Capitulo 25: Nunca te dejaría caer
Mientras en casa de Aaroa...
Daniel, junto a Carlos, llegan al piso de Aaroa en intentan abrir la puerta. No parece que haya nadie en casa y con un golpe de karate de Daniel, consiguen forzarla. Empiezan a buscar por todo el pequeño apartamento a la chica pero no está.
- Joder, ¿dónde está? –Se pregunta preocupado Carlos.
El pequeño gato de Aaroa se acerca a Carlos y acaricia la pierna de éste con la cabeza para llamar su atención.
- Hola, gatito. ¿Tú sabes dónde está Aaroa?
El gatito emite un maullido que parece una respuesta afirmativa.
- Un maullido significa sí y dos, no. ¿Vale? –Le indica al gato como si pudiera entenderle.
El gatito maúlla una sola vez.
- Carlos, deja de hacer el subnormal, el gato no te entiende. –Le espeta Daniel.
- Si me entiende, hazme caso. Gato, una de prueba, ¿eres un gato negro?
El gatito ahora maúlla dos veces.
- ¿Sabes dónde está mi hermana? –Le pregunta.
El gatito maúlla una vez, se sube a lo alto del sofá y salta hasta el suelo.
- ¿Aaroa está haciendo escalada? – Intenta adivinar Carlos.
El gato maúlla dos veces.
- ¿Va a saltar desde un edificio?
El gato maúlla una sola vez.
Carlos: ¿Sabes llevarnos a ese edificio?
De nuevo un solo maullido. El gato sale de casa corriendo y los dos rubios le persiguen.
Llegan hasta el edificio desde donde hace un minutos acaba de salta Aaroa y se sube al ascensor. El gatito intenta arañar con sus patita debajo de donde están los botones para elegir a que piso quieren subir y Carlos le coge en brazos para que este a la misma altura que los botones. Araña encima del número 21, Daniel lo pulsa. Esperan no llegar demasiado tarde.
Unos minutos antes en la azotea de ese mismo edificio...
David salta tras Aaroa y un par de metros después consigue cogerla en brazos y vuelve a subir hasta llegar de nuevo a la azotea. David pliega sus alas y la chica golpea el pecho de él entre sollozos, el moreno la abraza hasta que ella se acurruca sobre su pecho llorando. David acaricia su espalda para tranquilizarla.
- Ya pasó, mi niña, ya pasó. –Susurra él chico.
- ¿Qué haces aquí? –Pregunta Aaroa entre sollozos
- Un día te dije que nunca te dejaría caer y cumplo mi palabra.
La chica llora más fuerte y agarra entre sus manos la camiseta de él. La puerta de la azotea se abre y entran Daniel y Carlos, el último lleva en sus brazos todavía al gato de su hermana. Los dos al ver al Aaroa sana y salva, se unen al abrazo de David dejando a la chica en medio de ellos tres.
- Menos mal que estás bien. –Suspira Carlos.
Tras ese cálido abrazo, los dos rubios se separan de la pareja. Aaroa poco a poco deja de llorar y besa con desesperacion los labios de su novio.
- Menos besuqueo que estamos en público. –Les interrumpe Dani.
Aaroa sonríe un poco y pregunta:
- ¿Cómo sabíais que estaba aquí?
- Sé que este es tú sitio favorito de Madrid. –Responde David.
- Aunque no te lo creas nos has traído aquí tu gato. –Responde Dani intentando no reírse por lo surrealista de situación.
- Luego dices que soy tonto, pero, ¿a quién se le ocurrió preguntarle al gato? A mí. –Dice Carlos intentando parecer enfadado.
- A nadie con dos dedos de frente se le ocurriría hablar con un gato. –Le recrimina Daniel.
- A mí sí, porque soy un ser de inteligencia superior. –Responde Carlos con superioridad.
- Tú tienes inteligencia superior y yo soy pelirrojo no te jode. –Ironiza Daniel.
- ¿No ves? Sabía que eras rubio de bote.
La chica ríe con la discusión entre los dos rubios.
- Deberías darnos una explicación, ¿no crees? –Dice suavemente David, temiendo que Aaroa rompa de nuevo a llorar
Aaroa: Me dijeron que me matarían si... si yo lo hacía contigo. No quiero un mundo sin ti, sin tus visitas nocturnas, sin... -El llanto le impide seguir hablando.
- Para tener que tocarte un solo pelo tendrían que pasar antes sobre mi cadáver. –Le dice David levantándole la barbilla para mirarla a los ojos.
Coge la cara de ella entre sus grandes manos y le limpia las lágrimas que se escapan de sus verdes ojos. Le da un beso en el pelo.
- Y sobre el mío. –Añade el hermano de la chica.
- Y por muy cursis y empalagoso que seáis David y tú, mientras yo pueda evitarlo, nadie os podrá hacer daño. –Añade también Daniel.
El felino compañero de piso de Aaroa levanta la patatita y maúlla como diciendo que el también cuidará de ellos. Se unen todos en un gran abrazo y, al separarse, Aaroa bosteza.
- Ya han sido suficientes emociones por hoy. Vamos a casa y descansas. –Dice David en un tono paternal.
- Prefiero irme a la mía. –Objeta ella.
- Venga, duerme conmigo. –Suplica su novio.
- Que no, quiero irme a mi casa.
- Vale, pero te acompaño.
- Este bien. –Acaba aceptando la chica.
Entran en el edificio desde la azotea y entran los cuartos y el gato en el ascensor. Aaroa está todavía abrazada a David.
- Sé que soy irresistible pero ya puedes soltarme.
Aaroa esconde la cara en el cuello del moreno.
- Se está muy bien aquí. –Le responde en un murmullo.
David la coge en brazos como a una princesa, ella se apoya en el pecho de él y poco a poco va quedando dormida.
- Pues sí que estaba cansada. –Rompe el silencio que hay en el ascensor.
- Vámonos a mi casa, no quiero dejarla sola.
Los tres amigos se encaminan a casa del moreno y cuando llegan, David deja a Aaroa sobre su cama, le pone una camiseta suya de pijama y la arropa, se quita la ropa y se acuesta junto a ella. La abraza por la cintura atrayéndola hacía. Quiere protegerla de todo y de todos. Decía en serio lo de que tendrían que pasar por encima de su cadáver.
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Ya subo antes de que alguien ejem Miguel ejem me mate. ¿Qué pensáis que pasará ahora?
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