Verdades como puños
-Inuyasha, tenemos que hablar... no, no me interrumpas, esto... esto es importante para mi, debo decírtelo... necesito decirte que...
- ¡Me quiero casar contigo!- gritó Sango riéndose a carcajadas
Kagome abrazó más fuerte aquel enorme cojín en forma de oso amoroso y suspiró mientras miraba a su amiga con reproche.
- Eso no. - bufó - Necesito decirle que no quiero ser su amante su segunda mujer o algo así... si quiere a Kikyo que no juegue conmigo...
- Pero él no la quiere...- repitió Sango como ya tiempo llevaba haciéndolo
Hacía ya dos semanas que Kagome no se acercaba a Inuyasha por ningún motivo y eso, a su amiga, la asustaba. Entendía sus sentimientos, esos sentimientos de querer algo firme y leal, por ella, por todo lo que había sufrido, pero además por su hijo...
- Escúchame Sango- habló ella- nos hemos vuelto a acostar, si lo admito... y ya van dos, pero lo más importante es que ahora sabe que Haru es su hijo... pero, él no ha hablado con Kikyo, ¿qué quiere? ¿Tenernos a las dos?
- No habrá tenido tiempo- lo justificó
Kagome se abrazó al cojín de nuevo.
- Sí, seguro....- dijo con tono irónico.- No voy a casarme con él, Sango... lo nuestro fue un trato, sexo, un rollo...una aventura. Yo estaba casada, el prometido... no teníamos ningún derecho a exigir nada del otro. Amo a Haru con toda mi alma, y tampoco puedo decir que no sentí nada por Inuyasha... pero él... él está hecho un lió, de verdad... creo que no sabe lo que quiere, sé que va a querer mucho a Haru y estoy feliz de que por fin se conozcan pero...
-¿Eso es lo que quieres decirme, Kag? ¿Estás segura de que no sientes nada por mí?- preguntó en ojidorado cuando abrió la puerta del todo.
Sango se frotó la sien y lo miró
- No sé como siempre acabo en medio... voy a la cocina- murmuró
Inuyasha cerró la puerta en cuanto Sango pasó y se sentó en el suelo mirando a la azabache sentada en la cama. No iba a acercarse, porque si lo hacía la iba a hacer otra vez el amor, iba a volver a soñar con ella y se iba a intoxicar con ese dulce perfume que lo acompañaba por las noches si ella no dormía a su lado. Ella tampoco iba a arrimarse a la orilla de la cama, si se acercaba más sentía que aquellos ojos dorados la abrasarían como dos soles
- Nunca dije eso.
Él sonrió de lado.
- Sí lo dijiste.
- No lo dije.
- Sí.
- No.
- Que sí.
- Que no.
- Que si.
- Que sí - dijo Kagome
- ¡Que no y no se hable más!
- Está bien Inuyasha, como tú quieras... yo nunca dije eso.
Inuyasha se rió y miro hacia la ventana mientras la azabache estrujaba aquel cojín contra su pecho.
- ¿Has hablado con Kikyo? ¿La has dejado? ¿Te has planteado si de verdad quieres casarte conmigo o no?
Él solo suspiró sin mirarla.
- ¿Y tú que quieres?- preguntó después de un incómodo silencio.
- ¡Quiero ser feliz! - exclamó
- ¿Piensas que yo no quiero eso?
- ¡No lo sé! ¡No me dices nada! Nunca supe de tu vida ni de tus preocupaciones... ¡tenemos un hijo Inuyasha!
- ¡Y lo amo! Joder, ¡lo amo tanto como te amo a ti!
Kagome lo miró sonrojada.
- ¡Y Kikyo qué!
- ¿Por qué hablas de ella? Porqué si podemos hacer el amor en la cama y luego salir con Haru
- ¡Porque no pienso ser tu amante! ¡O tu segundona! No te pido que me ames
- Que no me pides que te ame...- repitió- ¡pero si yo te amo! ¡Te amo Kagome! ¿Cuantas veces tengo que repetirlo para que se te quede en la cabeza?
Ambos respiraron agitadamente mientras veían en que situación habían quedado, Kagome estaba agarrando el pelo del muchacho mientras este agarraba sus muslos, con Inuyasha hincado de rodillas lo más cerca de la cama y la azabache tumbada en la misma apoyada en él.
- Tienes razón...- empezó a hablar Inuyasha- no he hablado con Kikyo... pero antes de volver a gritarnos... escúchame...
Ella asintió mientras el peliplata juntaba sus frentes
- El año en que nos conocimos mi padre murió, estaba muy enfermo... decidió que heredara Sesshomaru, pero a mí, me puso una pega... tenía que casarme... Ese mismo año nos hicimos socios de la familia Takena, ellos manipularon a mi padre y le hicieron creer que si no me casaba iba a acabar en la calle fumando y drogándome... cosas así... mi padre decidió que debía de casarme con una de las hijas de los Takena, y como Kikyo tiene mi edad la escogieron a ella.- la miro a los ojos- Cariño, si no lo hago... la deshonra de mi padre, las ideas que se le pueden ocurrir a Kikyo para hundir el negocio... mi herencia... yo lo perderé todo, mi familia lo perderá todo...
- ¿No hay nada que puedas hacer?
- Pensé en casarme por amor, tal vez así, mi madre me dejara librarme de Kikyo
- ¿Qué dice Sesshomaru al respecto?
- Que soy un masoquista.- La azabache rió- Nunca la he querido Kagome, y nunca la querré...
- Pero no tienes otra opción
- Pensé que queriéndote a ti, y teniendo un hijo sería suficiente... pero no lo es...
- Tal vez si la haya... necesito... necesito ir a un sitio- dijo Kagome- ¡Te llamaré Inuyasha!
-Espera, - Inuyasha la paró agarrando su mano- ¿qué se te ha ocurrido?
- ¿Y si te casas con otra Takena? ¡Sería genial!- dijo para sí misma y salió del apartamento
Cogió su móvil y marcó un número mientras seguía corriendo.
- ¿Sigues trabajando en esa cafetería, verdad? Voy a pasar por allí ahora mismo, necesito hablar contigo sobre los Takena...
Diez minutos después Kagome estaban sentada en aquella cómoda y acogedora cafetería
- ¡Kagura! Cuánto tiempo
- Me dijeron que te fuiste de la noche a la mañana, ¿en qué estabas pensando Kagome?
Las dos se abrazaron.
- En muchas cosas, pero necesito tu ayuda, Kagura Takena
Los ojos de la joven dejaron de brillar
- Ya sabes que no me gusta que me llamen así...
- Necesito tu ayuda, te ayudé a salir de aquella mansión cuando teníamos 15 años... ahora necesito que vuelvas una vez más, por mí.
Kagura suspiró mientras se volvía a hacer el moño.
- Mañana, a las 9 en la parada de autobús Myoga.
Kagome y ella estrecharon sus manos.
- Te estaré esperando...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top