IV

Las clases habían culminado por hoy y yo iba camino a mi "hogar". Aunque sabía que hoy a papa le pagaban y lo más probable era que no llegara a casa aun había una pequeña posibilidad de que este en casa. Se enojará muchísimo más al ver los moretones en mi piel, no porque se preocupará por mi si no porque no había sido el quien los había causado.

Mi ojo ardía y veía nublado, la sangre impedía que vea con claridad. Mañana desaparecerían los rastros de sangre, no es la primera vez que sufro algo como esto y aunque me duela decirlo ... no será la última.

Iba por uno de los tantos caminos de tierra, rodeado de pastizales secos y grandes de los tantos terrenos que había de camino a la cabaña. A lo lejos se lograba divisar una gran mansión que habían estado construyendo hace casi ya un año, instalando de todo. Cuanto daría por tener una casa así de grande.

El viento soplaba con ferocidad, moviendo mi cabello de forma agitada. Tenía que colocarme unos cuantos mechones tras mis orejas para que no me molestase la visibilidad. El día había comenzado soleado, pero ahora nubes negras se aproximaban, prometiendo una tormenta.

Las piedras pequeñas comenzaron a temblar bajo mis pies, voltee y logre ver como un Chevrolet Camaro, dejando tras de sí una larga nube de polvo, un color negro como la noche sus luces resaltaban. Aun que estaba pasando por un sendero de tierra se veía limpio y reluciente como nada.

Me aparte, deteniéndome a un lado para dejar pasar al coche sin que ocurra ningún accidente, pero cuando estaba pasando por mi lado, se detiene. No sabía si debía correr o no, ¿Quién era? ¿Me haría daño?

La ventana del lado del conductor comenzó a bajarse, dejando a la vista a un chico con una chaqueta de cuero con el cuello levantado, llevaba lentes de sol oscuros y mi impresión fue mucha cuando me mire, Adam.

- Hola – me dijo, supongo que intentaba recordar mi nombre, pero sabía que él no lo sabía, nadie me llamaba por mi nombre hace tiempo.

- Rebeca – maldigo mentalmente al notar que mi voz sale algo tartamuda, sin más agacho la cabeza.

EL me mira como notando mi incomodidad, abre la puerta y baja del coche, mi cuerpo inmediatamente se tensa y retrocedo. Al ver mi reacción se detiene, se quita los entes y agita su cabello, desordenándolo.

-Oye, no te hare daño

Me negué a mirarlo solo asentí antes de retroceder más y comenzar a caminar nuevamente. Sentí como me llamaba, pero lo ignore con miedo ¿Qué podría hacerme? No confiaba en él, bueno en nadie.

Sentí unos pasos a gran velocidad por lo que me di vuelta para verlo correr hacia mí. Ahogué un gritó en mi garganta y me di vuelta por completo, extendí mis manos como frenándolo y retrocedí a medida que él se acercaba a mí de una manera más lenta.

-No me hagas nada. Espera hasta mañana en la escuela si lo que quieres es golpearme – dije rápidamente, me encogí mientras retrocedía otro paso.

· NO TE DEJES GANAR* me dije a mi misma

Su rostro reflejaba confusión. Noté como su mirada se dirigía al moretón que tenía alrededor de mi ojo derecho y vi en su mirada como empezaba a entender todo. Mi miro fijamente con aquellos ojos mieles, mostrando compasión y lastima. Dio un paso hacia mí, con lentitud e inseguridad. Al ver que no me moví, avanzo otro ma. Me tense aún más e intente retroceder, pero su voz me hizo detener.

-No te hare daño, Rebeca. No retrocedas – me pidió-

Lo miré nuevamente y volví a bajar la mirada, quedándome estática mientras el volvió a acercarse. Paso el dorso de su dedo sobre mis moretones, provocando que cerrara mis ojos con fuerza, temiendo que me golpee. ¿confiar en las palabras de las personas? Ya lo he hecho y nunca ha salido bien. Siempre terminan lastimándome.

-No ... no hagas eso, por favor – suplique.

Instantáneamente sentí el frio en el lugar donde su dedo antes estaba. El retrocedió un paso para darme espacio, cosa que agradecí con un gesto. Abrí los ojos para verlo mirándome fijamente.

- ¿Dónde vives? Quizás te podría llevar hasta tu casa. -ofreció con tono amable.

Negue con mi cabeza.

-No, no estoy lejos – mire hacia la dirección de mi pequeña casa.

-No veo que vivas tan lejos de mí. ya sabes, cualquier cosa puedes ir a mi casa – apunto hacia la mansión-

Lo mire, ya se notaba que era un niño rico, por el auto y la ropa. Asentí y sin despedirme comencé a correr hacia mi casa.

No volví a pensar en ese encuentro con Adam ya que recordaba mi forma cobarde de evitar su mirada y proximidad.

Estaba encerrada en mi habitación intentando ocultar los moretones con la base que ocupo para mis ojeras. Me miraba en un pedazo de espejo roto que había tomado cuando mi padre me había lanzado contra un espejo de cuerpo entero que antes pertenecía a mi madre. Había pensado, por un instante, en un usarlo para defenderme, pero no pude, no pude dañar a mi padre.

Cuando acabé, vi hacia afuera, hacia aquella gran mansión. Las luces encendidas y de la chimenea salía un leve humo color gris oscuro ¿Cómo se sentiría poder sentarse frente a una chimenea encendida? Baje la mirada con tristeza y me sobresalte al sentir la puerta de entrada abrirse con fuerza.

- ¿Tan temprano? – susurre para mí misma.

Debería haberle hecho la comida, pero recién había llegado y había venido directamente a cubrir la evidencia de que era golpeada por alguien más. Me encogí, tampoco había lavado los pocos platos que teníamos.



Estaba acabada.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top