Capítulo 39: ¿Aliado? II

Allí, en el aire, estaba Veros, sujetando a Lara, y esta sujetando a su vez un cadáver distinto a los otros. Era rojo, mientras que el resto ya tenían colores apagados y verdosos debido a la podredumbre. Se retorcía en un vano intento por liberarse. Al ver que no lo conseguía, atacó a Lara, intentando arañarla. Ella tan solo alejó a la criatura de su cara.

—Oye, me estás molestando —se quejó ella, metiéndole los dedos en las costillas y tomándolo de la mandíbula con su otra mano.

Veros se separó de ella mientras esta tiraba a lado opuestos con fuerza, hasta que consiguió desencajar la cabeza de su torso, y luego los dejó caer. Una vez acabado con el peligro, la solari bajó a tierra y volvió a su forma habitual. Tan pronto lo hizo tosió con fuerza y comenzó a jadear. Veros bajó a su lado y le colocó una mano en el hombro y la otra en la espalda.

—¿Estás bien? —preguntó él, como respuesta, ella escupió un poco de sangre sobre la pila de cadáveres—. Recibiste muchos golpes.

—No es nada. He estado en situaciones peores —dijo ella, reincorporándose y quitándose de encima las manos de Veros. Pero este, igualmente apoyó su mano en su hombro y la obligó a mirarlo.

—Lo sé, pero no estás sola en esto. Por eso los de la primera nos hicieron trabajar en parejas. Porque así siempre tendríamos a alguien que nos apoye —dijo Veros con gesto serio, abandonando su transformación, y dejando que la oscuridad volviera a consumir la habitación.

Ludo tardó en acostumbrar los ojos al ambiente, pero sabía que estos se adaptarían más rápido que los de los solaris. O eso esperaba, al menos.

—No creo que la cabeza de esta criatura sirva como trofeo —dijo Lara, levantando el cráneo rojo del anterior cadáver—. Es muy pequeño. No les gustará.

—El camino hacia la aceptación de los primeros es largo y duro, Lara. Aprendamos de esta situación como una oportunidad para mejorar el trabajo en equipo.

—Sí, y de cazar a un monstruo de cabeza grande la próxima vez —se quejó ella. Lara flexionó las piernas y tomó la cabeza del cadáver de antes—. Sabes, me lo llevaré de todas formas. Cuando volvamos a casa lo clavaré en una estaca.

—Creo que se lo ha ganado —respondió Veros—. Sigamos.

Los solaris eligieron uno de los caminos de la cueva y enfilaron paso hacia este. Ludo igualmente permaneció quieto, pese a la oscuridad, pese a que le estaban dando la espalda. No había sacado mucha información. Solo lo mismo de siempre. Que ellos eran de la tercera y que seguían las órdenes de los de primera. Tal vez se trataba de un sistema de categorías, las cuales se respetaban como si se tratase de un orden jerárquico. Lo cual explicaba el por qué Veros hablaba de ellos con tanto respeto.

A parte de eso, no había conseguido averiguar nada más. Tendría que insistir en su persecución. Pero no le molestaba. Ya se había habituado al olor y tenía las armas necesarias para defenderse en la medida de lo posible. No tenía nada que perder. Ya no le quedaba nada que pudiera perder. Lo único que se preguntaba Ludo era quienes serían los solaris de segunda categoría. En todo el tiempo que los había seguido nunca habían hablado de ellos. Y estaba seguro de su existencia. También era posible que existieran otros de cuarta categoría, pero como no se había mencionado nada de ellos, tal vez esta no existiera. Pero la segunda tenía que existir. No tenía ningún sentido que hubiera una tercera categoría sin una segunda.

—No. Esperen. Ayúdenme —gritó alguien desde otro de los caminos.

Veros y Lara detuvieron su paso y se giraron. Pronto se oyeron pisadas apresuradas. Ludo permaneció expectante. Era la primera vez que escuchaba otra voz en aquel cementerio.

Veros se mostró alerta, colocó un brazo delante de Lara y volvió a transformarse, iluminando la sala.

—Sí, sí. Los veo —decía una voz masculina con desesperación—. No se vayan, por favor.

Más pronto que tarde alguien apareció corriendo despavorido. Parecía un hombre entrando a la mediana edad. Tenía pelo largo, hasta el cuello, de color castaño claro, rozando el rubio, y con varias canas dispersas por toda la cabellera. Barba frondosa de igual color, y vestimenta similar a la de los solaris, solo que el pantalón era más holgado, y también llevaba un chaleco consigo. Este portaba un hueso en su mano derecha, como si de un garrote se tratase. Detrás de él le venía siguiendo un flirosh. Corrió directo a Veros.

—Por favor —jadeaba—, ayúdenme.

Tropezó a mitad de camino, y se estampó en la pila de cadáveres. Rápido, se giró e interpuso el garrote entre él y el flirosh. La criatura se lanzó contra él, y este intentó mantenerla a raya, pero tenía dificultades. Veros se acercó con calma, sin abandonar su transformación.

—Veros, ayúdame —dijo el tipo cuando alzó la mirada.

Ludo, desde la distancia, se preguntaba si era un solaris. Llevaba la misma ropa que ellos, y estaba claro que conocía a Veros, pero, si era uno de ellos, ¿por qué no se transformaba? Aquella criatura en verdad iba a acabar con el si no hacía algo.

—Eadric —pronunció el muchacho—, sabes que por orden de los primeros no podemos ayudar a nadie que no sea nuestra pareja.

—Veros, olvida lo que dijeron nuestros padres. Ellos te enviarían a un pozo infernal si no les sirvieras de nada. —La criatura empujó más—. De hecho, ya es demasiado tarde para eso.

—Mide tu lengua. Ustedes los de la segunda siempre están quejándose de las adversidades. Los de la primera les dieron la misma oportunidad que a nosotros. Hasta les dieron armas.

—Sabes tan bien como yo que no me puedes comparar con ustedes. ¿Sabes cuánto duró mi espada? —gritó con enojo—. Dos días. El mismo tiempo que Aedril permaneció con vida.

—Así que perdiste tus armas y tú compañera murió —dijo Veros con aire adusto, casi como si se tratase de un juez dando su veredicto—. En ese caso, has fracasado como solari. Tus dos oportunidades para sobrevivir a este sitio fueron desperdiciadas. Si logras sobrevivir y traer un trofeo de caza, serás bienvenido.

—Pero tal y como estás ahora no creo que eso ocurra —dijo Lara, apareciendo junto a Veros.

—Oigan no tienen que ser como ellos. Ustedes son distintos —dijo Eadric, desesperado, pero eso no influyó en ninguno de los dos—. Yo ayudé en su crianza.

—Y estaremos eternamente agradecidos, pero no podemos aceptar a los débiles entre los solaris —sentenció Veros, adoptando su aspecto normal, permitiendo que la oscuridad regresara—. Vámonos, Lara. Tenemos otras salas que explorar.

Veros se alejó del lugar, poco a poco, mientras Eadric seguía luchando por no ceder ante el flirosh.

—Lara, por favor...

—Lo siento, Eadric, pero Veros tiene razón. Si no eres lo suficientemente fuerte para mantenerte con vida, entonces de nada sirve salvarte —dijo ella, emitiendo su propio juicio—. Tarde o temprano acabarías pereciendo. Y parece que este es ese momento.

Lara no añadió nada más. Tan solos se giró y siguió a Veros.

—Lara, por favor —insistió, pero la chica no respondió—. ¡Por favor!

Era inútil gritar. Ya se habían ido, y Eadric pareció perder toda esperanza de que volvieran.

Ludo se quedó mirando al tipo luchando por mantener a raya al flirosh. Le lanzó patadas y empujones con el trozo de hueso, pero solo parecía enfurecer más a la criatura. No duraría mucho.

Ludo meditó la posibilidad de usarlo a su favor. Interrogarlo. Aquel era un objetivo mucho más asequible que aquella pareja de solaris. Además, claramente sabía de ellos. Más bien, era uno de ellos. Pero eso ponía a Ludo en duda. ¿Se convertiría como los otros dos si intentaba amenazarlo? De ser así, tendría que haberse transformado antes para salvar su vida. No tenía sentido que hubiese mentido a los suyos al pedir ayuda. Tal vez no pudiese transformarse, o tal vez no tuviese la energía para hacerlo, si es que tal cosa era posible. Todo eran puras conjeturas. Y el tiempo para tomar acción se había acabado.

Una de las garras del flirosh sobrepasó el hueso con el que Eadric se defendía y se cernió sobre el rostro del solaris. Ludo reaccionó. No volvería a tener una oportunidad como aquella. Se puso de pie y corrió hacia ellos. Las manos buscaron desesperadas las dagas de hueso que reposaban en sus enganches. Tomó tres con cada mano, trató de estabilizar el ritmo para poder lanzar, y a mitad de camino disparó la primera daga.

—Levitato —pronunció, y la daga tomó mayor velocidad de impulso y su trayectoria se corrigió para acertar en el cuello de la criatura.

El flirosh chilló y dejó de empujar. Eadric aprovechó el momento para darle una patada a la criatura y alejarla de sí. Ludo no detuvo su ataque. Lanzó dagas y pronunció su hechizo cinco veces más, usando todos los objetos arrojadizos para abatir al enemigo. Cada proyectil acertó con precisión en el cráneo, pecho y cuello de la criatura. Esta cayó al suelo y se retorció entre espasmos antes de perecer.

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Tenemos nuevo character, gente. ¿Quién es Eadric y por qué está relacionado con Veros y Lara? Se ha dado algo de información en conversación, pero Ludo no está conforme con eso. Si quieres saber quién es y qué averiguará Ludo, sígueme para averiguarlo.

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