INTRO PRESENTACIÓN
Novela, el origen de Herónimo con su lectura completa, hasta el 1/ 11/ 20.
HERÓNIMO
Las nubes de un cielo casi nublado, amenazan con una lluvia próxima esta tarde, mirando desde mi banco de clases junto al ventanal del tercer piso.
Mi vista sigue perdida en ello y sin prestar casi atención a lo que el profesor frente a la pizarra explica, mientras el lápiz de mi mano continúa dibujando sobre un margen de mi cuaderno de notas.
Una y otra vez.
Y siguiendo con ese infinito en su forma mi grafito.
El número 8.
Recoloco mejor mis lentes en mi nariz.
Carajo.
No tengo idea el por qué.
Pero lindo número.
Ya un leve murmullo, aumenta y propio de la excitación entre mis compañeros de universidad, por finalizar las horas de clases y porque es viernes.
Y aunque, todos lo quieren disimular.
Predecible.
Lo camuflan, bajo miradas de reojo en mi dirección.
Ellos.
Expectantes y chequeando la hora de su celular.
Ellas.
Ok.
Las mujeres, otro tema.
Susurrando entre sí, por lo bajo desde sus pupitres y hasta teniendo sexo conmigo con los ojos.
Niego blanqueando mis ojos, volviendo al ventanal y apoyando mi barbilla más en mi puño.
Como si me importara.
Hago a un lado mi pelo que jodidamente cae sobre mi frente.
Putos rulos.
El timbre de salida suena y como si estuvieran en sincronización.
Los celulares de la mayoría, lo hacen también por un mensaje entrante.
Sonrío, poniéndome de pie.
Porque inclusive el mío, mientras guardo mi par de libros y cuaderno en mi mochila.
Sigo sin escuchar lo que el profesor advierte como final de su clase y tarea.
Pero por respeto, lo oigo deteniéndome a mitad de mi caminata a la puerta de salida, colgando mejor la mochila de un hombro.
Viejo, soy un puto genio y el mejor de tu clase, rápido por favor.
Saluda.
Yo no.
No hay un hasta luego a mis compañeros ni a él.
Solo me limito a irme y responder a ese mensaje masivo de segundos antes.
Con un simple.
Y vuelvo a sonreír para mí, caminando por el corredor atestado de estudiantes universitarios, en dirección a las escaleras.
Ok.
https://youtu.be/G9ITtVbx-c4
Docenas de autos y motocicletas interponen la circulación por estar estacionados a placer en este callejón sin salida.
Inclusive, algunos lo están sobre las aceras.
Música de muchos se escuchan desde sus equipos por llevar las puertas abiertas, que por su volumen, los dueños como la atestada compañía disfrutan de su ritmo, sea por la platea femenina bailando sensualmente al lado u otros bebiendo desde sus vasos alcohol.
La noche llegando no acompaña a la poca iluminación a este lugar de mala muerte.
Pero no se confundan.
La oscuridad no me incomoda.
Me agrada observando todo, bajando de mi coche.
Mucho.
Y percibo como mis labios se convierten en una media sonrisa.
Porque, me siento en mi hábitat.
- Mierda, me has asustado... - Gaspar devorando la boca de una chica contra su camioneta, suelta de golpe al notar que llego y apoyarme contra la cabina callado.
Olvidándose de ella por verme y haciéndole un gesto con su mano que se marche, cual lo hace.
Pero sin antes acomodar mejor su corta falda y regalarme a mí, una mirada lasciva provocando la risa de mi amigo de la infancia.
- Maldita zorra...estaba conmigo, pero tu presencia fue suficiente para cambiar de opinión... - Ríe negando, mientras miramos como se pierde entre la multitud contoneando su sexi trasero, apenas cubierto por esa mierda de retazo que llaman las mujeres falda.
- Gaspar... - Regaño su vocabulario, caminando en dirección a la vieja fábrica.
Una que en sus mejores épocas y por tamaño, habrá sido de gran producción.
Y ahora, solo el derrumbe.
El desecho y la escoria por el abandono, lo etiquetarían como fantasmal.
Pero dándole vida pese a su oscuridad y oxido, la multitud de estudiantes con su música, alcohol y desde su gran estacionamiento paralelo, el rugir de los motores de algunos deportivos por apuestas secundarias en carreras.
¿Que, por qué, apuestas secundarias?
Simple.
Y nos adentramos más.
Específicamente al enorme galpón de esta factoría.
Para llegar a la reina madre de todo esto y principal apuesta.
Donde un centenar, tanto de estudiantes como desconocidos fans de esta mierda y tipo semi círculo, orillan en su interior.
También en compañía de vasos con tragos bebiendo, pero no hay música como afuera.
Acá la cortina de todo son sus gritos propios de la adrenalina y aliento.
Y billetes en sus manos en alto, reclamando su jugada.
La jodida apuesta por un vencedor.
Una que, aumenta.
Y mi sangre ya empieza a circular con ferocidad por mis venas, bajo la palmada de ánimo de Gaspar en mi espalda mientras nos acercamos al círculo.
Cuando me ven llegar.
Mi mirada recorre todo mientras camino hacia ellos, sacándome mis lentes como saco que lo toma mi amigo y aflojando la corbata para hacerla a un lado y cuelgue de mi hombro.
Tanto al público como el interior del edificio.
El moho y el olor a humedad empañan las altas paredes por los constantes goteos que noto de ciertas filtraciones de los techos.
La tenue iluminación de un amarillo gastado, hacen y juegan formando siluetas con nuestras propias sombras y más en la mía, al pasar por las abandonadas paredes y con cada paso que doy, acompañado de Gaspar siempre a mi lado.
Mi amigo desde la infancia como sus padres de mi familia, desde que tengo uso de razón.
Convirtiéndonos con el tiempo en grandes amigos.
Formando una dupla desde épocas escolares e inclusive ahora en la universidad, sin pasar desapercibidos.
Generando fama en el campus.
Una que yo detesto y solo la ignoro, dejando esa movida a él.
Y se consolidó por esta doble vida que yo hago y Gaspar maneja en el ambiente universitario y las calles.
Que existe, pero nadie habla.
Se comenta por lo bajo, pero tampoco lo confirman.
Un a dos voces por un emisor.
Y solo se sabe noche y lugar, mediante hora previa por mensaje colectivo ante la amenaza predecible de infiltraciones de la policía.
Porque, esto es.
Me detengo a una cierta distancia y frente a mi oponente, arremangando los puños de mi camisa a la altura de mis codos para mayor movilidad y dejando a la vista, parte de un manga de mi brazo a medio tatuar con su tinta.
Una jodida, lucha callejera y clandestina...
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