Capítulo 83: ¿Enemigos o aliados? I
El próximo aldeano dio un paso adelante, haciendo que la cola avanzara. Pese a ello, Star seguía sin ver el final de esta desde el trono de su padre. Le dolía el trasero, le sudaban las axilas, le picaba el traje de gala que su madre le obligó a ponerse, y la paciencia hacía rato que se le había acabado. Se echó hacia atrás, intentando hallar una posición más cómoda y que le ayudase a soportar mejor ese tormento.
—Star, ponte recta —espetó su madre justo después de reclinarse, como si se tratase de una trampa que acabase de activarse. Su orden fue severa, certera y sutil, solo audible por los oídos de su hija.
Star soltó un suspiro disimulado, puso los ojos en blanco y volvió a adoptar la misma posición incómoda de antes, deseando que el tormento durase poco.
—Froy Ashton —leyó su madre en el pergamino que su sirviente le sostenía delante, solo para que este se lo quitase justo después de pronunciar el nombre del ciudadano—, puede hablar.
—Gracias, su majestad. Mi granja está muy cerca de uno de los lagos del reino y, por lo visto, aún hay ratas que sobrevivieron a la batalla ocultándose en él. Por las noches entran a hurtadillas en mi campo y lo destrozan todo, es terrible. Hay que hacer algo, o sino la plantación de maíz de mi campo...
Todas las quejas eran iguales: problemas con las ratas, la tierra está maldita, las plantas carnívoras se comen a sus criadores. De haber sido Star, habría ido ella misma a acabar con todas aquellas calumnias, pero su madre, en cambio, escuchaba atenta a cada habitante, manteniendo la compostura y el porte en todo momento. Le faltaba iniciativa a la hora de ponerse manos a la obra, pero si había una virtud que resaltar de ella, sin duda alguna esa sería su paciencia y rectitud.
La campanita que indicaba que las audiciones habían terminado sonó, y su golpeteo fue tan liberador como quitarse un corsé dos tallas inferiores a la correspondida. La gente abandonó la sala y cuando los guardias cerraron las puertas, Star se levantó del trono de su padre de un salto para estirar los brazos y las piernas. Por un momento tuvo la sensación de que no sería capaz de moverlas de tanto estar sentada.
—Deberías intentar mantener más la compostura —le dijo su madre, poniéndose de pie con gesto refinado sin romper su porte recto—. Esos arrebatos de energía no son propios de una princesa.
—Mamá, si no me muevo acabaré por convertirme en una de las estatuas que hay en el reino paloma. ¿Cómo puedes levantarte sin tener la necesidad de estirar el cuerpo o intentar moverte con soltura?
—Práctica y disciplina. Con ambas tú también podrías hacerlo sin problema alguno. —Siempre tenía una respuesta para todo, y desde lo ocurrido, esas respuestas también cargaban consigo un pequeño recordatorio de que necesitaba mejorar su actitud. Como un mosquito que pululaba en la habitación para recordarle continuamente que estaba listo para picarle cuando bajara la guardia, pero más sutil y refinado, justo como lo era su madre.
—Sí, seguro que te mueres de ganas porque sea como tú —dijo por lo bajo.
—Si con eso quieres decir que quiero que seas más consiente de tus responsabilidades, entonces, sí, hija, es justo eso lo que quiero.
Star dio un respingo al darse cuenta de que su madre la pudo escuchar, pero en cuanto le dijo eso, se le crispó el gesto.
—¿Es por lo de la varita? —alzó la voz—. ¿Es por eso?
Su madre la miró a los ojos con gesto severo. Star tenía que admitir que su postura impecable y la altura de su madre le daban un aire muy intimidante.
—No, Star —su voz no se había elevado, pero notaba una presencia más marcada en esta—, no es solo por la varita, es por todo. Tu desempeño durante la crisis del reino fue memorable, pero desde entonces tus acciones no han hecho más que demostrar que aún necesitas preparación para volverte una reina en condiciones.
—¿Esto es ser una reina en condiciones? —abrió los brazos, intentando abarcar todo a su alrededor—. ¿Permanecer sentada en el trono escuchando las quejas de los demás? ¿De verdad no hay nada mejor que hacer?
—Para ayudar al reino hace falta entender al pueblo, y esta es la forma.
—Esta es tú forma —le señaló con el dedo, el ceño fruncido—, yo tengo la mía —se señaló a sí misma.
—Lo único que tienes son los sueños de una idealista. Quieres unir a los monstruos y a los mewmanos pensando que ese es un problema, pero ni siquiera te has parado a pensar en los problemas de la gente cotidiana —aseguró su madre—. La gente no piensa si podrán resolver sus diferencias con los monstruos, ellos piensan en los problemas que tienen día a día, los problemas por los que tendríamos que preocuparnos cuando no estamos en peligro.
—Dices lo de los monstruos muy convencida, pero tú no estuviste en esa fiesta. Los jóvenes de verdad estaban confraternizando con ellos, se lo estaban pasando bien. Tal vez no sea algo en lo que los mewmanos estén pensando ahora, pero es algo que ha estado manchando de guerras la historia de Mewni durante muchos años. Quizá resolver este problema ayude a resolver otros.
—No es así, Star. Lo que necesitamos ahora es resolver los problemas del pueblo porque es lo que exige el momento.
—¿Qué quieres decirme con eso? ¿Qué tengo que esperar a que el momento en el que los mewmanos estén listos para convivir con los monstruos entre por la puerta? —preguntó, señalando a la puerta con la mano.
Como si el mundo hubiese escuchado sus palabras, las puertas se abrieron con una luz intensa que hizo que madre e hija se cubrieran los ojos.
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Actualmente Star se encuentra en esta situación de castigo. ¿Será eso que llega por la puerta una oportunidad para abandonar las enseñanzas de su madre y volver a ser libre?, ¿o se tratará de Froy que ha vuelto porque se ha olvidado de su bastón de pastor?
Ojalá sea Froy XD
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