—Esto no está funcionando —suspira, pasándose una mano por el cabello como siempre hace cuando está nervioso.

—Lo sé —asiento, porque tiene razón, esto ya no lleva a ninguna parte, hace tiempo que no lo hace.

Seis años. Ese es el tiempo que he estado enamorada de Frank, o eso es lo que pensaba. A lo mejor, cuando por fin hemos estado juntos, cuando mi amor ha empezado a ser correspondido, la magia de amarle en secreto se ha perdido. A lo mejor era eso lo único que mantenía mi amor por él: que parecía imposible. Y, cuando se ha hecho posible, ha dejado de ser amor. Hay que ver qué cosas tiene la mente humana, cuando por fin consigues lo que querías, dejas de quererlo.

Trece años. Ese es el tiempo que hace que conozco a Louis Smeed. Recuerdo cuando, a los ocho años, me hice amiga de Alice, la niña "rara" de la escuela. Todos querían ser amigos de Alice porque su padre era famoso, pero era como si ella pudiera leer las intenciones de la gente, y por eso rechazaba a todo el mundo y siempre iba sola. Hasta que tuvimos que hacer un proyecto juntas, y empezamos a llevarnos bien. Yo nunca me interesé por la fama de Alice, a decir verdad no me importaba. Entonces, un día, me invitó a su casa, y allí conocí a sus hermanos, Louis y Nate. Y, a pesar de que eran prácticamente idénticos, el que me llamó la atención fue Louis. Fueron pasando los años y fui creciendo, y con el paso del tiempo Louis cada vez me interesaba más. Pensaba que era solo un enamoramiento adolescente tonto por un chico más mayor, pero parece que me equivocaba.

Y ahora me encuentro aquí, dándome cuenta de demasiadas cosas, a 8750 kilómetros de él.