Capítulo 20: Campamento VII
Esa noche Marco y Jackie se fueron al bosque para sentarse a ver las estrellas. Esta vez, con linternas y teléfonos encima. Él, incluso, llevó consigo las tijeras dimensionales. Con todas esas precauciones, sus padres los dejaron sin preocuparse. La idea principal era ir los cuatro, pero Hope se "desvió" por el camino para ver unas flores, y en el proceso se llevó a Leo consigo.
Eligieron un sitio cómodo y colocaron una manta pequeña en la que echarse. El aire era fresco, pero tenían sus sudaderas y estaban muy pegados el uno al otro. La cabeza de Jackie apoyada en su hombro y la suya apoyada en la de ella. Todavía podía sentir un poco de humedad en el cabello de ella, y también notaba el aroma a vainilla de su champú. Inspiró profundamente y soltó un suspiro de satisfacción. Si por él fuera, podrían estar así toda la noche.
—Oye, ¿crees que Hope intenta dejarnos mucho tiempo a solas? —preguntó él.
—Sí. Comienzo a pensar que le gusta el romance —comentó ella sin moverse de su sitio—. Cuando le dije que me gustabas se puso muy contenta.
—¿Cómo sabes cuando está contenta y cuando está normal?
Jackie se rio entre dientes.
—Por los ojos, se le nota en la mirada cuando está eufórica. Aunque con el tiempo aprendes a ver que su sonrisa también es diferente.
—Parece que la conoces bastante bien. ¿Hace mucho que son amigas?
—Desde los diez años. Me senté junto a ella en el comedor y comenzó a hablarme de las flores. Pensé que me iba a decir algo como que las flores eran bonitas y todo eso, y lo hizo, pero me dijo más cosas de las flores. Cómo que algunas eran venenosas pero bonitas, y que muchas personas habían caído enfermas por tocarlas u olerlas demasiado.
Marco frunció el ceño, confundido.
—¿Por qué te contó eso?
—Porque lo había aprendido hacia poco tiempo y tenía ganas de compartirlo con alguien más.
—¿Y no te asustó?
Sintió como Jackie se encogía de hombros.
—¿Qué puedo decir? Me llevo bien con chicas raras. El resto nunca ha sido de mi estilo. Me parecen muy delicadas.
—Y desde luego Hope no es delicada. Lo comprobé en la piscina —dijo con cierta cautela, como si la chica estuviera cerca—. Por eso Janna te cae bien también, ¿no?
—Eres muy observador, Díaz.
—Bueno, es que en ese sentido te entiendo, los amigos con los que me junto tampoco son el tipo estándar de chico de secundaria. Quiero decir, somos los únicos en la clase a los que les gusta calabozos y dragones. Bueno, y a Janna.
—Viéndolo de ese modo, se podría decir que somos parte de los raros de clase —dijo ella, acompañada de una risita.
—Bueno, tú te relacionas y te llevas bien con todo el mundo.
—Pero no me junto con todo el mundo.
—Cierto —convino él, y recordó algo que le estaba carcomiendo por dentro—. Jackie, tengo una duda. ¿Por qué Leo te llama Tomás?
La chica sonrió.
—Has tardado en preguntarlo —rio ella—. Es una broma interna. Desde que nos conocemos a él le gusta molestarme, y yo le pago con la misma moneda. Cuando se enteró de cual era mi nombre completo se rio y me comenzó a llamar Tomás. A mí me molestó que se burlara, y solo por eso él siguió haciéndolo. Con el tiempo dejó de molestarme que me llamara así, pero eso no le impidió que me siguiera usando ese nombre.
Esta vez, Marco se rio.
—Se nota que se llevan bien.
—Somos amigos de la infancia —respondió ella—. Por cierto, y cambiando de tema, ¿qué hiciste por la tarde? Dijiste que irías a pasear por el bosque, pero volviste todo sudado.
—Ah, eso —dijo, acompañado de una risa nerviosa—. Pues, estuve practicando con la espada.
Al escuchar eso, la chica se reincorporó y lo miró a los ojos. Estaba muy cerca, cosa que lo ponía nervioso, pero a ella no parecía importarle, o más bien, no había reparado en ello, porque la expresión en su mirada era la misma que la de un niño curioso.
—¿Practicando con la espada? O sea, ¿una espada real?
—Sí, la espada que me traje de la dimensión X-103. Te habré hablado de ella en alguna ocasión.
—Sí, lo recuerdo, pero nunca me dijiste que practicabas con ella.
—Eso es porque es la primera vez que vuelvo a practicar. Al menos en este cuerpo —dijo mirándose la mano. Aún tenía roja parte de la palma, producto de la falta de costumbre. No era nada de lo que preocuparse.
—¿Y por qué has vuelto a practicar? —Jackie se quitó de encima y se sentó. Marco hizo lo mismo, colocándose a su lado.
—Bueno, no es karate, pero cualquier tipo de ejercicio es bueno para volver a poner mis brazos en forma. Pero también es por lo que pasó. En el bosque cuando nos caímos. Pude con ese jabalí, pero no era muy grande, y solo cayó después de decenas de golpes.
Jackie miró un momento al cielo, pensativa. Marco no sabía cómo interpretar su silencio. ¿Estaría preocupada?
—¿Crees que vuelvas a pasar por una situación similar a la de esa noche? —preguntó ella, tomándolo por sorpresa.
—A ver, es poco probable que vuelva a ocurrir algo así, pero —hizo una pausa, pensando en lo que iba a decir—, no sé, me siento seguro volviendo a practicar con la espada. —Solo practicando con la espada entre sus manos se sentía como cuando su cuerpo estaba en las mejores condiciones posibles. La fuerza y resistencia tomarían tiempo en regresar, pero la habilidad podía recuperarse rápido si practicaba en serio y las adaptaba a su cuerpo adolescente.
—Bueno, teniendo a Star como amiga, es mejor estar preparados para lo que sea —bromeó ella—. Además, tus habilidades fueron muy útiles esa noche. Es un hecho. Yo en cambio no fui de mucha ayuda.
—Eso no es verdad. De no ser por ti, esa noche no habría dormido. Y de haber sido así, al día siguiente habríamos tardado más en llegar al campamento —dijo él, aunque Jackie no se mostró muy convencida. Ella miraba al cielo mientras jugaba con su collar—. Además, tarareas muy bien. ¿Dónde aprendiste esa canción?
Jackie sonrió.
—Mi madre me la solía cantar para dormir cuando estaba triste —explicó ella.
—Oh —Marco sintió que estaba caminando por hielo quebradizo—, lo siento.
Jackie se giró hacia él, sin perder la sonrisa.
—Marco —le colocó la punta de los dedos sobre la mano con mucho cuidado—, está bien.
Se sintió apenado. Consideraba que el tema de los fallecidos era un tema muy singular para cada uno. Él ya había tenido su lucha en alguna ocasión en la dimensión X-103. Había visto muerte, y también sido participe de esta. Aun así, Jackie se mostraba serena. No parecía rehuir del tema. Y si tenía que ser sincero consigo mismo, tenía ganas de saber más de su familia, de ella, de quién fue.
—¿Cómo era ella? —se atrevió a preguntar.
—Era una madre normal: atenta, cariñosa, y le gustaba hacerme cosquillas. Aunque a veces me mentía.
—¿Te mentía? —preguntó, extrañado ante tal respuesta.
—Sí, ya sabes. Cuando intentas hacer alguna cosa para ella, como cocinar, o una taza con arcilla. Ella siempre decía que le gustaban, pero no creo que fuera cierto.
—¿Cómo puedes estar segura de que no decía la verdad?
Jackie se giró hacia él y lo miró con una sonrisa que escondía malas intenciones.
—Tienes razón. ¿Quieres probar mi omelette de plátano, pimienta, mayonesa y purpurina? Pero no se vale decir que no te gusta.
—De acuerdo, puede que te mintiera —admitió con una sonrisa jocosa—. Pero parecen las típicas mentiras piadosas.
—Lo sé. De esas que le dices a los niños porque los ves ilusionados. Cómo cuando me hiciste ese batido extraño de café con cereales y una bolita de leche malteada.
—Oye —rio él.
—Marco, perdona que lo diga, pero eso no estaba bueno —rio ella también.
—De los errores se aprende.
—¿Y qué aprendiste esa noche?
—Que no es buena idea combinar café con cereales y una bolita de leche malteada —ambos se rieron, disfrutando de la noche, hasta que se calmaron y suspiraron para recobrar el aliento. Y la pregunta se le pasó por la mente. No supo si hacerla, pero la curiosidad le estaba picando—. Y, ¿qué fue lo que le ocurrió?
—Enfermedad cardíaca —respondió después de unos segundos—. Su corazón tenía las pulsaciones más bajas de lo normal, y también tenía la tensión baja. A veces tenía mareos repentinos o desmayos. Debido a eso, no solía cargarme en brazos. Por lo que me dijo mi padre, era cuestión de tiempo. —Hizo una pausa—. Murió cuando yo tenía seis años.
Jackie le dejó un momento para digerir esa información, cosa que Marco agradeció. No sabía que decir al respecto. Era incapaz de imaginarse como se habría sentido Jackie en ese entonces.
—Debió ser duro para ti y para tu padre.
—Lo fue —respondió—. Creo que mi padre se llevó la peor parte. Yo era muy pequeña como para entender la situación, pero él hizo todo lo posible para que tuviésemos una vida plena los dos solos. —Jackie tomó aire y luego suspiró—. Aunque tuvo algún momento de debilidad. Al menos, alguno que haya podido ver. —Había reflexión en sus palabras, y en su mirada—. Nunca me atreví a preguntarle cómo sobrellevó la situación. —Notó los dedos de ella entrelazarse con los suyos.
Incluso Jackie tenía reparo en hablar de ciertos temas, aunque fuese con su padre. Marco le acarició la mano con mucho cuidado, intentando no apretar sus heridas.
—El día de nuestra cita, cuando fui a buscarte y estuve esperando abajo con tu padre, vi una foto de él y tú madre. Me comenzó a hablar de ella. Se le veía feliz.
La expresión de Jackie se suavizó, pero se le escapó una lágrima que se limpió con el dorso de la mano que tenía libre. Y Marco se preocupó por no haber tenido tacto.
—Lo siento, no quería hacer que te sintieras mal.
Ella dibujó una sonrisa serena y negó con la cabeza.
—Ya te dije, Marco, está bien. No suelo hablar de este tema con todo el mundo, claro que Leo y Hope lo saben, pero de verdad me apetecía contártelo en algún momento.
Ambos cruzaron miradas. Él le sonrió y le colocó una mano en la nuca. Se acercó a ella y también la atrajo para sí, y le dio un beso en la frente. Ella correspondió al gesto y lo abrazó.
—Gracias por contármelo —dijo él.
Ella se rio.
—Claro que te lo iba a contar, tontuelo. —Ella se separó y lo miró a los ojos—. Pero no te preocupes si se me escapa una lágrima. Es difícil no ponerse un poco sentimental, pero esto es algo que ya tengo más que asumido. El tiempo y mi padre me ayudaron con ello. Además —llevo una mano al collar de concha en su cuello—, aunque mi madre no esté, siempre llevaré algo para recordarla.
Marco en verdad no era capaz de imaginarse por lo que tuvo que haber pasado de pequeña, pero sí que estaba seguro de una cosa, que podía confiar en las palabras de la chica que tenía delante.
El sonido del celular de Jackie interrumpió el momento, y ambos miraron hacia este.
—Un segundo —dijo ella, buscando en su bolsillo—. Tal vez sea Carl.
—A ver si por fin nos dice algo.
Jackie desbloqueó la pantalla y su rostro se iluminó.
—Es él —dijo, ilusionada.
—¿Qué dice? —preguntó impaciente. Llegados a ese punto, Jackie le había contagiado la ilusión.
—Es un mensaje de audio.
—Reprodúcelo. —Ella lo miró y sonrió, divertida—. ¿Qué? Yo también tengo curiosidad.
—Ya voy, capitán impaciencia —se burló, y reprodujo el audio.
Hola, Jackie. Disculpa la demora, pero he estado ocupado con otros asuntos. Mira, seré breve. Hemos estado estudiando el sitio en donde te caíste, y descubrimos que en ese punto había una parte hecha de roca maciza. Esto es algo bastante común, que encima de la roca se llene de barro por las lluvias y luego ese barro se seque y forme parte del terreno. Como la tierra no forma parte de la roca, esta tiende a desprenderse si algún terremoto o temblor lo provoca. El problema es que este no fue tu caso, por lo que sigue siendo un misterio para nosotros el hecho de que la tierra se desprendiera de esa forma. Me he visto obligado a llevar el caso al departamento encargado, así que dejará de estar bajo mi jurisdicción. Lamento no poder aclarar tus dudas. Pero espero que esto haya ayudado a calmar tu curiosidad. Adiós.
Ambos jóvenes se quedaron anonadados por unos segundos. Luego se miraron entre ellos.
—No lo entiendo —dijo Jackie—. Ni siquiera ellos han podido averiguarlo. —Estaba confundida.
Jackie escribió algo en el celular y lo volvió a guardar, luego se quejó y se dejó caer de espaldas sobre la manta.
—Y yo pensaba que por fin alguien nos podría decir qué ocurrió —dijo ella con la vista en el cielo.
—La verdad es que es muy extraño —dijo él, también acostándose en la manta—. ¿Crees que sabremos lo ocurrido en algún momento?
—No lo sé. Pero si ves en las noticias que los científicos han descubierto un nuevo fenómeno geológico, sabemos a quién preguntar.
—Sí. Pero es una pena. No quería quedarme con la duda.
—Yo tampoco —dijo ella—. Supongo que no siempre se puede saber todo.
Marco convino en esa afirmación con un sonido y se quedaron callados, mirando las estrellas. Marco sintió el dedo meñique de Jackie entrelazarse con el suyo, y este correspondió el gesto y sonrió. Pese a todo, era una bonita noche.
⫷—-—⩵ ⨀ ⩵—-—⫸
Volvemos con la historia, y algo más de desarrollo para la pareja, solo para volver a alejarnos, porque la semana que viene toca Ludo, así es, el enano verde volverá, y espero que eso les guste, porque, curiosamente a mí sí.
Si te gustó el capítulo, escribe un comentario, sin importar que estés leyendo esto después de uno o dos años de su publicación, pues me encantar leer a mis lectores. Y si gustas, también deja un voto.
Gracias por tu tiempo y apoyo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top