Capítulo 38: ¿Aliado? I

Caminó con cautela. Esos dos solaris ya le demostraron ser sensibles a los sonidos, como tuvo el infortunio de comprobar en una ocasión cuando los perseguía para intentar averiguar más sobre ellos. Al recordar lo que pasó aquella vez, Ludo se llevó las manos a la capucha hecha con piel de flirosh y se cubrió con ella. Estaba lejos de los solaris, pero seguía sintiéndose inseguro ante ellos.

Ludo los vio girar a la derecha de un túnel y contó medio minuto antes de acercarse. Avanzó pegado a la pared de roca, siempre mirando hacia la esquina en caso de que algo apareciese de golpe, siempre con el oído atento.

—¡Te encontré! —gritó Veros.

Ludo sintió que se le helaba la sangre y se le cortaba la respiración. Sin pensarlo, se echó al suelo y aprovechó la indumentaria para simular ser el cadáver de otra criatura. Oculto, llevó una mano hasta su cuchillo de piedra, y con la otra se palpó las dagas de dientes y huesos que sustituyeron a sus flechas. No serviría de mucho contra los solaris, pero antes prefería volver al oscuro rincón de subconsciente del que salió que dejarse matar sin dar batalla.

Escuchó un chillido atronador que retumbó las paredes y le provocó un temblor que le recorrió toda la espina dorsal.

—Está vivo —gritó Lara con la misma emoción que cabría esperar de una niña al recibir un juguete—. ¡Está vivo!

Ludo escuchó algunos escombros caer sobre huesos y cadáveres. Justo después, el grito colérico de una criatura.

—Lara, deja de gritar y concéntrate —le gritó Veros. Acto seguido, los rayos de luz solar iluminaron todo el camino de delante.

—No dejaré que te lleves toda la diversión —respondió Lara. La luz solar se volvió doble.

Ludo gateó hasta la esquina y asomó la cabeza por esta, intentando permanecer al ras del suelo, como si se tratase de un simple cadáver más. Y desde allí observó atento.

Más adelante, en una sala enorme, sobre lo que parecía ser un montículo de cadáveres, se alzaba una criatura formada por decenas de cuerpos. Una amalgama de carne putrefacta y hueso. Por toda su forma sobresalían brazos y piernas que se retorcían como si de gusanos se tratasen. Entre ellos, en algún momento era posible encontrar asomada alguna cabeza que solo abría la boca para soltar lamentos sordos.

La criatura, si bien estaba compuesta por muchos cadáveres, su cuerpo se asemejaba a un torso con la parte de abajo, sostenido por cuatro brazos colosales, y cuya cabeza consistía en unas fauces enormes con dientes hechos de costillas a lo largo de muchas hileras de ambos maxilares.

Parada sobre sus cuatro patas delanteras, la amalgama de cadáveres debía de medir unos siete metros. Pero no pareció importarle a Lara, la cual saltó directo a la cabeza de la amalgama mientras gritaba. La solari le dio una patada descendente al cráneo de la criatura, provocando que agachase la cabeza, pese a la diferencia de tamaños. Lara rio, suspendida en el aire, mostrándose orgullosa de su poder. Pero la amalgama se recuperó antes de lo previsto, y con una de sus manos dio un golpe que dejó estampada a la solari contra la pared.

Veros aprovechó la distracción creada por su compañera y, usando sus habilidades de vuelo, cargó contra la única pata que sostenía el lado derecho de la criatura. El impacto provocó que se inclinara y cayera de lado, haciendo temblar el suelo y saltar varios de los cadáveres de debajo.

—Recuerda que los de la tercera no solo usamos la fuerza para combatir, también usamos el ingenio —dijo Veros antes de caer encima del cráneo de la criatura.

Otra vez mencionaba eso de tercera. Desde que comenzó a seguirlos, escuchó a Veros decir eso en varias ocasiones, pero nunca consiguió saber qué significaba.

—También utilizamos el ingenio —se burló Lara en tono infantil, aún estampada en la pared, como si eso no le hubiese hecho nada.

La chica se desincrustó de la pared con sus pies, utilizándola como impulso para caer sobre la amalgama como si de una roca se tratase, hundiéndole la cabeza en la montaña de cadáveres.

—Ahí tienes tu ingenio, Veros —le dijo Lara.

Entonces, los brazos de los que estaba compuesta la amalgama se giraron hacia la solari y se aferraron a sus piernas como unas enredaderas.

—Cuidado —gritó Veros. Lara alzó la mirada, pero el brazo de la amalgama ya estaba encima de ella, y la aplastó contra sí misma, ocultando la luz de esta—. Mierda.

Veros intentó ir hacia ella para ayudarla, pero los brazos bajo sus pies también lo atraparon. Este levantó el pie y comenzó a patear a y pisar extremidades. Sin querer tropezó y se cayó de espaldas, y todos los brazos y piernas lo envolvieron como una araña a su presa, y opacando la luz que emitía.

Una parte de Ludo se alegró al ver la escena. Si todo iba bien, ya no tendría que preocuparse de ellos. Sin embargo, estaban allí por algún motivo, y que ambos muriesen significaba que Ludo jamás podría averiguarlo. Y eso en sí no le molestaría si no fuera porque tenía la sensación de que había algo grande detrás de la presencia de esos dos.

Para decepción de Ludo, cuando vio el puño de Veros sobresalir de aquella prisión de brazos y piernas, supo que el dúo no caería fácilmente.

El muchacho sacó el otro brazo y comenzó a arrancar extremidades a diestro y siniestro. Los huesos estallaban en las juntas al desprenderse de forma violenta. Las manos de Veros los destrozaban como si fuesen un montón de ramas secas. Cuando las extremidades no fueron suficientes para contenerlo, Veros emergió de entre ellas, libre, y con gesto furioso.

La luz de Lara comenzaba a escaparse a medida que levantaba la mano de la amalgama usando ambos brazos. Veros voló hacia ella y se colocó a su lado. Ambos utilizaron su fuerza conjunta contra la de la criatura y consiguieron apartar la extremidad de encima. Al salir, ambos ascendieron a las alturas. La amalgama aprovechó para volver a levantarse.

—Lara, recuerda por qué los de la primera nos enviaron en parejas —le dijo el chico, girándose hacia ella.

—Lo recuerdo. Aunque esperé que nunca tuviéramos que llegar a eso.

—La situación lo requiere. ¿Estás lista?

Lara sonrió con desafío.

—Siempre.

—Bien, en ese caso, prepárate para tumbar a esta alimaña.

Ambos flexionaron las piernas y luego se lanzaron hacia la amalgama. Veros pasó cerca de uno de los brazos sobre los que se apoyaba y se aferró a las extremidades que lo componían. Aprovechó la velocidad de vuelo y su fuerza para arrancarlos, llevándose algunos cadáveres consigo. La amalgama se desestabilizó, y Lara fue la siguiente en pasar por el mismo sitio y tirar de brazos y piernas, arrancando cuerpos y partiendo la extremidad. La criatura soltó un grito al caer. Los solaris giraron sobre sí mismos y le lanzaron los cuerpos a las fauces de la criatura. Esta abrió la boca, pese a estar cayendo, y se las ingenió para devorarlos. Veros abrió los ojos como platos al ver algo en el interior de la bestia. Ludo no pudo ver el qué, porque la criatura le estaba dando la espalda.

—Lara, tengo una idea —dijo Veros sin perder de vista a la criatura—. Pero es arriesgada —se giró hacia ella—. ¿Estás dispuesta a ponerte en peligro a ti misma? Te aviso, esto no es más que una hipótesis. No hay garantía de que...

—Solo dime la maldita idea.

—Necesito que esa cosa abra la boca. Cuando lo haga, sujetaré su boca para mantenerla abierta. Tú tendrás que meterte y arrancar el cadáver que está en su garganta. —La chica no dijo nada, solo se lo quedó mirando con una sonrisa—. ¿Estás de acuerdo o no?

—Y yo pensaba que no podías tener ideas divertidas. Cuenta conmigo.

La criatura los atacó descargando su brazo sobre ambos. Lara sonrió y empujó a Veros de una patada doble en el pecho, pero fue aplastada en el proceso.

—Mierda —se quejó Veros.

Este se impulsó hacia el brazo y volvió a arrancar las extremidades que la componían. La criatura gritó, apartando el brazo, pero lanzando otro al ataque. Veros se preparó para interceptarlo, pero Lara salió disparada, golpeando el brazo desde abajo y desviando la trayectoria del ataque. Esta temblaba por la fuerza con la que empujaba el brazo de la amalgama. Le caía sangre de la frente, manchándole el pelo y los ojos. Se giró hacia Veros con semblante embravecido.

—Deja de mirarme y métete en su boca —le gritó la chica.

Este adoptó una expresión seria y asintió antes de lanzarse como una flecha. La boca de la amalgama iba a cerrarse, pero Veros se metió justo antes de que lo hiciera. Sujetando sus mandíbulas con las manos y los pies. Empujó con las cuatro extremidades, y consiguió abrirle la boca a la criatura. Los brazos que estaban cerca de la boca comenzaron a sujetar a Veros y a arañarlo.

—Te toca —gritó el muchacho.

Lara abandonó la lucha contra el brazo de la bestia y cargó directo a la garganta. No se preocupó por esquivar dientes hechos de costillas, tan solo los atravesó, produciendo múltiples crujidos. En ese momento, Ludo la perdió de vista. Pero, segundos después, la chica salió disparada de espaldas, chocando contra Veros y llevándoselo consigo. Casi al instante, la bestia comenzó a descomponerse, dejando que cayeran los cadáveres y los huesos que la formaban. Su cuerpo se derrumbó del todo y los cadáveres que quedaban se desperdigaron por toda la sala. Esos dos desgraciados lo habían conseguido.

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Volvemos con Ludo y los solaris. El pequeño monstruo persigue incansable a la pareja para entender qué hacen allí y por qué siguen en este mundo. Para saber qué está ocurriendo, síganme y tendrán las respuestas.

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