Capítulo 33: Dani
Dani sube a su habitación y se cambia poniéndose unos vaqueros azules y una camiseta blanca con una calavera. Vuelve al ascensor y baja hasta la última planta de nuevo. Llama a la puerta y, cuando entra, ya no está allí Carlos.
Le explica a Uriel todo lo que ha pasado los últimos días: que le ordenaron a Aaroa que matara a príncipe de los demonios, que ella no lo hizo, que intentaron matarla la otra noche y que se desmayó. No cuenta casi nada sobre David.
Otro ángel interrumpe la reunión para avisar que Aaroa ya he despertado. Dani quiere correr ahora mismo hasta la zona médica para estar junto a ella. Uriel lo nota.
- Deberíamos dar por finalizada la reunión. Ya seguiremos hablando luego. Fernández, puede irte.
Dani sale con paso firme del pequeño cuarto y empieza a correr en el momento en el que cruza la puerta. Sube las ocho plantas que le separan de su amada por las escaleras y llega a la habitación de ella casi sin aliento. Abre la puerta y está con Blas y Carlos.
Narra Aaroa
Abro los ojos y estoy en una habitación que no reconozco. Todo me da vuelta. Cierro los ojos de nuevo. Vuelvo a abrirlos y veo a un montón de médicos alrededor de mí. Mi vista está muy borrosa.
Empiezan a asaltarme con un montón de preguntas sobre como estoy o si me duele algo. Cuando ya se van, consigo adivinar las figuras de Blas y Carlos.
- ¿Qué ha pasado? -Pregunto un poco desorientada todavía
- Te desmayaste, Dani nos trajo aquí. -Responde Blas.
- ¿Dónde está Dani?
- Se ha tenido que ir, luego vendrá.
Se abre la puerta y entra un chico rubio corriendo.
- ¿Cómo estás? -Es la voz de Dani.
- Por lo que parece un poco menos cansada que tú. -Respondo riéndome.
- Blas y yo nos tenemos que ir. Luego volvemos. -Dice Carlos ates de darme un beso en la frente y salir de la habitación cogido de la mano de su chico.
Poco a poco se me ha ido aclarando la vista y ya consigo ver el rostro de Dani, su car muestra preocupación.
- Me has dado un susto enorme, pequeña. -Dice Dani acariciando mi mejilla.
Poco a poco se acerca a mí y sus labios rozan los míos. No despegamos nuestros labios hasta que la necesidad de oxigeno nos obliga a ello.
- Perdón. Tendría que haberte traído aquí antes.
- No pasa nada, ya estoy bien. Aunque me escuecen un poco los ojos por las lentillas. -Digo.
- Voy a avisar a un médico, vuelvo en medio minuto.
Sale dejándome sola. Muerdo mi labio recordando el tacto de su boca sobre la mía. En la sala entra un médico y le explico que llevo con las lentilla desde anoche aunque no sé siquiera que hora. Tras quitarme yo las lentillas, me echa unas gotas y me indica que me las eche cada tres horas.
A la noche, ya he salido del hospital, me han dicho que al menor indicio de mareo que vaya enseguida al hospital. Uriel, no me sale llamarla mi madre, ya me ha estado contando que ahora soy la princesa de los ángeles y un millón de cosas más.
- Princesa -Me llama Dani.
- Vuelve a llamarme princesa y la tenemos, todo esto ya me está superando como para que me recuerdes que soy princesa. -Le interrumpo amenazante.
- Te lo decía en plan cariñoso, ¿prefieres que te llame de otra manera?
- Como quieras menos princesa.
- ¿Te parece mejor pequeña?
- Me parece perfecto.
- Ahora me paso a por ti y vamos a cenar, pequeña.
Me despido de él con un beso y le veo irse hasta su habitación. Es un alto cargo entre los de aquí y tiene una habitación más grande en la planta más alta del edificio principal a pocos metros de la mía.
La habitación es moderna pero las paredes blancas y desnudas dan una sensación muy fría. Tiene una cama un poco mayor de una individual pero más pequeña que una de matrimonio. Una puerta da un baño y junto a éste otra da a un vestidor. Tiene un sofá y un rinconcito para leer junto a la ventana.
Entro en el vestido y hay un vestido blanco junto a unos altos tacones de ese mismo color, nada más entrar. Y una nota: "Ponte esto en la cena". No me voy a poner un vestido largo simplemente para cenar.
Me doy una ducha relajante y me visto con la ropa interior. Vuelvo al vestidor y observo toda la ropa que hay allí. Al final decido ponerme el vestido que me han dicho básicamente porque no conozco nada de este sitio.
El vestido el largo hasta el suelo con una especie de cola por atrás. Es de corte griego con solo una manga, tiene pedrería por el tirante y la parte del escote. Se ajusta en el pecho y luego cae suelto.
Me pongo los tacones con miedo a caerme de los altos que son. Me acabo de peinar colocándome todo el pelo a un lado y fijándolo con pequeñas horquillas para que no se vean. Me maquillo natural, simplemente haciendo la raya y echándome rímel.
Llaman a la puerta y voy a abrir. Frente a mí veo a Dani con unos vaqueros blancos y una camisa del mismo color que le sientan como un guante.
- Te sienta muy bien el blanco. -Tiro del cuello de su camisa y uno sus labios a los míos.
- ¿Nos vamos, pequeña? -Me tiende su brazo.
- Nos vamos.
Cojo su brazo y nos encaminamos hacia el ascensor. Allí están Blas y Carlos comiéndose a besos.
- Un poquito de decoro. -Dice Dani al entrar.
Se separa al instante y las mejillas de ambos se tornan rojas. Blas se coloca en su sitio la camisa también blanca que lleva y Carlos intenta peinarse mirándose en espejo del ascensor.
- ¿Dónde vais tan acaramelados?
- Tenemos que ir a una ceno o de algo de eso.
- Bienvenidos al club. -Dice Dani con resignación.
Bajamos del ascensor todos juntos. Nos dirigimos a sitio donde se supone que es la cena. Es una gran sala y unas diez o veinte personas, todas vestidas de blanco y muy elegantes, nos esperan allí dentro.
Entrelazo mis dedos con los de Dani antes de entrar. Todos fijan sus ojos en nosotros en cuanto cruzamos la puerta. Nos sentamos los cuatro junto a Uriel. Ella se pone de pie y toda la sala enmudece.
Pronuncia un discurso y yo me dedico a observar a todos los presentes. Casi todos no aparentas más de treinta años pero sé perfectamente que es por la inmortalidad de los ángeles.
Blas y Carlos intentan hacer ver que atienden al discurso de Uriel pero en realidad se están cogiendo la mano por debajo de la mesa. Dani mira un punto fijo en la mesa. Sigo su mirada y me encuentro con una chica castaña con rizos. La chica le está haciendo ojitos a Dani y eso me molesta bastante.
Estás celosa.
No lo estoy.
Sí que lo estás. Si por ti fuera ya habrías asesinado a la castaña a sangre fría.
Lo que tú digas.
Dani tiene la mano apoyada encima de la mesa y pongo la mía junto a la suya. Él me ve y coge mi mano. Después del discurso de Uriel, la gente empieza a hablar con la gente de los sitios contiguos a los suyos.
Yo me intento entablar conversación con Carlos, Blas y Dani pero todo el mundo quiere hablar o con Dani o conmigo. Como envidio a Carlos y Blas en este momento. La cena se me hace eternísima pero consigo salir lo antes posible con la excusa de que estoy todavía un poco convaleciente.
Dani se va también y me acompaña hasta la puerta de habitación.
- ¿Te vienes ahora a mi cuarto y hablamos un rato?
- Vale.
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El proximo capitulo va a dar mucho de que hablar *luna negra del whastapp*
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