hacer esto- le dijo llevando sus manos a su cintura y alzándolo – No te apresures en crecer-dijo con una sonrisa dándole una vuelta y reclinándose sobre él cuando la pieza termino.
Unos ligeros toques al hombro de Dick les sacaron de su conversación, se separaron y Damián pudo reconocer las caras de los amigos y ex amantes de su consorte.
Dick nunca había hecho mucho por ocultar su predilección por el naranja, y el trio de pelirrojos le sonrieron deseándoles felicidad, Damián dio las correspondientes muestras de gratitud analizándolos, la reina Kory Anders del reino de Tamaran, el príncipe Roy William Harper Jr del reino de Star City y el príncipe Wallace Rudolph West del reino Central.
-Felicidades en su boda, lucen muy felices juntos- le dijo Kory con una sonrisa, vestía un corsét violeta con una amplia falda que resaltaba su talle que en contraste a su largo cabello pelirrojo y sus luminosos ojos verdes, la hacía destacar entre las damas. -Espero que su matrimonio sea provechoso, como el mío con el príncipe Karras, que trajo la paz a nuestros reinos- le dijo la chica, mirando a su marido quien conversaba con el rey de Atlántida y su esposa.
Damián conocía a la princesa Kory por sus lecciones de política, el reino de Tamarant estaba en guerra y la única forma de encontrar la paz fue con un matrimonio y aunque no era la predilecta en la línea de sucesión al ser la segunda de tres hijos, no se podía evitar compararla con su hermana mayor y ver que era la más apta para gobernar, su pobre hermana seguramente ahora no tendría ninguna oportunidad de tener un buen matrimonio y su hermano menor, aunque varón, sería relegado en la línea de mando.
-Gracias por sus buenos deseos -le dijo educado con un leve asentimiento.
-¿y tendrán herederos pronto?, al ser hijos únicos deberán asegurar su estirpe- les dijo Roy.
Dick negó efusivamente, pero Damián contestó –Necesitaremos ponernos a ello en su momento - dijo haciendo reír a los presentes.
Damián sabía que los herederos era un tema delicado, eran indispensables para seguir la línea de mando de un reino, tener un par aseguraba la descendencia, en caso de que algo ocurriera con el primogénito, como había sido el caso de su hermana Helena, muerta con la primera esposa de su padre, pero tener demasiados herederos desencadenaba un menor estatus para los restantes, como era el caso de Roy y Wally, ambos estaban demasiado alejados de la línea de sucesión.
Roy, se había casado con una dama de alcurnia, lady Jade Nguyen, con quien tenía una hija la pequeña Liam Harper, debido a que su esposa solo tenía unos cuantos terrenos y título nobiliario, el reino que gobernaba era una fracción de Starling City, gobernado por el rey Oliver Queen.
Por su parte Wally era primo del rey Barry, quien tenía dos pequeños herederos los gemelos Dawn y Don, aquello lo dejaba en la línea de sucesión muy por debajo, además el reino que se disputaba era demasiado pequeño, su mayor oportunidad había sido Dick, pero ahora estaba fuera de su alcance.
Damián suspiró tras analizarlos –Iré a beber algo, siéntanse bienvenidos al banquete- con una suave reverencia y un apretón a la mano de Dick se marchó dejándolos, odiaba aquellas pretensiones, pero el día de mañana todos se marcharían y el estaría listo para comenzar la reestructuración de Gótica con ayuda de Blüd Heaven, pensó en ello caminando a su lugar, notando que su padre no estaba en su asiento.
-¿Buscas a tu padre?- le preguntó Jon, el pequeño príncipe, llevaba un traje azul con grandes botones dorados y acabados en rojo, tenía en la mano una copa y las mejillas pintadas de carmín.
-No deberías estar tomando-le dijo Damián quitándole la copa y llenándole otra con agua fresca, llevándolo a sentarse y despejar la mente.
-Cambié la mía por error-le dijo Jon con las manos en la cara tratando de que el piso dejara de moverse a su alrededor.
-¿Dónde está tu padre? Al rey Clark no le hará gracia encontrarte borracho- dijo con desaprobación sentándose a su lado.
-Mi padre está muy ocupado para percatarse- le dijo Jon alzando los ojos de entre sus dedos, para señalar a la pista.
Damián siguió con los ojos el camino que marcaba, impresionándose al ver a su padre con el de Jon, bailando.
-Yo también estoy impresionado- dijo Jon, con la cabeza contra la mesa apretándose el estómago por el dolor.
Damián quiso preguntarle qué exactamente había pasado, pero el niño no se veía nada bien.
-¿Jon? ¿Qué te duele?- le preguntó moviéndolo por el hombro
-El estómago, siento que voy a vomitar- le dijo con un sudor frío y leves temblores.
-Resiste, voy a llevarte a descansar- le dijo Damián sobándole la espalda.
Asustado pensó en llamar a algún mesero para que se lo llevará, pero al final el mismo lo tomó de la cintura y pasó su brazo por su hombro, para salir por la puerta de los criados hacia las habitaciones principales, dio un último vistazo a la fiesta, su padre con el ceño fruncido se negaba a bailar más, pero el rey de Metrópolis con facilidad podía moverlo usando su fuerza haciéndolos girar.
Sus ojos recorrieron cada lugar hasta topar con Dick, tenía una copa en las manos y bebía lentos sorbos, un hombre hablaba con él, Damián no pudo reconocerlo desde la distancia, antes de irse pudo ver como ambos salían caminando hacia el balcón.
*.-.*.*-.*-.
-Mi respuesta es no-le dijo Bruce con seriedad, disfrutando de la desilusión en los ojos del rey contrario.
Ahora que el matrimonio de su hijo se había consumado, no tenía que preocuparse, Dick y Damián estaban en sincronía, ambos unirían esfuerzos por Gótica, su hijo no olvidaría sus prioridades.
Se sentía pleno sin el pesó de su reino encima, ya no tenía que tolerar a nadie, mañana mismo todos se macharían y el comenzaría los preparativos para reestructurar su reino, su plan era ambicioso pero daría los frutos que tanto deseaba cosechar.
Clark miró a Bruce con grandes ojos azules llenos de pena, su tan larga travesía parecía llegar a su fin.
-Bruce, concédeme un baile, así el dolor de no tenerte será menor- le pidió tomando sus manos entre las suyas, siempre cálidas.
Su nombre había sido pronunciado con tanto cariño que no supo cómo negarse, al final asintió a regañadientes y la sonrisa iluminó de nuevo el rostro ajeno, llevándolo con él a la pista, dándole su brazo orgulloso de tenerlo con él, aquello era una tontería, pero Bruce no se negó y dejó incluso que el otro dirigiera.
*-.*-.*-.*-.
-¿Te habrás intoxicado?- le preguntó Damián del otro lado de la puerta escuchando a Jon vomitar la cena.
No tuvo respuesta inmediata, solo el sonido del estómago de Jon al ser vaciado de nueva cuenta, no lo pensó mucho y entró al baño para auxiliarlo.
El líquido oscuro en el vómito del príncipe le hizo pensar que aquello no era vino.
-Sácalo todo, llamaré a un médico-le dijo tendiéndole un vaso para enjugarse la boca.
Apurado trató de llamar al personal pero la gran mayoría atendía el banquete y la fiesta.
-Jon, te llevaré a descansar a la cama, me iré un momento a buscar ayuda no tardaré-le aseguró ayudándolo a caminar a la cama y quitarse los zapatos para tenderse.
-Fue el vino, sabía extraño- le dijo Jon abrazándose así mismo por el dolor en sus entrañas.
-¿De dónde sacaste esa copa?- le preguntó mirándolo con fiereza, si sus deducciones eran acertadas, la copa estaba envenenada.
-La tomé por error de la mesa principal, creo que era la copa de Dick- le dijo haciendo palidecer a Damián, quien aterrado por aquello negó.
Dick estaba en peligro, tenía que llegar a él, pero Jon estaba envenado, debía salvarlo también, haciendo acopio de toda su fortaleza, dio media vuelta y se marchó, si Jon había bebido el veneno significaba que Dick estaba fuera de peligro, pero seguramente su asesino no tardaría en notar que su plan no había tenido los efectos deseados.
No debía generar pánico, nadie debía saber sobre el veneno, solo podía confiar en su padre.
Corrió por los pasillos, pero supo que algo andaba mal cuando gritos le recibieron.
-Hay un incendio en el muelle uno de los barcos de la armada de Gótica se está incendiando- le dijo Kory al verlo, a su lado su esposo Karras le rodeaba la cintura.
-¿Dónde está mi padre?- le preguntó buscando con la mirada, los invitados comenzaban a marcharse.
-Se ha ido al muelle con su escolta, el rey Clark le ha seguido- le dijo –Debo irme ahora, se rumorea que son piratas y atacarán el castillo-le dijo ella, pero su esposo la hizo callar con un apretón, jalándola con él para llevársela de ahí.
Los carruajes se marchaban, y los invitados salían despavoridos, debía encontrar a Dick, juntos buscarían un médico, pero por más que se esforzaba, nadie había visto al príncipe.
Apretó sus puños y corrió a los balcones pero nadie estaba ahí, en cambio podía notar el fuego a lo lejos, grandes llamaradas que se reflejaban en el mar.
-Príncipe, no es momento para que este solo- la voz de Wally le sacó de sus pensamientos, era la última persona que quería ver, pero aun así fue con él.
-¿Has visto a Richard?- le preguntó –No logro encontrarlo- dijo escuchando su propia voz en la cual se traslucía su miedo.
-Recuerdo haberlo visto hablar con un hombre, no vi su rostro, pero vi el blasón de su casa en su espalda, una máscara negra y naranja-
Damián asintió a sus palabras, él conocía todos los blasones, banderas y símbolos de todas las casas, aquella descripción correspondía al rey Slade Wilson.
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