de mi...
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El gerente le dio una dura mirada a YiXing, que hacia todo para centrar su atención en el dolor de sus uñas contra su piel.
—Creí que no volvería a pasar.
—Lo siento mucho, señor. No sé qué paso.
—Fueron cien esta vez, y tengo entendido que faltaron doscientos la semana pasada. ¿Por qué?
El chino siguió con la cabeza abajo. —No puedo responder eso, señor. Aun no encuentro la respuesta, creí que estaba haciéndolo bien.
—Te dije muchas veces que preguntaras si tenías dudas. ¿Por qué no lo hiciste?
—No encuentro mi duda, señor.
— ¿Y cómo es posible? Sigues fallando, Zhang y eso te afecta más a ti. ¿Qué solo vienes a regalar tu trabajo? — el hombre bufo con decepción, barriendo con los ojos el deplorable estado de su trabajador. —Esto no puede seguir, ¿Qué necesito cambiarte de área otra vez hasta que vuelvas a equivocarte?
—No, señor.
— ¿Qué vamos a hacer contigo? ¿Despedirte y que otros lidien contigo?
Eso basto para que YiXing levantara la cara. —Por favor, no, necesito el trabajo.
— ¡Entonces espabila! Tus compañeros se quejan de que eres antisocial, callado y les das miedo. Sabes que en esta vida debes tratar con la gente y no puedes excluirte solo porque no les caes bien.
—Me siento bien solo, señor.
—No puedes portarte así en el trabajo, Zhang. Solo te causas problemas.
—Sí, señor.
—Me decepcionas enserio, Zhang. Lucias muy capaz y honesto que acepte contratarte aun con las medicinas que tomas pero no puedo tolerar otro error. Más te vale mejorar o deberás buscar otras opciones.
—Sí, señor...
Salió de la oficina con la cabeza tiesa, la mandíbula apretada y los ojos fingiendo que no notaba las miradas curiosas de sus compañeros. Ellos sabían que fue regañado de nuevo, humillado y obligado a pagar el faltante, de nuevo.
Está muy cansado, harto, aturdido, con el familiar nudo en la garganta y con todas las ganas de tirarse del puente que debe cruzar para tomar el autobús que lo llevara a casa. Pero, como siempre, ya sabía camuflajearse entre la multitud, sabia mentir para evadir el interés, sabia sonreírle a los doctores para que lo dejaran irse temprano y así poder llorar en su cuarto, donde nadie lo escuchaba, donde nadie lo veía ni le decía que todo iba a estar bien.
Con la navaja cada vez más lista para cortar más profundo que la última vez, con las pastillas que le adormecían el cerebro junto al vaso de agua; con las tabletas que lo noqueaban, ofreciéndole el olvido hasta la mañana siguiente y dejar de sentir por el resto del día.
Joder... y la medicina se estaba terminando.
La semana siguiente, ¿estaría ahí?
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— ¿Acaso estas triste o algo así? ¿Por qué me llamaste aquí? — pregunto SeHun, intentando ignorar la hoja que acababa de leer a escondidas mientras este iba al baño.
Después de su desastrosa noche de mala copa, borro aquel mensaje que después lo lleno de una extraña sensación agridulce. Así que cuando YiXing le pidió que se vieran en el almuerzo, en los patios traseros de la universidad, actuó como el mismo bastardo de siempre.
— ¿Por qué? — YiXing lo miro con un breve fruncimiento de cejas. —Dijiste que no querías que te hablara frente a tus amigos.
—Siempre lo pareces. — intento que sonara desinteresado y lo logro.
—Que no este triste no significa que este feliz. ¿Qué te sucede? —el tono de YiXing pareció alterarse ante su curiosidad, por lo que este se alejó de él. —Vamos, terminemos.
El coreano bufo ante su falta de respuesta pero lo siguió, con la firme convicción de leer otra hoja más del diario. Había descubierto que leer sobre la triste vida de Zhang mejoraba su ánimo.
Siempre había alguien peor que tú, en ese caso.
En el camino se toparon con una aparente discusión de dos jóvenes, famosos en el salón de clases por ser una pareja abiertamente homosexual. El más alto de ellos, ZiYan-quien-sabe-qué, le negó con la cabeza al otro, que no sabía su nombre y lo dejo parado ahí, tras mirarlo con dolor.
SeHun bufo de nuevo, con la firme idea de que ZiYan era guapo pero idiota por estar con un chico al que ya se había topado en fiestas y al que vio más de una vez acompañado por otro que no era ZiYan.
Por eso le daban asco las relaciones. ¿Quién iba a prometerte fidelidad? ¿Cómo iba a estar seguro de que la otra persona si tenía entrega hacia él? ¿Iban a lastimarlo? Prefería no averiguarlo.
—Me gusta su tatuaje. — YiXing rompió su casi meditación al volver de comprar un par de bebidas, con los ojos clavados en el brazo de ZiYan, que tenía un imponente y hermoso lobo en tinta negra y azul.
—Es bueno. — y aprovecho la distracción del chino para cambiar cuadernos, dado que la mochila de este estaba en el suelo.
Iba a leer algo bueno esa noche.
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—SeHun, le dije a mi amiga que estaría bien si traía a su hija en la próxima reunión— empezó a hablar su madre, siguiéndolo por toda la cocina mientras se recalentaba la comida en el microondas.
—Hm. — le respondió sin interés, presionando los botones en el aparato dorado.
—Ella parece muy interesada en ti. —y le soltó lo más desagradable del día.
No dudo en fruncirle el ceño y negar con la cabeza. — ¿Cuándo vas a entender que no quiero nada con ninguna hija de ninguna amiga tuya?
—Pero son buenas chicas y de buena familia, y creo que necesitas una buena mujer para que estés en casa y—
—Es por mi padre. — afirmo, viéndola respingar. —Uno: me vale un carajo donde y que haga mientras no me joda. Dos: no me metan en sus asuntos. Y tres: no te metas en mi vida. —le dio la espalda y se quedó con la mirada clavada en el vidrio del microondas, poniendo en alto volumen la música de su móvil para que la mujer se fuera.
Ahora tampoco quería comer.
Esperanzado a que el hambre volvería si esperaba un poco, tomo el cuaderno de YiXing y empezó a leer.
No puedo darle una fecha concreta de cuándo me di cuenta que estaba cambiando. Solo empecé a tener miedo de ir a la escuela, de salir de casa, de mi cama.
No le di importancia porque pensé que pasaría con las semanas pero no lo hizo y cuando las faltas se acumularon a semanas y medias, me acerque a un superior para que me orientara pero, solo cuatro sesiones de ello y me rendí. Porque sentí que no merecía esa ayuda.
Ignore mis extraños sentimientos y los empuje muy en mi interior, esperando a que desaparecieran.
Fui buen estudiante, tuve amigos y crecí un poco pero, mi defecto volvió después de un brote de alegría y valor que me hizo salir del closet ante las pocas personas que me conocían. Me vine abajo de una nueva manera, porque de los que más quería apoyo, me hicieron a un lado como si fuera una pandemia incurable.
Dolió por semanas e intente de todo para que no me dejaran pero también fracase y me marche cuando el cumpleaños me lo permitió. Nadie más festejo conmigo porque no había nada que festejar y con lo más absolutamente necesario, alquile un piso pobre, pero mío.
Empecé a acostumbrarme al frio dolor en mi pecho. Uno que no se calmaba con el calor o con mi mano en ello.
Recuerdo que de niño dibujaba muchísimo, bailaba y corría para todos lados pero después me la pasaba en casa, recostado aun sin dormir, porque no podía hacerlo. Si podía pegar los ojos por cuatro horas seguidas cada noche, era un verdadero logro y aun así, en el día, dormía demasiado.
Me llamaron perezoso e irresponsable, haciéndome a un lado porque mis calificaciones y aprovechamiento bajaron junto a mis ganas y así deje de servirle a la gente. Los equipos en mi salón me hicieron a un lado y los maestros me miraron con desaprobación.
Hasta que se me ocurrió ir al médico para preguntar. Después de un año y medio.
Me preguntó qué tan seguido me ponía triste, si tenía problemas, si lloraba, cuanto dormía, si había pensado en herirme. Pero ya lo hacía.
Siempre me miraban mal cuando veían sangre en mis dedos o curitas, pero de verdad que no ponía parar de herirlos cada que no me sentía bien y a veces ni lo notaba hasta que sentía el ardor y la sangre manchar mi piel. Y un día pensé en dejarla salir.
Ella dijo que era una enfermedad mental que podía tratarse con medicina y un doctor de cabezas, así que acepte tomar una pastilla que me daba sueño, palpitaciones y otra que me noqueaba cada que necesitaba dormir más de cinco horas. La cita llegaría en cuatro meses y me prometí acudir para salir de esto, pero tampoco pude hacer eso y la perdí.
Alguien cercano encontró la pastilla noqueadora y me trato mal, insultándome de todas maneras, haciéndome sentir culpable por mi estado tan desagradable. Porque creyó que mi estado se debía a una droga y me sentí tan mal que las tiré todas y prometí no volver a tomar ninguna.
Medio año después, las necesite con mucha fuerza. Estaba desesperado y me dieron una nueva dosis pero la volví a dejar por miedo. Digan lo que digan, si te ven tomando tanta medicina por tanto tiempo, pensaran que tienes algo muy malo y no dejaran de mirarte, intentando adivinar qué es lo que está mal contigo. Pero no quieres decirles nada. Es vergonzoso.
Lo deje de nuevo.
Y el hambre no volvió.
SeHun tuvo un mal sueño. De esos que parecen reales pero horribles.
De camino a la escuela hay un puente sobre un profundo río donde la corriente es fuerte y es muy peligroso caer, uno que siempre ignora mientras el autobús está pasando. Pero en esa ocasión estaba frente al puente y observaba la espalda de un chico un poco más bajo que él.
—Estoy cansado... pero ya casi término...—lo escucho decir, con la voz llena de cansancio. Tan herido y frágil se veía aquel desconocido borroso, que le dieron ganas de tocarlo.
— ¿Quién eres? —su voz sonaba clara a pesar de ser un sueño y eso también era extraño.
—Un poco más...—el desconocido subió a las barras del puente y estiro los brazos antes de lanzarse.
SeHun despertó gritando el No, sudando frio y con la mirada desorbitada. El sueño había sido el más horrible hasta la fecha, y eso era mucho.
El móvil a su lado sonó, asustándolo, pero lo ayudo a centrar la cabeza. Era un mensaje del fantasma pidiéndole que se vieran en un puente para ir a su siguiente punto de encuentro. Aliviado de tener un motivo para salir de su casa por todo el día siguiente, cargo su teléfono y una pequeña libreta donde había empezado a anotar algunas melodías que pasaban por su cabeza.
Ya había dicho que tenía talento para la memorización pero también había ocultado que amaba hacer composiciones de música, como si fuera un famoso director y compositor de orquesta. Imaginando que ya era lo suficientemente famoso como para presentarse en un enorme auditorio donde las entradas se habían vendido en menos de una hora, con lleno total, celebridades asistiendo y productores haciendo cola para tenerlo componiendo la banda sonora de sus películas, series, videojuegos, cortometrajes etc.
Muchas tardes, donde no estaba lleno de ira, se paraba en el centro de su habitación con la varita de Draco Malfoy en las manos, encima de un banco, moviendo los brazos y escuchando las pistas en su cabeza.
Fue curioso que después de pasar tiempo con Zhang, la música en su cabeza hubiera cobrado vida de manera salvaje y arrolladora, haciendo que escribiera lo que fue para él, una canción verde y relajante.
"El camino invisible"
Empezó a crearla en la vieja guitarra que había comprado a escondidas, en el teclado que su madre le regalo como pago por acompañarla a una elitista y hueca reunión y, posteriormente, en la computadora donde le pudo añadir violines, tambores, cello y curiosamente, su voz. Una voz que sus padres se habían encargado de callar tras años de olvidar ir a sus presentaciones, menospreciar su "pasatiempo para pobres" y negarse a apoyar lo que ellos creían que no le serviría para su futuro.
Su madre quería verlo casado, dándole nietos que podría presumir mientras salía de compras con sus estiradas y falsas amistades, mientras su esposa se quedaba abnegada en casa, como un bonito adorno.
Su padre, por otro lado, quería verlo trabajando en el mismo ámbito que él, exitoso pero cruel, déspota, infiel, ausente y lleno de dinero.
Pero, muy en su interior, componer era lo único que vislumbraba cuando pensaba en un futuro donde tuviera libertad.
Llego al puente escuchando el ultimo arreglo que había añadido a su composición en proceso, evaluando mentalmente si debía de retrasar un poco mas la entrada del violín o del piano. Estaba entonando el ultimo verso cuando se dio cuenta de que la oscura mirada de YiXing estaba posada en él.
—Me gusta como suena, ¿es tuya? — pregunto con un ligero brillo que no paso desapercibido para el mas alto.
SeHun se coloro hasta las orejas, puesto que jamás había compartido su pasión secreta. Rápidamente guardo los auriculares y se paso la mano por el pelo.
—No vine a eso. ¿A dónde me llevaras esta vez?
Vio a fantasma Zhang dar un paso más cerca del puente y recordó su sueño, por lo que se llenó de miedo. La exclamación se le atoro en la garganta, pero su cuerpo no se detuvo hasta jalar el brazo de YiXing y hacerlo retroceder dos pasos.
— ¡Te invito a comer algo! — por alguna razón, sentía que no debía dejar solo al chino o su sueño se volvería realidad, sin poder entender.
YiXing lo miro con los ojos abiertos de par en par, solo un momento. — ¿Por qué?
—Eso no importa, solo ven. —sin soltarlo del brazo, sin medir fuerza, lo llevo hasta un restaurante donde solía comer con sus amigos. Ordeno sin pedirle opinión y lo sentó en una de las mesas del fondo. —Estás malditamente delgado, come.
YiXing miro la enorme hamburguesa y asintió, con un semblante diferente que no supo identificar. — ¿Por qué te importa? Hasta hace un tiempo no sabías de mí.
El coreano no quiso morderse la lengua. —Me preocupas ¿ok?, siento que mereces al menos esto de mi parte. — confeso, poniéndose rojo. No quería admitir que había estado leyendo sobre los problemas que escribía y que ahora no parecían tan absurdos o ajenos. —Solo quiero que nos llevemos bien, ¿ok? Seamos amigos que confían el uno con el otro, porque no podemos hacerlo con nadie más.
YiXing lo miro con profundidad un instante, mismo donde encontró un destello pequeño en sus apagados ojos. — ¿Me estas mintiendo?
—No, soy sincero. Te lo juro.
De nuevo se quedó en silencio un momento. —Bien... — y nuevamente cambio el tema de conversación, olvidando la tarea de aquella tarde.
Durante otro camino, SeHun intento buscar algún tema de conversación con fantasma Zhang pero no encontró ninguno, resultando bastante incómodo para el coreano.
Fue sorpresivo que el chino rompiera el silencio con una exclamación baja de sorpresa a la vez que pasaron por una pequeña tienda donde parecía haber un velorio. SeHun ubicaba a la abuela por las veces que fue a comprar algo de comer para no tener la panza vacía, la mujer siempre fue muy amable y le recordaba comer bien y ser un buen estudiante.
— Ella también me dejo... —susurro YiXing, dando la impresión de querer entrar a la tienda.
—Tú...— sus palabras fueron cortadas cuando el chino se dio la vuelta y camino más rápido, alejándose tanto como podía del sitio.
El rubio empezó a buscar restaurantes ambulantes o cafeterías donde comer todos los miércoles desde las hamburguesas pero en la primera semana de Mayo termino siguiendo al chino a un restaurante barato de ramen y arroz. Ahora más incómodo pero curioso, se ofreció para traer la comida mientras el otro esperaba.
Iba maldiciendo de su estúpida idea cuando vio que Zhang descubría una parte de su brazo para rascar las largas cicatrices en varias porciones, al parecer sin percatarse de sus acciones. El coreano se quedó mirando cada línea roja y sangrante que pudo, pensando que fantasma Zhang era aún más extraño y loco de lo que creyó.
— ¡Woa, casi me tropiezo! —exclamo para avisarle que estaba cerca, mirando su comida para aparentar que no lo había visto rascar sus cicatrices. Luego, se recrimino mentalmente su estúpida consideración, pues si estuviera con sus amigos ya se habría burlado.
No pudo sacarle mucho tema de conversación al chino, nada más allá de las próximas tareas que cumplirían.
—Estarás libre de la próxima, al menos. —contesto con suavidad, pellizcando un poco de arroz. —La abuela que murió iba a dar una vuelta en motocicleta el trece del mes.
— ¿Qué? ¿Cómo sabes eso? — él no aguantaría a una anciana en su moto, para empezar, ni siquiera le hablaba a una. Además de lo poco que dialogo con la difunta.
—Ella dijo que cuando era joven, su esposo y ella recorrieron el país en una moto y que ambos hicieron la promesa de repetirlo en su aniversario número cincuenta. —explico, sin mirarlo. —Hace dos años su esposo murió de un paro cardiaco y ahora ella se fue.
—Sigo sin entender porque te metiste en eso.
—Dijo que le recordaba a su hermano menor, así que de vez en cuando me regalaba comida y ropa. Se preocupó por mi mejor que mis padres, así que quería devolverle el favor...
Picado con la curiosidad, el coreano dejo de comer. — ¿Dónde están tus padres? Porque cada que voy a tu casa, siempre estás solo.
YiXing dejo sus palillos y le dio una severa mirada. —Estoy muerto para ellos así que también lo están para mí.
Tomándolo como una orden de silencio con el tema, el más alto asintió, devorando sus fideos. —Hey, tranquilo, comes como desquiciado.
— ¿Y qué? Puede que mañana muera y ya no podría comerlo.
SeHun torció los labios. — ¿Piensas en tu muerte?
—Todo el tiempo.
Y de nuevo se calló, cambiando el tema cuando se le ocurrió algo bueno de que hablar: mascotas que lo hacían feliz.
Al volver a casa, un tanto relajado, se topó con su madre riéndose y bebiendo con una de sus vecinas, misma que no toleraba por querer colgarse del dinero de su progenitora.
— ¡Cariño, justo le hablaba de ti a la vecina! — la trepadora no estaba sola, iba acompañada de una chica joven de vestimenta algo desvergonzada. —Me estaba contando que su preciosa hija no tiene con quien ir a bailar, y yo les dije que eras muy bueno.
— ¿Irías conmigo, oppa? —pregunto la chica con voz melosa y las manos bajo la barbilla.
SeHun la miro con la boca torcida de disgusto. —No me llames oppa, suenas ridícula. —le gruño, dándoles la espalda para subir a encerrarse.
Su madre, avergonzada y horrorizada, se cubrió la boca con las manos. — ¡SeHun, por favor! ¿Cómo puedes ser así de grosero? ¡Vuelve aquí!
Los gritos de su madre, su fingido llanto y la indignación de las vecinas le dieron igual, estaba molesto porque estropearon su casi buen humor. Tenía la barriga llena y ahora quería dormir, ajeno de los gritos y de la entrometida de su madre.
Solo tomo sus audífonos y reprodujo la canción que seguía en proceso, cerrando los ojos, soñando con aquel concierto que anhelaba dar algún día. Solo que esta vez, YiXing estaba mirándolo como su primer rostro conocido entre el público.
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La mañana siguiente, SeHun soporto las quejas de su madre borracha y decidió que no asistiría a ninguna de sus clases por tener tan mal humor y pocas ganas de soportar a los idiotas de la escuela. Por suerte, había robado los cigarros de su padre, así que subió a la azotea para terminarlos aunque esa marca fuera horrible.
No conto con un alto pelirrojo que tenía un cigarro de su marca favorita en los labios. El chico lo miro con la ceja arriba una vez cruzaron miradas.
— ¿Dónde dejaste a tus perros? — pregunto con burla, dándole una calada al vicio.
—Perdiendo el tiempo. —respondió echándose a su lado, mirando con ansias la cajetilla de los cigarros que adoraba. — ¿Y dónde dejaste a tu felpudo?
ZiYan lo miro mal y le aventó la lata de refresco. —No es mi felpudo, idiota. Y no es tu asunto.
—Bueno, lo es si tu novio intenta pegarse a mí. —ante la mirada de confusión del chico, SeHun suspiro y saco su celular para mostrarle un par de fotos de una de esas noches donde visitaba bares. —Supe de inmediato quien era pero al parecer, él no es tan devoto como tú.
Los ojos de ZiYan brillaron de dolor antes de regresarle el celular. —Ya lo sabía, por eso peleamos esta mañana.
SeHun entrecerró los ojos al escuchar a ZiYan. — ¿Van a terminar?
El tatuado lucio tremendamente triste, como jamás lo había visto. —Es solo que ya estoy cansado. En cada pelea que tenemos, dice que siempre soy el culpable, que hablo con otros en plan romántico además de él y olvida que también tiene cola que le pisen.
— ¿No pueden solucionarlo? —con su típica curiosidad, siguió indagando.
—No. Hablamos en la mañana y aunque le mando capturas del móvil para demostrarle que no miento, no me cree. Ayer me dijo que le atraía otro chico pero seguía queriéndome. ¿Qué clase de pendejada es esa? —su risa le dio un vuelco en el corazón, porque le dolió su amargura. —Eso no se puede hacer. Le dije que si pensaba eso, entonces no debía quedarme pero tampoco quiere dejarme ir.
—Él es egoísta y dependiente. Déjalo. — con el desagradable recuerdo de su madre quejándose de su padre pero negándose a dejarlo, espero que ZiYan no fuera igual.
—Es lo más sabio pero me duele, idiota. —el menor le dio un codazo, frotando el dorso de su mano sobre sus ojos.
El coreano no dijo nada ante la evidencia de sus lágrimas, pues lo comprendía. — ¿Por qué? — pregunto con seriedad. — ¿Por qué no lo dejaste al primer signo?
—Creo que tenía la esperanza de solucionarlo.
—Eso es idiota.
ZiYan sonrió entre dolor. —Lo sé, y aun así confié.
Volvió a la ultima clase con un poco de pesadez en el corazón. Había congeniado mas con ZiYan en un par de horas que el resto de insectos en su clase, sin contar la extraña relación que estaba formando con el fantasma. No eran amigos, apenas eran conocidos y compañeros en la mayoría de clases.
Camino a casa con la intención de prepararse una bebida muy fría y terminar la parte de los violines en su composición, cuando el destino lo volvió a golpear con el asco.
Una mujer en un avanzado estado de embarazo se paseaba de un lado a otro en la entrada de su casa, tocando su enorme panza mientras le hablaba con angustia al teléfono.
—¿Cómo que me haga cargo yo sola? ¡Te dije que es tuyo desde hace meses! —chillaba en repetidas ocasiones, golpeando el suelo con su pie. —¡No me acosté con nadie más! Me dijiste que yo sería la única mujer de tu vida...
SeHun bufo y volteo los ojos, asqueado por otra de las movidas de su estúpido padre.
Tristemente, tenia que entrar a su casa para hacer sus deberes y quitarse el sudor del día. Apenas se volvió a acercar a la puerta, la mujer reparo en él y se le acerco con la mayor velocidad que tenía en su estado.
—¿Eres su hijo? ¡Debes de serlo, tienes toda su cara! — exclamo con la cara sudorosa, aun al teléfono.
El chico se aparto para que la mujer no lo tocara, escuchando los gritos de su padre por el auricular. El hombre insultaba a la mujer por querer responsabilizarlo de un hijo que alegaba no ser suyo, mientras la mujer le lloraba y rogaba que convenciera a su padre de verla y hacerse cargo de la niña que venia en camino.
SeHun arrebato su brazo con vergüenza y asco, haciendo que la mujer cayera de sentón al suelo.
—¿En serio le creíste todo lo que te prometió cuando tiene un anillo de boda de tres mil dólares en el dedo? — el SeHun que apuñalaba con sus palabras, volvía con fuerza, descargando su frustración con un pobre ser humano que solo había sido utilizado por su padre. —No voy a decirle nada por ti, es tu culpa por ser tan estúpida. Quítate de mi camino que quiero entrar a mi casa.
La mujer quiso agarrarlo del pantalón pero él volvió a empujarla y logro entrar a su casa. Su ceño y su disgusto creció más en cuanto vio a su madre pegaba a la ventana con una copa en la mano y la otra aferrada a su collar de perlas.
La escucho maldecir a su padre por avergonzarla en plena calle, criticar a la "resbalosa" por ir a mendigar a su respetable casa y a él felicitarlo por haberla dejado afuera.
Esa noche los volvió a escuchar pelear, obligándolo a usar unos auriculares para sentirse a salvo.
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YiXing lo miro con los mismos ojos ojerosos y negros de siempre, empujando un vaso de café sobre la mesa donde estaban tomando apuntes y estudiando.
Se acercaban los exámenes semestrales y sus primeras vacaciones, así que habían acordado posponer la lista hasta la primera semana de descanso.
El fantasma acomodo la fea gorra sobre su cabeza, volviendo a meter los mechones rebeldes en el mismo, haciendo cabrear al más alto.
—Hey, ¿no piensas cortarte ese mugrero?
—No es tu asunto, no te metas. —le respondió de inmediato, como cada que hacia cuando mencionaba su cabello. —Ya va siendo hora de que te vayas, SeHun.
Iba a insultarlo cuando su móvil empezó a sonar, avisándole de su próximo horario laboral. Porque si, SeHun había entrado a trabajar a la misma tienda departamental donde estaba YiXing, esperando juntar lo suficiente para comprarse una nueva guitarra y una batería, puesto que sus padres no le darían ni un solo won por tratarse de música.
El chino no trabajaría ese día, así que lo dejo en el café que se había vuelto su sitio secreto y seguro además del camino invisible. Nadie los molestaba pero si conocían por ser clientes habituales y tranquilos. Hasta les regalaban galletas a escondidas.
SeHun llevaba ya cerca de dos meses trabajando y estaba siendo muy duro.
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SeHun se paseó con fuerza las manos por el cabello, sintiéndose desesperado y con ganas de gritar. Aquella sensación le era cada vez más familiar y la odiaba, porque no sabía lidiar con ella.
Odiaba de verdad sentirse tan desesperado, frustrado y con unas enormes ganas de llorar que odiaba aún más. Jamás admitiría que cedió a varios de esos llantos y que golpeo muchas paredes para intentar librarse de ellos.
Y en ese momento estaba molesto. Tan molesto como para no dejar de rascar sus brazos.
Al no querer seguir esperando a que sus padres le dieran la paga de la semana, encontró un trabajo en un supermercado para juntar experiencia y así, largarse de su casa tan lejos como pudiera.
Lo habían regañado muchas veces, burlado por ser su primer trabajo, y bromeado con su actitud fría y solitaria. Había sobrellevado bien la convivencia con sus compañeros aunque a ninguno le había dado pie para acercarse fuera del trabajo y a veces lo sacaban de quicio por presionarlo.
Pero había momentos donde sus jefes principales lo hacían sentir tan enojado que le preocupaba gritarles un día y perder su trabajo. Alegaban igualdad para todos pero muchas veces hacían todo lo contrario y debía mirar a otro lado para evitar que la agarraran contra él.
La mujer que recogía el dinero tenía un terrible genio, tan malo como él pero ella se desquitaba con todos (a veces más con otros) y lo hacía con la voz tan alta como para que todos escucharan su regaño. Algo que odiaba con muchas ganas era que se expusiera a cualquier persona en el trabajo por algo que hubiera hecho mal, que lo regañaran en público y que menospreciaran su trabajo, por más pequeño que fuera. Y ella lo hacía.
Todos terminaban muy estresados, hartos de la gente y con todas las ganas de echarse sobre su cama para descansar. Lo último que querían era que un superior los regañara frente a todos.
Ella lo hizo. Le grito frente a dos compañeros y un cliente por no entregarle a tiempo, por errores pasados y lo amenazo con encargarse de que su jefa y el gerente lo supieran. Quiso decirle que fue ella la que cancelo sin fijarse la ficha de entrega que ya había hecho y que no debió dejarlo con la palabra en la boca después de eso, que hubo mucha gente y pocas pausas, que no tenía derecho a tratarlo así pero se mordió la lengua y se rasco el brazo para distraer su mente.
La miro realmente mal, está consciente de eso y no se arrepiente. Nadie tiene porque hablarle así. Se sintió estúpido por tercera vez en el día y luego pensó que quizás de haberse apurado, no le hubiera gritado, que solo hacia su trabajo pero después vuelve la ira, porque no debió portarse así con él.
Quiere renunciar pero recuerda que es un hombre inútil con una jodida inestabilidad emocional y no cualquiera lo contrataría. Es injusto pero también es verdad.
Llego a casa sin hambre, con dolor de cabeza, mareado y con el ánimo por los suelos, sin nada de ganas de aguantar los berridos de la ebria de su madre acerca de su padre.
Estaba agotado de todo.
Quizás durmió unas tres horas cuando la mala posición de su cuerpo lo obligo a despertarse. Como parte de su rutina, agarro su móvil y se puso a revisar sus redes, los mensajes e incluso las imágenes en su galería.
Seguía agotado pero un mensaje de la persona menos esperada, paro su pesimismo.
"Compre una cajita de cereal y salió esto" adjuntada venia una foto de la mitad de la cara de Zhang sosteniendo una corona de plástico rosa.
SeHun empezó a reírse, con la angustia de su pecho disolviéndose y siendo inundado por una refrescante oleada de inspiración.
"Bueno, combina con tus ojos"
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Tras aquel mensaje de la corona rosa, YiXing continúo dejándole mensajes cada que podía y muchas veces levanto su ánimo o lo mejoro tras una pelea con su madre o algún mal momento con sus amigos.
Sus siguientes salidas ya no fueron para las extrañas misiones, o al menos la mayoría de ellas, ahora solo le pedía pasar el rato o trabajar en las tareas. SeHun odiaba la escuela, era obvio, pero no le gustaba que lo molestaran con las calificaciones y entregaba todo lo que no lo metiera en los regaños de alguien.
Se sorprendió de que los cuadernos de YiXing estuvieran llenos de dibujitos de gatos, dinosaurios o resaltadores de colores pastel cuando todo él era negro sobre negro, cubierto de negro.
Poco a poco, empezó a notar que el chino no era como lo visualizo en su cabeza. Le gustaba usar el negro pero le gustaba ver los colores pasteles en cualquier cosa, persona y recientemente, en el mismo SeHun, porque el colgante que le regalo un día tenía la forma de una luna y de ella colgaba un gatito con una bufanda llena de colores pastel.
Le sorprendió mucho, sí, pero le lleno el corazón un poco cuando lo vio sonreírle mientras le prometía que eso era el único pedacito bueno que le quedaba entre tanto negro.
Aun con eso, SeHun empezó a preguntarse sobre las pastillas que el chico siempre tomaba el llegar a la escuela y que lo había visto tomar antes de que se fuera a dormir la noche en la que se quedó hasta tarde en su casa. El frasco tenía la etiqueta rallada por lo que no podía buscarlo en internet pero, mientras le prestaba más atención a las reacciones que le causaban, no le gustaban.
Tampoco va a preguntar el motivo por el que YiXing suele deambular a altas horas de la noche cuando cree que duerme, ni porque mira profundamente el rio cada que pasan por lo alto del puente o porque tiene tantas marcas rojas sin sanar. Una parte de él tiene miedo de saber las respuestas.
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No sabe explicarlo pero ZiYan no le desagradaba del todo, es más, lo toleraba mejor que al resto y su compañía era grata en las horas saltadas o el almuerzo.
En uno de ellos, el chino le empezó a hablar de su novio y como lo hacía sentir, desde el inicio hasta la actualidad. SeHun se esforzó por abrir su mente y callarse sus comentarios mordaces pero termino empatizando con ZiYan.
El tipo era bueno, mucho mejor que otro con el que se hubiera juntado y le empezó a molestar la forma en la que lo trababa su disque novio.
—Voy a terminar con él hoy, ¿crees poder verme después de clases? Siento que voy a necesitar apoyo. —pregunto mientras expulsaba el humo de su cigarrillo.
SeHun se quedó atontado por un lapso corto, primero sorprendido y después conmovido porque alguien confiaba en él como para pedirle apoyo. Alguien de verdad.
—Cuenta conmigo.
Y lo hizo. ZiYan encaro el infiel de su novio, tirándole a la cara las múltiples pruebas en fotos de sus infidelidades y hasta lo que se metía en las fiestas. El castaño lloro y se desahogó después de eso entre un sorprende abrazo que YiXing le dio
SeHun le dio palmadas en la espada, cargando con las mochilas de los tres mientras ZiYan iba del brazo del más bajo del trio, escuchando quien sabe que del celular de Zhang. Aun sollozando y casi arrastrando los pies, el enorme chico comió dos hamburguesas y una malteada en aquel café que desde ese momento, se volvió suyo.
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—SeHun...— la suave voz de YiXing lo detuvo a mitad del puente, volteando hacia el chico.
— ¿Qué haces por aquí? No te vi en la escuela.
El chino volvía a usar la fea gorra para cubrir su cabello, con los cansados ojos un poco más iluminados que la semana pasada. —Me quede dormido, pero no importa. Ven conmigo.
— ¿A dónde?
—Ven. — sorprendiéndolo por la iniciativa de tomar su mano, lo siguió en silencio.
En aquella ocasión, YiXing usaba una camisa de manga larga pero esta era algo holgada así que podía ver las cicatrices en sus muñecas, tan rojas y recientes que podía sentir el escozor en su propia piel. Con esa cantidad, debería dolerle tan solo mover los brazos.
Lo llevo hasta su departamento, que lucía increíblemente vacío a comparación de la última vez que lo piso. Había cajas encima de otras, los cuadros estaban apilados sobre la mesa y los aparatos electrónicos desconectados.
— ¿Vas a mudarte? — pregunto mientras lo veía caminar a la cocina, que parecía seguir como siempre.
—Voy a regalar muchas cosas...— respondió con una sonrisa tan pequeña que juro que fue capaz de iluminar la estancia. —Siéntate, voy a servir la comida.
Ladeo la cabeza con sorpresa, sintiendo un calorcito en su pecho. Desde que tiene memoria, nadie ha cocinado para él porque le naciera, porque le quisiera o porque se preocupara por él; su madre se lo encargaba a la empleada, comían fuera con su madre sensible por la resaca y su padre fingiendo que nada malo pasaba.
Y ahora, un chico que no conocía de nada, le preparaba algo de arroz y jamón.
Estaba empezando a notar que fantasma Zhang ocultaba algo mucho más grande. ¿Por qué tomaba aquellas pastillas si lucia bien de salud? Las líneas en su brazo no desaparecían, casi no comía, escribía cosas raras y seguía ocultando su desordenado cabello. En un inicio le pareció un ser que no merecía su atención y pasaba de él igual que el resto, pero ahora, cambio un poco.
En realidad le ponía mucha atención a lo que le gustaba y solía cocinarle, haciéndolo sentir muy querido aunque no lo demostrara, ponía atención a las cosas que le contaba de su día y tenía un especial cariño por los gatos.
Pero no, solo estaban hablando y saliendo por las dos estupideces que había cometido. Ni debería estar pensando en él mas allá del trato. Peroque hipócrita era.
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—El próximo viernes, Sucub va a tener noche especial. Tenemos que ir. —hablo GoHwa, colgándole un brazo por los hombros.
—Hombre, eso significa una buena follada. — confirmo Mo, calando su cigarrillo.
—No puedo, tengo otros planes. —SeHun llevaba tres cigarros, agotado por no haber podido dormir por los llantos de su madre con una botella encima.
Sus amigos lo miraron mal, dándole codazos.
—Estas jodiendo. — GoHwa le aventó su humo, torciendo la boca como cada que se enojaba. —No has salido con nosotros en la semana. Te conseguiste novia ¿o qué?
—No es su asunto. — y claro que no iba a decirles que saldría con YiXing o se burlarían de él.
—Idiota. Por cierto, el otro día te vi con fantasma Zhang—Mo sonrió como la víbora que era, calando su cigarro. — ¿Te lo estas follando? — las carcajadas de le taparon los oídos y le causaron jaqueca.
— ¿Comiste mierda o qué? ¿Estás loco? —aparto con fuerza al tipo, haciendo una cara de repulsión.
— ¿Entonces porque estabas con ese loco? No es la primera vez que los veo.
Presionado por obtener el rechazo de sus amigos, mintió de la forma que más odiaba ver hacer a su padre. — ¡No me deja en paz! Desde que le decore el pelo, parece acosarme para que se lo compense.
Entonces la sonrisa de GoHwa creció como si fuera a atravesarla ambos lados de la cara. Cada que esa sonrisa llegaba a su cara, cosas malas pasaban.
—SeHun, ¿le gusta un color en especial?
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Hola a todxs. Como sabrán, publique en el perfil de esta cuenta sobre el fallecimiento de C.N hace un tiempo y como dejo algunas cosas por acabar, me hare cargo de eso.
Una de esas tareas fue subir las continuaciones de esta historia, ya con sus respectivas correcciones. Es una historia larga pero lo vi terminarla con mucho esfuerzo antes de partir, así que la considero su verdadera despedida.
De nuevo, no tengo palabras para agradecerles todo el amor y apoyo que le dieron. Les traeré el ultimo capitulo por la primera quincena de Noviembre.
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