9.
Inés.
Hoy que me ha dado por pensar en él, volver a preguntarme por qué fue tan importante, si al final tampoco se diferenciaba tanto del resto, con sus dos ojos, nariz, boca y un montón de ideas desordenadas en la cabeza. Mirándole detenidamente, nada le hacía especial. A lo mejor fue porque me dio por buscar un poco más a fondo, por intentar fijarme en las cosas que nadie ve, que son las que más me gustan a mí y las que para ti son insignificantes.
Joder, que bonitas son las cosas sencillas, una sonrisa, un guiño de ojo, un "mañana te vuelvo a ver" y qué bien sentaba escuchar su voz antes de que los rayos de sol hubiesen aparecido.
Una vez me dijeron que le felicidad era eso, apreciar los pequeños gestos, que al final son los que causan las mayores alegrías y lo que más echamos de menos cuando nos faltan. Y tenían razón.
¿Por qué no puedo, simplemente, dejarlo ir? La verdad es que con un beso me salvó cuando la vida no tenía color y me hundió después, al hacerme creer que todo formaba parte de mi imaginación. Es lo que pasa por querer empezar las historias por el final, que luego tratamos de ponerles un principio y nos damos cuenta de que puede que ya fuera demasiado tarde. Pero aún así, no puedo, no puedo dejarlo, no me sale.
Le quiero, aún más que antes y eso me aterra porque debería de ser al revés, joder.
-Nena, vuelve.-oigo la voz de Selena mientras chasquea sus dedos delante de mis ojos.-No sé que te pasa, estás más rara...
-Tengo una cita con Rubén.-le digo y entreabre la boca sin llegar a creérselo.
-A ti te fallan un montón de neuronas tía.-me hace ver.-¿Me lo estás diciendo enserio?-asiento.-Júramelo.
-Que si, pesada.-doy un bocado a mi bocata.
-Joder.-suspira y se gira para buscar a los gemelos con la mirada, que se encuentran a apenas dos metros de nosotras, con sus amigos.-¿Y Dani qué?
-¿Qué de qué?-dudo.-Es mi amigo.
La veo rodar los ojos dudosa y después de suspirar, frunce el ceño haciéndome mirar hacia donde ella lo hace.
-¿Qué hace yendo hacia Dani?-le digo y se encoge de hombros.-Madre mía.
-Calla, que desde aquí oigo la conversación.
*******
Dani.
Me incorporo bastante nervioso al ver llegar a Rubén y oírle decir que quiere hablar conmigo a solas. Seguro que me suelta el sermón que le suelta a todos los que se acercan a Lincee, pero bueno, estoy preparado.
-¿Qué pasa?-me despeino nervioso.
-Esta tarde tengo una cita con Inés y necesito que me ayudes, no sé qué hacer...-bufa.-Es que tío, pierdo la cabeza cada vez que la veo y..
-No hace falta que me lo digas.-le sonrío de lado.-Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa y esas maneras de andar que...-me aclaro la garganta haciéndole sonreír.-Pero además la he visto ser ella misma y en serio que eso no se puede comparar con lo otro.
-Me encanta.
-¿Qué fácil parece enamorarse a veces, eh?-me muerdo el labio.-Todo
eso de que ella puede llegar a ser ese puto único motivo de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción, eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor, es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre.-le explico, sabiendo que o le provocará risa, o celos.-Pero no sabes lo que es caer desde un precipicio y que ella aparezca de golpe y de frente
para decirte, venga, vamos.-frunce el ceño.-No sabes lo que es despertarte y que ella se retuerza y bostece, luego te abrace, y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo.-se encoge de hombros.-Así que supondrás que yo soy el primero que entiende el que pierdas la cabeza por sus piernas y el sentido por sus palabras y los huevos por un minimo roce de mejilla.-me río.-Que las suspicacias, los disimulos cuando su culo pasa, las incomodidades de orgullo que pueda provocarte son algo con lo que ya cuento.-asiente dudoso.-Que todo eso yo también la veo, que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior, que conozco su voz en formato susurro, en formato grito y en formato secreto.-cono aire.-Que me sé sus cicatrices y el único sitio que le tienes que tocar para conseguir que se ría es su costado, justo encima de su cadera izquierda, y me sé lo de sus rodillas y la forma de rozar las cuerdas de una guitarra.-se muerde el labio.-Que yo también he memorizado su número de teléfono
pero también el número de sus escalones y el número de veces que afina las cuerdas, que no solo conozco su última pesadilla, también las mil anteriores, y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada
porque tengo más deudas con ella de las que nadie tendrá jamás con la luna, y mira que hay tontos enamorados en este mundo.-se ríe porque no sabe qué hacer, sé que es incomodo.-Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente ella, rendida a ese puto milagro que se supone que existe y que...-me río un poco.-Que te entiendo, que la conozco, que la he conocido y por eso mismo...-cojo aire.-Necesito que la cuides, y que cuando te deje ver todo lo que te he dicho no la rompas como yo lo hice porque te juro que te mato, que te mato porque si la vuelvo a ver derramar una de esas lagrimas...-cierro los ojos.-No sabré qué hacer.
-Vale, vale.-sonríe incomodo.-Yo solo venía a preguntarte donde le gusta ir pero...-se ríe.-Gracias de todas formas.
-Le gusta todo si con la persona con quien está se siente cómoda.-le sonrío dudoso.-Llévala donde quieras, le gustará.
-Esta bien.
-Ah, y una cosilla...-dudo.-¿Qué me dices tú de Lincee?
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