Capítulo 96: La aventura de Jackie III

El primer momento de conmoción pasó tan rápido como un parpadeo y Jackie pudo observar con mayor atención al joven. Vestía con ropas hechas de pieles de animales, a sus espaldas tenía colgando una capa de la misma piel que aquella criatura que tenían delante. Por el cabello de su nuca, podía ver que era de un rubio castaño. Era más pequeño que ella. Debido a que estaba de espaldas, no podía ver más de él, pero, dada la situación, no era lo que más le llamaba la atención. Todavía había un peligro delante y no tenía del todo claro que fuesen a salir airosos de ello. De todas formas, no se iba a quedar sin hacer nada.

Dio un paso adelante.

—Quédate detrás de mí —pronunció. Su voz era la de un chico, pero era un tanto aguda. ¿Qué edad tendría?

—Quiero ayudarte.

—Si te pones delante no podré protegerte bien. Quédate ahí hasta que me encargue del wolven.

"Wolven", repitió en su cabeza. Ese debía ser el nombre de aquel animal. Este gruñía a la vez que enseñaba los dientes. La flecha aún permanecía calvada en un costado. Se veía igual de fiero que antes de recibir el disparo, pero más cauto. Era como si evaluase qué hacer.

—Oye, acércate y toma una de las flechas que tengo en mi carcaj —dijo el chico. El arco alzado, listo para tensar. Jackie hizo caso—. Bien, ahora voy a disparar. Cuando lo haga, dame la otra flecha de inmediato.

—De acuerdo.

Tal como lo dijo, el chico disparó la flecha y le dio al wolven en la joroba. Este gruñó de dolor y se encaró a ambos con la intención de responder al ataque, sin embargo, el chico ya tenía una nueva flecha preparada y tensada, listo para disparar. El wolven pareció comprender la situación y, a regañadientes, comenzó a retroceder poco a poco, hasta perderse en la espesura del bosque. Pese a ello, el chico no bajó la guardia, se mantuvo un rato prudente mirando a la nada, justo en el punto en el que el wolven había desaparecido. Solo cuando el chico bajó el arco del todo, Jackie se sintió más tranquila.

—Gracias por ayudarme.

Esperó que el chico se girara y correspondiese las gracias, pero, en vez de eso, este reaccionó dando un salto que puso distancia entre ambos. Por fin pudo ver su rostro. Se le veía de piel suave, con ojos grandes y una cara con forma redonda. Como lo supuso, era un niño.

—Quédate ahí justo donde estás —dijo el chico. Sus manos aferradas al arco y su flecha. Por el tono de su voz y la expresión seria en sus ojos azules, supo que hablaba en serio.

Jackie alzó las manos.

—Tranquilo, no voy a hacerte nada.

—¿Quién eres? —preguntó, tajante.

—¿Por qué este cambio de actitud? Sabes que no quiero hacerte nada. Antes te ayudé.

—Teníamos a un wolven hambriento delante, ayudarías a cualquiera en una situación así para salvar tu pellejo.

—Si desde un principio ibas a mostrarte tan precavido conmigo, ¿por qué me salvaste?

—No es común ver a otra persona en el bosque estos días.

Hubo silencio por unos momentos. Jackie relajó las manos y soltó un suspiro. Era la primera persona que veía en semanas, tenía que empezar con buen pie.

—Entiendo. Me llamo Jackie. ¿Tú cómo te llamas?

—Oliver —respondió al cabo de un rato—. ¿Eres un Perseguidor?

—¿Un qué?

—Uno de los hombres del rey que caza personas. ¿Eres uno de ellos?

—No. Solo soy una chica que deambulaba perdida por el bosque. Estoy buscando un lugar con gente, algún pueblo en donde pueda pedir indicaciones.

Sus palabras parecieron convencer al muchacho, el cual guardó su flecha y se colgó el arco en el hombro.

—El pueblo más cercano está a más de un mes de viaje a pie. El camino es peligroso, y nadie quiere ir allí, pero es el único lugar que conozco —respondió el muchacho, ahora más afable—. Lo más parecido a un pueblo cerca de aquí somos yo y mi familia. A lo mejor mi padre pueda ayudarte.

—Gracias. He estado vagando por este sitio por semanas. Necesito algo de contacto humano.

—¿Qué es un humano? ¿Es una raza?

—Bueno, sí. Pero tú también lo eres.

—No, yo soy un gormano. Al menos esa es la raza a la que pertenezco.

—Entiendo... —Jackie hizo un paralelismo entre lo que Oliver le estaba diciendo y la experiencia que ella misma tuvo con Star. Su aspecto y comportamiento eran similares a los de los humanos, pero se llamaban de otra forma, y sus costumbres y sociedad eran distintas a las de ellos. No era de extrañar, estaba en otra dimensión. Los animales, las plantas, sus frutos y la gente de allí eran diferentes a lo que conocía. Cuando antes se hiciese a la idea, antes podría comenzar a adaptarse a su nuevo hábitat.

Después de un rato caminando, no sabía decir si había pasado una hora, dos o más, su sentido del tiempo estaba estropeado, llegaron hasta el lugar. Una pequeña cabaña hecha con madera y barro. Tenía ventanas, pero estaban desprovistas de cristales. El techo estaba hecho con hojas anchas que harían, o intentarían hacer de un efecto impermeable. Junto a la casa había un huerto con varios tipos de vegetales, muchos de ellos parecidos a otros de la tierra, pero cada uno con ciertas diferencias, algunos no se parecían a nada que ella conociese y varios espantapájaros.

A parte de la fachada, vio a un hombre sentado en un tronco frente a un tocón. Junto a él, varios trozos de madera. El señor se limpiaba el sudor de la frente con el dorso de su mano. Su brazo libre descansaba sobre la punta del palo de un hacha apoyada en el suelo. No muy lejos de él, un niño pequeño, quizá de la mitad de años que Oliver, practicando con una espada de madera sobre la corteza de un árbol.

Oliver siguió caminando y silbó, alzando una mano a modo de saludo. Tanto el adulto como el niño se giraron hacia él, el primero con expresión serena, como si ver a Oliver volver del bosque fuese lo habitual, y el segundo con expresión alegre. Sin embargo, cuando repararon en Jackie, se mostraron extrañados, el adulto enarcó una ceja. Debía ser el padre de Oliver, tenía los mismos rasgos que él, un hombre robusto de barba y cabello un poco largo, más rubio que el de su hijo, pero compartían los mismos ojos azules.

—Oliver, ¿quién es esta chica? —preguntó el hombre.

—Estaba perdida en el bosque y la rescaté. No es una Perseguidora.

El hombre miró a Jackie.

—Acércate —pidió el padre, asintiendo con la cabeza, animando a la chica a ir con ellos. Hizo caso—. ¿Cómo te llamas?

—Jackie.

—¿Jackie qué más?

—Jackie Lynn Thomas.

—Extraño apellido, nunca lo había escuchado. —El hombre se levantó del tronco—. Me llamo Killian Andersen. —Le extendió la mano para estrechársela, y Jackie aceptó. Pudo notar en ella unos dedos firmes y varios callos, pero no le apretó con fuerza—. Debes estar muy lejos de casa. ¿De dónde vienes?

—De lejos, de muy muy lejos. No sé si me creería.

—Te crea o no, al menos puedo escucharte. Es raro encontrar a alguien por aquí, así que escuchar cualquier cosa nueva es interesante para nosotros. Ven, te presentaré a mi mujer. —Se giró hacia el chico de cabello rubio—. A Oliver ya lo has conocido. —Se giró hacia el más pequeño, el cual miraba a Jackie con curiosidad mientras sujetaba la pierna de Killian—. Y este de aquí es Emil —le acarició la cabeza con su enorme mano—, el más pequeño. —Emil tenía rasgos similares a los de su hermano: cabello corto y rubio castaño, y ojos azules. Como cabía esperar, tenía el rostro más infantil que su hermano, y aún se notaba el brillo de inocencia en su mirada. Cosa que, pese a su aparente edad, Oliver no parecía conservar.

Jackie sonrió y se agachó para ponerse a la altura de Emil.

—Mucho gusto, Emil —extendió su mano—. ¿Me das la mano? —El pequeño se la quedó mirando un momento, dudoso, luego asintió y le estrechó la mano—. Eres un niño muy guapo. —Con ese comentario, el pequeño sonrió y salió de su cobertura—. ¿Juegas con la espada?

—No juego, practico para ser un guerrero fuerte y grande que pueda derrotar a los Perseguidores —decía mientras daba unos cuantos golpes al aire con su espada de madera y terminaba en una estocada. Aquello le hizo recordar un poco a Marco, y le provocó una sonrisa.

Oliver giró la mirada e ignoró a su hermano de forma forzosa.

—Voy a llevarle a mamá la fruta que encontré —dijo este, caminando hacia el interior de la casa.

—Vamos todos adentro —dijo Killian.

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Gente, por fin! O al menos eso es lo primero que se le pasa a la chica por la cabeza después de encontrarse a alguien por los bosques.

Veamos cómo se lleva Jackie con estas personas, y a donde va a parar su encuentro... pero en el próximo capítulo.

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