Capítulo 82: Nuevo comienzo II

Cuando salieron de la cueva tuvieron que buscar la forma de huir del bosque de la muerte segura y llegar a Mewni. Ambos se conocían el bosque como la palma de su mano, al menos las zonas que habían transitado más de una vez con los suyos. Eran sobre todo partes internas, en donde se ubicaban varias de las poblaciones de monstruos y asentamientos Johansen. Pero llegaron a salir del bosque.

Como siempre, pasar al estado albor y volar lo solucionaría todo, pero el riesgo de ser encontrados era demasiado grande como para correrlo. Por eso Veros había ideado un plan para poder salir de allí y saber a dónde dirigirse.

Ambos siguieron las marcas que los suyos dejaban por el bosque para guiarse, idea de los de segunda generación. Señas en los árboles que indicaban si había un pueblo de monstruos o algún asentamiento Johansen. Gracias a ellas pudieron saber que cerca había uno de estos últimos. Allí podrían encontrar algunas armas para defenderse mientras intentaban evitar el uso del estado albor. Ropa nueva para cambiarse la suya y esconder mejor su identidad. Y, lo que era más importante, un mapa.

—Ahí está —dijo Lara, señalando con el dedo hacia el asentamiento.

El sitio en cuestión era una empalizada bien construida llena de tiendas. Los bárbaros del asentamiento terminaban sus tareas de la tarde y se preparaban para la noche. Algunos ya estaban encendiendo el fuego para cocinar un ciervo ya despellejado al cual estaban salando otros compañeros. Un escuadrón entraba con gesto de orgullo, portando algún cadáver de monstruo y un rehén consigo. Los caballos estaban guardados en sus establos y la luz del ocaso se desvanecía poco a poco en el horizonte.

Ellos observaban ocultos tras los árboles y los arbustos. Lara salió de su escondite y caminó hacia el asentamiento. Justo entonces, Veros la detuvo, colocándole una mano en el hombro.

—¿Qué haces?

—Voy al campamento a pedir ayuda. Seguimos siendo solaris, ¿recuerdas? Si les pedimos cualquier cosa tendrán que dárnosla

—Lo que dices es cierto, pero no podemos mostrarnos. Quién sabe si los otros solaris han hablado con ellos. Quizás sepan que hemos desertado y estén pendientes de nosotros.

—¿Y qué? Podemos derrotarlos con facilidad y llevarnos lo que necesitemos. No nos podrán detener.

—Lo sé, pero eso significa que verán nuestros rostros y luego informarán a los nuestros. —Eran demasiados riesgos que correr. Y, por otra parte, los Johansen no tenían culpa de nada, y no se merecían tal golpiza. Necesitaban una alternativa—. ¿Lara, podemos probar algo? En caso de que no funcione, seguiremos tu plan.

—No sé por qué me lo preguntas, si ya sabes mi respuesta.

Veros sonrió y asintió con seguridad.

El plan fue esperar hasta la noche cuando todos estuvieran dormiros. El problema era que había guardias nocturnos vigilando la empalizada y las entradas. Era un problema porque seguía habiendo vigilancia, lo cual implicaba que ambos tenían que infiltrarse de algún modo sin ser descubiertos. Debido a su modo de entrenar y de afrontar las situaciones, ni Lara ni él tenían experiencia alguna siendo sigilosos. No había motivos para desarrollar esa habilidad. ¿Para qué ser sigiloso cuando sabes que eres capaz de derrotar a cualquier enemigo que tengas delante?

Al paso que iban, acabarían por seguir el plan de Lara.

—Veros, ¿cómo se supone que vamos a entrar? —le susurró al oído.

El moreno observó un momento a los que estaban montando guardia. Eran cuatro. El que más le importaba era el que estaba cerca de la armería. Allí no solo había armas, sino también vestimenta. Solo necesitaba distraerlo y entrar por donde no fuera visto.

Se giró hacia Lara, pensativo.

—¿Lara, quieres hacer algo peligroso y arriesgado?

—Me has convencido.

En tan solo unos minutos, Lara se encontraba en una parte del bosque cercana al Johansen que estaba del lado de la armería. La chica estaba realizando su peor imitación de una criatura salvaje, pero, por la reacción del hombre, parecía funcionar.

—Eh, Roble, ven aquí —llamó el bárbaro al de su derecha.

Roble escuchó a su compañero y caminó hacia él.

—¿Qué quieres, Madroño?

—Ven conmigo. Vamos a ver qué es eso de ahí.

—¿No deberíamos avisar al jefe?

—Claro. Ve tu a despertarlo.

Roble se quedó callado por un momento, evaluando las palabras de su compañero.

—Creo que a ti se te da mejor hablar...

—Vamos de una vez.

Los dos bajaron de las torres de vigilancia y se adentraron al bosque. Veros los vio alejarse y luego se pegó a la empalizada. Se desplazó de lado hacia la parte en donde estuvo Madroño. Una vez allí, saltó la empalizada. Cayó cerca de unos barriles que utilizó como cobertura y luego se asomó por el borde y comprobó que nadie lo viese. Los dos hombres que se quedaron vigilaban el bosque, pero uno de ellos se giraba de vez en cuando hacia la posición de sus compañeros. Afortunadamente para Veros, gracias a su posición y a la oscuridad, estaba bien oculto ante la mirada de cualquiera.

Aprovechó un momento de distracción del Johansen, corrió hacia la carpa de armería y se ocultó dentro. Debido a la oscuridad, apenas sí podía ver lo que había allí. Como mucho podía distinguir las siluetas de algunas armas gracias a los destellos de luz que se escapaban entre las oberturas de la tienda. Podía distinguir lanzas, hachas y espadas. Pero antes de buscar entre ellas, intentó hallar algo para cambiarse. Encontró varias ropas de cuero y botas. Se cambió de vestimenta y guardó su ropa anterior en una mochila que pudo hallar cerca de él. También tomó algo para Lara y luego lo guardó. Ya solo faltaba tomar un par de armas y podría abandonar esa tienda.

Tanteó las armas, provocando que alguna se moviera y produjera el tintineo característico de un metal al chocar con otro. A Veros se le pusieron los pelos de punta y se congeló en el sitio, pensando que había echado a perder todo lo anterior. Rápido, se acercó a la lona de la tienda y pegó el ojo en uno de los agujeros. Se movió de un lado a otro con nerviosismo para ver si alguien lo había escuchado y se estaba acercando. El tipo de antes miraba justo en su dirección. Veros soltó un juramento para sus adentros y pidió a Solaria, estuviese donde estuviese, que aquel Johansen no viniese hacia la tienda. Contuvo el aliento un momento y, solo cuando el Johansen se giró hacia otro lado, volvió a respirar.

Sin perder más el tiempo, volvió a las armas y, con sumo cuidado, palpó todas las que tenía cerca y fue sacando una por una para evitar que chocasen contra otras. Cuando lo consiguió, fue capaz de examinarlas usando la luz de algunos de los agujeros. Tomó una espada y un escudo para él, junto con el cinto y la vaina, y dos hachas y cintos para Lara.

Una vez listo, cortó la parte de atrás de la tienda y se escabulló por allí para no arriesgarse a ser visto. Desde su posición podía ver el lugar en donde estaban atados los caballos. Ya los tenía ubicados para irse en caso de tener que correr hacia ellos. Ahora solo necesitaba encontrar un mapa de todo el reino y salir de allí. Eso era un poco más complicado. Por lo general, los mapas solían estar en la tienda de los generales, donde se planificaban estrategias y se pensaban en movimientos. Esa tienda no estaba lejos de los caballos, pero sí en la punta contraria del asentamiento.

Rodeó todas las tiendas por detrás hasta llegar a la que necesitaba, se metió abriendo otro agujero y luego comenzó a buscar. Había un mapa enorme encima de la mesa, pero, por la luz, no veía nada. Tuvo que tomar el mapa y llevarlo fuera de la tienda, por el mismo sitio por el que entró, y utilizar la luz más cercana para ver qué indicaba el mapa. Hizo esto con el primero que vio encima de la mesa, aquel que estaba desplegado, y comprobó que, efectivamente, era el mapa que necesitaba. Después de guardarlo, enfiló paso hacia los caballos.

"Esto de ser sigiloso es más fácil de lo que imaginaba", pensó Veros. "Solo falta llevarme un caballo y podremos salir de este sitio".

Se fue hasta el establo por detrás de las tiendas, como antes, hasta llegar a los equinos. Se colocó una capucha para evitar ser visto y luego se acercó a ellos con mucha cautela.

Cuando uno de ellos se giró hacia él, se echó hacia atrás y relinchó, asustado. Esto provocó que otros caballos chocaran unos con otros e hicieran ruido.

—No, no. Tranquilos. No les haré nada —dijo Veros en voz baja, nervioso mientras alzaba las manos para intentar calmarlos.

—¿Quién anda ahí? —gritó uno de los Johansen con voz carrasposa.

Ya no había tiempo para ser cautelosos. Veros cortó una de las cuerdas que ataban a los caballos y trató de llevarse el que tenía más cerca. Tiró de las riendas, pero el animal se resistía y chillaba.

—Vamos, cálmate.

—¡Está con los caballos! —anunció el mismo de antes—. Vamos por él.

Los dos bárbaros echaron a correr hacia él. Veros se impacientó, apretó los músculos y tiró con fuerza. Pese a no estar transformado, seguía teniendo un físico superior a la media. Tiró de las riendas con fuerza en dirección a una de las entradas. La desesperación aumentaba a medida que escuchaba los pasos acercarse.

—Dispárale —ordenó uno, no supo quién.

Rápido, se pegó al caballo y la flecha se clavó en uno de los muslos de este. El animal pegó un brinco y relinchó, luego echó a correr. Veros corrió junto a él, pero no podía mantenerle el paso. Antes de que la distancia entre ambos no le permitiese alcanzarlo más, dio un salto y se aferró a las riendas como pudo. Colgaba de un lado, sujetándose con una mano y con la pierna enganchada al lomo del animal. La situación lo estaba poniendo al límite en no utilizar el estado albor. En ese momento, recordó a Lara. Si se alejaba demasiado, la dejaría atrás. Rápido, se llevó a la boca los dedos de su mano libre y silbó con fuerza.

Escuchó el chasquido de las riendas a su espalda y se giró para ver a cuatro Johansen persiguiéndolo con espadas y hachas en mano. Desesperado, volvió a silbar.

—Ya te escuché —se quejó una voz de más adelante.

Cuando llegó hasta la fuente, una sombra saltó de la nada y se subió al caballo. Luego tomó a Veros del brazo y lo ayudó a subir para sentarse bien.

—Te veo en apuros —dijo Lara delante de él.

—¿De dónde sales?

—Perdí a los otros dos por el bosque y me fui por este camino. Cuando te escuché silbar corrí hacia ti todo lo que pude.

—Un golpe de suerte. —Veros se giró hacia atrás—. Necesitaremos otro para deshacernos de los que nos persiguen.

—Déjamelo a mí.

Lara le pasó las riendas y se sentó de lado.

—Espera, ¿qué vas a hacer?

Sin responder, la chica se dejó caer mientras el caballo seguía galopando. Veros se giró un momento y vio a Lara brillar con la luz del sol. Cegando a sus persecutores. Rápido, la chica alzó vuelo y bajó a todos los jinetes dándoles un fuerte golpe a cada uno. Luego regresó hasta el caballo, colocándose detrás de él, y volviendo a su estado normal.

Veros la miró con gesto severo.

—¿Qué?

—¿Estás loca? Te dije que no debíamos usar la transformación. Ahora les hemos dado una pista.

—Los he cegado, Veros. Apenas pudieron saber qué les golpeó. Además, gracias a mí nos los quitamos de encima. —Lara se aferró a su abdomen con ambas manos—. Dudo que hayan podido identificarnos.

—Esperemos que no. Por el momento, tomemos esto como una victoria, y salgamos de aquí.

Aquella noche se ocultaron donde pudieron y continuaron el viaje por la mañana, habiéndose ubicado en el mapa y marcado un camino a seguir. Salieron del bosque a los dos días. Abandonando de una vez por todas su lugar de crianza. Cuando se hallaron fuera del bosque, ataron toda su ropa solari a una roca cerca de un acantilado. Los dos se miraron entre ellos, y luego empujaron la roca dando una patada en conjunto. La vieron caer por el acantilado hasta perderse en las aguas turbulentas de debajo.

Ambos alzaron la mirada y fijaron los ojos en aquel castillo que se veía a lo lejos.

—Vamos —dijo Veros, caminando hacia el caballo—. El reino Butterfly nos espera.

—-—⩵ ⨀ ⩵—-—

Veros y Lara tomar rumbo hacia el castillo. Esto Marcará el comienzo de un nuevo conflicto. O de una nueva alianza.

Una cosa es segura, si es Lara quién habla, es más probable que ocurra lo primero que lo segundo.

Si te gustó el capítulo, escribe un comentario sin importar que estés leyendo esto después de uno o dos años de su publicación, pues me encanta leer a mis lectores. Y si gustas, también deja un voto.

Gracias por tu tiempo y apoyo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top