𝚇𝚅↬jaqυe мaтe





El ensayo de la obra iba de maravilla. Habíamos empezado a repasar el guion que era emocionante si ya conocías el libro de memoria. Jeno, a pesar de tener una personalidad muy dispareja a la de Darcy, su personaje, lo estaba haciendo de maravilla. Otras personas obtuvieron buenos papeles, Eva le tocó el de Lydia Bennet, uno que le quedaba tan bien como la Cenicienta la zapatilla de cristal. Mis nervios se habían estado marchando con gran velocidad ¿La razón? Los otros estudiantes. Resulta que todos eran buena honda y te hacían sentir bien en acción. Al parecer estar conviviendo todos juntos les había demostrado que no era tan temible como mi apellido e eso los ayudó a aceptarme rápidamente.

Ten, que ya era mi amigo antes de esto, no era dictador como los otros profesores en su lugar. Era muy afable al dirigirse a nosotros. De todos creo que Jeno era él más considerado conmigo aun así. Tal como prometió me estaba ayudando a salir bien. Se había vuelto un ángel reencarnado.

Tal fue la diversión que después de terminar descubrí que eran casi las ocho de noche. Eva se había marchado junto al chico que le tocaba el papel de su pareja, sí, el Wickham de la obra, dejándome atrás. Eso no era para nada nuevo en ella. Siempre hacia eso cuando se trataba de un chico. Lo único que le pedí fue no escaparse con él y luego volver comprometida como la chica de su papel. Francamente espero que haya atendido mis palabras.  

Resumidamente, me tocaba volver sola a casa.

– ¿Quieres que te acompañe? – Inquirió mi pareja teatral, posándose a mi lado luego de ver a los cabellos de fresa salir con un acompañante.

– No, gracias – Me negué simpática – Aún es temprano, cruzaré la calle y tomaré un taxi.

– ¿Estas segura? – Insistió con tono preocupado – Aun así esa calle es más larga de lo que haces ver.

– Sí, ya has hecho mucho por mí – Concretamente de caer al suelo más de tres veces en los ensayos.

– Vale – Suspiró sin estar de acuerdo – Nos vemos luego, señorita Bennet.

– Hasta luego, señor Darcy.

Fui la última en salir por estar preguntando una duda al profesor sobre cómo actuar en una parte específica, y más tarde, sin un alma en la calle salí a buscar los taxis. Si bien por las mañanas no hay calle más transitada que esta. Donde se ven los autos más costosos de toda la ciudad por aquí, a estas horas, donde todos los escolares ya están de regreso a sus casas hace horas, no ves ni presencia de vida.

La calle si era larga, sombría y desolada. Tenía ese toque de “calle maldita” de las películas de terror ¡¿Por qué demonios no acepté la petición de Jeno?! ¡Esto me pasa por cabeza dura!

Soy una cobarde. No lo negaré. Pero hay que admitir que el ambiente si daba miedo.

Una notificación me detiene, reviso el móvil y era de un nuevo número desconocido.

No andes sola, Malía. Regresa rápido a tu casa y ten mucho cuidado.

Volteé en todas las direcciones alarmada. Esto fue suficiente para ponerme los vellos de punta ¿Mencioné que era cobarde? Me falto la parte de “demasiado cobarde”.

Por un momento me sentí observada, aleje ese pensamiento. Ese tipo de ideas las pone mi mente para angustiarme más.

El viento abrazó mi anatomía. Hundí  mi teléfono en el bolsillo del pantalón de donde mismo lo había sacado e apresure el paso ¡Necesitaba salir de aquí o antes posible!

Por si fuera poco, escuche el repiqueteo de un par de zapatos en mi espalda. Temblé más que una gelatina cuando es soplada,  sin embargo, no fui lo bastante valiente para darme la vuelta y verificar si era cierto en ese momento. 

Dejé de darlo por irreal cuando los seguí escuchando más constante, como si estuvieran acelerando el paso.

Apresé mi labio inferior entre mis dientes, tomando un ritmo tan rápido como si corriera. Pero el sonido seguía, más cerca que nunca. Entonces, y solo entonces, lo hice, me volteé para ver detrás de mí.

Una sombra humanoide, cubierta por un abrigo largo y negro estaba detrás de mí. Su rostro era cubierto por una mascarilla de tela y una gorra. Introdujo las manos dentro de uno de sus bolsillos, y sacó algo metálico que resplandeció con la luz de la luna por un segundo.

Aquella persona inclinó la cabeza, precisando la mirada en mí. Y cuando alzó la mano, ocupada por una daga, me atraganté con mi propia saliva.
Él aprovechó para abalanzarse sobre mí. Pero yo no soy de esas que se queda de estatua, no, no soy acción retardada, soy de las que tiran cualquier cosa que están en sus para defenderse.
Así realicé al lanzar mi mochila contra su pecho, y antes de siquiera esperar para ver si lo había golpeado o no, salí corriendo por mi vida.

Escuché el quejido de aquel a mis espaldas. Recibió el golpe. Eso me dejaba un poco, muy poca de ventaja. No obstante, tan pronto como hubo un abismo de esperanza, se esfumó. Él había echado a correr.

Me sentí como Thomas de Maze Runer, corriendo sin mirar para detrás para no retrasarme, utilizando ese sentido de supervivencia que se activa cuando está en peligrando tu vida. Ni siquiera me imaginaba a mí como una corredora, ni corriendo tan rápido, ni mucho menos como una atleta total.

Aun así el otro fue más veloz. En fracción de segundo descubrí que lo tenía encima porque literalmente ya me había agarrado. La mano con la navaja dio a mi garganta, haciendo un poco de presión ahí, la suficiente para abrir una pequeña herida que comenzó a destilar sangre momentáneamente.

Un quejido angustiado salió de mis labios. Intente moverme y él hizo más presión, como si se tratara de una advertencia.

Ahí, presa, inmovilizada y sin esperanzas de sobrevivir, tuve ganas de gritar por ayuda, ¿pero qué me aseguraba que eso no llevaría a mi degollamiento instantáneo? También tuve ganas de llorar, pero el miedo me impidió.

– Jaque Mate, Malía.

Conocía esa voz, de hecho, quizás la he escuchado muchísimas veces anteriormente. Y el pánico no permitió que el nombre del desconocido llegara a mi cabeza.

El filo se adentró más ¿Iba a morir aquí?

Es mi fin…

Pero aquel hombre me soltó y tras empujarme contra el suelo salió corriendo. El aullido aliviado que liberé fue más fuerte que el del impacto contra el frio cemento.

– ¡Ayuda! – Grité con todas mis fuerzas, sosteniendo la herida sangrante en mi cuello entre la palma de una mano.

– ¡¿Malía?!

Jeno apareció en la misma dirección que se había marchado el atacante, cargaba mi mochila entre sus brazos y no dudo en salir corriendo para llegar a mí lo más pronto posible.

– ¡¿Te encuentras bien?!

Pero no le respondí. Fue como si el alma me abandonara el cuerpo. Esta con los ojos abiertos, pero no consiente, semejante a estar viviendo todo igual que un mero observador.

Y mientras Jeno dio los primeros auxilios para evitar que siquiera sangrando, perdí la conciencia repasando las palabras de aquel encapuchado.

Esto ya no era una escueta palabra. Era un hecho.

Había sido introducida a un juego sin consentimiento…
Y ya iba con el jaque mate de remate el otro jugador.





¿Quién creen qué sea esa persona?🙃

Por cierto, no pude resistirme y ya empecé a publicar el libro de TXT en Hogwarts. Si quieren pueden pasarse a leerlo🤗

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top