Primer dia de clases.

—¡Hipo!—Expresa Zel y veo como se balanza hacia él y lo toma del brazo y a mí del otro—este será un ¡gran año!—expresa feliz.

—¿Así?, ¿Y por qué?—pregunta Haddock con cierto entusiasmo. Ella lo ve con una sonrisa y se recarga de mi brazo, había mucha felicidad en los pasillos. Y en el fondo pude ver a un par de hermanas. Una de ellas se llama Elsa.

—Vaya, vaya—expresa Zel con una sonrisa—¿así qué te gusta?—la volteo a ver algo sorprendido—es linda aunque no me agrada mucho aún que por ti, la soportaría.

—Ella no me gusta Zel—sonrió ligeramente y ella mira a Hipo.

— Oh vamos, a mi no me puedes decir que no, conozco tu mirada, esa que pones cuando alguien te gusta—. De inmediato Hipo empieza a reír yo lo veo con enojo y ella se sorprende.

—Perdón Zel, pero es lo más tonto que has dicho, si supieras realmente eso sabrías que...—lo interrumpo.

—Que me inscribiré en alguna actividad extra—expresé con rapidez, ambos me voltean a ver.

—¿¡Enserio?!—expresaron los dos sorprendidos a lo
que tuve que asentir ligeramente.

—Genial—los tres volteamos para retomar nuestro camino y ahí estaba Elsa—El equipo de Fútbol necesitan jugadores nuevos—ella había ignorado a Hipo y a Zel, al parecer solo hablaba conmigo—Con eso de que cada año se van jugadores es...complicado—. La miré a sus ojos azules, no me había percatado de lo bellos que eran, grandes, perfectamente alineados, pero no es Zel.

—¡Escuche que te metiste a patinaje de hielo!—ambos volteamos a verla, Elsa la ve de arriba a bajo y suspira.

—Si, es bastante interesante, me gusta demasiado podría decirse que ese deporte fue hecho para mi—ella aprieta sus labios, indicando que se sentía algo incomoda. Después de que entrara al equipo de porristas, Elsa trató todo para que la sacaran.

—Bien tengo que irme, pero pensaré la propuesta— conteste esquivándola para podernos ir.

—Wow, me sentí realmente...—terminó su frase.

—¿Incomoda?—ella niega con seriedad y me voltea a ver, pero no dijo ninguna palabra lo que se me hace bastante raro, pero tampoco quise preguntar y no porque no quiera saberlo, pero ella siempre termina diciéndome las cosas.

La dejamos en su salón ya que ella le había tocado un grupo distinto a nosotros. Veo cómo busca un lugar disponible y una niña le hace un ademán para que pueda sentarse ahí. Sonreí ligeramente, siempre nos había tocado juntos y esta vez nos separaron, me preocupé un poco ya que ella no suele hacer amistades tan fácil.

—Vaya, eso realmente fue incomodo— expresa Hipo—lo miro con el ceño fruncido.

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