Capitulo 12: Bipolaridad


  Me levanto de la cama sin ninguna gana y me pongo unos vaqueros y una sudadera encima de la camiseta del pijama y mis converses blancas. Cojo el móvil y salgo de casa.


  En la comisaria solo hay una persona en el mostrador. Le pregunto por Dani y David y enseguida salen los dos. El moreno me abraza por la cintura y dice:


David: Hola, cielo.


  Antes de que pueda reaccionar, me da un beso en los labios callando todas mis posibles protestas, tira de mi mano y salimos de la comisaria junto a Dani que mal a David.Cuando estamos fuera, le alejo de mí y digo:


- Que sea la última vez que me besas en tu vida.        


David: Eso no lo decías anoche.


  Aprieto los puños para reprimir las ganas de darle un guantazo y empiezo a andar en silencio en dirección a mi casa mientras que Dani, mira  con odio a David, y el moreno, tiene una sonrisa triunfante en la cara, me siguen y se retan con la mirada.


  Un par de calles antes de llegar a mi portal, me paro en seco a esperarle, ya que van un par de pasos por detrás de mí. Cuando llegan donde estoy yo, me cruzo de brazos y les pregunto seria:


- ¿Qué os ha pasado?


Dani: Nada.


- No, Dani, no sería nada si no tuvieras sangre en el labio y lo que mañana será un moratón en la mandíbula y tu —me dirijo a David— tiene  sangre en la ceja y en los nudillos.


David: Déjalo, son tonterías.


  Dani y David vuelven a mirarse retándose con la mirada, enserio me ponen mala con esa actitud de... ni siquiera sé de qué.


- ¿Me vais a decir que os pasa a  vosotros dos?


David: No importa.


- Me tenéis harta ya los dos. Si no me vais a contar nada, me voy a casa.


  Dani me da un abrazo y un beso en la mejilla y se aleja un par de metros pero sin llegar a irse. David me da también un abrazo y susurra en mi oído:


David: Nos vemos luego, preciosa.


  Me da un beso demasiado cerca de la comisura de la boca y se va. Me doy media vuelta y empiezo a andar en dirección a mi casa bastante rápido, es bastante tarde y quiero llegar a mi casa cuando antes mejor.


  Me paro cuando oigo un sonido proveniente de un callejón oscuro al pasar junto a él. Oigo los ladridos de un perro y me quedo completamente estática en el sitio, les tengo pánico a los perros desde que me mordió uno cuando yo era pequeña.


  Un pequeño gatito blanco, posiblemente no tenga más de un par de semanas de vida, sale corriendo del callejón y se pone detrás de mis piernas. Detrás del gatito aparece corriendo y ladrando un labrador.


Xxx: Quieto, Coco, quieto.


  Casi siendo arrastrada por el perro aparece una chica no mucho más alta que yo, delgada,castaña con mechas californianas rubias y ojos castaños mezclado con verde.


Xxx: Siento haberos asustado, este grandullón a veces tiene demasiada fuerza. A todo esto, soy Alicia.


  Me tiende la mano y yo se la estrecho.


- Aaroa.


Alicia: De verdad siento mucho el susto que te he dado.


- Tranquila, no pasa nada. —Intentando quitarle hierro al asunto— ¿Qué es la vida sin un pequeño susto de vez en cuando?


  Ambas reímos, no sé qué tiene Alicia que me ha caído bien al instante.


Alicia: Voy a seguir paseando a Coco, espero que nos volvamos a ver.


- Y yo.


  Intercambiamos los números y yo continuo andando hasta mi casa. Me paro en la puerta del portal para sacar las llaves y veo que el gatito blanco me ha seguido todo el camino. Me mira con esos ojitos azules que tiene y al final digo:


- Solo esta noche, y porque hace frío.


  Se ha levantado un viento frio que barre las solitarias calles de Madrid. Abro la puerta y cojo al gatito, cierro la puerta con cuidado para que no de un portazo y subo las escaleras corriendo. Entro en casa, dejo al gatito en el suelo y voy a la cocina para darle leche a mi nuevo compañero de piso.


  Dejo el bol junto a... tengo que buscarle un nombre, luego lo haré. Voy a mi cuarto a volverme a poner el pijama, voy a lavarme los dientes al baño y cuando vuelvo a mi cuarto, está allí David.


- ¿Qué haces aquí?


David: ¿Ya no puedo ni venir a verte?


- Si probaras a llamar al timbre y entrar por la puerta, tal vez.


David: ¿De verdad me vas a hacer irme?


  No le mires, no le mires, como le mires te va a salir tu vena altruista y no vas a poder decirle que se vaya.


Pero si estás deseando que se quede a dormir, bueno a dormir y lo que no es dormir.


Tienes un problema, en serio.


Y tú otro y el tuyo tiene fácil solución, tirarte a David.


  Miro a David y acabo diciendo:


- Está bien, quédate pero que no sirva de precedente.


  Soy demasiado blanda, David sonríe con sinceridad, sin pose de chulo, y tiene una sonrisa preciosa,


¿Ves cómo te tiene loca?


  David me abraza y me da un beso en la mejilla.


- Vamos al baño y te curo eso antes de que se te infecte.


  David me sigue hasta el baño, se sienta en la tapa del wáter y yo saco el botiquín. Mojo un algodón, lo mojo en alcohol y le digo:


-Esto va a dolerte un poco.


  Me agacho para estar a su altura y el tira mi camiseta haciendo que me siente sobre él con una pierna a cada lado de su cadera. Paso el algodón con cuidado por el corte de su ceja y David aprieta los labios.


- ¿Te duele?


  David niega sin pronunciar palabra y yo bajo la mirada a la herida a sus labios, me fijo en que él también observa los míos. Esta vez soy yo quien elimina la distancia entre nuestras bocas.


  El beso le pilla por sorpresa por sorpresa pero enseguida me corresponde a un beso lento, sin legua. Acaricia mi cintura por debajo de la camiseta y yo meto mis manos en su pelo.


  Nos separamos del beso por la falta de oxígeno y yo sigo curando a David en completo silencio como si no hubiera pasado nada.


 Tras acabar de curarle, salgo del baño dejándole solo. Me siento en el sofá y el pequeño gatito se acerca a mí. Le acaricio y el en respuesta se acurruca en mi regazo.


  David, hay que admitirlo, besa bien, cada uno de sus besos es mejor que el anterior pero este ha sido incluso tierno y no tan pasional como los otros, seguramente serán imaginaciones mías.


Te encanta David, admítelo.


No, solamente besa bien, eso no significa que me "encante".


Por fin empieza a admitir que por lo menos le gusta como besa, eso ya es un paso.


Me vas a tocar la moral ya.


Para tocarte eso y otras cosas ya está cierto moreno.


  David se sienta en el sofá ni pegado en mí ni en la otra punta del sofá.


David: ¿El gato es tuyo?


- Sí.


David: ¿Cómo se llama?


- No lo sé, todavía no le he puesto nombre.


  David coge al gatito y roza su nariz con el hocico del felino.


David: Hola, pequeñín. —Me mira a mí— tiene cara de llamarse Algodón.


- ¿Cómo va tener cara de llamarse lo que sea?


David: Que sí, mírale es pequeñito y blanco, como una bolita de algodón.


- Estás loco.


David: Dicen que las mejores personas lo están.


  Sin darme cuenta, estamos muy pegados con nuestras narices casi rozándose. David hace intento de besarme pero yo le hago la cobra.


David: ¿A ti qué te pasa? Primero me dices que no te bese pero me besas tú y ahora que te intento besar yo, me rechazas. No hay quien te entienda.


- Créeme, no me entiendo no yo.


David: Cuando te aclares, me avisas.


  David se levanta para irse pero yo le agarro del brazo, él se gira y dice:


David: ¿Y ahora qué quieres?


- No te vayas, quédate por lo menos a dormir.


David: Esta bien, a la cama ya, pequeña bipolar.


  Vamos los dos a mi cuarto y, mientras yo me meto en la cama, David se quita la ropa y se acuesta a mi lado.


- Buenas noches.


David: Sería mejores si tuviéramos planeado hacer otra cosa que no fuese dormir.


  Noto que el gatito recién bautizado como Algodón, se sube a la cama y se acurruca junto a mí en ella.


  Me despierto con el sonido del timbre. Pesadamente abro los ojos, me pongo las gafas y voy a abrir la puerta. Allí está Claudia y extrañada y medio adormilada, pregunto:


- ¿Qué haces aquí?


Claudia: Ayer quedamos para irnos juntas a trabajar.


- Pasa mientras yo me visto.


Claudia: Date prisa que son la ocho y cinco, tienes diez minutos.


  Me voy a mi cuarto sin encender la luz para no despertar a David y, como hoy hace un poco más de fresco por culpa de la primavera, me visto con unos vaqueros ajustado y una camiseta de manga larga.


  Me peino dejándome el pelo suelto y le dejo una nota a David diciéndole que me he ido. Al levantarme de la cama de la cama, he movido las sabanas y solo tapan al moreno de cintura para abajo, le doy un beso al moreno en la frente, me giro para irme ya y en la puerta veo a Claudia. Me llevo un dedo a los labios para que guarde silencio y salimos de mi casa, nada más cerrar la puerta de mi piso, Claudia dice:


Claudia: ¿Te has tirado al pastelito?

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Hoy no tengo nada que deciros asique solo:

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